Capítulo 12. Alessia
ilusión; [sust.] Esperanza que carece de fundamento en la realidad.
No comprendía la diversión de la gente por las fiestas cuando amanecí esta mañana con un pitido en los oídos que no se desvanecía ni aún poniendo las manos a ambos lados de mis cabeza con la intención de taparlos. Mis ojos escocían por la falta de sueño y no dudaba que unas ojeras se desplazaran a lo largo de mis mejillas simulando ser dos bolsas negras, tampoco quería sembrar el apocalipsis mirando mi reflejo al espejo. La depresión no es una enfermedad que quiera añadir a la extensa lista de problemas que abundan en mi vida.
Cruzo las puertas del instituto con la cabeza gacha pronunciando palabras inentendibles. Una cabellera morena se me cruza en mi campo de visión, alzo la barbilla topándome con la piel suave y bronceada de Tommy. Unas arrugas se forman en las esquinas de sus labios cuando sonríe.
— ¿Te dijeron algo tus padres sobre lo de anoche? — Pregunta inocente, le miro queriendo que esté a cien metros bajo tierra, donde Satanás pueda maldecirle de todas las maneras que le plazca por no haberme hecho caso cuando le dije que nos fuéramos a casa. Niego con la cabeza, eso me molesta más que mi integridad física.
No les importó la hora a la que llegué –las seis de la mañana– cuando sabían que había venido acompañada de Tom Rodgers, el chico al que aman como si fuera su propio hijo incluso más que a su propia hija. A veces me pregunto cuándo se percataran que su verdadera hija soy yo, no Tommy. Sigo mi camino con la vista al frente tratando de encontrar otro estilo de cabello moreno, un rostro lleno de pecas que parecen estrellas en una infinita galaxia.
— Siento no haberme percatado de la hora, amor — habla malinterpretando mi falta de conversación. La verdad es que tengo un dolor de cabeza horrible, la música sigue sonando en mi cabeza aunque intente que desaparezca. Suelto un suspiro levantando la cabeza para mirarlo, suavizo mi expresión. No puedo estar más de dos minutos enfadada con él.
— No pasa nada, Tommy — aseguro, sus ojos se desplazan hasta el suelo. Puedo notar su espalda más rígida de un momento a otro, agarra las cuerdas de su mochila y las retuerce entre sus brazos. Por el rabillo de mi ojo veo a una pelinegra parada a la otra esquina de donde nos encontramos, Tommy aplana sus labios sin terminar de dirigir su atención a mí.
— Tú, eh... — carraspea, el bullicio de las personas no me ayuda con el pitido que hay en el interior de mi cabeza impidiendo que escuche la tenue voz de Tommy. Me acerco más a él con la intención de escucharle mejor —. ¿Hablaste con Logan, no? — Interroga de golpe.
Entreabro mis labios sin esperar la pregunta, adopto la postura de «pez fuera del agua» abriendo y cerrando la boca incapaz de emitir una palabra lógica para que él la comprenda. Me observa detalladamente, midiendo y analizando cada rasgo de mi rostro, cada sentimiento que cruza por mis ojos como si él supiera más cosas de mí de las que yo sabré nunca.
Veo el dolor fusionándose en el tono castaño suave de su iris, se oscurece al comprobar lo que me afecta esa pregunta. No tiene nada que ver con lo que creo que él piensa, tengo tanto miedo a hacerle daño, tanto pánico a que, la única persona que me comprende como si fuera un hermano, me abandone, que no sé cómo responder a la pregunta que él formula sin dañarle.
Reconozco cuando debo leer entre líneas, en el momento en el que un «¿Hablaste con él?», se traduce a un «¿Quieres seguir hablando con él?». La tristeza se demuestra en sus hombros cuando se encogen y la forma en la que me sonríe después, sin esas arrugas en las esquinas de su boca y esa mirada iluminada que siempre trata de mostrarme.
Me quedo callada, el tiempo suficiente como para que Stacy se acerque a nosotros y, en menos de cinco minutos, la tenga colgando de mi cuello y riendo por alguna estupidez que, el chico con el que estaba, le habrá contado.
— No sabía que movieras tan bien tus caderas, Ali — halaga ella, ruedo los ojos volteando mi cabeza hacia ella, sabe que odio el diminutivo que ella hace con mi nombre. Una preciosa sonrisa cruza sus labios y muestra sus perfectos dientes blancos como en un anuncio de pasta dental. Fuerzo una sonrisa prestando atención a su mirada inocente.
— No me gusta bailar en público — contesto de mala gana. Cuando vuelvo a girar la cabeza, Tommy ya se encuentra a unos cuantos metros de nosotros. Maldigo lentamente en mi cabeza apuntando en ella tener que hablar con él, la culpa resquebraja dolorosamente los fragmentos esparcidos de mi corazón, ya de por sí roto, aún más.
Odio esa sensación, la emoción latente en tu pecho que te oprime y provoca querer encogerte hasta hacerte una pequeña bola en el suelo, como un caparazón donde nadie pueda estampar tan lastimosos sentimientos sobre ti. La garganta escociendo a causa del llanto que quiere escapar y los ojos picando como advertencia de que las lágrimas saldrán, limpiando tu alma, antes de que te lo esperes.
— Stacy — la llamo, se calla de golpe de lo que quiera de lo que estuviera hablando. Dos destellos oscuros se fijan en mí mostrando su atención. Suelto un suspiro bajando la mirada hasta el suelo. Necesito unos segundos para mí misma —. ¿Por qué no vas a clase? — Cuestiono mirándola —. El profesor ya habrá llegado y aún tengo que ir a la taquilla a recoger unos libros — argumento, hace un aspaviento con la mano sonriente.
— No te preocupes, puedo acompañarte— comenta, clavo mis uñas en la palma de mi mano buscando una paciencia que se agotará rápido —, ese viejo cascarrabias no tiene derecho a tirarnos de clase por llegar ta...
— Vete a clase, Stacy — interrumpo, su sonrisa flaquea. Denota en mi cuerpo la urgencia con la que me quiero despegar de ella, o espero que lo comprenda. No quiero ser más brusca de lo que ya lo he sido hoy —. Sé ir yo solita a por los libros — confirmo mirando dentro de ella, debe comprender que no quiero seguir con ella a mi lado por más tiempo. Al menos, no hoy, otro día puede que tengo otros ánimos.
Noto como sus pupilas dominan gran parte de su iris, o puede que me lo parezca a mí mientras veo la furia recorrer sus facciones y la tensión siendo emanada a oleadas en forma de furia hacia mí. Observa de refilón por última vez, con la peor mirada que puede poner, antes de irse contoneando sus caderas temiendo que pueda hacerse daño en uno de esos movimientos.
Suelto un bufido rezando a Dios por que, al fin, pueda quitármela de encima aunque sea unos minutos. No me importa si el profesor me llama la atención, o si contacta con mis padres para informarles de mi falta de disciplina e implicación. Me urge pensar en todo esto pues tengo la sensación de que, como lo deje pasar por más tiempo, terminaré explotando en el peor momento.
Permanezco en medio del pasillo, solo camino unos cuantos pasos hasta percibir el frío del metal de la taquilla en mi espalda cubierta solo por una fina camiseta roja. Mechones del cabello más suave de pelirrojo que he visto nunca, caen alrededor de mis hombros. Tengo que respirar hondo para no romperme en mil pedazos y, con ello, todo rastro de autocontrol que aun permanece en mí.
Tommy ha estado más sensible estas dos últimas semanas, los días en los que he empezado a hablar con Logan más de lo normal pero que nunca ha pasado a nada más que pequeñas conversaciones. Comienza a preguntarme más sobre cómo me va el día, qué es lo que voy a hacer después, si quiero salir a pasear con él, como si creyera que, en algún momento, me distanciaré de él.
No estoy segura de que eso sea lo que piensa exactamente pero, sin duda, verlo así hace unos minutos, me ha partido el alma en millones de pedazos. La mirada herida después de quedarme callada, sin emitir palabra, con mis labios sellados, ha sido darle una respuesta que ya se esperaba.
Solo pido que comprenda que le quiero, con el corazón en la mano y poniendo las manos en el fuego al arriesgarme con él. Pero no de la forma en la que él me quiere a mí, Tommy es un hermano. Cuida de mí, me comprende y me ayuda cuando necesito una dosis de la autoestima que mis padres me han robado.
Yo lo único que noto es un profundo afecto y cariño hacia él, no percibo mariposas en el estómago alzando el vuelo ni un estremecimiento por mi piel cada vez que él está cerca de mí. Cuando sus labios tocan los míos, cuento los segundos para dejar la farsa a un lado y ser lo bastante libre como para hacer la vida que yo desee y besando a la persona que de verdad ame.
Logan es un caso que está demasiado lejos de mi alcance. Quiero hablar con él, disfruto conversando de temas banales que nunca se me habría pasado por la cabeza hablar con otra persona. Es divertido y las pláticas con él se hacen amenas, intenta buscarle el punto de humor que tanto anhelo en alguien. Es un viento de aire fresco tras todo lo que está sucediendo a mi alrededor.
Me ayuda a despejarme de los problemas, no pienso en mis padres y en lo próximo que s eles ocurrirá al llegar a casa, no me preocupo por los pensamientos que Tommy tenga hacia mí en esos segundos que no me encuentro pegada a sus labios. Me permito relajarme, mostrarme como realmente soy porque percibo que el no es tan diferente a mí como me hace creer.
Tengo la mirada perdida en algún punto en el suelo pensando y bombardeando mi cabeza con mis más íntimos pensamientos. Retengo las irrefrenables ganas de ponerme a llorar y, es ahí, cuando un sonido, como una exhalación, se escucha cerca de mí. Alzo la cabeza enfocando mi vista para posarla sobre una espalda, una espalda que he conseguido reconocer en menos de dos semanas.
— ¡Logan! — Le llamo, los músculos de su espalda se tensan, mas no se detiene a pesar de haberle gritado por su nombre. Me cuelgo de nuevo las asas de la mochila y le sigo acelerando mi ritmo para alcanzarlo —. ¿Estás bien? — Cuestiono, me contempla por encima de su hombro, una expresión molesta cruzando sus facciones.
— No tengo tiempo para hablar contigo ahora, Alessia — contesta con voz monótona. Frunzo el ceño tratando de comprender lo que le sucede. Ralentiza su paso, cosa que agradezco, cuando, presupongo, se acerca a su aula.
— ¿Te encuentras bien, Logan? — Vuelvo a preguntar —. Me preocupaste anoche cuando te fuiste de la fiesta, parecías asustado y yo...
— ¿Te preocupaste? — Interroga, se detiene de golpe. Mi nariz casi conoce la fuerza de su espalda de no ser por haber parado mis pasos a tiempo. No me espero la risa cínica que escapa de sus labios enviando un torrente de malas vibraciones por todo mi cuerpo. La oscuridad en su mirada me resulta familiar el día de hoy, por alguna razón, parece que todo estamos demasiado cansados con la vida como para fingir ser felices —. Deberías preocuparte más sobre si tu novio se pasa de copas — confiesa —. No quiero ser yo a quien llames cuando tengas que llevarlo a su casa porque es un maldito ebrio de mierda.
Cierro el pico, agacho mi cabeza sin soportar la intensa y apagada mirada de Logan. Mi garganta escuece tanto que tengo miedo a que se rompa y no pueda pronunciar palabra más, las lágrimas me advierten sobre precipitarse a través de mis mejillas. No entiendo cuál es mi afán por fijarme en él y por qué esas palabras, aunque no lo admita, me han afectado.
¿Desde cuando me fijo tanto en él?
Oigo el sonido lejano de la puerta cerrándose, unas voces en el interior una de ellas pertenecientes al chico de pecas oscuras y mirada tenebrosa. Suelto un suspiro tembloroso, mis manos tiemblan mientras las alzo para pasarlas por mi rostro. Maldigo en voz baja a punto del colapso.
¿Para qué tener esperanzas por encontrar la felicidad si estoy predestinada a vivir en la oscuridad? Soy una idiota si creo que, algún día, podré encontrar a alguien que no me decepcione.
¡NUEVO CAPÍTULO DEL SUPUESTO DOMINGO QUE DEBERÍA HABER ACTUALIZADO!
Puf, casi me quedo sin aire de tanto gritar...
En fin, desearles feliz navidad y que os hayan traído todo lo que quisisteis (suena demasiado típico, lo sé) y, si no os lo han traído, aún quedan los Reyes Magos ;)
Besos y XOXO, chicxs
¡PREGUNTA RANDOM!: ¿Os hartásteis de comer anoche? ;)
PD: Siento el capítulo sad en un día de estos.
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