Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Capítulo 11. Alessia.

dolor; [sust] Sentimiento intenso de pena, tristeza o lástima que se experimenta por motivos emocionales o anímicos. 

— Ya hemos llegado — anuncia Tommy, deslizo mi barbilla para encontrarme cara a cara con la enorme casa en la que hay millones de personas. Formo una mueca de disgusto notando como mis tímpanos están a punto de estallar por el inhumano volumen de la música y mis ojos no van a para de sangrar como vea a otra pareja a segundos de tener sexo en el suelo.

No sé quién será ese tal Matthew pero tendrá que tener un buen servicio de limpieza, o increíbles amigos, si mañana podrá recoger toda la pocilga que se está formando en el jardín de su casa. No quiero ni imaginarme como se encontrará por dentro, la mera previsión de condones tirados por el suelo y vasitos rojos llenos de alcohol me da arcadas. Al menos espero han sido maduros al ponerse condón para follar, pienso.

Abro la puerta del coche con cuidado de no mostrar mi desconformidad con esta fiesta a la que no quería asistir. Mi piel se estremece cuando el frío toca mis poros con dureza, una casi invisible neblina sale de mis labios cuando espiro. Volteo mi rostro chocando con el de mi novio, él hace lo mismo.

— ¿Estás bien? — Cuestiona. Permanezco con la mirada fija en él durante unos segundos queriendo negar su pregunta. Me froto los brazos con mis manos buscando que el calor se adueñe de mi cuerpo y volteo de nuevo mi cabeza para que mis ojos no me delaten cuando responda.

— Sí — miento, todo es mejor que perder el tiempo discutiendo sobre si estoy molesta por llevarme a una fiesta sin mi consentimiento o no. Para él estoy perfecta y feliz, para mi interior soy una bola de fuego y rabia.

No dice nada conforme da el primer paso, no encuentro los ánimos suficientes como para seguirle la conversación así que, simplemente, agacho la cabeza y sigo el camino que sus pies forman hasta llegar a la casa y descruzo los nudos que él hace.

La multitud de personas en el interior, sobrepasa el límite permitido, sus cuerpo pegados unos a otros como sardinas agrupadas en una lata, me envían una oleada de calor y sudor que es sofocante. Me aguanto las ganas profundas de vomitar que recorren con ardor mi garganta, trago duro para que el contenido que quiere salir de mi estómago se quede donde debe.

Miro a ambos lados de mi posición buscando una cara conocida, alguien con quien perciba que entablaré una conversación que no se base en lo bueno que está mi novio. Detengo el rumbo de mi cabeza parándome a observar una cabellera de cabello negro que está de espaldas a mí.

Cierro mis ojos con fuerzas y mis uñas se clavan en la piel de mis brazos cruzados al reconocer el cuerpo perfecto con el que Stacy baila, intensamente pegada, al cuerpo de un chico rubio. Debería haber sabido que ella estaría aquí. Es la reina del instituto, la chica que nunca se perdería una fiesta si eso significaba carne fresca que cazar, mejor si son de principiantes que acaban de llegar y hay que advertirles acerca de los peligros que correrán en este lugar con esa víbora a su lado.

Resoplo.

Me pongo de puntillas acercando mi boca a la de Tommy que tantea su mirada a su alrededor tal y como yo lo he hecho hace unos segundos. El corazón me late al ritmo de la música y, aún así, cuando siento que el vello de su nuca se eriza, noto como mi corazón se resquebraja ante la reacción que tengo sobre él. No quiero que tenga esos sentimientos hacia mí que me hacen cuestionarme si estar a su lado está bien o es parecer la mayor zorra de las novias.

— Voy a por bebida — susurro, la voz se me ha ido poniéndose en contacto con mis sentimientos. No me atrevo a levantar la mirada, desaparezco de su alcance en un visto y no visto. Me pierdo entre la multitud de personas que me invitan a bailar y a compartir momentos inolvidables con ellos que recordarán y de los que se avergonzarán cuando amanezcan con una resaca de los mil demonios.

Declino las ofertas para irme al piso de arriba a «divertirnos» de algunos de los chicos que hay en el centro de la improvisada pista en la sala de estar. Respiro con más tranquilidad cuando localizo mi objetivo a unos pocos metros de mi posición y la felicidad me inunda cuando reconozco que ya no tengo que rechazar a nadie más esta noche, o al menos es lo que espero.

Apoyo los codos en la nueva y nunca vista barra, acerco mis manos a mi cara para quitarme la suciedad que siento en mi cuerpo tras haber estado rodeada de tanto alcohol y algunas que otras rayas de droga vistas en grupos. Detengo mis articulaciones a medio camino cuando recuerdo el poco maquillaje que tengo en mi rostro pero que me harán parecer un mapache como me restriegue.

Suelto un bufido optando por agachar la cabeza y dejar que los pensamientos invadan mi mente. Esta es la peor fiesta en la que he estado, todas las son cuando me aburro tanto como una niña de cinco años lo haría en una conferencia de matemáticas avanzadas.

— ¿Vas a tomar algo, dulzura? — Mi espalda se tensa sin creer lo que mis oídos escuchan. Alzo la barbilla creyendo que lo que oigo es mentira, él no puede estar aquí, no puede hacerme creer que es mi salvación en esta fiesta llena de adolescentes hormonales.

Pero es real, sus pecas se reparten por diferentes partes de su rostro, cada vez en una posición distinta e indeterminada, cuando la sonrisa comienza a curvar sus labios y me provoca la mía. Adopta mi misma postura apoyando sus brazos en la barra y acercando su rostro al mío, no me separo aunque sepa que esto está mal. He venido con Tommy y Logan no suele ser un plato de buen gusto para mí.

— ¿Qué haces aquí? — Interrogo ignorando su pregunta antes formulada. Suelta una risa que calienta mi alma y me arrepiento al instante por querer dejar de escuchar la alta música para centrarme en lo que dice o los sonidos que su garganta permite escapar.

— Creo que no hay ninguna bebida suelta-confesiones que te pueda dar, dulzura — finge dudar, ruedo los ojos tornando a ser la chica recta que he sido con él los últimos días. Los cabos en mi cabeza se atan con fuerza para que ninguno se rompa y fastidie la dinámica que sigo hasta ahora: dejar de lado los posibles dolores de cabeza que otro chico puede causarme.

— En realidad — le sigo — el alcohol sí que te puede hacer confesar qué es lo que haces aquí — advierto, me dedica una mirada divertido con mi respuesta, alza sus manos asintiendo ante mis palabras. Una inevitable sonrisa se dibuja en mi rostro al presenciar la acción tan inocente que realiza.

— Sería una buena idea — admite, hace un movimiento con la lengua que, por mala suerte, a causa de la música no puedo escuchar. Supongo que la chasquea al igual que hace cuando algo le parece divertido sin llegar al punto de reír. Niega levemente con la cabeza dramatizando estar afligido y aplano mis labios evitando sonreír.

— Lástima que no pueda tomar alcohol — se lamenta, frunzo el ceño ladeando mi cabeza levemente hacia la derecha tratando de descifrar lo que ha querido decir con eso, que yo sepa, esto es una fiesta llena de alcohol. Echa un vistazo a su costado, suelta un suspiro y su rostro vuelve a voltearse hacia mí —. Tengo que atenderles, ahora vuelvo — promete.

Sigo su espalda clavando mi atención en ella considerando posibilidades por las que no podría tomar hoy. Está trabajando, pero una copa no le hará daño. Con toda la gente que hay aquí, ebria a más no poder, dudo mucho que la persona que le pague se fije en si se toma un trago o no.

No sé cuanto tiempo pasa, Logan pone bebidas a cinco, seis, siete y puede que alguna persona más. Venían como hordas hacia él, reclamando su trago simulando ser la última gota de agua en un desierto. Solo quería que se acercara para no estar sola, volver con Tommy supondría tener que bailar y guardaría la inoportuna casualidad de poner una canción lenta, no estaba de humor para poner las manos alrededor de su cuello y sentir como su corazón latía más fuerte y el mío solo servía para transportar la sangre a mi cuerpo, sin acelerarse.

— Creí que no acabaría nunca — bromea volviendo a acercarse —. Tendrás que estar demasiado interesada en mí si sigues aquí — habla jocoso, ruedo los ojos incapaz de detener la sonrisa —. No quiero locas acosadoras, por favor, dulzura. Soy demasiado sensible en ese sentido — coloca una expresión aterrada, tapo mi boca con la palma de la mano para que no vea la risa que se me escapa y que no escuchará. Aún así lo presupone cuando las constelaciones de lunares en sus mejillas se mueven de nuevo para dar paso a una reluciente sonrisa.

Me olvido de la música que me truena en las orejas y de las personas que comienzan a reclamar una botella de vodka sin siquiera empezar por un trago más suave. Logan me sorprende abriendo un pequeño congelador que hay a sus piernas y sacando una botella de ella.

La boca se me hace agua cuando vuelca la lata de Dr. Pepper sobre un vaso rojo enorme. Alzo mi rostro admirando la concentración con la que saca otra bebida más. Las esquinas de mis labios se curvan hacia arriba agradeciendo que él pueda tomarse un trago conmigo, aunque sea soda, el refresco es el mejor en realidad.

— Es la única bebida que puedo tomar contigo — se encoje de hombros después de pasarme el vaso rojo. Retomo esas dudas en mi cabeza, Logan levanta el vaso y lo acerca en mi dirección. Hago lo mismo chocando ambos y sonriendo entre nosotros, no entiendo lo que significa eso pero, cuando me guiña un ojo antes de beberse todo el contenido de la botella, solo me permito sentir la tranquilidad al no tener que fingir por los demás.

No tengo que rodear el cuello de mi novio al bailar, no debo acercarme a Stacy y entablar una conversación superficial con ella en la que solo se presentarán los temas en los que ella ha tardado en decidirse por cual vestido escoger y a cuantos chicos ha podido besar en lo que lleva de noche.

El líquido explota el placer en mis papilas gustativas. Primero saboreando el gusto a vainilla y caramelo y, cambiando drásticamente tras unos segundos, a chicle. Las burbujas pasan por mi garganta escociendo casi imperceptiblemente, ese dejo dulce que se forma en mi paladar alivia mi ansiedad de hace unas horas.

— ¿Por qué es la única? — Interrogo tras dar un largo trago a la soda —. ¿No os queda más bebida? — Cuestiono de nuevo. Mi pregunta le hace gracia, hace un sonido de risa sofocado por la bebida. Una tos comienza a emanar de su garganta, se gira quedando de espaldas a mí mientras calma su ritmo cardíaco. Mientras tanto, me dedico a fruncir el ceño ante su comportamiento injustificado.

¿Tengo monos en la cara?

Se gira quedando frente a mí, la sonrisa no se retira de su rostro y, en parte, lo agradezco. Se ve más guapo cuando sonríe y unas pequeñas arrugas se forman a cada lado de las esquinas de su boca. Se le nota más jovial, más descansado, cuando sonríe de la misma forma que ahora.

— Soy celíaco, dulzura — confiesa, abro mis ojos aún más —. Eso significa que no puedo beber nada que no haya controlado antes — declara, dejo el vaso de plástico en la barra fría. Aplano mis labios desviando mi mirada y retornándola de nuevo a ese tono de iris verdes que, con la luz de la sala de estar, se ven mucho más intensos.

— ¿No hay nada más? — Pregunto, soy consciente de que la lata no estaba abierta y que Dr. Pepper es una marca que no tiene gluten y él podrá tomarlo sin dudarlo pero me extraña que sea lo único.

— Bueno, teniendo en cuenta de que, a parte de no fiarme de lo que hay aquí, la gente no se preocupa en dar de beber a un celíaco — admite, desvía mi mirada para fijarse en la barra que le sigue. Algunas personas ya están gritando para que vaya —. Menos aún si es el que reparte las bebidas en la noche — se jacta divertido, frunzo el ceño.

— No lo veo justo — me opongo, hace el amago de reír pero se queda sofocado por alguna razón en su garganta. Tampoco podría haberlo escuchado pero sus gestos divertidos se detienen de repente y no me permiten saber la razón de ello.

Tantea con sus manos los pantalones, mete la mano en su bolsillo trasero y saca su móvil del bolsillo. Intento no cuchichear, la tentación de acercarme es horrorosa y retengo mis necesidades agarrando la lata de soda y poniendo más contenido en el vaso. Las burbujas pasan por mi garganta calmando mis intenciones.

Antes de que pueda terminarme el vaso, contemplo como Logan, con la cara blanca como el papel, contesta el teléfono. Dejo de beber para prestar atención, su cambio drástico de humor no es común, por lo menos sabiendo lo poco que sé sobre él. Alzo la mano para posar una mano en su hombro con el propósito de ayudarle. Mostrarle ese símbolo de apoyo es mejor que quedarse de pie esperando a que acarree solo con esa llamada que parece ponerle amargo.

Antes de que pueda hacerlo, se gira quedando de espaldas a mí. Dejo caer mi brazo reconociendo que me ha dejado colgada. Disimulo mi orgullo herido agarrando de nuevo el vaso y llevándomelo a la boca mientras los músculos de la espalda de Logan se tensa y se muestran bajo su camiseta. Su postura rígida que me alivia cuando veo que retira el móvil de su oreja.

No es que parezca demasiado a gusto con la situación pero, cuando corre en dirección a la puerta de salida sin siquiera voltearse en mi dirección, lo confirmo. Me apresuro a llegar hasta él, mis pasos siguen los suyos sin comprender el destino al que voy a llegar. La curiosidad invade cada parte de mi sangre y necesito saber la razón. No sé si sentirme una cotilla o una chica que solo quiere ayudar.

— ¡Amor! — Me detiene una voz, me retiene por los hombros. No despego mi mirada de la espalda de Logan probando a escabullirme de las manos de aquella persona. Me sigue llamando pero, cuando veo como su cuerpo desaparece entre la increíble e irritante multitud de adolescentes, me rindo. Los dedos de aquel chico de aroma a caramelo se posa sobre mi barbilla y, cuando alzo la cabeza, entiendo la razón por la que me ha llamado así —. ¿Dónde estabas? — Pregunta —. Te he estado buscando desde hace una hora.

¿Tanto tiempo ha pasado?

Le presto atención, unos redondeles rojo cubren sus mejillas indicándome que habrá estado probando alguna bebida en el poco tiempo que llevamos aquí. Presuponía tener que vigilar y controlar todo lo que toma, Logan me ha cambiado los planes y, no verle ahora, me hace sentir abandonada.

No sé por qué se ha ido, no se ha girado para despedirse ni a bromear sobre su falta de tiempo para seguir conmigo. La última visión de su rostro, blanco como la leche, no ha dejado buenos frutos pero aún así, al no verlo entre la multitud, me obligo a olvidarme.

— Me he entretenido — respondo, me fijo en sus ojos castaños oscuros, nada que ver con la mezcla entre verdes y azules del pecoso que se ha largado cual Cenicienta hace no más de diez minutos. Un brazo rodea mi cuello y enseguida soy llevada al pecho de Tommy, suelto un suspiro encontrando el ritmo de la música. No es lento, no tardarán en ponerla.

— Vamos a bailar, quiero que tu culito se mueva — bromea y fuerzo una sonrisa a pesar de tener la cabeza metida en buscar la razón por la que ese chico de cabello marrón y ojos verdes se ha largado de ese modo. Tenía que ser grave para escapar y dejar la barra a custodia de los demás.

Miro la puerta de vez en cuando mientras bailo todo tipo de canciones con Tommy, Stacy se nos une horas después y me habla sobre los chicos con los que se ha besado en la noche y, durante toda la fiesta, no me vuelvo a encontrar con esos pómulos cubiertos de pecas y alzados en una sonrisa. Logan no vuelve a aparecer para salvarme de la situación.

¡SORRY, I'M SO SORRY! I HOPE YOU WILL FORGET ME

Pero... ¡Capítulo nuevo listo!

Ya he comenzado mis queridas vacaciones y, seguramente, actualizaré más seguido.

¿Les ha gustado el capítulo?

Un beso a todxs y XOXO

¡Pregunta Random!: ¿Si estuvieran en la piel de Tommy, qué es lo que harían?

¡Pregunta Random 2!: ¿Cómo les cae Tommy?

Ahora sí, chaoo

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro