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Susan's POV
Dicen que los orfanatos son fríos, terribles, solitarios... Yo no lo veía así. Era mi "hogar, dulce hogar". Sin duda alguna, era el mejor lugar para las personas que provenían de familias rotas. Sin embargo, tampoco allí sentía que estaba mi lugar. Ni siguieran allí era capaz de quitarme mi coraza. Sólo había una pequeña persona capaz de alcanzar lo más hondo de mi corazón. Ésa era Shannon. Tan sólo una niñita de 10 años. Tal vez fuera porque compartía cuarto con ella desde hacía meses o tal vez porque de alguna manera me viera reflejada en ella.
—Oh, la niñita va a llorar—escuché que alguien se burlaba en el pasillo. Avancé casi inconscientemente para encontrarme con el mismo grupo de matones acorralando a la pequeña ojimiel de cabellos dorados.
—Dais pena—les espeté con mi sonrisa forzada incrustada en la cara. Ellos me miraron al escuchar mi voz y flaquearon. En el tiempo que llevaba ahí había conseguido ganarme un respeto. —No lo digo por intimidar a alguien más pequeño de vosotros. No. Lo digo porque os creéis ser muy valientes y muy machos cuando a la primera palabra que salga de mi boca os intimidáis. Así que, hacedme un favor, marchaos y no me obliguéis a ver esta deprimente escena.
Me reí fríamente, y con eso conseguí espantarlos. Inmediatamente, la rubia se abrazó a mí con tanta fuerza como pudo. Yo le devolví el abrazo y pasé mis dedos entre su pelo tratando de calmarla mientras ella lloraba.
—Gracias—susurró.
—No dejes que te pisoteen. Sé fuerte. Te enfrentarás a personas como esas durante toda tu vida. La única solución es ser peor que ellos, al menos frente a quien te vaya a lastimar.
Ella asintió levemente y se soltó de mí.
—Anda, ve jugar al jardín—le dije lo más dulce que pude, con la sonrisa más real que pude.
Ella sonrió y se fue dando brincos. Yo decidí salir a pasear, uno de mis pasatiempos favoritos. Me encantaba salir y ver a otras personas. Imaginarme cómo serían sus vidas. Imaginarme cómo sería yo si tuviera sus vidas.
Caminé casi sin pensar hasta llegar a un parque bastante alejado del lugar donde yo vivía. Mejor. Encontré un parque y me dispuse a imaginar otras vidas, mejores pasados, alegres futuros.
A unos metros de mí, un chico castaño de ojos azules llevaba a una azabache de ojos castaños en una silla de ruedas.
—No me imaginé que en mi primera cita tuviera que llevar a alguien parecido a mi abuela—comentó el chico.
—Haz el favor de callarte, señor que vio un cerdo volador—espetó la muchacha.
Tal vez una tarde la chica estaría intentando entrar a un lugar, pero como ella no podía andar le costaba trabajo y el chico se ofreció a ayudarla. Sin embargo, ella era muy orgullosa y se negó, aunque él lo hizo igualmente. Le acabó dando su número, pero ella estaba segura de que no iba a contactarle. Pero, un bello día lo hizo. Se fueron conociendo y enamorando hasta llegar a quedar en persona y aquélla era su primera cita.
Sonreí para mis adentros, no parecía una vida tan mala. Más alejados, otra pareja también reía. La chica tenía una media melena de mi color y unos ojos verdes que relucían de alegría. El chico, por el contrario, tenía el pelo negro carbón y los ojos marrones. Él le rodeaba los hombros con el brazo. Quizás, ellos no fueran pareja. A lo mejor sólo eran muy buenos amigos. Se reían como si estuvieran ebrios. Puedo que eso fuera lo que pasaba. Se habían pasado con la bebida y la chica estaba llevando a su amigo a casa.
Todo el parque estaba inundado de risas y felicidad. De nuevo, sentía que yo no pertenecía ahí. Yo no pertenecía al mundo donde los unicornios defecan arcoiris y vomitan mariposas. Yo pertenecía al mundo donde los nubarrones te persiguen, donde la oscuridad te consume y donde el vacío te engulle.
Me levanté y prácticamente corrí de vuelta a "casa". Por el camino me llevé más de un golpe y un choque contra diferentes paseantes. Me disculpaba tan rápido y bajo como podía y entré corriendo a mi cuarto, donde Shannon ya dormía.
Ella ya estaba acostumbrada a que yo llegara tarde y ya no me esperaba despierta. También se había acostumbrado a mis pesadillas y a mis gritos, cosa que no le importaba.
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