[ 19 ]
—Oh mierda —Jugkook se afirmó del respaldo de su cama mientras era embestido una y otra vez por el rubio cajero. Las manos de este estaban en sus caderas y él ya no podía aguantar su orgasmo, quería correrse fuerte sobre sus sábanas.
—Aguanta un poco más Kookie.
Jin suavizó los golpes y comenzó a salir lento de él, para luego entrar despacio. Jungkook lo envolvía tan bien, tan deliciosamente que ya no sabía como controlarse cada vez que lo tomaba. Esta era la cuarta vez que estaba junto al menor.
Habían estado varios días sin verse. Pero ese día habían podido lograr encontrarse y habían acordado verse en las mañanas cuando Jungkook no tuviera clases y el hijo de Jin estuviera en el jardín. Por lo que algunos días coincidían con las mañanas libres de Jungkook. También aprovechaban de verse en el supermercado pero ahí era mucho más difícil.
Últimamente andaban todos muy pendientes de sus interacciones, los compañeros de trabajo de ambos pensaban que ellos se llevaban como el perro y el gato. Aunque la realidad era muy distante de eso.
Jungkook comenzó a bombear su pene. Echó su cabeza hacia abajo y sus caderas para atrás encontrando a Jin en cada embestida que le daba. Gimió apretando la almohada con una mano mientras escuchaba al mayor gruñir de placer.
Jin paró y se salió de él. Lo giró y lo acostó sobre la cama, respiró pesadamente mientras miraba al hermoso chico bajo suyo. Decir que Jungkook era atractivo era quedarse corto. El menor era simplemente un niño con el cuerpo de un dios griego. Jin no se cansaba de mirar sus ojos brillantes, su cabello castaño ondulado por todos lados y su bonita sonrisa.
—¿Me vas a mirar toda la mañana?
Jin sonrió y se agachó para darle un beso rápido. Tomó su erección y volvió a penetrarlo apretando su mandíbula luchando contra las ganas de descargarse.
Jungkook gimió y sus manos se fueron a tocar el cabello rubio del mayor. Estiró su cuello y Jin no perdió el tiempo y pasó su lengua por todo el lugar. Jungkook se aferró a su espalda, sus uñas arañaron suavemente esa ancha y sexy espalda.
Jin gruñó cada vez más cerca del clímax. El castañito jadeó cuando la velocidad de las estocadas aumentaron y se terminó corriendo con el nombre de Jin en los labios. Acarició sus mejillas y lo acercó hacia su boca para besar esos gruesos y esponjosos labios que lo traían loco.
Gimió mientras sus lenguas se devoraban y terminó por colapsar. Su orgasmo lo golpeó con fuerza mientras seguía besando esa dulce boca.
Jungkook lo abrazó del cuello y ya se estaba haciendo una costumbre que se quedaran un buen rato abrazados acariciándose.
Jin se acostó a su lado, se quitó el condón y lo tiró en el pequeño basurero que había en la habitación. Se giró sobre la cama para mirarlo, besó su mejilla y respiró tranquilamente.
—Te he extrañado estos días. —Jungkook sonó tan dolido al decir aquello.
—Yo también, mucho —Jin entrelazó sus dedos con los del menor —siento no poder contestar tus mensajes enseguida, el teléfono de mierda simplemente dejó de funcionar.
—Lo sé... No te preocupes —Jungkook sonrió para tranquilizarlo y también se giró sobre la cama para poder ver el rostro somnoliento de su mayor.
—¿Mañana tienes clases?
—Si, mañana es el día más ocupado de la semana. Creo que nos veremos hasta el sábado en el supermercado.
—Odio tener que verte ahí, siempre están todos tan pendientes.
—Sería mejor si nos hiciéramos amigos ¿No? Así ellos no encontrarán tan raro vernos juntos.
—Podría ser —Jin acarició con la yema de su dedo la cicatriz que tenía Jungkook en su rostro y luego dejó un beso ahí.
A Jungkook esos actos lo descolocaban, si bien al principio comenzó como un juego, la tensión sexual y todo eso había sido muy atractivo a sus ojos. Él no pensó nunca en las consecuencias que tendría para su corazón involucrarse con Jin. Se suponía que sería sexo, él superando sus miedos y disfrutando de tener un buen sexo con el mayor. Pero al pasar los días todo se hacía más íntimo entre ellos y no era solo sexo. Jin comenzó a dejar mensajes de buenos días para él en las mañanas evitando que estuvieran muchos días sin comunicación, dos veces había llegado a la universidad con comida para él, otras veces el rubio se quedaba hasta que Jungkook se quedaba dormido para irse a su casa.
Estaba llenando su vida de gestos cariñosos pero que no eran suyos, porque al final del día Jin volvía a su casa con su marido y su pequeño hijo y él se quedaba solo en su enorme casa.
—¿Tienes hambre? —el rubio se sentó en la cama y con su mirada buscó su boxer. —Creo que debemos tomar desayuno —dijo vistiéndose.
Jungkook alzó una ceja —son las once de la mañana.
—¿Y qué? Todavía tengo una hora más antes de volver.
Jungkook suspiró y todavía desnudo sobre la cama observó el techo de su habitación. Tenía muy claro el papel que estaba jugando dentro de la vida de Jin, pero eso no significaba que doliera menos. Bien, el podía decir que disfrutaba del sexo, Jin había eliminado por completo los miedos que antes lo habían paralizado, también podía decir que disfrutaba de sus conversaciones pero por otra parte ya estaba empezando a sentir la ansiedad recorriendo su organismo.
De a poco y muy lentamente las dudas y sus miedos se estaban alojando en su sistema.
Jin no era un hombre libre.
No, Jin era un hombre infeliz que vivía en un matrimonio que había sido prácticamente arreglado por él mismo y por el bienestar de su pequeño sobrino. Jin había sido sincero con el menor y le había contado toda su historia. Y Jungkook se encontraba admirando al rubio que ahora se volvía a acostar a su lado y lo rodeaba con sus largos brazos.
—Sabes que me gustaría que fuera diferente ¿Cierto? Si pudiera elegir...
—No digas eso Jin.
El mayor hizo una mueca y escondió su nariz en el cuello ajeno. Olió y suspiró en esa suave y exquisito piel.
—Solo dame un tiempo para poner mis pensamientos en orden, los orgasmos me dejan medio atontado.
Jin sabía que no era eso lo que tenía al castaño tan abatido. Él sabía que era su culpa, Jin había sucumbido ante las ganas de probar cosas nuevas y ahora estaba dañando al menor. Lo sabía, pero ya no podía parar.
Se quedaron en silencio un rato bastante largo.
Jungkook mirando hacia el techo aguantando las ganas de llorar y Jin mirando al menor que rápidamente se había colado en su vida y que egoistamente quería mantenerla en ella a pesar de que cuando se supiera toda la verdad no solamente su matrimonio saldría dañado.
—
—
—¿Mañana?
Jimin asintió rápidamente mientras tomaba su jugo de naranja. —¿Puedes ir? Es la fiesta de Lisa y ya sabes...
—¿Qué?
—Oh dios Jungkookie ¿Que pasa contigo? Estás súper raro últimamente.
—Eso no es cierto.
Jimin rodó los ojos —¿Vamos a ir o no?
—No puedo. Tengo que estudiar.
—Pero si el examen es el miércoles, tienes tiempo, no seas asi.
—Tengo que estudiar este fin de semana —tengo que estudiar porque me la he pasado follando con un hombre casado. Jungkook suspiró y humedeció sus labios mientras su mejor amigo hablaba y hablaba sin parar.
—Ella está de cumpleaños y ustedes siempre se han llevado bien... Tu sabes —Jimin alzó una ceja sugerente y Jungkook arrugó su ceño. —¿Que? Antes te gustaba ¿No? ¿Cuántos meses trataste de invitarla a salir?
—No me acuerdo.
—Casi todo un semestre... ¿Que te pasa?
—No me pasa nada Jiminie, estoy un poco cansado y no quiero salir de fiesta. Eso es todo.
—No te creo nada —dijo arrugando su ceño —tú eres siempre el primero en insistir para ir a una fiesta.
—Déjalo ¿Si? —pidió abatido por sus emociones.
Jimin lo miró y pudo ver cómo los ojos de su amigo se llenaban de lágrimas.
—¿Jungkookie?
El castaño limpió sus lágrimas bruscamente y se levantó caminando a paso rápido alejándose de su mejor amigo. Sabía que Jimin iba tras él, pero no quería contarle, no quería que supiera que estaba cayendo por un hombre casado.
Jimin apuró el paso y logró tomar a su amigo de la chaqueta y sacarlo del edificio. Jungkook se dejó llevar hasta la biblioteca. Ese era el lugar más silencioso y allí podrían conversar.
O al menos era lo que esperaba Jimin.
—No quiero hablar Jiminie —dijo cuando llegaron hasta el final de los estantes llenos de libros que muy pocos alumnos buscaban.
—Está bien, pero me preocupas. Hace unas semanas que estás ojeroso y más delgado ¿No estás comiendo? ¿Pasó algo en casa?
—No, solo no preguntes más si, por favor —Jungkook apoyó su frente en el hombro de su amigo y lloró bajito. Jimin acarició sus cabellos consolandolo.
Algo estaba pasando con su amigo y él averiguaría que era. Tenía que ayudarlo, jamás lo había visto tan abatido, tan descontrolado con sus emociones, era bastante desconcertante ya que Jungkook era un tipo muy tranquilo, muy en armonía con sus emociones o al parecer lo había demostrado todos esos años en que ellos se conocían.
Jungkook respiró profundamente para calmarse. No había querido romperse de esa manera delante de su amigo pero lo había hecho y era cuestión de tiempo para que Jimin comenzara a preguntar y él no estaba muy seguro si iba a poder guardar el secreto.
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Se viene lo sad. No más yo aviso
2/4
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