|9 FINAL♡
°•☆Dos meses después.
Minho se sentó al borde de la cama estirando su cuerpo y soltando un perezoso bostezo, aún no se adaptaba a la luz de la mañana, pero aún así se puso de pie lentamente y se dirigió al baño a pasos perezosos, pasaron solo minutos hasta que alguien más entrara y abrazara su cintura por detrás.
—Buenos días, bello durmiente —susurró Chan, dejando un beso en su cuello.
—¿Por qué te levantaste tan temprano? —Se quejó Minho, mirándolo a través del espejo.
—Bebé, no olvides que mis padres vienen hoy.
—Cierto —recordó—. ¿A qué hora llegan?
—En dos horas.
—Te ayudo a prepara el desayuno.
—Solo no quemes los huevos, por favor.
Minho comenzó a reír antes de continuar con su aseo mañanero para preparar la bienvenida a sus suegros. Se miro al espejo e inevitablemente sonrió, se veía feliz, estaba feliz.
Quien diría que hace dos meses atrás, no se encontraba igual. Pero vaya que los Bang estaban decididos a demostrarle tanto amor, ahora Minho no se imaginaba una vida sin ellos, sin Chan.
°•☆Un mes y medio atrás.
Minho se removió en la cama con incomodidad, intentando deshacerse del desespero en sus pies. Al final se sentó al borde de la cama y suspiró, cansando de intentar conciliar el sueño. Segundos después, sintió a Chan moverse, no quería despertarlo, no después de que el chico se desvelará cuidando de él y llevándolo a citas médicas. Había pasado dos semanas desde que despertó y corrió con la suerte de que su recuperación fuese rápida, en un semana ya todo su cuerpo respondía.
Se puso de pie y salió a la cocina.
—Oh, cariño —la madre de Chan se encontraba bebiendo un vaso de agua, le sonrió—. ¿Qué haces despierto a estas horas?
—No podía dormir —admitió.
—¿Te duele la cabeza? —Preguntó con obvia preocupación.
—No, no se preocupe —dijo algo tímido, aún no se acostumbraba a la atención de los padres de Chan, a como cuidaban de él y estaban al pendiente las 24 horas del día.
—Te prepararé un té, eso ayudará.
—Una vez Chan hizo eso y dormí muy bien.
—La abuela nos ha educado bien —se mofa la señora—. ¿Cómo te has sentido, Minho?
—Bien...
Rosse no dijo nada más, Solo sirvió dos tazas de té y tomó asiento al lado del chico. Le sonrió dulcemente luego de acariciar su mejilla.
—He querido hablar contigo, pero no quiero incomodarte —admite.
—Mmm, no se preocupe —se apresuró a decir—. Puede decir lo que quiera.
—Minho, la verdad es que tuve mucho miedo, ¿sabes? —Él chico negó, en su cabeza no cabía la idea de que los padres de Chan lo quisiesen tanto en tan poco tiempo—. Estoy feliz de que ahora estés aquí, así que quiero pedirte que me permitas demostrarte mi cariño, que sepas que tan impórtate eres para esta familia. No quiero incomodarte con mis acciones, pero tampoco quiero que creas que solo te queremos por Chan, porque el día que te conocí sentí tanta necesidad de abrazarte y protegerte. Te queremos mucho, solo quería decirte eso.
Minho mantuvo el silencio por unos segundos, luego suspiró y se acercó a ella, dejando su rostro entre su hombro y cuello, permitiéndose abrazar por ella.
—Gracias —sollozó, sintiendo aquel cálido sentimientos en sí pecho.
—Gracias por quedarte en casa con nosotros estos días.
—No quería molestar, pero Chan me arrastró hasta aquí —soltó una suave risa aún envuelto en aquel abrazos cálido.
—No eres ni serás una molestia, son bienvenidos a esta casa siempre, cariño.
Ambos se mantuvieron allí, en silencio en aquel abrazo acogedor que los envolvía. Luego terminaron su té con charlas triviales antes de volver a sus respectivas habitaciones.
—¿Dónde estabas? —Preguntó un Chan soñoliento, intentando mantener sus ojos abiertos.
—Tomando un té con tu mamá —respondió con una enorme sonrisa, acostandose a su lado
Chan solo asintió y se dejó abrazar para volver a quedarse dormido entre sus brazos.
Una semana después ambos chicos se encontraban de camino a su ciudad, dejando por fin la casa de los Bang y volviendo a la casa de Chan.
Había algo que atormentaba la mente de Minho y el chico rubio a su lado pareció notarlo, porque tomó su mano haciendo que éste dejé de mirar por la ventana del bus y lo mirase a él.
—¿Qué sucede?
—Yo, me siento raro.
—¿Raro? —Alzó una ceja—. ¿Por qué?
—Es que... haz sido increíble conmigo, me haz ayudado y tus padres —resopló—. Dios, tus padres son los mejores y —soltó un largo y profundo suspiró—. Nunca me había sentido así, tan querido e importante. No sé cómo podré agradecerles alguna vez lo que han hecho por mi.
—No tienes que hacer algo, precioso. Nosotros lo hacemos porque te queremos, no porque necesitemos algo a cambio.
—Aún me parece irreal, Channie —sostuvo entre sus manos ambas manos del chico, acariciandolas—. Tengo miedo de despertar y que todo haya sido un sueño —admite.
—Eso no va a pasar, Minho —sonríe.
—¿Qué pasa si...
—No, por favor —suplicó Chan—. Nunca podría entender por todo el dolor que pasaste y soy consiente que aún te falta por sanar, pero quiero que tengas claro que seguiré aquí, a tu lado, acompañándote. En serio te amo, Minho, y no hay nada que quiera más que seas feliz y quiero encargarme de que eso sea haga realidad.
—¿En serio estás dispuestos a eso, Chan? Esto puede ser un sube y baja de emociones —señala—. Conocerás lo más profundo de mi, de mi pasado, de mis... demonios. ¿Estas dispuesto a eso?
—Nunca había estado tan seguro de algo, Lee Minho. Hasta que mire tus hermosos ojos marrones y ese brillo que poseen, desde entonces, solo he tenido ganas de demostrarte el otro lado de la vida, ese donde se puede sonreír, amar y brillar. Solo déjame amarte y te prometo que no te vas a repetir —Chan dejó un suave beso en sus nudillos.
—Quizás —el chico pensó unos segundos, mirando aquellos ojos brillantes que le miraban expectantes, esperanzados—. Quizá es hora de permitirme ser feliz, ¿no?
La sonrisa de Chan creció, se acercó a Lee lentamente, como pidiendo permiso para juntar sus labios, aquellos deliciosos labios dulces que no había probado en tanto tiempo y ansiaba volver a probar. El chico sonrió asintiendo, para que él contrario terminará de acabar con aquella tortuosa distancia entre ellos, fundiendose en un beso largo, lento, profundo y embriagador.
Sus almas estaban gritando cuanto se amaban, cuanto habían deseado ese tacto en el tiempo que no se tuvieron. Chan se sentía completo, ahora podía amar sin miedos, sin medidas. Mientras Minho aún tenía muchos "peros" pero cada uno de ellos parecían irse desvaneciendo con cada roce de Chan, cada beso, cada caricia, cada sonrisa.
Chan había decidido amarlo tal y como era, un desastre. Había decidido demostrarle a él que en la vida no todo era tristeza y dolor. Aquello en su pecho se sintió gratificante, porque la vida le había quitado mucho, pero había puesto a Chan y a su familia, y eso le daba incluso más de lo que le habían quitado.
Amaba a Chan y sabía que el lo amaba, ¿qué más podía pedir? Ahora lo tenía todo, siempre y cuando ese chico rubio y encantador permaneciera a su lado, el estaría bien, estarían bien.
—Chan —dijó cuando sus labios se alejaron.
—¿Si?
—Mañana cumplo dieciocho.
—¡Y lo dices hasta ahora! —medio grito, llamando la atención de todos en el bus—. Voy a llamar a mis padres para que vengan a casa y hacer una gran fiesta.
—No quiero una gran fiesta, Chan —se quejó.
—Créeme, las grandes fiestas que hacemos con mis padres son las mejores.
—Pero-
—Tranquilo, seremos solo nosotros, pero eso será más que suficiente. Además creo que los abuelos podrían venir también —dejó un beso en su mejilla, haciendo sonreír a Minho.
—Eres increíble.
—Lo sé, lo sé.
Ambos empezaron a reír, Chan volvió a besarlo para luego susurrar cerca de sus labios un "te amo" poniendo nervioso al castaño, que sonriendo volvió a fundirse en aquellos esponjoso y dulces labios.
Fin
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