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Llegaron a su destino y Minho comenzó a cuestionarse incluso su existencia, había llegado hasta ahí porque sintió repentinamente el deseo de sentir aquello que Chan sentía cuando hablaba de su familia, quería sentir aquella calidez que sabía que ese acogedor hogar podría brindarle. Pero se sentía como un egoísta, por pensar solo en él, en lo qué quería y deseaba, cuando sabía que acercarse a las personas podría lastimarlas.
No debería estar ahí, frente a la casa de los padres de Chan y encariñarse.
—¡Cariño! —La mujer que abrió la puerta se sintió verdaderamente feliz al ver a su hijo, sus ojos se iluminaron y abrazo con bastante fuerza al chico, hasta que esté se quejó.
—Dios mio, mamá, necesito respirar para vivir.
Ambos rieron.
—Oh, ¿y este chico tan lindo?
Minho sintió su cara arder de la vergüenza ante esa palabras. Dios, Chan se parecía tanto a su madre incluso en la personalidad.
—Es Minho, ¿Podemos pasar aquí el día?
—¡Claro que si! Mucho gusto, Minho —extendió su mano—. Si mi hijo te trajo, debes de ser muy importante porque nunca ha traído a alguien a casa, y vaya que es una persona súper sociable.
"Importante"
La señora hablaba mientras sostenía al chico del brazo y lo llevaba dentro de la casa dejando a su hijo detrás, esté bufó pero sonrió contento ante la imagen de su madre hablando alegremente con el chico.
Él quería saber qué había sucedido que Minho tomó aquella decisión tan de repente, pero se sentía feliz con esa desicion, porque la imagen de sus padres y el chico que lo traía enamorado, eran tan acogedora.
—¿Dónde está papá? —Preguntó cuando los alcanzó en la cocina—. Y no lo asustes, por favor.
Tomó al chico del brazo alejándolo de su madre, la cual lo miró ofendida haciendo reír a ambos chicos. El brazo de Chan pasó alrededor de la cintura ajena y pego más sus cuerpos, haciendo sonrojar al chico.
—Tu padre está en el jardín, ya sabes, ama más a esas plantas que a mi.
—Exageras —se quejó el chico—. Iremos a verlo allá.
—Bien, yo empezaré a preparar el almuerzo —miró a ambos chicos y sonrió—. Se ven tan lindo juntos.
—¡Mamá! —Exclamó Chan, mirándola mal falsamente y comenzó su camino hasta el jardín, llevando consigo a Minho.
—¿Tú madre acaba de insinuar algo sobre nosotros así como si nada?
—¿Cómo así? —Quiso saber confundido.
—Pues... ¿tus padres están bien con que te gusten los chicos? —Chan asintió—. Vaya, tus padres son los mejores.
—Y pueden ser los mejores suegros también.
—Ay, cállate —golpeó su hombro, pero empezó a reír junto a Chan.
—¡Papá!
En señor estaba de espalda a ellos, por lo que ante el grito se asustó. Dejó caer las tijeras de podar y se volteó rápidamente con su mano en el pecho, respirando agitado. Minho contuvo su risa y sonrió apretando sus labios, mientras Chan comenzó a reír libremente e incluso aplaudió mientras lo hacía.
—¡Vas a matarme! —Se quejó el señor, pero terminó de ponerse frente a él y lo abrazo, un largo tiempo.
—Papá, quiero presentarte a alguien —murmurró entre el abrazo, para que él hombre lo soltara.
—Perdón, verdaderamente te extrañe.
Minho sintió una pulsada golpeando su corazón y su estómago revoloteo causándole dolor.
—Me imagino que es tu novio.
Ambos chicos se miraron incómodos y Chan regaño a su padre con la mirada.
—Dios mio, papá —se quejó, sintiendo vergüenza por lo atrevidos que eran sus padres—. Es mi amigo, Minho —presentó.
—Perdón, es que nunca has traído a alguien, me había alegrado.
—¿Qué dices? —Se quejó, haciendo reír a ambos.
—Un gusto señor-
—Nada de señor, dime Christopher con confianza —llevo su brazo alrededor de los hombros de Minho..
Esta familia ama el contacto físico.
Chan bufó haciéndose oír y su padre sonrió, porque sabia que en realidad su hijo estaba feliz, ese chico definitivamente era más que un amigo para él y eso lo alegro. Siempre quería ver feliz a su hijo.
—¿Cómo está la universidad, hijo?
Preguntó su madre unas horas después cuando todos estaban en la mesa, ellos justo frente a él y Minho, que estaba a su lado. El chico se veía tan feliz mientras comía que le era inevitable mirarlo y sonreír.
—Bien, madre. Algo estresante, pero todo va bien.
—El año que viene te graduas. Es una locura, ¿verdad?
Chan asintió.
—Totalmente.
Mientras su madres estuvo preparando el almuerzo y dejó a Minho en la habitación para que tomará un baño y se cambiará a algo más cómodo, hablo con sus padres sobre no hacerle preguntas personales a Minho, algo que les pareció extraño pero no protestaron ante eso y tampoco preguntaron más a su hijo.
—¿Se irán en la noche? —Su madre hizo un pequeño puchero y Minho se sintió débil ante eso.
Miró a Chan y este ya lo estaba mirando, como si supiera que el chico quisiera decirle algo.
—Trabajas mañana, ¿no?
—Yo... Mmm, ¿puedo faltar? No hay ningún problema... ¿la universidad?
—Mis padres pueden decir que surgió algo familiar —los miró a ambos sonriendo, su padre volteó los ojos suspirando e hizo reír a todos en la mesa.
—Nada más porque te hemos extrañado estos mese, pero no te aproveches, joventcito.
—Bien, entonces podemos quedarnos más tiempo —sonrió feliz.
Minho se vio contento con aquello, su sonrisa se ensancho y continuo comiendo felizmente. Se sentía tan bien con los padres de Chan, su mente se había detenido por fin, sin pensar demasiado en las consecuencias que aquello podría tener. Disfruto el sentirse querido por aquellas horas, mientras la madre de Chan, la señora Rosse, le enseñaba fotos y premios de Chan y además lo acusaba de ser un poco insoportable cuando niño. También le pidió que la ayudará a preparas ponques y galletas.
Las risas en la cocina era música para los oído de Chan, sentía que aquello que Minho se negaba podía ser real, ellos podrían amarse y ser felices.
Mientras el padre de Chan no paraba de hacer bromas que hacían a Minho sonrojarse, seguía insinuando que los chicos eran pareja, pero también hacía chistes que nada que ver con ellos, arrancandole risas escandalosas a Minho, algo que Chan nunca había presenciado y aquello lo hizo tan malditamente feliz.
La noche llegó y Chan decidió ir a ducharse mientras la película que habían decidido ver aún no terminaba, así podía dejar a Minho acompañados de sus padres aún. Unos minutos más pasaron y los ojitos de Minho pesaban, hacia mucho que no tenía sueño tan temprano en la noche, se hundió más en el sofá abrazando un cojin.
La señora Rosse sin dudarlo llevó su mano detrás de la cabeza del chico y lo guío para recostarlo en su hombro, acariciando sobre su cabello detrás de su oreja, logrando que este se relaje.
Minho sentía en su pecho calidez, era primera vez que una mujer aparte de su madre lo tocaba, pero en este toque no había morbosidad, no había dolor ni sentía asco y repugnancia ante el tacto. Todo lo contrario, sentía paz y se sentía tranquilo al cerrar los ojos rodeado de aquel brazo mientras su mano acaricia su cabello y la otra toma una de las suyas para acariciarla suavemente.
El quería contener el llanto, no quería arruinar ese hermoso momentos donde incluso el padre de Chan, Christopher, estaba involucrado, ya que este sostuvo su otra mano y la acarició, dándole un suave apretón que sintió reconfortante.
¿Así se sentía ser amado?
Tú me estabas entregando más de
lo que hubiese deseado.
No solo me ofrecías amor, también
me ofreciste un hogar, un hermoso,
cálido y acogedor hogar.
Era demasiado real,
Eras demasiado real para mi.
Eres... ¿eres real?
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