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Juraste tan seguro de ti que esto sería eterno, que nuestras manos no se soltarian, que nunca me dejarías solo en medio de este tormento... ¿Por qué me amaste tanto, por qué no me dejaste ir a tiempo?

Silencio, solo eso obtuvo. Se detuvo haciendo que el chico a su lado lo hiciera, busco las llaves de su hogar en el bolsillo y se dispuso a abrir la puerta, sintiendo la presencia de Minho detrás de él, con cierto temor a lo que ahora podría decir o hacer el chico. ¿Quizás se alejaría de él? Y si fuese así, se odiaría de por vida, porque preferiría mil veces no ser correspondido y vivir amándolo en secreto pero tenerlo ahí, a su lado cada día, sintiendo esa paz que solo Minho podía darle, antes de que el chico se aleje y deje de tener aquellos hermosos ojos marrones a su disposición. 

Cuando entraron, Minho sintió tanta calma. Se sintió raro ante aquella sensación que le entregó la pequeña casa de Chan, tan acogedora, tan tranquila y con un olor que lo hacía pensar en el chico. Él quería eso, quería un lugar que podría llamar hogar, que le entregará todo aquello que en este momento, el hogar de Chan le estaba entregando.

—¿Por qué venimos a tu casa? —Por fin Preguntó, mientras seguía al chico hasta la cocina.

—Vas a descansar mientras preparo la cena.

—¿Descansar? —Preguntó confundido—. Chan, eso pude haberlo hecho en mi departamento. 

—¿Seguro? Minho, ¿eres consiente de que puedo ver tus ojeras, verdad?

El chico apretó los labios y volteó su rostro, queriendo esquivar la mirada profunda que el mayor le estaba dando, sintiéndose tan pequeño ante él. 

—¿Sabes cocinar?

—Mamá me enseño desde que tengo 12.

—¿12 años? —Dijo incrédulo. 

—Si, es chefs y siempre me gustaba estar en la cocina cuando ella preparaba algo. Creo que ama la idea de que saque su mismo gusto por la cocina, incluso si no fuese sido por mi padre, estoy seguro que cocinarla desde los 5 años.

Minho sonrió, porque aunque sintió un poco de celos porque le hubiese gustado tener una familia que al hablar de ella sus ojos brillarán como los de Chan en este momento, también le causó ternura la menara en la que Chan se expresaba de sus padres.

—¿Tus padres viven lejos de aquí?

Minho tomó haciendo en una butaca frente al mesón, teniendo en frente al chico que prepara algunas cosas para empezar hacer la cena.

—A dos horas, yo solo vine a esta ciudad por la universidad. 

—Te llevas súper bien con ellos, ¿cierto?

—De hecho, a veces olvido que mi papá es mi papá, ese señor incluso se comporta más como un joven de 21 años que yo mismo —se burló, haciendo reír al chico.

—Eso es bueno...

—También tengo un hermano, pero se fue a otro país a estudiar. Él es mayor que yo, así que ya está incluso casado y está a meses de ser padre.

—Vaya, eso es hermoso ¡serás tío!

—Y seré el mejor —dijo orgulloso.

Algo dentro de Minho se removió, le estaba gustando tanto saber más del mayor, ver como este le contaba todo con tanta confianza y comodidad, le causó un cómodo sentimiento en su pecho.

—¿En qué puedo ayudar?

—Nada —Chan fue a su lado y tomó su mano, comenzando a caminar a su habitación justo al lado de la sala de estar—. Vas a descansar.

—Pero yo quiero ayudarte —se quejó.

—Te ves muy cansado y ya tuviste suficiente con tu trabajo.

—Puedo descansar luego de comer.

—Minho...

—Por favor, quiero tener la experiencia de estar cómodamente en una cocina mientras me enseñas a cocinar.

—¿No sabes? —Él chico negó—. De acuerdo, de acuerdo, ya quita esa cara.

—¿Qué cara? —Preguntó inocente.

—Te pareces al gato con botas, tienes exactamente la misma mirada.

—Tomare eso como un cumplido.

—Pero no lo era.

—Para mi si.

Negó divertido y comenzaron a cocinar.

Chan sentía su corazón acelerarse cada vez que alguna parte de su cuerpo rozaba el ajeno, sintiéndose como un adolescente por la emoción que lo recorría cuando sus manos tomaba la del chico para ayudarle en algo o cuando esté le agradecía por ayudarlo y le sonreía tan dulcemente. La noche se sentía tan tranquila, tan en calma. Minho incluso se sentía fuera de este mundo, porque hace años que no se sentía así en las noches, la oscuridad era su peor enemiga, aquel moustro que aparecía cada noche para atormentarlo era su mayor temor. Pero ahora solo podía reír de cada ocurrencia del chico junto a él, sintiendo que por primera vez en años, su vida podía mejorar.

Chan podía mejorar su vida.

Chan le estaba haciendo sentirse seguro.

Chan estaba entrando a su corazón.

Chan estaba haciéndolo sentir esas estúpidas mariposas.

Chan... Chan debería alejarse de él porque no se merece a alguien que lo dañe, que borre aquella hermosa sonrisa, que apague el hermoso brillo de sus ojos negros. No merece que el con sus trozos, corte su piel y dañe su alma.

Chan es demasiado para el, demasiado irreal.

—Ya debería volver —dijó al terminar de comer.

—Tú... podrías quedarte, tengo un cuarto de invitados y puedo dormir allí.

—¿No debería yo dormir allí?

—Mi habitación es más cómoda.

Mordió su labio inferior teniendo una lucha interna, él debería comenzar a alejar de Chan, el debería irse incluso a otro lugar del país, el debería decirle a Chan que no y huir.

El debería, el debió hacerlo.

—Esta bien, igual mañana no trabajo —se escogió de hombros.

¿Por qué era tan difícil? Se había mantenido alejado de las personas durante años, ¿por qué ahora era difícil alejarse de Chan?

—Bien, podrías volver a tu departamento luego de desayunar.

—Vaya, te daré 5 estrellas en la reseña sin duda alguna.

Chan no quería que la noche acabará ahí, quería incluso que la noche fuera eterna y quedarse en aquella comodidad con Minho sintiéndose tan bien y feliz ahora mismo con la compañía del chico.

Mierda, estaba tan enamorado.

—Ven, te mostrare algo.

Comenzó a caminar hasta el patio trasero de su casa, siendo seguido por el otro. Las estrellas estaban iluminando el cielo siendo este un lienzo negro para ellas, haciéndo resaltar aún más su belleza. Él simplemente se sentó en el césped y dejó caer su espalda en el, instando a que Minho hiciera lo mismo.

—Suelo recostarme aquí cada noche, es relajante —dijó luego de unos minutos en silencio. 

—Mirar el cielo siempre es relajante.

—¿Puedo preguntarte algo?

—Lo que quieras, Chan.

—¿Dónde está tu madre?

Minho guardo silencio unos segundos.

—En la cárcel —aquello fue suficiente para que Chan guardará silencio y no quisiese preguntar más, incluso teniendo ahora más preguntas.

El silencio reino por un largo tiempo, uno donde ambos se sumergieron en sus mentes llenas de dudas, preguntas, miedos, inseguridades y regaños. Estaban tan confusos ante miles de cosas que por su mente pasaban.

Chan sentía unas inmensas ganas de abrazar a Minho mientras esté quería salir corriendo, pero sintiendo la necesidad de sentir los brazos fuertes y seguros de Chan sobre él. 

¿Por qué era tan difícil amar y ser amado?

Ellos lo arruinaron, es su culpa.

Sus ojos comenzaban a sentirse pesados, miro al chico a su lado y este mantenía su mirada en las estrellas, detallandolas y admirando su belleza. Le parecía increíble que aún no se haya dormido cuando el cansancio en sus ojos era tan obvio.

—Vamos a dormir.

—No tengo sueño.

—Te haré un té para eso.

—Toda una señora, ¿eh? —Se burló.

—Mi abuela no suele darnos medicamentos cuando enfermamos o algo así, ella resuelve todo con plantas.

—Eso es increíble —admitió, poniéndose de pie con ayuda de Chan.

—Lo es, pero algunos sabían horribles —se quejo—. Pero jamás hay que decirle que no a esa señora.

—¿De qué harás el té?

—La última vez que vino de visita me trajo unas hojas  llamadas poleo, dice que son súper buenas para tener un buen sueño y además ayuda aque no te de gripe y esas cosas.

—Es impresionante eso —sonrió—. Es lindo que alguien se preocupe por ti.

—Lo es, ¿verdad?

—No puedo responder eso —observó como Chan saca a un frasco con aquellas hojas secas y colocaba un poco de agua sobre la cocina.

—¿Por qué?

—Nunca nadie se preocupo por mi, solo eso.

Chan mordió su labio, no solo porque aquello le causó un pulsante dolor en su pecho y revolvió su estómago, sino porque quería aguantar esas palabras que estaban quemando su garganta por salir.

Yo me preocupo por ti, Minho.

—Ten, se que quedarás rendido luego de tomarlo.

—Bien. Mucha gracias, Chan.

Luego de tomar su té, fue guiado por Chan hasta su habitación, donde le presto un nuevo cepillo de dientes y algo cómodo para dormir. Salió del baño con aquella enorme camisa y shores, sintiéndose pequeño pero tan acogedor.

Dios mio, el olor de Chan está en todas partes.

—Estaré en la habitación de al lado por si quieres algo, adiós.

Básicamente Chan salió corriendo de allí, sintiendo su corazón acelerarse y sus mejillas calientes. Dios, ver a Minho con su ropa fue tan... increíble. Sintió su estómago contraerse y aquellas famosas mariposas revoloteando dentro de él.

Estoy tan jodidamente enamorado de ti, Minho.

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