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Capítulo 2

Aparco el coche en la entrada de mi casa. Esbozo una sonrisa haciéndome mil ideas de lo que me tendrá preparado mi hermana.

Más contento que unas castañuelas abro la puerta avisando que he llegado.

—Yasmina acabo de llegar, donde paras medio yo.

—Naim, ven, quiero presentarte a alguien, estamos en el salón tomando un té.

Uy, uy...que me las veo venir. A que me ha preparado una cita a ciegas. O peor aún, ¡Tiene novio! Tan agobiado comenzaba a sentirme que me fui desatando el nudo de la corbata.
Al llegar al salón, vi una mujer morena conversando tranquilamente con mi hermana.
Ésta al verme le dijo quien era yo.
Arrugué mi frente sin saber que ocurría exactamente, hasta que la morena giró su cuello y pude verle el rostro.

¡¡Ostras!! No me podía creer lo que mis ojos veían. Me quedé mirándola fijamente a su cara. Sí, era ella. Cleopatra a lo punki estaba sentada en MI sillón, sentada hablando con MI hermana en MI casa. Y encima aún me acuerdo perfectamente como me tomó el pelo la otra noche. Verás está, se va enterar, si a ella se le da bien gastar bromas, entonces es que no sabe quién soy.

—Ven Naim, quiero presentarte a Pilar García, ella es mi enfermera la que se va encargar de ayudarme. --Si mis ojos hubieran tenido lanzallamas, estoy seguro que mi hermana en estos momentos parecería un carbón. No hay nada en este mundo que me preste tan mal que haga algo sin consultarme antes. ( Aunque yo las estile así, hacer algo sin consultar a nadie)

Me aproximo a Pilar extendiéndole mi mano. Ante todo quiero ser cortés por no mandarla en esos momentos al carajo.

—Que tal Pilar. —Mi rostro seguía serio y mi mano extendida esperando que ella hiciese algo.

—Hola Naim. Mucho gusto. —-Para que negarlo, dentro de mis venas estaba haciendo mala leche. Pero si ella me tomó el pelo la otra noche ahora es mi oportunidad. Sin pensarlo la agarro por los hombros atrayéndola un poco hacia mí dándole dos besos de esos que suenan fuerte en las mejillas. Después la zarandeé un poco dándole la bienvenida.

-—Bienvenida Pilarica, bienvenida. Ala rica siéntate y con la boca cerrada estás más hermosa.–-Intento aguantar una risa de ver la cara de espanto que ha puesto. Estoy seguro que eso no se lo esperaba.

Tras la broma, le doy un fuerte abrazo a Yasmina susurrándole al oído que tenemos que hablar. Primero necesito una ducha y contarle lo que me ha pasado a David.

A solas en mi habitación marco a David, al segundo tono me lo coge. A veces pienso que parecemos un par de marujas cotilleando. Pero bueno también los hombres nos contamos las cosas.

—David colega tengo un problema.

—Hostias tío y yo. Sabes acabo de enterarme que mi vecina de arriba la que siempre me llama para acostarme con ella, está casada y no te lo pierdas, el marido está a punto de jubilarse. Es por lo menos veinte años mayor que ella. Tío he alucinado pepinillos cuando he visto al marido. Tío creo que se me ha acabado el chollo.

—David rico céntrate. Eso te lo vengo diciendo yo ni se sabe. Que cuando vuelva el marido te se va acabar el chollo. Pero tú venga arre que erre. Por lo menos digo yo que habrás usado precaución. Mira que se queda preñada y la que te se avecina es minina.

—Si, sí claro que usado precaución. Faltaría menos.

—Ok. Me quedo más tranquilo. Pues te llamaba para contarte que tengo un problemita bastante grande.

—Venga cuenta no me dejes intrigado leches.

Comienzo a contarle a mi amigo con pelos y señales lo que me sucede respecto a Pilar. Comprendo que mi hermana necesite ayuda femenina para ciertas cosas, pero lo que más me fastidia es que no me haya consultado a la hora de contratar a una enfermera.

Media hora después, tras contarnos nuestras penas mi amigo y yo me quedo algo más aliviado. Me levanto para ir al baño a darme una ducha cuando me topo con Yasmina.

Tres, dos, uno...El combate de haber quien lleva razón y quién es más cabezota da comienzo. A veces me pregunto cómo sería mis días sin discutir con mi hermana. Sería como que me faltase una parte de mí. Pelear por cualquier tontería ya se ha vuelto como un ritual, si no tenemos una bronca en todo el día, eso significa que no nos hemos visto.

Tras discutir con mi hermana y hacerle entender que tenía que haberme consultado a la hora de contratar a la enfermera me voy por fin a ducharme.

Salgo de la ducha más limpio que la patena. Desde la cocina me llega un olor a comida y como un sabueso sigo el olor.
Pero que ven mis ojos, si resulta que sabe cocinar la enfermera.

Mientras cocina yo me apoyo en el umbral de la puerta con los brazos cruzados sobre mi pecho. Mientras que ella está descuidada cocinando yo aprovecho para recrearme la vista.

Al darse cuenta de mi presencia, la batalla de indirectas da comienzo.
Perfecto, como si no tengo bastante con una. Dos.
Aunque pensándolo bien...picar a Pilar va ser más divertido de lo que yo imaginaba.

—Tú no tienes mejor cosa que hacer que estar devorándome con los ojos.

—¿Queee? Amos anda. Para devorarte con mis preciosos ojos me tienen que operar antes de cataratas.

—A lo mejor sí. Porque si sigues mirándome de esa forma te voy a dar un puñetazo en cada ojo.

—Che, quieto Rocky Balboa, guarda tus derechazos no deseo que lastimes mi carita de niño guapo.

—Eres un imbécil que lo sepas.—-Me grita poniendo sus manos en sus caderas. Mientras yo me voy a la nevera  para coger una cerveza  aguantándome las ganas de reír. Que bien me lo estoy pasando. Al final me va gustar y todo fastidiarla.

—Uy Pilarica, Imbécil es todo un piropo para mí. No te puedes imaginar la sarta de adjetivos nada buenos que me dedican a lo largo del día.

Veo como se pone roja de la ira. Un color que me gusta ver en su rostro y más la manera de morderse su labio, sin contar la manera de mirarme. Si sus ojos lanzasen navajas afiladas pienso que en estos momentos estaría pegado a la pared hecho un colador.

Yasmina llega y pone paz entre nosotros. Seguidamente nos sentamos a la mesa en silencio para cenar.

Al terminar la cena me ofrezco para recoger la mesa y lavar los platos.
Y como no, Pilar empieza a picarme, burlándose de lo bien que me sienta el mandil y qué desparpajo tengo a la hora de fregar los platos.
Me callo mordiéndome la lengua. Juro por Scooby Doo, que esta me las va pagar.

Termino de fregar los platos y me voy hacia la habitación de mi hermana. Al parecer Pilar duerme en la habitación donde tenía mí mini-gimnasio instalado y el cual me lo han trasladado al garaje. Un poco más y me lo saca a la calle.

Hablo durante un rato con mi hermana de como me ha ido el día. Observo como sus ojos castaños van perdiendo ese brillo jubial que antes tenía. Su sonrisa está tan escondida y su estado de ánimo va a peor cada vez que intenta sonreír, sus ojos observan la silla de ruedas dejándose vencer por la lamento que día sí y día también se va apoderando de ella.
Trago saliva con dificultad notando como mi pecho se abre al ver en ese estado a mi hermana. La abrazo y me despido de ella dejándole un vaso de agua al lado.
Al cerrar la puerta mi corazón bombea como un motor. Me siento un inútil de no poder hacer nada por ella. En ocasiones me dan ganas de ir a buscar a Isaac y patearle el culo.
Aunque pensándolo bien, el hacia su trabajo, si yo no me hubiera metido en ese maldito mundo para conseguir más dinero y pagar lo que debía. Yasmina no estaría en esta situación.

Llevo horas despierto, hace un rato que ya he terminado de estudiar algunos casos y no puedo dormir. Yasmina sigue en mi mente, su rostro de decepción me persigue al cerrar los ojos creciendo más mi culpabilidad.
De pronto escucho un golpe, salgo corriendo hacia la habitación de Yasmina.

Al abrir la puerta la veo tirada en el suelo intentando en vano levantarse.

—Yasmina qué ha ocurrido.–-Le pregunto mientras la agarro y me la llevo en volandas hacia el baño. Veo que sus pantalones están mojados, imagino lo que ha pasado.

—Naim déjame en la ducha, quiero refrescarme tengo mucha calor.

Hago lo que me pide en silencio. Volteo mis ojos hacia ella, en su mirada hay demasiados enigmas, y tan sólo un destello de amargura consigue que la abrace tan fuerte escondiendo mi cara en el hueco de su cuello dejando que el agua nos empape. Yasmina le ha dado al grifo seguramente para que no vea que se lo ha hecho encima.
Agradezco que el agua moja mi rostro porque así mis lágrimas se mezclan con el agua. Lloro como un niño metiéndome el puño en la boca para ahogar el llanto que despacio  va adentrándose en mi interior.

—Yasmina te he traído ropa limpia. Naim ya me encargo yo.— Asiento con la cabeza separandome de Yasmina dejando que Pilar se ocupe de ella.

—Gracias Pilar — Es lo único que puedo pronunciar antes de marcharme y dejarlas solas.

No puedo soportarlo más. Cada vez que veo como Yasmina se derrumba una parte de mí cae en picado con ella.
Necesito desquitarme con algo, golpear algo y sacar esta furia que recorre mis venas. Me voy hacia el garaje y comienzo a golpear el saco con tanta fuerza que acabo agotado.
¿A quién pretendo engañar?
Tan solo soy una persona que ha cometido mil errores y cuál peor. Y no solo eso, lo peor de todo es que siempre he arrastrado en mis desgracias a mis hermanas. A las dos únicas personas que me quieren, las que han estado ahí cuando las he necesitado y las que más daño les he causado.

No puedo más, un nudo empieza a formarse en mi garganta y mis fuerzas se han quedado atrás. Agarro el saco apoyando mi frente en él liberando gotas de culpa, dolor, angustia...

—Naim no puedes derrumbarte, Yasmina te necesita.-Escucho la voz de Pilar detrás mío.

—Todo es por mi culpa Pilar. Yasmina está sentada en esa silla de ruedas por mi mala cabeza. Yo soy el culpable de que ya no tenga ilusión por nada. Maldita sea porque tuvo que pasarle a ella y no a mí—-Golpeo de nuevo el saco con toda la rabia que tengo acumulada dentro de mí.

—Mírame Naim. Con mortificarte no vas a sacar nada en claro. Ahora debes ayudar a tu hermana a buscar alguna solución. Porque la hay.

—¿De verdad? ¿Entonces cuál es?

—He leído el informe clínico de Yasmina. Hay una posibilidad de que vuelva a caminar. Pienso que la tienen que ver mejores especialistas y volver a someterse a otra operación.

—Ok. Ya entiendo. —De pronto mi corazón latía con normalidad de pensar que había una posibilidad entre mil de que Yasmina volviera a caminar.

Me acerqué a Pilar clavando mis ojos en ella. De pronto vi como se entrecerraban sus ojos y su cuerpo se tensaba poniéndome una barrera. En su miraba había algo que me resulta imposible de descifrar.
Pero aún así me acerqué a ella viendo como unas llamas de fuego bailan en sus iris.

—Tranquila Pilarica si no voy a morderte. Solo quiero darte las gracias y decirte que eres muy ricaaa madreee. —Le digo tirándome suavemente de su moflete.
Le guiño un ojo y me voy hacia mi habitación riéndome por escuchar tras de mí los piropos tan bonitos que me dice Pilar. (Me dice de todo menos guapo)

Al llegar a mi cuarto me tumbo en la cama algo más relajado. Si en verdad existe una posibilidad para que mi hermana vuelva a ser la que era, yo no me quedaré quieto y haré hasta el infinito por ver de nuevo a Yasmina caminar y poder ser testigo de cómo vuelve a ser la muchacha alegre y extrovertida que era antes de tener el accidente.

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