008
Mientras Camila se encontraba con el amor de su vida en España, dispuesta a empezar una nueva vida. ¿Nadie se pregunta que pasaba en México? ¿Que sucedió cuando todos se enteraron?
Toma asiento porque Samy te lo contará..
*POV SAMANTHA*
— Cuatro años atrás —
Acababa de llegar a casa luego de un agotador día en la universidad, aunque todos estos días han sido agotadores.
Estaba entre la espada y la pared, entre mis padres y mi hermana menor.
Mis padres, las personas que me dieron la vida y me han dado todo lo que tengo, desde mi educación, valores y todo aquello material.
Y luego está mi hermanita menor, aquella niña con la que he crecido y he cuidado, por la cual daría mi vida con tal de verla feliz.
Pero no sabía cómo pasar sobre mis padres para verla feliz y no decepcionarlos.
Suelto un suspiro entrando a la cocina, donde veo a mis padres. Mi madre cocinando y mi padre leyendo el periódico, acababan de llegar del trabajo para almorzar, luego volverían a irse.
— Hola — Murmuró.
— Hola, cariño, ¿Que tal te fue en la universidad? — Me pregunta mi madre.
— Todo bien — Me encojo de hombros sacando agua de la nevera.
— Ya casi nos sentaremos a comer, ve a cambiarte y llama a tu hermana — Dice mi padre dejando el periódico sobre la mesa — No ha salido desde que llegamos.
Asiento ligeramente y subo las escaleras, dirigiéndome a la habitación de Camila.
Tocó la puerta y está no contesta.
— Soy yo, Camila, baja a comer — Digo dándole otro golpecito a la puerta.
El silencio reina el pasillo y aquella habitación.
— Se que sigues enojada, mocosa, pero te prometo que todo mejorará — Digo apoyando mi frente en la puerta y suelto un suspiro — Solo baja a comer, ¿Si?
Me decepciona no escuchar ninguna respuesta pero me alejo de la puerta, caminando a mi habitación.
Entro con cansancio a esta y tiro mi mochila sobre la silla de mi escritorio, necesitaba salir de esta casa por un par de horas a un lugar que no sea la universidad.
Le envío un mensaje a Félix para que me pase a buscar para luego salir lejos de esta casa.
Cuando iba a ir al baño de mi habitación, me fije que el peluche favorito de mi hermana estaba sobre mi cama y a un lado habia un papel doblado.
Mi corazón se aceleró un poco pero tome aire, intentado tranquilizarme.
Mi hermana siempre fue mejor con las palabras escritas, que con las habladas.
Quizás solo quiere expresarme sus sentimientos a través de un papel.
Desdobló la carta y empiezo a leer:
“Querida Samy.
Tengo varios hermanos mayores, pero ninguno de ellos se compara a ti (Quizás Vero un poco, pero ella no está acá, lamentablemente, se que ella si me hubiera apoyado). Crecimos juntas, Samy, jugamos, aprendimos y avanzamos juntas, hicimos todo juntas.
Pero, yo ya no puedo seguir así, hermana. Está situación me agobia mucho, mis padres no me apoyan, las supuestas personas que deben estar para sus hijos siempre, me quieren hacer cambiar a la fuerza. No tengo tu apoyó, estas de acuerdo con ellos para no hacerlos enojar, ¿Y que hay de mi? ¿No importan mis sentimientos y mi felicidad? ¿Les vale tan poco lo que yo pienso?
Aplique para varias universidades con beca en distintas partes del mundo y me aceptaron en mi favorita, pero no te diré cuál es, ni dónde es.
Me iré, no solamente de casa, me iré del estado, del país y de sus vidas, tal y como mis padres quieren, porque yo nunca cambiaré.
Probablemente cuando leas esto yo ya esté en el avión rumbo a mi destino, así que no pierdas tu tiempo en venirme a buscar, no estamos en una pelicula.
Me decepcionaste, Samantha, pero nunca dejare de amarte.
Algun día nos volveremos a ver, quizás en esta vida o en la otra, pero siempre nos volveremos a reencontrar.
Te amo por siempre, Sam.
Pd: Cuida de moradita.”
A mitad de carta sentía que ya no podía respirar.
Ella se fue.
Me dejó.
La dejé ir.
Niego con la cabeza mientras las lágrimas bajan por mis mejillas involuntariamente.
Cuando estaba por salir de mi habitación con la carta y el peluche, me percató que uno de mis portaretratos esta vacío y automáticamente recuerdo la foto que estaba allí.
Éramos Cami y yo cuando teníamos 6 y 3 años, ese día estábamos en el campo de flores y Vero nos tomó esa foto desprevenidas, había hecho enojar a Camí e intentaba contentarla con un abrazo, lo cual logre.
Era la única foto que tenía de ese día, ya que el resto se había perdido.
— Por favor, Camila, que esto sea una puta broma — Digo con las manos temblorosas.
Abro la puerta de su habitación y veo todo en su sitio, aunque si me ponía a detallar mejor, faltaban muchas cosas que significaban mucho para Camila, como las fotos.
Me acerco a su armario como una loca y al abrirlo, gran parte de su ropa faltaba y el primer sollozo sale de mi boca.
Con las manos temblando, tomo mi teléfono e intento llamarla, pero su teléfono suena apagado.
Mi labio inferior tiembla, derrotada.
Mi hermanita menor se había ido a quien sabe dónde, y todo por mi culpa.
... Y la de mis padres.
Salgo de la habitación de Camila con rapidez, bajando las escaleras.
— ¡Samy! — Me detengo al ver a Vero delante mío.
— ¡Tia Samy! — Grita mi sobrinito Santiago, acercándose a mi para abrazarme.
— ¿Que hacen acá? — Pregunto en un hilo de voz mientras acaricio la cabeza de mi sobrino.
— Vinimos de visita — Dice Vero con el ceño fruncido — ¿Estás bien? Tienes los ojos rojos.
— ¿Y la tía Camí? Quiero mostrarle mi nuevo juguete — Dice enseñándome un carrito nuevo.
Muerdo el interior de mi mejilla.
— Santi, ve a mi habitación, ¿Si? Puede ser tele allá — Le digo apretando el peluche en mi mano.
Al niño se le ilumina la cara y asiente, subiendo las escaleras sin le salto dos veces.
— ¿Que paso, Samantha? No tienes buena cara — Dice mi madre con preocupación.
La miro con enojo y las lágrimas vuelven a aparecer en mis ojos.
— ¡Todo esto es su culpa! — Los acusó apuntandolos con un dedo — Si a ella le pasa algo porque ustedes son unos pésimos padres, les juro que no se los perdonaré.
— ¡Samantha! — Me regaña mi padre — No nos alces la voz y dinos a qué te refieres.
— ¡Yo les alzo la voz si me da la gana! — Digo estallando — Y me refiero a que fueron tan pésimos padres que Camila se fue.
Le tiró la carta a mi madre en sus manos y me suelto a llorar, tirandome en el suelo.
— Yo debí apoyarla, es mi culpa — Sollozo con dolor — Ella se fue, se fue por mi culpa.
Sentía un dolor desgarrador en mi interior.
— No, no, no, no — Dice mi madre leyendo la carta.
— ¿Que fue lo que hicieron? — Dice Vero desesperada — Debemos encontrar a Camila antes de que se vaya.
— Ella tomo la decisión de irse, ella sabía cómo eran las cosas — Dice mi padre con seriedad.
— Por Dios, papá, ¿Te estás oyendo? ¿Vas a perder a tu hija menor solo porque no eres capaz de aceptar que ella es feliz tal y como es? — Dice Vero con firmeza — Enserio que me decepcionas, Homero.
— La carta dice que a esta hora ya estaría en ese avión — Digo entre sollozos — Ya la perdimos, Vero, perdimos a nuestra hermana menor y es mi culpa.
Me vuelvo a lamentar mientras abrazo su peluche, el cual tiene su aroma.
Siento como los abrazos de mi hermana mayor me rodean y me susurra palabras de consuelo, palabras que no me animaban ni un poco.
Escucho muy lejanamente el timbre de la casa y a los pocos minutos estoy siendo rodeada por los brazos de mi novio, Félix.
— La perdí, Félix... — Me aferro a su pecho.
— Lo siento, Samy — Me murmura acariciando mi espalda — Ella estará bien, siempre ha sido fuerte.
Me dejó consolar por mi novio sin dejar de pensar en mi hermana.
Quisiera retroceder el tiempo para demostrarle cuanto la amo.
Fui una pésima hermana mayor.
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