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51. TARTH.

  Hola! Soy el autor (por si no se dieron cuenta). Sé que ya ha pasado mucho tiempo desde que comencé a escribir esta historia, e igual ha pasado mucho tiempo desde la última vez que actualicé. Pero así soy yo en cuanto a mis historias. Las puedo dejar por meses y luego un día PUM me entra la inspiración y me pongo a escribir como si no hubiese un mañana. ¿Quién sabe cuándo podría seguir escribiendo esta historia? Podría ser justo mañana o podría ser el próximo año. Y sé que muchas personas que estaban leyéndola ya se olvidaron de la historia y los personajes. Sin embargo, si hay una o dos personas que la quieran seguir leyendo, la historia es toda suya mientras siga aquí. Gracias por todo y espero que la disfruten!  

ps. disculpen si hay errores ortográficos o así, ya es tarde y quiero subir el capítulo de una vez.


***


Los jardines parecían ser la última parada del día. Domínguez se había tomado su tiempo explicándole cada pequeño rincón del lugar a Cody. El entusiasmo que venía de Domínguez era completamente lo opuesto a lo que Cody sentía, pero este último dedujo que lo mejor sería fingir que le emocionaba estar ahí.

Iban por uno de los varios caminos de piedra que se extendían desde la entrada del lugar hasta varios espacios pequeños donde se encontraban unas bancas por todo el jardín, cuando Domínguez cambió el tema de conversación.

"En serio me alegra que estés aquí, Cody," comenzó el científico. "Como puedes ver, nos tomamos muy en serio este trabajo. En realidad queremos ayudar a jóvenes como tú a encontrar la verdadera felicidad."

"Eso es bueno," respondió Cody a falta de una mejor respuesta.

"Correcto, y afortunadamente todo va mejor que como lo habíamos planeado. Pareciera que hemos tenido suerte, hasta ahora."

"¿Hasta ahora?" repitió Cody.

Domínguez pasó su mano por unas flores y las observó cuidadosamente. "Sí, por ahora. Verás... hay gente que no concuerda con nosotros. Gente que quiere que TARTH desaparezca."

"¿Por qué querrían eso?" fingió asombro Cody.

Domínguez siguió acariciando las flores. "Pues es que esas personas no entienden el propósito... no, la importancia de este proyecto. No saben la verdad y se guían por lo que ellos ven solamente. Y, para ser honesto, no ven mucho."

"Hay que ayudarles a que vean más, entonces."

Domínguez volteó de inmediato hacia Cody, como si este hubiese dicho una barbaridad. Por un momento, el chico creyó que había dicho algo mal, y estuvo a punto de diocsculparse, pero Domínguez le sonrió al final.

"Tú puedes verlo, ¿no es así?" le preguntó. Cody asintió con una confianza fingida y no dijo nada. "Así es. Tú puedes verlo y es por eso que te ofreciste como voluntario... Entonces, ¿podrías prometerme algo?"

"¿Qué cosa?" respondió Cody, temiendo qué quisiera de él.

"Necesito a alguien inteligente que me ayude a entender más lo que se siente ser gay. Quiero que me ayudes a comprender tu mente, así que si estás pasando por algún momento que creas importante mientras estés siendo tratado, ¿podrías hacérmelo saber? Como recompensa, podría dejar pasar algunas cosas que para otros estarían prohibidas. Si haces algo que no debes, puedo hacerme el de la vista gorda, pero tienes que prometer que me mantendrás al tanto."

Cody vio esto como una oportunidad para acercarse a Max. Entre más confiara Domínguez en él, más eran sus oportunidades de volver a verlo.

"De acuerdo," respondió, tratando de mantener una expresión seria ocultando su emoción. "Lo prometo."

 "Bueno, me alegro tanto." sonrió Domínguez. "¿por qué nadie más puede verlo como tú? ¿Y cómo resolvemos eso?"

"La televisión," respondió Cody con una sonrisa.

"¿Cómo dices?" le preguntó Domínguez, obviamente desconcertado por la proposición.

"Hay que hacer propaganda del propósito de la organización. Mostrarle al mundo que la homosexualidad es algo que solo causa problemas y-"

"Y destruye vidas," terminó Domínguez, una sombra cruzando por su rostro mientras aplastaba la flor que aún llevaba en su mano. Cuando se dio cuenta de ello, soltó la flor, se aclaró la garganta y volvió a acomodar su bata. "Lo digo porque lo he visto, Cody. Si supieras las historias que he escuchado, las imagenes que he visto... tú también querrías llevar a cabo esta organización."

"Pues debemos hacer públicas esas historias e imagenes. Si es cierto lo que dice, podremos educar a la gente poco o mal informada y convencerlos de que esta es la mejor opción para sus hijos."

Domínguez, más intrigado e inspirado que nunca, volteó a ver a Cody atentamente. "¿Cuál es tu historia, Cody?"

"¿Cómo...?"

"Siento tu desesperación. Tus ganas de librarte de este mal. La manera en la que hablas me lo dice, como un grito de auxilio a los cuatro vientos. Necesitamos gente como tú dispuesta a exponer la verdad al mundo. Así que dime, ¿cuál es tu historia? ¿Qué te motivó a ofrecerte como voluntario en TARTH?"

El tiempo se detuvo alrededor de Cody. No había planeado llegar tan lejos con su proposición. Domínguez quería saber una historia que no existía. Podría inventar algo justo ahí, pero la credibilidad sería muy poca. ¿Y si no le creía?

"¡Señor Domínguez!" se escuchó un grito a lo lejos. "¡Señor!"

Ambos voltearon hacia la enfermera que corría a paso veloz hacia ellos.

"¿Qué pasa, Bianca?" preguntó Domínguez con una expresión de desconcierto.

"Doctor..." comenzó la enfermera, pero tuvo que parar a tomar aire para continuar. "Es el paciente de la I4. Fue un intento de suicidio."

Las meras palabras hicieron que el corazón de Cody se detuviera.

Cuando llegaron a la Habitación de Emergencias, los asistentes comenzaban a ayudarle al doctor a preparar todo lo necesario para... ¿revivirlo? Cody no tenía idea. Lo único que podía ver a través de la ventana era un cuerpo vestido de blanco tan quieto en su camilla que Cody comenzaba a sentir un agujero en el estómago.

La enfermera, Bianca, había entrado a asistir al doctor, pero volvió a salir a petición de Domínguez.

"¿Sí, Señor?"

"Quiero entrar," le dijo él con una voz tan tranquila que Cody se preguntó si había visto algo así antes.

"Sabe que usted tiene permiso, pero él-"

"Él viene conmigo, Gloria" la interrumpió. "Es un invitado especial. Y le hará bien."

"Bien," accedió la enfermera después de pensarlo bien.

Atravesaron las puertas dobles que daban paso a la habitación y avanzaron hacia la persona de blanco. Cody notó al acercarse que blanco no era el único color que vestía el ahora visible chico en la camilla. Sangre chorreaba por toda su boca, cayendo por sus mejillas como dos ríos de tinta roja que quedarían impregnados en la memoria de Cody por siempre.

"Hora de muerte: 16:34," dijo uno de los asistentes. Las meras palabras fueron suficientes para hacer que Cody sintiera ganas de vomitar.

"¿Te sientes bien?" le preguntó Domínguez. "Te ves pálido."

Cody no respondió. En vez de eso, se acercó un poco más al chico de las mejillas rojas y logró ver con más claridad su rostro. Su boca medio abierta mostraba un charco de sangre, y sus ojos ya habían perdido todo sentido de vida. Sus ojos, tan tristes y a la vez tan tranquilos, parecían por fin poder descansar.

El chico derramaba lágrimas. Sollozo tras sollozo, parecía haber estado llorando por siglos. Estaba sentado en el suelo de una habitación completamente blanca, a pesar de tener una cama justo a su lado. Estaba desesperado. A punto de cometer algo de lo cual nunca más podría arrepentirse. Ya no quería estar ahí. Ya no quería que el mundo siguiera tratándolo como basura. ¿Qué había hecho para merecer eso? La vida le había demostrado lo injusta que podía ser, y estaba decidido a quitarse la suya.

Luego lo escuchó.

Era su voz. Era Cody.

¡Cody le estaba hablando!

  "¿Estás segura? Porque yo no lo creo."

Definitivamente era Cody. ¿Con quién estaba hablando? Y, ¿cómo era que Max podía escucharlo?

"¿Cody?"

Luego algo completamente alocado sucedió frente a sus ojos. Bueno, en lo que cabía a la visión que Cody estaba observando en ese momento.

Era extraño porque parecía una visión como cualquier otra. Sin embargo, en esta visión, el Cody de verdad veía a un segundo Cody aparecer frente al chico que hace dos segundos había estado en el suelo. Al ver al chico pararse, Cody supo que se trataba de Max.

"¿Cómo...?" preguntó Max. 

"Lo mismo quisiera saber," respondió el Cody de la visión. "¿Cómo estás?"

Y fue ahí donde el verdadero Cody supo de qué se trataba. Era la extraña conexión que había tenido con Max un par de días después de que él había sido internado. La primera vez que logró hablar con él desde entonces.

Cody los vio abrazarse. Observó el cariño que ambos sentían el uno por el otro. Por un momento se puso celoso, luego recordó que era él quien amaba con todo su corazón a Max. Era él quien sentía una conexión tan fuerte por él que desafiaba toda ley conocida por el hombre. Era su amor por el que ellos estaban luchando.

"¡Te voy a sacar, Max! ¡Lo prometo!"  gritó el Cody de la visión unos segundos antes de desaparecer por completo.

La habitación volvió a la fría y solitaria normalidad. Max en el suelo agarrándose de sus propios brazos, temblando como si estuviera en el Polo Norte. Lo vio mientras encajaba sus uñas en los brazos, su llanto lleno de desesperación.

Cuando despertó de lo que parecía haber sido un sueño, se encontró sentado en una camilla de hospital bastante incómoda. Un jugo de naranja y una galleta habían sido colocadas en un plato junto a él.

"Te nos fuiste por unos minutos," le dijo una voz conocida. "Lo lamento, no creí que te fuera a afectar tanto ver eso."

Cody le echó un rápido vistazo a Domínguez antes de dirigir la vista de regreso a su jugo y su galleta. La visión que acababa de tener le recordó con quién estaba lidiando. Todo lo que estaba sucediendo en ese lugar era culpa de nadie más que Domínguez. No pudo mirarlo a la cara en ese momento, sabiendo que él era el responsable de todo.

Estaba en TARTH con un solo propósito, y lo pensaba cumplir.

"La promesa sigue en pie."

Domínguez sonrió con satisfacción. "Perfecto. Hay mucho de qué hablar."

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