50. Infiltrado.
Cody llegó al edificio blanco con el mayor nudo en la garganta que alguien se podría imaginar. Salió del auto y se limpió las manos en su pantalón, preguntándose qué sucedería una vez que estuviera dentro. Se recordó a sí mismo el plan y se controló.
-Allá voy, Max.
El padre de Cody se bajó del auto después de haber apagado el motor y caminó hacia él. Puso su mano en el hombro de Cody y lo apretó.
-Aún no es demasiado tarde, Cody -le susurró su padre.
-Eso espero -respondió Cody recordando sus visiones de Max. Apretó los puños y comenzó a caminar en camino al edificio del color de las nubes.
El estacionamiento estaba bastante retirado del edificio principal, con lo que parecía ser un jardín que se había quedado sin vegetación por culpa del invierno. Árboles de diferentes tamaños se extendían como un bosque pequeño alrededor del enorme edificio, dándole un aspecto sombrío. Un manicomio fue lo único en lo que Cody pudo pensar.
Cuando llegó a la entrada, dos guardias vestidos completamente de blanco abrieron las puertas. Dentro estaba una habitación grande, blancas sus paredes y blancos los pocos muebles que contenía. En el centro, un simple escritorio con una joven detrás, quien los miraba sonriente. Caminaron hacia ella y el padre de Cody lo detuvo una vez más por los hombros.
-Solo tú sabes lo que haces, hijo -le susurró al oído.
Eso espero, pensó Cody y le sonrió a su padre.
-Terminemos con esto de una vez por todas.
Manson se lo había explicado algunos días atrás, cuando le habían hablado del plan, le había dicho que no sería nada placentero.
-No sabemos cuánto tiempo estarás ahí -le dijo él-. Podría ser una semana, o podría ser un mes.
-Eso no suena muy alentador -le respondió Cody.
-Lo sé, pero tienes que entender que si haces esto...
-Lo sé, lo sé. No tienes que repetirlo.
Manson lo examinó detenidamente por unos segundos.
-Cody, esto no es un juego. Tienes que saber que si lo haces, serás un heroe. Pero no tenemos control alguno sobre lo que suceda ahí dentro. Aunque sería algo magnífico, lo malo es que estando ahí dentro estarás solo.
-Te equivocas, Manson. Estando ahí dentro me sentiré más acompañado que nunca.
Manson parecía estar sorprendido.
-¿Eso significa que lo harás?
-Tendrás que darme tiempo para pensarlo.
Los guardias lo llevaron a través de lo que parecía ser un laberinto con muros blancos. Puertas de metal se extendían por ambos lados de los pasillos, con alguna que otra puerta normal entre ellas. Una vez que llegaron a la puerta con el código g12 los guardias se detuvieron y abrieron la puerta con una tarjeta electrónica para revelar una habitación pequeña con nada más que una litera y un escritorio.
-Tienes diez minutos para cambiarte, luego comienza el tour -le dijo uno de los guardias mientras el otro le daba ropa blanca perfectamente doblada y unos tenis del mismo color.
No le quedó de otra mas que obedecer. Después de que el guardia se marchase, se quitó la ropa y se puso las prendas blancas que le habían dado. Se sentía igual que usar una pijama, suave y cómodo.
Le dio tiempo de investigar un poco la habitación, así que buscó por debajo de la cama, dentro del escritorio, y lo que encontró fue un par de zapatos y un cambio de ropa más.
Cuando los diez minutos hubieron pasado, el guardia entró sin previo aviso y le ordenó que lo siguiera. Salieron al pasillo y caminaron por el laberinto. Aunque no podía estar seguro, Cody creía que iban por el mismo camino que habían ido. Aunque, de nuevo, todos los pasillos se veían igual.
No fue hasta que llegaron a un pasillo más ancho con una puerta doble de metal al final que supo que definitivamente estaría perdido de no ser por el guardia.
Las puertas se abrieron con una tarjeta electrónica, haciendo un pequeño beep, igual que había hecho la puerta de su habitación.
Dentro, Cody se encontró con una habitación bastante grande, blanca igual que las demás, con mesas redondas del mismo color esparcidas por todo el lugar. En la mesa más alejada a él, Cody pudo ver a otros cuatro chicos esperando como si estuviesen en linea para ver al dentista. Sin decir una palabra ni voltear hacia atrás, Cody se adentró en la gigantesca cafetería, dirigiéndose hacia los otros cuatro, quienes ni siquiera parecían haber notado su presencia.
Estando ahí, Cody se sentía ya como en un manicomio. La cantidad de blanco que había en ese lugar hacía que se le revolviese el estómago. Cada paso que daba sentía que era otro obstáculo más que debía superar para salir de ahí. Su único consuelo, lo único que lo mantenía de salir corriendo de ese lugar, era la posibilidad de ver a Max por primera vez en tanto tiempo. Sólo quería ver sus ojos color miel una vez más, acariciar su cabello tan suave como la seda, besar su frente como lo había hecho aquélla vez en el hospital y decirle que todo iba a estar bien...
Pero eso tendría que esperar. Cody se sentó junto a los otros cuatro y se mantuvo en silencio. Volteó un par de veces hacia sus nuevos compañeros, pero muy bien podrían ser estatuas. De no ser por las lágrimas que salían de los ojos del chico más cercano a él, Cody pensaría que estaba muerto.
Al pasar de los minutos, la mente de Cody pasó a pensar en cosas para las cuales no había tenido (ni había querido hacer) el tiempo desde que Max se había ido. Recordó la situación en la que estaban Tina y sus padres, pensó en el abusivo padre de Brandon, en que el papá de Max no solo estaba enfermo pero ahora también estaba triste y solo... ¿por qué era que se había olvidado de todo ello? ¿Su mente estaba así de distraída después de lo de Max? ¿Cuándo había dejado de ser un buen amigo?
Los pensamientos de Cody se vieron interrumpidos por una voz bastante conocida (y despreciada) luego de que alguien más entrase a la habitación. Cuando Cody levantó la cabeza hacia la misma puerta por la cual él había entrado, pudo observar a un hombre que vestía una bata de laboratorio, debajo de la cual sólo era reconocible un par de jeans.
"Increíble... simplemente increíble," dijo la voz de Dominguez. El científico se acercó a Cody y los demás con una gran sonrisa en su rostro, como si acabase de ganar la lotería. "Cuando me dijeron que teníamos a nuestro primer voluntario, ¡no lo podía creer! ¿Quién de todos ustedes es... Cody?" leyó de una hoja de papel.
Cody levantó la mano sin entusiasmo, recordando que él era el responsable por todo lo que estaba pasando. "Yo."
"Increíble," repitió Dominguez. "Verdaderamente increíble. ¡Ven acá!" lo llamó desde donde estaba parado, a un par de metros de la entrada del lugar.
Cody se levantó de su lugar, no sin antes voltear hacia los otros chicos sentados junto a él, quienes parecían estar más interesados en el suelo o el techo que en lo que estaba pasando. Luego caminó hasta Dominguez y se detuvo frente a él. Le llegó un extraño olor, como a laboratorio, e inmediatamente se le revolvió el estómago.
"Cody," dijo una vez más, viendo de nuevo la hoja. "Cody Castillo, el primer voluntario en TARTH. ¡Felicidades, hijo!"
Dado a que Cody seguía confundido, solo dio una pequeña sonrisa.
"Entiendo que estés nervioso, pero no te preocupes. Tomaste la decisión correcta, amigo mío. Déjame presentarme: mi nombre es Mario Dominguez. Soy el creador de esta asociación, de esta organización, de este maravilloso proyecto del cual ahora formas parte. ¡Y qué parte!"
Dominguez se acercó a Cody y lo tomó por la barbilla para observarlo bien, haciéndolo sentir como un conejillo de indias. Movió su cabeza hacia un lado, y luego hacia el otro, examinando cada milímetro de su rostro.
"Qué maravilla," susurró, como hablando consigo mismo. "Ni siquiera pareces un poquito gay..."
"Bisexual," lo corrigió Cody sin pensar.
"¿Disculpa?" le preguntó Dominguez con genuino interés.
Cody no tuvo otra más que responder. "Me considero bisexual, no gay."
"Interesante..." dijo Dominguez mientras soltaba la barbilla de Cody. "¡Eso sólo corta mi trabajo a la mitad! Ahora, como es tu primer día en este grandioso lugar, toca que te den el tour. Siendo tú nuestro primer voluntario, quise darte el honor de ser yo quien te muestre TARTH. ¡¿No es emocionante?!"
"Mucho," respondió Cody fingiendo una sonrisa.
"Bien, ¡vamos! Tengo un buen presentimiento de ti, muchacho."
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