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5. No salió bien.

"No puedes decir que la culpa fue tuya." Tina y yo caminábamos detrás de nuestros amigos mientras entrábamos al hospital para visitar a Max. La única que no había ido con nosotros era Melanie.

"Lo sé, pero aun así siento que era mi deber prevenirlo," le respondí en voz baja. "Después de todo las visiones pasan por alguna razón, y creo que es para avisarme de lo que va a pasar y que lo evite si puedo."

"¿Has tenido ya varias visiones?" Me preguntó. La verdad era que sí. Contando las que se repetían, había tenido varias.

"Sí," le respondí después de unos segundos. "Sí, ¿Por?"

"Y, ¿Cuantos accidentes has visto en ellas?" me preguntó. "Y de esos, ¿Cuantos has evitado?"

"¿Cuál es tu punto?" pregunté confundido. "Explícate un poco."

"Mi punto es que al final siempre pasa lo que ves en tus visiones, pero no siempre pasa como tú crees."

Me quedé perplejo a lo que me dijo, analizando las posibilidades de que ella tuviera razón.

"¿Quieres decir que mis visiones siempre son correctas?"

"En pocas palabras, sí."

Entramos al hospital y la recepcionista nos recibió, así que dejamos el tema de lado.

"Venimos a visitar a Max Bustamante," dijo Emma a la señorita. Después ella nos dijo que debíamos entrar a la habitación número trescientos seis.

Una vez subimos el ascensor hasta el piso donde Max estaba hospitalizado, buscamos la habitación y pusimos las sonrisas más creíbles que pudimos.

"¡Hola!" Todos lo saludamos una vez dentro. Aunque el brazo derecho de Max estaba cubierto de vendas, se le veía muy contento.

"Te trajimos esto," le dijo Brandon mientras le daba un pequeño llavero con un oso de peluche colgando de él.

Max lo estudió con determinación y al final preguntó "¿Dónde lo había visto antes? Recuerdo haberlo visto en algún lugar..."

"En la fiesta del viernes," le respondió George. "Era uno de los premios de consolación."

La sonrisa de Max se ensanchó y puso el llavero a un lado. "Pues está lindo. Me aseguraré de usarlo cuando tenga alguna llave."

Reímos un poco y le fuimos explicando lo que había pasado el viernes con Alice, y llegaron al punto de decirle que fui yo quien la salvó de ser aplastada por las bocinas.

"¡Es que tú tienes que ser el superhéroe de la escuela!" Dijo Max bromeando. "¡Hasta pareciera que sabes cuando algo malo va a pasar y llegas justo a tiempo!"

Si hubiera tenido un vaso de agua, y si hubiera estado bebiendo de él, probablemente la habría escupido.

Solté una risa nerviosa y, aunque no volteé directamente a ella, pude notar que Tina me observaba con detenimiento.

"No es nada," dije por fin con una risa nerviosa. "Solo estaba en el lugar indicado en el momento indicado."

"Pero eres un héroe, literalmente, ¡Mas o menos salvaste una vida tres veces en una semana!"

"Sí, ahora sabemos a quién debemos llamar si una casa se quema, ¡A Super-Cody!" bromeó Brandon.

No sería necesario, pensé. Sabría que se quemaría desde antes de que comenzara...

"¡Solo debemos inventar una señal y ponerla en el cielo!" George le siguió la corriente. "¡Solo necesitaríamos prender la señal y Super-Cody iría al rescate!"

"Ustedes son unos tontos," les respondí sonriendo. En cuestión de segundos me di cuenta de que Max estaba observándome de una manera extraña.

"¿Pasa algo?" Le pregunté.

"¡No!" Pareció salir de un trance, pero decidí no ser imprudente y no pregunté más.

"Es solo que..." dijo de nuevo, determinado a hablar. "... aún me debes una comida," soltó de pronto.

Sonreí más cuando lo dijo, ya que me había olvidado por completo lo de ir a comer con él.

"Sigue en pie, ¿Cierto?"

"Claro que sigue en pie, " le respondí. "Lo que no se si siga en pie eres tú!"

Los chicos rieron junto a Max y a mí. Max se levantó de la camilla y caminó unos pasos antes de volverse a sentar.

Aun sonriendo, comencé a aplaudir de forma burlona y los demás hicieron lo mismo. Max hizo un par de reverencias diciendo: "Gracias, gracias." Y luego comenzamos a reír.

"Supongo que después de todo sigue en pie," dije y le di unas palmadas en el hombro a Max. "Pero tendremos que cambiar la fecha."

"¿El domingo?" preguntó.

"El domingo." respondí.

Por puro reflejo dirigí la mirada hacia Tina, y pude notar que estaba pensando en algo, ya que su mirada estaba perdida en Max. No le hice preguntas solamente porque estábamos en un hospital, y no era el mejor lugar para hablar de problemas.

Al final hablamos de varias cosas, y después de un tiempo se fueron todos excepto yo, quedándome a solas con Max, ya que mi mamá iría por mí media hora después. ¿A dónde iría si no? Me quedé a hacerle un poco de compañía a Max, aunque aún me sentía culpable cada vez que lo veía a los ojos y sentía un extraño sentimiento en el pecho cada vez que me sonreía. Era como si mi cuerpo supiera que era mi culpa que él estuviera así, y me quisiera hacer pagar por no pedirle perdón...

"¿Qué chica te gusta?" Me sacó de mi pequeña nube de pensamientos tan de repente que no logré entender bien la pregunta.

"¿Qué?" pregunté de una manera muy torpe, lo que lo hizo reír.

"Pregunté que qué juegos te gustan," me repitió, y eso tuvo más sentido que lo que había entendido al inicio.

"¡Oh!" Exclamé y me puse a pensar un poco. "La verdad es que no soy muy bueno para los videojuegos, pero me gustan los de Resident Evil."

"¡¿En serio?! Sonrió ampliamente y levantó la mano buena. "¡Dame esos cinco!" Y después de chocar nuestras palmas se volvió a sentar en la camilla. "Esos juegos son lo mejor. ¿Cuál es tu favorito?"

"Némesis," respondí sin pensarlo dos veces. Ese juego había sido parte de mi infancia. Causante de varias pesadillas, sí. Pero no había nada mejor que unas buenas pesadillas con el gran 'Proyecto Némesis' gritando "STAAAAAARS" en tu cabeza y queriendo matarte con sus tentáculos... ¡Ahh, buenos tiempos!

"¡Que genial! ¡También es el mío!"

Reí un poco al ver su entusiasmo. Después de todo parecía no importarle mucho el no poder usar el brazo.

Nos quedamos un tiempo hablando sobre las diferentes maneras que Némesis tenía para matarte, sobre qué cosa serían las plantas medicinales como para que los personajes se curaran con usarlas, y sobre cómo exactamente las usaban...

"Te lo digo, ¡Tienen que fumarlas y es por eso que ven zombies!" La verdad es que nadie sabía cómo los personajes recuperaban vida usando unas plantas. "Por eso cuando las mezclan con otras reciben otro efecto."

"Max, estás loco," reí, y justo en ese momento sonó mi celular.

"¿Bueno?" contesté la llamada. "Está bien, ya voy." Colgué y volteé a ver a Max, quien me miraba con una expresión de duda en su rostro. "Mi mamá llegó por mí."

Max hizo cara de pucheros y se cruzó de brazos. "¿Ya te vas?" Fue lo único que preguntó.

"Pues sí, tengo qué," le respondí mientras tomaba mis cosas y me acercaba a él para despedirme.

"Está bien, nos vemos el domingo entonces," respondió sonriendo.

Le di unas palmadas en el hombro. "Cuídate," le dije y estaba a punto de irme cuando decidí hacer algo loco.

¿Por qué se me ocurriría algo así? Ni idea, pero algo me impulsó a hacerlo. ¿Culpa? Probablemente, pero no pude evitarlo y cuando menos lo pensé ya le había dado un beso en la frente a Max.

En cuestión de milisegundos la habitación había desaparecido y había sido reemplazada por otra.

Después de que las paredes dejaran de moverse, pude examinar a mi alrededor. Estaba en un pasillo de la escuela. Uno muy transcurrido, pero en ese momento solo veía a una persona en él, y esa persona era Max.

Probablemente no debí haber estado sorprendido porque Max estuviera en una de mis visiones, pero no pude evitar sorprenderme al ver la cara de enojo que llevaba. El ceño fruncido, unos ojos acusadores, pero sobre todo la proximidad amenazante que había entre nosotros. A tan solo un par de centímetros de mi nariz, se encontraba la suya. Y sus ojos me decían que debía estar preparado para morir.

"¡Solo déjame en paz!" Eso fue todo lo que dijo antes de darse la vuelta y marcharse por el pasillo, dejándome desconcertado y a la vez un poco aterrorizado por lo que acababa de ver.

Sin embargo, cuando me encontraba de nuevo en el hospital con la frente de Max a unos centímetros de mis labios, me separé rápidamente y lo miré a los ojos, los cuales, a diferencia de los que acababa de ver, estaban llenos de alegría y carecían de remordimiento.

"Cuídate," dije al final y salí de ahí sin decir más.

***

El domingo en la mañana estaba terminando de comer cuando recibí un mensaje desesperado de Tina:

Cody! Tienes que venir YA!!! Es urgente, te espero en media hora en mi casa. Ps. DATE PRISA :$

Le mandé un mensaje diciendo que iba para su casa enseguida y dije a mi mamá que saldría un rato. Como no tenía algo más importante que hacer, ya que había quedado con Max hasta más tarde, me encaminé a la casa de Tina, la cual no estaba tan lejos de la mía, y una vez ahí toqué la puerta esperando una respuesta.

Una señora de aproximadamente 35 a 40 años me abrió la puerta. Conocía bastante a la madre de Tina gracias a muchas tareas que tuvimos que hacer en su casa, así que me saludó y me dejó entrar a su casa inmediatamente.

"¿Cómo has estado, hijo?" Me preguntó mientras entraba a la sala de la casa.

"Muy bien, gracias," le respondí sonriendo. "Mi madre le manda saludos."

"Oh, dile que igualmente." Se acercó un poco a las habitaciones y en una voz más alta llamó a su hija. "¡Tina! ¡Tu amigo está aquí!"

"¡YA VOOOY!" Tina salió unos segundos después de su habitación en el segundo piso y desde ahí me llamó. "¡Puedes subir!"

Subí los escalones rápidamente y entré a su habitación.

Había estado ahí varias veces en los últimos años, pero siempre había algo diferente de la vez anterior.

Esta vez tenía posters de varias bandas de rock pegados en la pared sobre su cama, y en otras tenía posters de famosos, frases extrañas como "You Only Live Once," algunos posters de libros, pero sobre todo, imágenes de animales tiernos haciendo cosas graciosas.

Uno podría pensar al verla que su habitación sería oscura y sin color ni vida, llena de posters de artistas de rock pesado o algo por el estilo. Pero al conocer más a Tina, todos se daban cuenta que dentro (muuuy dentro) había una chica un tanto sensible que pensaba en los demás y era amable con quien lo merecía.

Al entrar, Tina solo me volteó a ver un par de segundos y luego volvió a sus asuntos en la computadora, dejándome desconcertado y frunciendo el ceño en la entrada de su habitación.

"Amm..." dije por fin. "¿Hola?"

"Llegaste temprano, no esperaba que llegaras tan pronto."

"¿Supongo que gano puntos por puntualidad?" Bromeé.

"Y los pierdes por presumido," me respondió y reí.

"Está bien, puedo vivir con eso. Pero, ¿Puedo saber para qué me querías aquí tan pronto?"

Se levantó del asiento frente al computador y se dirigió a mí con una mirada seria.

"Hoy en la mañana veía Disney Channel con mi hermanito," dijo sin cambiar su expresión.

"Ah," respondí con aún más dudas en mi cabeza. "¿Y?"

"Estaban pasando un programa llamado 'That's so Raven,' ¿Lo conoces?"

El nombre me sonaba, pero yo nunca veía Disney Channel, así que no estaba seguro. "Creo," respondí. "¿De qué se trata?"

"De una chica de color que tiene visiones del futuro repentinas."

En cuanto lo dijo, el programa se me vino a la mente y, al recordarlo, casi me da un infarto.

El programa en sí era exactamente sobre una chica que tenía visiones repentinas del futuro donde, normalmente, pasaba algo malo. ¿Les suena? ¡Exacto! ¡Le pasaba lo mismo que a mí!

Creo que Tina dedujo por la expresión en mi rostro que ya sabía de qué programa hablaba.

"Esto... no... puede... ser..." dije viendo el suelo, tratando de formular un pensamiento coherente en mi cabeza.

"Si puede ser," me respondió innecesariamente Tina. "Ese programa existe desde hace un par de años, así que no puedes decir que no es extraño que te esté pasando lo mismo."

"Es que... ¡Sí es extraño! ¿Cómo...? ¿Cuándo...? ¿Por qué...?"

"No lo sé, pero de alguna manera tenemos que averiguarlo." Ella se sentó de nuevo en el asiento y con el mouse de la computadora comenzó a mover un par de cosas en la pantalla. Me acerqué poco a poco, aun intentando procesar mis pensamientos correctamente, y cuando llegué a ella pude ver que tenía varias pestañas abiertas, en las cuales la mayoría decía 'Raven,' 'Visiones' o 'Futuro.'

"¿Qué buscas?" Le pregunté mientras ella abría una página de Wikipedia.

"Busco información sobre el programa," me respondió. "Intento descubrir todo lo que pueda sobre el show."

"Qué buena idea," le dije. "¿Tú crees que tenga algo que ver con lo que me pasa?"

Me dio una mirada rápida, como para asegurarse de que hablara enserio. "No puede ser una simple coincidencia, Cody. Tiene que haber una relación."

Me quedé callado y dejé que ella buscara. Leímos página tras página hasta que se nos agotaron las ideas y los citios web, y no teníamos mucho más que antes.

"¡No explican nada!" Tina se estaba poniendo furiosa.

"Déjalo así," le dije y me senté en su cama. "Ya buscamos mucho por hoy, y entre más lo pienso, menos creo que pueda estar relacionado a lo que yo veo."

"Pero es que... ¡Tiene que haber una explicación!"

"Tal vez la hay," intenté calmarla. "Pero tal vez no es hora de que la sepamos. Pero gracias. Gracias por intentarlo."

Eso último que dije la tranquilizó un poco y me sonrió después de unos segundos.

"Supongo que sí, tendremos que quedarnos así y seguir investigando después si tú quieres."

Asentí a su propuesta ya que no tenía algo mejor que decir. Al ver el reloj me di cuenta de que faltaba un poco menos de dos horas para ir con Max, así que me apresuré en despedirme e ir a mi casa ya que debía hacer varias cosas antes de poder prepararme para ir.

Cuando llegué a casa mi mamá no dudó en ponerme algunas tareas. "Ponte a limpiar esto," "ahora ve a limpiar aquello," o "antes de esto limpia lo de allá..."

Así que me convertí en la chacha de mi mamá por más o menos una hora. Al final, cuando la casa había quedado reluciente, decidí ir a bañarme para tener un poco de tiempo para mí.

Después de todo eso me quedaba media hora para encontrarme con Max, y aún no sabía qué hacer cuando de pronto me llegó una notificación en Facebook: Alice Durán te ha mandado una solicitud de amistad. Al principio el nombre no me pareció conocido, pero al ver su foto de perfil la reconocí casi de inmediato. La persona en la foto tenía los mismos ojos verdes que había salvado de ser aplastados un par de noches atrás.

Sin pensarlo dos veces, acepté la solicitud y pude ver bien su muro, aunque solo me devolví al inicio. Después de unos segundos me llegó un mensaje:

A: Hola :D ¿Sabes quién soy?

C: No, ¿Un testigo de Jehová con internet?

A: XD No!

C: Lo sé, es broma. ¿Cómo estás?

A: Bien, gracias :) Podría estar aplastada, pero alguien me salvó e.e

C: Jajaja yo solo hice lo correcto

A: De todos modos me salvaste!

C: Supongo :)

A: Ya ni siquiera te lo pude agradecer :$ con lo de Max...

C: Lo sé, que extraño que pasara tanto en un momento, ¿No?

A: Sí! Pero aun así quisiera darte las gracias

C: No es necesario :)

A: ¿Y si te invito a algún lugar?

C: Me encantaría ir :D Cuando y donde quieras!

A: ¿Estás libre hoy? Quisiera ir a algún lugar porque no tengo planes hasta tarde...

C: Hmm pues quedé con Max en un rato, y no sé hasta qué hora volveré a casa

A: Oh, está bien, algún otro día será :)

C: Aunque si quieres puedes venir con nosotros, nos veremos en el McDonald's que queda cerca de la escuela. ¿Sabes cuál?

A: ¿En serio? Me encantaría n.n ¿A qué hora?

C: Quedamos en media hora, pero podemos esperarte más si quieres...

A: En media hora está bien, tengo que irme, nos vemos en media hora!!

C: Bye! :D

Y así, en menos de cinco minutos, conseguí una cita con Alice. Bueno, no era exactamente una cita, ¿O si?

Media hora pasó y yo ya estaba por llegar al restaurante. Podía escuchar los sonidos de los automóviles y autobuses que pasaban a esa hora en lo que era una de las avenidas más transcurridas en la ciudad. Era difícil ir de calle en calle ya que tenías que esperar a que los carros dejaran de pasar por al menos un par de segundos, pero de alguna manera logré llegar al restaurante a tiempo.

Cuando entré busqué con la mirada a Alice, pensando que tal vez se había adelantado. Pero en vez de Alice, encontré a Max sonriéndome desde una de las mesas con su celular en una mano. Caminé hasta él y lo saludé antes de sentarme frente a él.

"Hola Max," comencé. "¿Cómo vas del brazo?"

Alzó los hombros e hizo un "hmm" como respuesta. "Me duele, pero no tanto como antes."

"¿No deberías estar en reposo entonces?"

"El doctor me dijo que podía volver mañana a la escuela, así que no veo por qué no podría venir hoy a comer." No lo iba a presionar con el tema, aunque debo admitir que en ese momento me sentía de alguna manera responsable por no poder evitar su accidente, así que no me gustaba la idea de que no se cuidara.

Recordé en ese momento a Alice, y le expliqué a Max lo que había pasado.

"Así que la invité a venir, ¿No hay problema?"

"No, claro que no."

"¿Estás seguro?" Le pregunté.

"Por supuesto," respondió con una sonrisa. Aunque no terminaba de creerle. Desde que le dije que la había invitado, él había puesto su atención en la pantalla de su teléfono, aunque yo sospechaba que en realidad no tenía ni idea de lo que había en ella. "Iré al baño," dijo y se levantó para dirigirse al baño de hombres.

Un minuto después llegó Alice vistiendo una blusa negra con letras plateadas y unos jeans oscuros que la hacían ver sexy. Se sentó a lado de mí y nos saludamos de beso, como acostumbran en mi ciudad.

"¿Cómo estás?" Le pregunté para iniciar la conversación.

"Creo que ya me preguntaste eso," me respondió con una sonrisa.

"¿Ah sí? ¡Pues responde de nuevo!"

"Bien, gracias," me dijo sonriendo. "¿Y tu amigo?"

"¿Mi amig...? ¡Oh! ¿Max? Está en el baño. Míralo, ahí viene."

Apunté a Max con el dedo índice y ambos volteamos a verlo. Cuando llegó a la mesa saludó a Alice y se sentó frente a nosotros.

"¿Ya ordenaron?" Preguntó Alice.

"No, te estábamos esperando," le respondí. "¿Vamos ya?"

Los tres nos levantamos y fuimos al mostrador para ordenar.

Max insistió en pagar todo, ya que él me había invitado, y aunque me sentía mal, solo habían sido cuatro dólares. Le agradecí y le di unas palmadas en el hombro, a lo que respondió con una sonrisa y... ¿Rubor? No, era la luz.

"Y yo les compraré un helado," nos dijo Alice cuando nos sentamos de vuelta en la mesa. "A Cody como agradecimiento, y a ti por ser mi nuevo amigo."

De nuevo, Max respondió con una sonrisa y comenzó a comer de su hamburguesa.

Y así, con un par de hamburguesas, refrescos y helados, hablamos por más de media hora sin preocuparnos del tiempo. Aunque la plática parecía más de dos personas, ya que Max casi no hablaba, había veces que mencionábamos algo que nos interesaba a los tres.

Poco a poco fuimos conociendo más a Alice. Descubrimos que le gustaba la música pop, leer historias de romance, su color favorito era el azul turquesa, y su comida favorita eran las costillitas, entre otras cosas.

También descubrimos que hasta el día del primer accidente ella había tenido novio, y aunque ahora tenía varios pretendientes, estaba soltera.

"Y si tienes a tantos haciendo fila," le pregunté mientras tiraba nuestra basura en un contenedor," ¿Por qué no has escogido a uno?"

Ella puso una sonrisa en su rostro y guardó su teléfono. "Simple," comenzó a decir, "el que yo quiero no está en esa fila."

"Oh, ya entiendo. ¿Se puede saber quién es?"

Sonrió de nuevo y abrió la boca para responder, pero justo entonces Max se levantó repentinamente de su lugar y habló. "Oigan, ¿Y si vamos al parque?"

Con una mano me tomó de un hombro haciendo que me levantara del asiento, y con la otra le hizo lo mismo a Alice. "¡Me acabo de acordar que invité a alguien más al parque!"

Estaba a punto de preguntar a quién y de reclamarle mi brazo, pero de pronto las mesas y las personas comenzaron a dar vueltas. Algo que ya comenzaba a reconocer de inmediato comenzó ahí mismo.

Las paredes del establecimiento de McDonald's habían desaparecido, y habían sido reemplazadas con las paredes de la escuela. De nuevo tenía a Max frente a mí, pero esta vez no parecía molesto. Parecía más pensativo, como si estuviera calculando las palabras que debía usar.

Ni siquiera me veía a mí, sino a un punto en la nada que me atravesaba. Me preguntaba qué estaría pensando, pero no tuve tiempo de calcularlo porque el tiempo se acabó.

Las puertas de McDonald's se abrieron y de ellas salimos los tres al calor del verano y la luz del sol. Max nos soltó a ambos y, quedando a lado de nosotros, comenzó a hablar.

"Espero que no les moleste, después de todo tú invitaste a Alice," me dijo a mí sonriendo.

"Pues claro que no nos molesta, entre más mejor, ¿No es así, Alice?"

"Supongo que sí," respondió ella con confusión en su rostro.

"¿A quién dijiste que invitaste?" Le pregunté a Max, pero éste solo me sonrió y siguió caminando. "Ya lo verás..."

Llegamos al único parque que quedaba cerca a nuestras casas. No era un parque muy lujoso, pero se veía bien. En él había un área para jugar básquet, una para soccer y una última para fútbol americano. Había aparte mucho pasto donde las personas jugaban libremente a cualquier juego que quisieran. El parque tenía pocos árboles, pero algunos asientos con mesas frente a ellos estaban cubiertos por un techo de lámina. En uno de estos encontramos a Tina sentada.

"¿Tina?" Pregunté desconcertado cuando llegamos frente a ella.

Solamente nos respondió con un saludo de mano.

"¿Qué haces aquí?" Continúe.

"Te dije que había invitado a alguien," me respondió Max y se sentó junto a ella en el asiento. "Siéntense, vamos."

No sabía qué cosa me sorprendía más: el que Max invitara a Tina, o el que Tina aceptara.

Sin duda alguna pasaba algo extraño, ya que antes de sentarnos Alice y yo, Max le susurró algo a Tina en el oído y ella no respondió, solo nos sonrió como siempre. Hice una nota mental sobre interrogar a Tina después.

La plática la comenzó Max, hablando de una de sus bandas favoritas, que también lo era para Tina, llamada "My Chemical Romance."

Mientras tanto, Alice revisaba su teléfono y yo escuchaba a los otros dos discutir sobre la supuesta separación del grupo.

Cambiaron de un tema a otro, y pasaron varios minutos antes de que Alice se levantara de su lugar.

"Fue un placer," dijo ella, "pero ya me tengo que ir. Nos vemos luego." Se despidió de todos y se marchó, rechazando mi oferta de ir con ella.

La batería de mi teléfono se agotó, y Tina y Max seguían hablando de varias cosas que yo no conocía, hasta que le llegó un mensaje de texto a Max.

Estuvo a punto de abrirlo pero se escuchó el sonido de un camión de helados y dio un pequeño salto.

"¡Helado! ¿Alguno quiere?"

Yo negué, pero Tina aceptó y ambos fueron tras el camión para comprar helados. Sin querer, Max dejó su teléfono en la mesa encendido, y a mí se me ocurrió la idea de robarle un poco de su batería para meterme a mi Facebook un par de minutos. Por alguna razón supuse que no le importaría.

Tomé el celular en mis manos y lo primero que vi fue la pantalla de mensajes. Sabía que no era correcto verla, pero algo sobre ella me decía que no debía ignorarla. Y la tentación fue más grande que la fuerza de voluntad, y me obligó a abrir el mensaje y leerlo. Fue un gran error.

Al principio no sabía cómo reaccionar ante lo que acababa de leer. Simplemente era algo que no se veía todos los días.

Un tema un poco delicado. Un tema que le pertenecía solamente a aquellos a los que perjudicaba. Un tema que le pertenecía a Max, no a mí. Pero aun así lo leí, y eso no lo podía cambiar.

Max, ya tengo los resultados de la prueba de VIH. Ven a casa pronto, por favor. Tenemos que hablar.

El mensaje lo había mandado su padre, y por alguna razón tuve que leer el mensaje varias veces para convencerme de que había leído bien. ¿Prueba de VIH? ¿Resultados? ¡¿Qué?! Lo primero que me vino a la mente era que Max podía haber contagiado VIH, ya que el tono del mensaje no era exactamente feliz.

Estaba desconcertado por el mensaje, pensando que tal vez no conocía bien al Max que iba a mis mismas clases. Sí, una semana no era mucho. Pero ya había llegado a considerar a Max como un buen amigo, y nunca creí que pudiera contagiarse de una enfermedad de transmisión sexual. Todos sabemos lo que significa 'transmisión sexual': Solo se transmite si eres sexualmente activo. Y esa era una de las últimas cosas que pensaba de Max.

"¿Qué haces con mi celular?" Estaba tan concentrado en mis pensamientos que no escuché a ambos llegar.

Volteé sorprendido con el teléfono aún en mis manos, e intenté encontrar una manera de explicarle todo.

"Quería usar Facebook, lo dejaste prendido y te llegó un mensaje..."

Todo eso lo dije en un tono un poco triste y apenado. Le di su celular y Max revisó la pantalla para ver qué estaba leyendo. Una vez que terminó de leer, su rostro se puso demasiado serio y volteó a verme.

"No pude evitarlo, perdón." Max volteó de nuevo al teléfono y luego a mí. Apagó la pantalla de su teléfono y lo metió en su bolsillo.

"¿Qué pasa?" Preguntó Tina en una voz sutil, notando que efectivamente algo estaba mal.

Max solo ignoró su pregunta y sin ver a ninguno a los ojos comenzó a caminar. "Hablamos luego." Y sin más se fue de ahí, tirando su helado en un bote de basura.

Tina avanzó unos pasos para intentar ir tras él, pero la detuve tomándola del brazo antes de que pudiera avanzar demasiado.

"Creo que no es buena idea," fue lo único que le dije y, viendo que se daba por vencida, la solté.

"¿Entonces me dirás qué pasó aquí?"

"No creo que sea buena idea. Creo que más bien deberías esperar a que él lo cuente si quiere."

Y Tina, sin preguntar más, se sentó en el asiento a meditar lo que había pasado y a comer de mala gana su helado, sabiendo que no obtendría respuestas de esa manera.

Yo me senté frente a ella, aun sintiéndome culpable por haber leído el mensaje sin el consentimiento de Max, y sin saber qué hacer para pedirle perdón.

No había sido mi intención meterme en sus asuntos personales. Mucho menos porque nos conocíamos de una semana, pero había pasado por accidente y tenía que pedir perdón.

¿Pero de qué manera se suponía que lo haría? No podía simplemente llegar con él y decirle algo como: "Oye, siento haberme enterado de que probablemente te contagiaste del VIH."

¿Qué se supone que le debía decir?

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