Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

4. Lo veía venir.

Supe que el viernes no sería mi día favorito cuando vi el sostén de cocos.

Era común para la escuela hacer una pequeña celebración algunos viernes del primer semestre del año escolar. Y como éste era el primero de todo el año, era especial ya que nos tocaba impresionar a los de primer año. Normalmente ponían el tema de Hawai, con la excusa de que había que decirles 'Aloha' a los nuevos alumnos. En mi caso, solo iba para perder una clase, pero otros se lo tomaban enserio y se vestían con faldas hawaianas, coronas de flores en la cabeza, y alguno que otro con un sostén de cocos.

Max y yo habíamos estado hablando el día anterior, y no me pregunten como, pero me convenció para ponerme un sostén de cocos.

"Apuesto a que no querrás usar algo hawaiano mañana," me dijo el día anterior con una gran sonrisa que me decía que la apuesta iba enserio.

"¿Perdón?" le dije fingiendo estar ofendido. "¡No sabes con quién estás hablando!"

"¿Ah sí? Entonces mañana ambos usaremos ropa hawaiana."

"Quisiera hacerlo, pero no tengo ninguna ropa de hawaii."

"De eso me encargo yo." Y sí que se había encargado...

Cuando llegué a la estación de autobús el viernes en la mañana, supe que en su mochila llevaba más ropa que libretas. Y al llegar a la escuela lo primero que hizo fue llevarme al baño y obligarme a ponérmela.

"¡Vamos!" me apresuró mientras me ponía el sostén de cocos. "¿Cómo puedes tardar tanto?"

"¡Ya voy!" Salí para verme al espejo y lo primero que hice fue reír. Me veía ridículo, demasiado. La falda verde hecha de tiras de plástico que llevaba sobre mi pantalón eran ridículos. Las flores de colores que me había puesto en la cabeza se veían demasiado estúpidas. Pero sobre todo ése sostén hecho de cocos e hilo eran los que me hacían verme más ridículo que el maestro de salud con falda escocesa.

No podía dejar de sonreír y examinar mi traje hasta que noté que Max me veía raro.

"¿Pasa algo?" le pregunté sacándolo de su trance.

"¡No!" dijo rápidamente dando un pequeño brinquito. "Hay que irnos ya, nos están esperando." Y dicho esto, salió del baño con toda la prisa del mundo.

Lo extraño era que en ningún momento se había burlado de cómo me veía en el traje hawaiano. ¡Ni siquiera una pequeña risa! Yo había esperado carcajadas...

"¡Se ven preciosos!" dijo Emma viéndonos a ambos mientras comía su cereal matutino.

"Les queda bien," coincidió Brandon con una sonrisa burlona. "Solo faltaría la-"

"¿Cody?" una voz nueva sonó desde detrás de nosotros, y al voltear me encontré con los ojos verdes y la gran sonrisa de Alice. "¡Hola! ¡No esperaba verte así!"

"La verdad es que ni yo lo esperaba," le respondí sonriendo. "Me convencieron para hacerlo."

"Tampoco es que te hayas resistido mucho," dijo Max detrás de mí.

"Pues nos vemos más tarde en el baile," terminó Alice y se fue con sus amigas.

Alice no llevaba accesorios hawaianos, pero llevaba un vestido floreado y su cabello suelto, lo que le daba un aire natural. Mientras iba a con sus amigas detuve la vista en su vestido lleno de flores y todo comenzó a dar vueltas.

Lo único que podía ver con claridad era el suelo. A mi alrededor las personas bailaban con pasos amortiguados. Se movían de un lado a otro sin prestarle atención a alguien o a algo.

Más adelante de mí pude ver a alguien en el área de ponches tomar un vaso y servirse. A diferencia de los demás, la ropa que él llevaba estaba llena de color, y fue por eso que lo identifiqué.

Su falda de tiras verdes y las flores en su cabeza idénticas a las que yo mismo llevaba puestas me hicieron saber que esa persona era Max.

Max terminó de servirse y enseguida comenzó a bailar en la pista, pero al dar un par de pasos resbaló con un líquido en el suelo. Lo último que vi antes que cubrieran mi vista fue a Max cayendo al suelo con los ojos como platos.

"¿Cody? ¿Te vas a sentar o te vas a quedar mirándola media hora más?" ¿Quién había dicho eso? Un segundo, ¿Dónde estaba? Oh, sí, viernes en la cafetería, un par de horas antes del pequeño baile que organizaba la escuela.

Me senté en mi lugar, no sin antes notar la mirada de Tina en mí como preguntándome qué había pasado.

"Es que... tenía algo en... el cabello," me excusé y seguí comiendo mi almuerzo.

Media hora después, nos fuimos a la biblioteca a pasar el rato, ya que ése día no tendríamos clases normales, sino periodos libres.

"Yo creo que deberíamos quedarnos solo una hora e irnos después," dijo Melanie. "Tengo cosas mejores que hacer que ponerme a bailar en la escuela."

"Pues yo no tengo nada mejor que hacer," dijo Brandon y se levantó de su lugar para ir a buscar un libro.

"Ni yo." Tina tomó su teléfono y comenzó a teclear un par de palabras en él.

"Pues yo no tenía planes para hoy, así que me puedo quedar," Emma sacó su labial y con él pinto sus labios.

"Y pues la verdad yo prefiero estar aquí que con mis padres ayudando a limpiar." George jugaba con un brazalete que hace unos días había conseguido en algún lugar. No habíamos preguntado nada, o al menos yo no, pero suponíamos que era de alguna novia que tenía escondida por ahí. George siempre hacía eso, se conseguía novia y no nos dábamos cuenta hasta que llegaba a clases con un brazalete, un collar, o con la novia en brazos. Pero eso solo ha pasado una vez...

"Solo decía que podría estar haciendo algo mejor," dijo de nuevo Melanie. "Aunque ahorita no tengo algo bueno que hacer."

Yo me levanté sin decir nada y me dirigí al área de novelas juveniles para alejarme un momento de ellos y pensar lo que había visto un par de minutos atrás.

¿Qué exactamente había visto? Solo un par de minutos habían pasado y ya comenzaba a olvidar por completo la visión. ¿Max cayendo? ¿Resbalando? ¿Agachándose?

"¿Buscas algo en concreto?" Me giré rápidamente en cuanto escuché la voz. Me encontré con Alice sonriendo, recargada en la estantería y cruzada de brazos. "Tal vez hay algo en lo que te pueda ayudar."

"A menos que haya un libro sobre cómo controlar tus poderes psíquicos, no creo que puedas ayudarme mucho," le dije sin preocuparme por su reacción. Obviamente lo tomaría como una broma...

"Creo que hay uno de esos en la biblioteca de Narnia," dijo con una sonrisa más grande.

"Tendré que echarle un vistazo la próxima vez que vaya a Hogwarts," le respondí sonriendo.

Ambos reímos un poco y ella se acercó a mí moviendo su vestido floreado de un lado a otro. "No sabía que te gustaba leer."

"Eso es porque no nos conocemos, ¿Recuerdas? Lo más que sé de ti es que te gusta rodar por los escalones."

"Oye, no fue mi intención, ni mi culpa," se excusó. Y yo sabía que decía la verdad. No había sido su culpa que el otro chico la haya estado molestando mientras subían escalones...

"Hablando de eso, ¿Quién era el chico con el que estabas?" No había pensado en eso, pero ahora la duda me llegaba a la cabeza tan fuerte como el golpe que me di en la espalda. "Supongo que tengo derecho a saber, ya que fui yo quien te salvó de morir por culpa del problema que tenían."

Mis palabras parecieron sorprenderla un poco. ¿No había esperado que supiera tanto? La verdad era que lo que sabía lo había intuido de lo que vi en mi visión.

"Se llama Cesar," volvió a recargar su espalda en la estantería y su rostro se volvió serio. "Hasta ayer, era mi novio."

"Siempre me he preguntado por qué las chicas más lindas están con los que las tratan peor..."

"Oye, ¡Cesar es un buen chico!"

"Por lo que vi, no me parece un muy buen chico..."

"En parte fue mi culpa por tratar de soltarme bruscamente de él. No quería seguir hablando de esas cosas y él insistía, fue por eso que me resbalé." Llevó una mano a su labio inferior y lo acarició un poco mientras veía al vacío, pensando en varias cosas a la vez. Cosas que yo solo podía imaginar...

"Bueno, fuera cual fuera el problema, él no debería haberte tratado así. Eso no es algo que los caballeros hacen." Esto la hizo sonreír y se retiró de la estantería.

"Supongo que tienes razón. Tengo que irme, pero hablamos luego, ¿Okay? ¡Nos vemos luego en Narnia!" Y dicho eso dio media vuelta y se fue con una gran sonrisa en su rostro.

Me di media vuelta también para seguir buscando algún libro que me llamara la atención, pero de nuevo me encontré con alguien recargado en la estantería viéndome de brazos cruzados. ¿Era que a todos les gustaba esa pose?

"Hola Max, ¿Pasa algo?" Le pregunté frunciendo el ceño.

Tenía una cara un poco seria al principio, pero luego dio una gran sonrisa y se retiró de la estantería. "¿Qué tal vas con tu nueva amiga, eh?"

Me tardé unos segundos en captar la verdadera pregunta y no pude evitar sonreír.

"Ni siquiera somos amigos aún," le dije. "Prácticamente nos conocimos ayer."

"Eso es suficiente tiempo, ¿No? Le gustas..."

"¿Cómo?" Eso no me lo había esperado. ¿Cómo le iba a gustar si la conocía de un día?

"¿Qué? ¿A ti no te gusta ella?" ¿Era mi imaginación o Max se veía interesado en saber lo que pensaba?

"Pues..." Lo pensé un poco, y al final decidí que no. "No, no me gusta. Es muy bella y todo eso, pero no me puede gustar alguien que conozca tan poco."

El rostro de Max cambió de diversión a serenidad, a confusión y de nuevo a diversión.

"Bueno, si tú lo dices..." dio media vuelta y se fue sin decir más.

"¿Qué...?" me quedé frente a los libros pensando en lo que había querido decir, pero decidí dejarlo de lado por el momento para poder pensar más sobre mi problema con las visiones. Sobre todo con la que acababa de ver, ya que el encuentro con Max me la había recordado.

***

Estábamos en la clase de Arte prácticamente haciendo nada, cuando en el altavoz sonó la voz de una mujer avisando que todos los alumnos de noveno y décimo año podían salir al gimnasio principal. Emma, Brandon y yo íbamos juntos frente a los demás hablando de las cosas que haríamos ese fin de semana.

"Hace unas semanas le dije a mi padre que quería aprender a conducir y por fin me dejará usar el auto," dijo Brandon con una gran sonrisa.

"¿Y qué? ¿Irán al estacionamiento de Wal-Mart y conducirás en círculos todo el día?" le dije como broma.

"No," me respondió sacando la lengua. "También conduciré en cuadrados."

"Pues mi mamá y yo iremos a un spa a que nos hagan la manicura y pedicura, y si tengo suerte me darán un masaje relajante." Emma siempre salía con esas cosas. Si no era un spa lujoso, era un masajista profesional, o un baño de vapor, etc.

"¿Y tú qué harás, Cody?" Brandon preguntó y me dirigió su mirada, seguida de la de Emma.

"Ni idea," me encogí de hombros mientras dábamos vuelta por uno de los pasillos que daban al gimnasio. "Supongo que me quedaré en casa usando mi computadora o leyendo."

"¡Oh vamos! ¿Hablas enserio? ¡Si quieres puedes ir conmigo a Wal-Mart y disfrutar de mis lecciones de manejo!" Brandon puso su mano en mi cabello y lo sacudió. "¡Será genial!"

"¿Y correr el riesgo de no volver a casa? No gracias," le dije riendo.

"Puedes ir conmigo al spa." Emma tomó mi mano y la levantó frente a ella, examinándola con cuidado. "Tus uñas están muy feas, y tu mano muy raspos-"

"¡No gracias!" le respondí quitando mi mano. "No quiero volver el lunes a clases con manos y pies de princesa."

"Dirás como princeso," rio Brandon.

Emma y Brandon rieron mientras entrábamos al gran gimnasio y nos sentábamos en una de las gradas, con Tina, Max, George y Melanie detrás de nosotros.

"Pero hablo enserio," siguió Emma. "Tienes que hacer algo el fin de semana. ¡No puedes quedarte acostado todo el día!"

Estaba a punto de responderle, pero una mano tocó mi hombro. Cuando volteé encontré a Max sonriendo.

"¡Eh, Cody! ¿Vamos mañana a McDonald's o algo?"

De nuevo, estaba a punto de responder cuando vi que todo a mi alrededor comenzaba a girar sin control y en cuestión de segundos ya estaba en otro lugar.

No había mucha luz en la habitación, pero pude darme cuenta de que me encontraba en el gimnasio. No en las gradas, donde había estado un par de segundos antes, sino en el centro, con personas bailando a diestra y siniestra. La poca luz que había entraba de las salidas del gimnasio y una que otra luz encendida en el techo. La música sonaba distorsionada, pero era obvio que era música hawaiana, lenta. Todos alrededor estaban bailando, riendo, charlando o bebiendo ponche. Se la estaban pasando genial.

Me preguntaba cuál era el motivo de esta visión, ya que todo parecía estar en orden, pero luego vi el rostro de una de las chicas que había frente a mí y no necesité preguntármelo más. Sabía que estaba a punto de descubrirlo.

Volteé en la dirección que la chica estaba mirando y me encontré con la figura de Max en el suelo. Su rostro mostraba dolor, y con una mano sostenía la otra contra su pecho mientras producía un sonido extraño que no supe si había sido así en realidad, o la visión lo había distorsionado también.

Ni siquiera pasó medio segundo cuando un gran sonido desvió mi atención de Max a lo que había detrás de mí. Se había escuchado como si un gigante hubiera dado un paso en la habitación, y no fui el único que lo notó. Vi que todos volteaban al mismo tiempo que yo, pero a diferencia de mí ellos sí pudieron ver lo que había pasado, porque cuando yo volteé lo único que vi fue el mundo dar vueltas y vueltas sin parar.

"¿Te sientes bien?" Abrí los ojos y encontré a Max frente a mí con una mano en mi hombro. Su rostro mostraba preocupación y supuse que el de los demás también estarían así. Pero no tuve tiempo de explicar, volteé hacia Tina, la cual me veía como si tratara de descifrar un misterio. Supuse que ella ya sabía lo que me había pasado, y con la mirada le di a entender que necesitábamos hablar.

"S-sí, sí," le respondí a Max volviendo mi mirada a él. "Solo que me dio un dolor en la cabeza..." llevé mi mano a mi cabeza para darle más credibilidad. Me levanté y comencé a bajar los escalones. "Iré rápido con la enfermera, cuiden mi lugar."

"Yo iré con él," se apresuró a decir Emma, pero Tina fue más rápida en levantarse y corrió a mi lado.

"Iré yo," dijo ésta y sin dar más explicación me empujó hasta que salimos del gimnasio.

Hicimos lo mejor que pudimos para caminar entre los alumnos que llegaban al gimnasio, aunque era como nadar contracorriente en el peor de los ríos. Una vez que salimos del enjambre de adolescentes nos fuimos por uno de los pasillos y entramos juntos al baño de hombres.

"Esto... ¿Sabes que éste es el de hombres?" le pregunté pero ella solo levantó la mano para callarme.

"¿Qué viste?" se apresuró en preguntar. No teníamos mucho tiempo, así que seguí su ejemplo.

"Max," fue lo único que dije.

"¿Max? ¿Qué pasa con Max?"

"Emm..." traté de decirlo lo más lógico que pude, y se lo conté todo. No solo lo que había visto unos minutos atrás, sino también lo de la mañana, ya que estaban obviamente relacionados.

"No podemos dejar que eso pase," dijo al final. Ambos estábamos frente al gran espejo en la pared, con los grifos de agua frente a nosotros. Tina veía el espejo, pero yo sabía que en realidad estaba pensando en otras cosas. Tina era de las chicas que podían entrar al baño y hacer lo que tenían que hacer sin siquiera verse al espejo un par de segundos. Lo que más me gustaba de Tina era que ella no era nada superficial.

"Lo sé pero... ¿Cómo?" Tenía muy claro que no podíamos dejar que Max resbalara así, pero no podíamos ir con él y decirle: 'Oye Max, veo el futuro y acabo de verte resbalar frente a la mesa de los ponches. ¡Así que si tienes sed mejor ve a tomar agua al baño!'

"No lo sé, no podemos decirle qué pasará, pero podemos intentar prevenirlo. Aunque eso nos deja la misma pregunta... ¿Cómo?" Tina puso sus manos en su rostro y suspiró. "Lo sé, no nos despegaremos de él en todo el día. ¡Así nos aseguraremos de que no le pase nada malo y ya!"

Sonaba como una buena idea, así que asentí pensativo y ambos nos apresuramos en volver al gimnasio antes que alguien saliera a buscarnos.

Una vez enel gimnasio, los otros solo hicieron un par de preguntas, a las cuales respondí con "estoy bien" o "sí, no" y esas cosas, y se olvidaron del asunto.

En el centro, el suelo del gimnasio se había vuelto una pequeña pista de baile. Las personas aún no se animaban completamente en ir a bailar, pero a medida que fueron pasando los minutos algunos llevaban a sus parejas y comenzaban a bailar la canción que había en ese momento. Supuestamente el tema era hawaiano, pero los DJs siempre se las apañaban para poner algo de música moderna para hacer la fiesta más interesante. Y después un poco de música romántica al final...

Sin embargo, era una fiesta, no un baile. Por esto en otras partes del gimnasio algunos maestros y otros trabajadores en el colegio comenzaron con varias actividades para divertir a los alumnos. En una esquina, la señora de la cafetería tenía una gran bandeja de plástico llena de agua con un par de manzanas dentro. ¿Adivinaran el juego o lo tengo que decir yo? Meter la cabeza a la bandeja para intentar sacar una manzana. La recompensa era un boleto dorado que, si le ponías tu nombre y lo metías en una urna de cristal, al final de la fiesta te daban un 'gran premio' que nadie conocía. Igual, muchos no lo hacían por el premio, sino por divertirse.

En otra esquina tenían el clásico juego de Twister, donde algunos ya habían comenzado a jugar y se retorcían para intentar poner el pie derecho en el amarillo.

Y había variad más, pero antes de poder registrarlas todas Max me llamó la atención.

"Cody, ¿Quieres ir a probar alguno de los juegos?" El simple hecho de imaginarlo resbalar a causa del agua de las manzanas me dio pánico. O que por culpa del Twistdr intente hacer una pose y le salga mal...

"La verdad es que no se me antoja mucho," le mentí." Mejor me quedo aquí.

"Hmm, bueno," dijo él. "Yo iré con aquéllos a jugar Twister." Me di cuenta de que los chicos jugando Twister eran unos de los otros amigos que Max había hecho en nuestro grupo, así que no sabía qué más decir que:

"Está bien, iré también. Creo que no tiene mucho chiste quedarme aquí sentado mientras los demás se divierten."

Inmediatamente sonrió y me pasó su brazo por el hombro. "¡Eso! ¡Vamos a ganarles!"

Antes de irme pude notar la mirada de Tina en mí, y no me quedó de otra más que asentir discretamente y seguir adelante.

Una vez ahí saludamos a los chicos y nos explicaron lo que debíamos hacer.

"Solo que cuidadito con John, ¡Eh!" Dijo Joshua, uno de los mejores amigos de John. "¡La última vez intentó tumbarme con el pie!"

John rio junto con todos y le dio un golpe amistoso en el hombro. "¡Tú fuiste quien intentó tirarme con el brazo!"

"Está bien, está bien," los cortó la enfermera asistente. "Ya saben las reglas, nada de trampa o no habrá boleto."

El juego comenzó cuando pusimos nuestro pie izquierdo en el azul. Después de eso la enfermera siguió gritando miembros y colores uno tras otro...

"Pie izquierdo, verde. Mano izquierda azul. Mano derecha verde. Pie izquierdo amarillo. Mano izquierda rojo.." Etcétera.

Uno de los cinco jugadores perdió, y eso nos dio más espacio para seguir jugando, pero aun estábamos limitados, y parecía que el juego quería que Max y yo nos hiciéramos un nudo. Cada vez estábamos más y más atrapados entre los dos y entre los otros jugadores.

En algún momento del juego, Tina, Brandon y Emma llegaron junto a nosotros a ver cómo nos torturaba un juego tan común como ése. Cada vez que tenían la oportunidad, se reían tanto de nosotros como de los otros dos chicos. La única que no parecía tan feliz era Tina, que por alguna razón (la cual probablemente yo conocía) tenía una cara llena de preocupación.

"Pie derecho, rojo," dijo la enfermera. Ilógicamente, yo estaba en una posición que daba la impresión de estar recogiendo algo del suelo, solo que con un pie entre las manos de Max y una mano entre los míos. "Me estoy cansando de esto," dije exhausto. "Mañana no me levanto ni de broma."

"Mano izquierda, azul. Mano derecha, amarillo."

No sé exactamente cómo, pero llegué a una posición en donde mis brazos y piernas estaban extendidos a mis costados, y mi mirada al techo del gimnasio, más o menos como una araña. Max estaba frente a mí, en una pose parecida, pero volteando al suelo. Y otro de los chicos intentaba algo un poco parecido a él, pero al no lograrlo cayó al suelo y con su brazo empujó a Max, el cual cayó sobre mí, haciéndome perder el equilibrio y desplomándome en el suelo.

Al final el Max terminó sobre mí, su cara frente a la mía y sus brazos a mis costados. Tenía una sonrisa en su rostro y no podía contener las ganas de reír. Yo tampoco pude, así que comencé a reír junto a los demás. Ni siquiera nos molestamos en levantarnos de ahí. Duramos un par de segundos justo como habíamos quedado riendo, y luego Max se había hecho a un lado y se había acostado de tal manera que quedamos juntos el uno al otro viendo el techo, donde las luces nos cegaban, pero la risa nos dominaba por completo. No fue hasta que movió su mano que noté que se encontraba bajo la mía, pero antes de poder quitarla y disculparme el techo empezó a girar de manera rápida, dándole paso a otra visión.

Ésta vez no aparecí en el gimnasio, sino en un lugar desconocido para mí. Sin embargo, el ambiente era parecido, así que supe que estaba en una fiesta.

Las personas pasaban junto a mí, ignorando completamente mi presencia, y a lo lejos pude identificar a algunos de mis amigos, así que decidí acercarme.

Sus voces se escuchaban amortiguadas, igual que siempre, dando la impresión de estar bajo el agua. Y me sorprendí cuando me vi a mi mismo sentado en el sofá con Alice a mi lado.

No tuve el tiempo de examinar mucho de lo que había a mi alrededor, ya que me llamó la atención que mi mirada (me refiero a la del yo en la visión, no el yo verdadero) daba a entender que estaba triste por algo. Si no triste, molesto, pero no entendía por qué. Traté de seguir la mirada del otro yo, pero lo único que pude ver fue a Max subiendo las escaleras de la casa detrás de un chico que no reconocí, y a varias personas más bailando. Volví a buscar con la mirada al yo de la visión, el cual ahora estaba hablando con Alice. Por un lado me emocionaba saber que, si eso era el futuro, Alice y yo nos habíamos hecho buenos amigos. Por otro, me desconcertaba que pareciera que me estaba consolando.

Al final, Cody del futuro y Alice se levantaron y comenzaron a caminar en mi dirección. Sin saber por qué, me quedé frente a él, tapando su camino, pero hizo caso omiso de mí y chocamos, él sin siquiera parpadear, pero yo sí.

Una vez que abrí los ojos me encontré con el mismo techo que había estado viendo un par de segundos atrás. Llevé mi mano a mi cabeza, y pude ver cómo Max retiraba la suya casi al mismo tiempo.

Sin prestarle mucha atención a lo que pasaba, me levanté y me senté en el asiento más cercano. Tina fue la primera en llegar a mí, seguida de Emma.

"¿Qué pasó?" preguntó Tina frente a mí.

"Nada," le respondí. "El dolor de cabeza, ya saben."

"Cody, ¡Me das miedo con tantos dolores de cabeza! ¿Seguro que estás bien? Si no es la cabeza, son mareos, ¿Qué viene después?"

"¡Solo es un dolor de cabeza!" Traté de sonar normal, así que quité mi mano y me recargué en la silla. "Se me pasa en unos minutos con la pastilla."

"Bueno, pero ¿Estás seguro?"

"Sí, solo estaba jugando con John, Joshua y Max..." No lo había notado, pero Max ya no estaba ahí. Lo acababa de ver junto a mí, pero ahora no estaba cerca, y al parecer Tina se dio cuenta de esto porque comenzó a buscar con la mirada al igual que yo.

"Mierda," dije en voz baja y me levanté de la silla para poder ver mejor. Allá a lo lejos, del otro lado del gimnasio, se encontraba un muy solitario Max con un vaso en la mano, frente a la mesa de ponches. "Ya vengo," les dije y comencé a caminar hacia él.

"¡¿Pero a dónde vas?!" Escuché a Emma gritar detrás de mí, pero por alguna razón no me siguió. No me detuve a averiguar, apresuré el paso un poco. La sangre dentro de mí comenzaba a correr como un hámster haciendo ejercicio. Ya iba a medio camino cuando algo más llamó mi atención. Detrás de mí escuché a alguien llamando mi nombre, haciéndome olvidar por un momento a Max, y me permití voltear para encontrarme con Alice a unos metros de mí, saludando con la mano y con una gran sonrisa en el rostro. Por puro reflejo, alcé la vista al techo y pude ver cómo una de las cuerdas que sostenía las bocinas se rompía, dejando dos grandes bocinas colgando de una delicada cuerda.

Por alguna razón desconocida, supe lo que pasaría después.

Corrí hacia ella y la tacleé justo antes de que las bocinas cayeran en donde ella había estado. Por poco y le caían encima.

Podrán decir que esto es mucho de telenovela, ya que hasta a mí me parece así, pero cuando la tacleé y caímos al suelo ella quedó sobre mí, y después de haber entendido lo que había pasado me sonrió y me plantó un rápido pero dulce beso en los labios.

La mirada de todos estaba en nosotros, ya que las bocinas habían provocado un gran estruendo al tocar el suelo. El pensamiento me hizo recordar mi otra visión, donde se escuchaba un gran sonido justo después de que Max... Mierda.

Me levanté rápidamente y con la mirada busqué a Max, quien se encontraba tirado frente a la mesa de ponches, tratando de levantarse con la ayuda de la misma mesa.

Corrí hasta él y lo tomé con una mano para ayudarlo, aunque ya casi se había levantado solo.

"¡Max! ¿Estás bien?" Hizo una mueca de dolor como respuesta.

"Creo que no... mi brazo..."

Miré su brazo y traté de examinarlo, pero lo retiró rápidamente al sentir mi mano.

"¡Me duele!" Las personas a mi alrededor se acercaron y entre todos llevamos a Max a la enfermería. Me quedé frente a la puerta fuera de la enfermería sintiéndome como un idiota por haberlo dejado pasar. Se había lastimado la muñeca, pero se la había lastimado porque yo no lo había prevenido. Yo podría haberle advertido, pero me quedé callado. Me sentía tan mal conmigo mismo, sentía que había traicionado a uno de mis mejores amigos aunque lo conociera de una semana. Me sentía mal.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro