33. Un susto mortal.
La visión fue algo más como un flashback. Excepto que en vez de ver el pasado, veía el futuro.
Pasillos blancos, muchas personas murmurando al mismo tiempo, luego más de esos sonidos fuertes: BANG, BANG.
No entendía qué estaba pasando, pero sabía que no era nada bonito. Y aunque nunca había escuchado uno de verdad, supo que se trataba de un disparo de pistola.
Cuando Cody volvió prontamente a la realidad, Tina estaba tirando de él apresuradamente en un intento de refugiarse en una de las aulas de arte.
Ambos entraron a la habitación seguidos de un par de chicos.
"¿Tina?" preguntó Cody, aún confundido.
"¡VAMOS, ENTREN TODOS!" gritó algún adulto detrás de ellos.
"¡APRESURENSE!" escucharon a otro exclamar.
Tina ignoró a Cody y lo dirigió hacia la parte trasera del aula, donde había bastantes cajas de cartón tapando la vista hacia la entrada.
Tan pronto como Tina y Cody se hincaron detrás de las cajas, una voz sonó en altavoz, aclarando todas las dudas de Cody.
"Lock-down, lock-down." Era la voz del director diciendo las palabras mágicas que sólo podían significar una cosa:
Había alguien con un arma en la escuela. Y a juzgar por los sonidos anteriores, estaba abriendo fuego.
La adrenalina comenzó a acumularse en el cuerpo de Cody inmediatamente después del anuncio.
Cody sabía cómo funcionaba ese escenario. Había estado en él una vez antes, aunque sólo había sido un simulacro:
Se suponía que los maestros debían meter a tantas personas como pudieran a las habitaciones, cerrar las puertas, apagar las luces y cubrir las ventanas para que nadie pudiera ver hacia adentro. Todos debían esconderse en algún lugar donde, en caso de que alguien entrara con una pistola y comenzara a disparar, no te pueda disparar directamente. Debían guardar completo silencio y estar en calma mientras todo se arreglaba.
El problema con esta situación era que el problema no se arreglaría sólo. Esta vez el simulacro se había convertido en un caso real. Había alguien rondando por la escuela con un arma. No sabían quién, dónde ni por qué, pero el peligro se acercaba y lo más probable es que no tuviera misericordia de nadie.
"¡Niños, bien escondidos!" gritó el maestro de arte, Mr. Smith.
"Tina, ¿Dónde está Max?" preguntó Cody en voz baja.
"Shhh..." alguien dentro de la habitación lo calló.
"No sé," respondió Tina. "Tampoco veo a Brandon."
"Yo estoy acá," respondió una voz desde atrás del pizarrón electrónico que había en un rincón de la habitación.
"¡Shhh!" escucharon de nuevo.
El maestro finalmente apagó la luz, haciéndolo difícil de ver más allá de un par de pasos de distancia.
El sonido de alguien arrastrándose por el piso le indicó a Cody que Brandon se había acercado a ellos.
En una voz casi inaudible, Tina le susurró a Brandon al oído. Cody tuvo que esforzarse para escuchar.
"¿Dónde están los demás?"
"Creo que George entró aquí," respondió él de la misma manera.
"Max," le susurró Cody con la voz más baja posible.
En la casi completa oscuridad, pudo ver la silueta de Brandon encogiendo los hombros.
"No tengo idea. Fue al baño poco antes de los balazos."
"Niños," otra voz llamó su atención, "tienen que mantenerse callados."
Cody sabía eso. Él había sido bastante curioso el año pasado cuando les habían mostrado cómo comportarse en una situación así, así que sabía qué hacer y qué evitar. Pero eso no significa que fuera a seguir esas reglas estando tan preocupado como en ese momento.
Olviden el miedo que todos estarían sintiendo en ese momento. No era nada comparado con la preocupación que sentía Cody por Max. ¿Dónde estaba? ¿Estaría sólo? ¿Habría alcanzado a entrar a alguna habitación? Esas eran solo unas de las millones de preguntas que brotaron en su mente al instante que escuchó la respuesta de Brandon.
El corazón de Cody nunca había latido tan fuerte en su vida. Las historias de miles de personas que habían experimentado esos mismos horrores comenzaban a pasar por su mente uno por uno. Los testimonios en su mayoría eran tan tristes y las imágenes que describían eran tan vividas que, al escuchar las historias, sientes que puedes ponerte en su lugar y experimentar todo de primera mano. Y ahí estaba Cody, a punto de experimentarlo de primera mano, literalmente.
Tranquilo, se dijo a sí mismo. Todo va a estar bien.
Pero como todos los que se estuvieran repitiendo esa misma frase en sus cabezas en ese momento, muy dentro sabía que siempre existía la posibilidad de no ver a su familia esa noche, de no poder despedirse de sus amigos una vez más, de no volver a recibir el amor y cariño de sus padres, porque todo podía acabar en cuestión de segundos.
Buscó con su mano el brazo de Tina. Cuando lo encontró, llevó su mano hasta la de ella y la apretó.
No podía ver su rostro, pero podía asegurar que la expresión de Tina en ese momento no era buena.
Pensó en su sonrisa. Tina siempre había tenido una de las sonrisas más auténticas que Cody había visto en su corta vida. Ella no tenía una pizca de hipocresía en su cuerpo, era auténtica.
Luego pensó en la de Max. Después de la de Tina, la de Max era la siguiente en la lista de autenticidad. Con cada dolor que sufría, la sonrisa de Max se volvía más y más valiosa. Era una de las cosas que más le gustaban de Max, su habilidad para sacar lo mejor de sí mismo aún después de todo por lo que había pasado.
Recordó la vez que Max intentó suicidarse. Tan débil, tan frágil, tan roto había estado...
De no ser por los poderes de Cody, nunca habría llegado a tiempo para evitar que saltara. De no ser por sus poderes, Max no estaría con él. De no ser por sus poderes...
¡SUS PODERES!
Si no estuviera intentando ser silencioso, habría golpeado su cabeza contra la mesa más cercana por lo lento que había sido.
Apretó la mano de Tina para llamar su atención. Esperó que ella pudiera ver su silueta cuando llevó su dedo índice a su frente y luego lo trasladó a la de ella.
La silueta de Tina asintió con la cabeza después de unos cuantos segundos y Cody se preparó para intentar algo que nunca había hecho antes a propósito.
Cerró los ojos y pensó en la misma playa en la que habían estado la última vez que habían usado ese extraño método de... ¿telepatía? Bah, no era el momento de pensar en esas cosas.
Concéntrate, pensó mientras cerraba los ojos con fuerza e imaginaba la brisa salada chocando contra su rostro.
Al abrir los ojos fue como si nunca hubiera siquiera estado encerrado en la clase de arte.
El mar azul se extendía por el horizonte, arriba del cual un cielo, también azul, mostraba unas cuantas nubes y pájaros por aquí y por allá.
Volteó hacia un lado y se encontró con Tina cubriendo su rostro con ambas manos.
"Lo hicimos," le dijo Cody por falta de una mejor oración para comenzar a hablar.
"Lo hiciste," lo corrigió ella sin quitarse las manos de la cara. "Tú eres el de los poderes."
"Tenemos que hacer algo," cambió de tema Cody, sabiendo que el tiempo podría estar pasando muy lento o muy rápido en la vida real.
Tina suspiró y arrastró sus manos hacia abajo, luego se quedó mirando hacia el horizonte.
"No hay nada que podamos hacer, Cody."
"Podríamos-"
"Esto no es un juego," lo calló Tina. "Esto es real."
"Yo lo sé, pero-"
"No es alguien cayendo de las escaleras o brincando de un edificio, Cody." Tina volteó a verlo a los ojos por primera vez desde que habían llegado ahí. "Hay alguien disparando en la escuela," dijo como si se estuviese dando cuenta de ello en ese momento.
"Entonces tenemos que encontrar a nuestros amigos, al menos," sugirió Cody después de una pausa. "Están en algún lugar de este edificio. No pudieron haber ido tan lejos."
Tina negó con la cabeza. "Lo más probable es que hayan entrado corriendo a otra clase de arte."
"Emma y Melanie. Pero, ¿Qué hay de Max?" Inmediatamente comenzó a formarse un nudo en su garganta al mencionar su nombre. El simple pensamiento de que Max estuviera sólo en el baño, asustado, aterrorizado, hacía que Cody comenzara a temblar de miedo y nervios.
Tina notó esto y tomó la mano de Cody.
"Cody, lo único que podemos hacer es mantenernos en silencio y estar tranquilos, por el bien de los demás."
"Pero Max-"
"No podemos arriesgar a abrir la puerta," lo interrumpió Tina. "Estarías poniendo en peligro la vida de varias personas por la de una, y ni siquiera eso es seguro."
Fue el turno de Cody de cubrirse el rostro. Estaba desesperado. Asustado. Nervioso.
"Lo siento, Cody. Yo también tengo miedo, pero no hay nada que podamos hacer más que esperar a que todo salga bien."
Sin quitar las manos de su rostro, Cody deseó que se terminara la... lo que fuera que fuera esa conexión.
Al abrir los ojos, la potente y cegadora luz del sol se había transformado en una fría y vacía oscuridad. Inmediatamente soltó la mano de Tina y empezó a concentrarse en otro lugar que él y Max conocían bastante bien: la habitación de Max.
Cerrando los ojos, Cody se imaginó la habitación de Max en su mente. Debía llegar a ella al mismo tiempo que hablaba con Max.
A pesar de su máximo esfuerzo, fue inútil intentarlo. Cada vez que abría los ojos continuaba encontrándose con la oscuridad a la que tanto odiaba. Como no tenía nada mejor qué hacer, continuó un par de veces más sólo para fracasar de nuevo. Tuvo que aceptarlo: no se iba a comunicar con Max.
Cody deseaba poder apagar su cerebro cuando quisiera. Sería mucho más fácil pasar el tiempo así.
Sólo habían pasado diez minutos, pero Cody sentía que había estado ahí por horas. Cada minuto sin saber lo que pasaba afuera era una hora. Cada segundo sin saber Max era una eternidad.
Hubo un punto en todo ese tiempo en el que Cody creyó haber escuchado una sirena, pero no podía estar seguro.
A pesar de los constantes intentos de parte de Tina para tranquilizarlo, Cody no podía sacarse de la mente la imagen de Max en los baños, acurrucado sobre la taza, cerrando los ojos e intentando mantenerse tranquilo.
Intentó pensar en algo diferente, pero lo único que se le venía a la mente era todo momento que había pasado junto a Max.
Pensó en la vez que cayó de las escaleras sobre él.
Luego de la vez que estaba en el hospital hablando de Resident Evil. Ese día Cody había besado a Max en la frente con la excusa de que se sentía culpable por no haberlo salvado, pero ahora que recordaba esos momentos se daba cuenta de que tal vez era algo más que culpa lo que lo llevó a cometer esas acciones. Tal vez su subconsciente sabía algo que él no en ese momento y lo inclinó a hacerlo.
Recordó cuando había ido al hospital después del intento de suicidio. Había hablado con el padre de Max y desde entonces había sospechado que él sabía más de lo que aparentaba. Las veces que había visto a Max triste, especialmente por la enfermedad de su padre, regresaron a su cabeza. Le dolía el alma de pensar que así se vería su padre si algo le llegaba a pasar a Max. Ambos habían estado tan cerca de perderlo una vez, ¿por qué tenía que repetirse?
No quería darse por vencido. El silencio lo ponía intranquilo y la intranquilidad lo haría perder la cabeza si no intentaba hacer algo para saber el más mínimo detalle del paradero de Max.
Cody presentía, no, él sabía que algo se le estaba olvidando. Había una manera más de contactar a Max. Tal vez si intentaba recordar cómo había hablado con Tina aquélla primera vez...
"Deseé poder hablar contigo," o algo así le había dicho Tina cuando Cody le preguntó cómo había terminado en su habitación. Y Cody también había deseado hablar con ella.
"La otra persona tiene que saber de tus poderes, y tiene que querer hablar contigo," le había dicho Poryes, el creador de That's So Raven.
Pero entonces, ¿Qué era lo que estaba fallando, si él quería hablar con Max con toda su alma? ¿Max no quería hablar con él? Imposible.
Luego recordó otra cosa que había dicho Poryes sobre él controlando sus poderes cada vez mejor.
Yo controlo mis poderes, se dijo a sí mismo. Cuando yo quiero ver algo, lo veo. Cuando quiero hablar con alguien, lo hago. Es mi poder y yo pongo los límites.
Cody tomó aire una vez más y cerró los ojos con fuerza.
Y ahora mismo, yo digo que el límite es el cielo.
Abrir los ojos fue como recibir una daga en el pecho. Cuando se imaginaba a Max en el baño, no creyó que fuera a verse tan mal.
Max estaba sudando tanto que las gotas de sudor caían de su rostro a su pantalón cual lluvia en la selva. Temblaba tanto como un terremoto, y sus lágrimas se perdían junto al sudor.
Sin embargo, Cody nunca se había sentido tan aliviado en su vida. Ni siquiera la vez que Max lo había abrazado después de haber estado a punto de saltar del techo de la escuela.
"Estás bien," soltó Cody con alivio.
Al principio, Max se asustó tanto que casi se caía del retrete, pero al abrir los ojos y ver quién era, brincó tan repentinamente a los brazos de Cody que casi lo tumba a él.
"Cody," sollozó Max. "¿Cómo...?"
"No estoy aquí de verdad, Max. Es una visión."
Max examinó a Cody de pies a cabeza rápidamente.
"A mí me parece muy real."
"Así es, pero estoy en el aula de arte. ¿Qué baños son estos?"
Cody esperaba una respuesta inmediata, y aunque sospechaba que eran los baños del edificio de Artes, no podía estar seguro dado a que había entrado a estos no más de un par de veces.
No obstante, Max se mantuvo callado y lo abrazó con todas sus fuerzas. Cody decidió permitirse disfrutar eso por unos segundos. Después de todo, los abrazos de Max siempre lo relajaban.
"Pensé que no te volvería a ver," le susurró Max a Cody al oído.
"Yo también pensé eso, pero estoy aquí."
"No quiero perderte."
"No lo harás, Max," Cody le aseguró mientras acariciaba su cabello.
Se mantuvieron así por un par de segundos más antes de separarse (no sin un beso antes, claro), luego Max se sentó en el retrete de nuevo y suspiró.
"¿Y ahora qué? ¿Puedes hacer esto hasta que todo termine?"
"No lo sé, Max. Lo más que ha durado algo así en el pasado es cinco minutos, más o menos. No tengo idea de si existen límites de tiempo para mis poderes."
Y la verdad era que Cody empezaba a sentir una leve molestia dentro de su cabeza, como cuando sientes que te va a dar migraña y sólo tienes una pequeña molestia en alguna parte de tu cerebro.
"No quiero quedarme aquí," sollozó Max.
Le rompía el corazón a Cody ver lo mucho que Max estaba asustado. Incluso estando ahí con él, Cody sentía ganas de gritar y salir corriendo, buscando a algún policía que los pudiera ayudar. ¿Dónde estaban los guardias de seguridad de la escuela? ¿Cuánto tiempo más tendrían que estar ahí atrapados?
"Vamos a salir de esto, Max."
Max volvió a levantarse para abrazar a Cody. Antes de esto, Cody alcanzó a ver un par de lágrimas asomarse, a punto de salir de los ojos de Max.
"Cody," lo llamó Max, su voz comenzaba a sonar quebrada mientras sostenía sus manos y se separaba para verlo a los ojos. "Eres lo mejor que me ha pasado en mucho, mucho tiempo."
"Max..."
"Sólo quería decírtelo porque-"
"Max, para." Cody puso su dedo índice en los labios de Max. "Todos vamos a estar bien. Te lo prometo."
Lagrimas salían de los ojos de ambos a este punto.
"No quiero que todo termine así, Cody. Pero-"
"Pero nada, porque no lo hará," le aseguró Cody. Con otro beso en los labios intentó tranquilizar a Max, pero sintió un dolor en la cabeza tan repentino que lo hizo retirarse y llevar una mano hacia ella.
"¿Estás bien?" le preguntó Max, pero su voz sonó distante y distorsionada, más o menos como las voces que sonaban en el fondo cuando tenía una visión.
"Sí, me duele la cabeza," respondió Cody.
"Seguro que..."
Cody pronto dejó de escuchar su voz, y en cuanto se dio cuenta de lo que pasaba, la imagen de Max también empezó a desvanecerse frente a él.
"¡Volveré!" le gritó Cody al Max que ahora estaba intentando tomarlo de los brazos. "¡Volveré pronto!" pero sus gritos sólo intensificaron el dolor en su cabeza, acelerando el proceso en que volvía a la cruel realidad de las cosas.
"¡Shhh!"
"¡Cody, cállate de una vez!" la voz de Tina sonó demasiado real a comparación de la de Max en los últimos segundos de la visión.
"¿Qué?" preguntó Cody en voz baja.
"Estabas haciendo ruidos raros, ya cállate," respondió Brandon.
A pesar de que no sabía cuánto tiempo había estado en la visión, los rostros de ambos Brandon y Tina estaban bastante tranquilos, como si ya se hubieran acostumbrado después de horas de estar ahí. Tal vez era sólo su imaginación.
Sin embargo, había algo que Cody no entendía: ¿Cómo era que podía ver sus rostros en primer lugar?
Volteó hacia atrás y pudo ver una débil luz que provenía de una linterna de aceite que cargaba el maestro de arte mientras parecía estar buscando algo en la pequeña oficina que había en la habitación.
"¿Qué hace él?" preguntó Cody.
Antes de que alguien pudiera contestarle, el maestro, cuyo nombre le era desconocido a Cody, tomó algo de uno de los cajones y salió apresuradamente de la oficina. Con la luz iluminando una buena parte del aula, Cody pudo ver que en total había cerca de diez alumnos ahí dentro, contándolo a él y a sus amigos. Pudo ver el preocupado rostro de George en la lejanía junto al de una chica, quien parecía estarse recargando en su hombro.
"Niños, tengo las llaves, vamos," los apresuró a todos el maestro mientras caminaba con cuidado hacia la puerta trasera del aula. Al llegar, insertó la llave en la cerradura y la giró, abriendo la puerta que daba a la habitación donde guardaban los materiales de arte.
"Entren todos en silencio, traigan sus cosas," les ordenó.
Cody le dirigió una mirada rápida a Tina, quien no dijo nada y se levantó sin más.
En poco tiempo, todos se encontraban en la segunda habitación, donde el maestro les aseguró que sería más difícil ser encontrados por casualidad.
Ya no había más luz en la habitación, así que Cody no podía ver a ninguno de sus amigos, pero sabía que estaban junto a él. Incluso George y la otra chica, quien parecía estar relacionada a él, se habían ido a sentar en el mismo rincón que Cody, Tina y Brandon.
En cuanto todos guardaron silencio, Cody se dio cuenta de que le seguía doliendo la cabeza demasiado. Sentía una inmensa migraña del lado izquierdo, estaba fatigado y de vez en cuando sentía ganas de vomitar. Definitivamente era peor que un simple mareo, que era a lo que él estaba acostumbrado.
No obstante, llamó la atención de Tina poniendo su mano derecha en su pierna izquierda, luego se acercó a ella lo más que pudo, calculando la distancia entre ellos con su mente, y le susurró al oído con la voz más baja que pudo, no por miedo a que los encontraran, sino porque nadie más podía escucharlo hablando de ello.
"Hablé con Max por telepatía," le dijo primero. "Creo que está en los baños de aquí."
Incluso cubriendo su boca cerca del oído de Tina, esperaba que nadie pudiera escuchar sus susurros. Después de todo, el túnel que formaban sus manos junto al oído de Tina no era exactamente a prueba de sonido.
Sintió que Tina se movía hacia él y hacía lo mismo para hablarle.
"¿Cómo está?" dijo ella con una voz tan baja que Cody esperaba haber escuchado bien.
"Aterrorizado," le respondió. "Está escondido en una de las butacas."
"Estará bien," fue lo último que le dijo Tina antes de devolverse a la misma posición en la que había estado al principio. Cody la imito dado a que no sabía qué más decir.
El tiempo pasaba tan lento que bien podría estar congelado. Lo único que le aseguraba a Cody que las personas seguían ahí eran los pequeños sonidos como la toz de un chico o el murmuro de otro a lo lejos. ¿Cuánto tiempo había pasado desde que habló con Max? ¿Diez minutos? ¿Una hora? ¿Dos? ¿Cuánto desde que había comenzado todo eso? Siempre había sido pésimo contando el tiempo. El aburrimiento, el dolor de cabeza y el silencio sólo empeoraban las cosas.
No fue hasta que algo extraño pasó que Cody volvió a ponerse igual de nervioso que al principio de todo.
"¿Qué fue eso?" escuchó Cody a Brandon preguntar.
"¿Qué cosa?" respondió George.
"Shhh," dijo alguien más del otro lado de la habitación.
"Escuchen bien," les ordenó Brandon.
Todos se quedaron callados y agudizaron los oídos intentando descubrir de qué hablaba Brandon.
"Yo no escucho nada," dijo George después de unos segundos.
"Intenta de nuevo... ¡ahí está!"
"¡Shh!"
"Niños, guarden silencio, por favor," dijo el maestro.
Sin embargo, Cody comenzó a escuchar lo mismo que Brandon.
Al principio pareció ser un pequeño traqueteo perdido en la distancia y ahogado por las múltiples paredes que lo separaban del rango auditivo de los demás. Pero después comenzó a incrementar en volumen y se volvió una serie de tres golpes consecutivos con una pequeña pausa entre cada una.
"Alguien está tocando," susurró Cody, por si no fue obvio para los demás. Su corazón comenzó a latir con tanta rapidez que Cody juraría haberlo escuchado cuando todos se callaban.
Durante una balacera escolar, alguien tocando podría significar sólo dos cosas: el atacante estaba intentando entrar o alguien estaba buscando refugio.
Sonaba mal, sí, sonaba pésimo, pero era crucial que ninguno quisiera hacerse el héroe e intentara salvar a alguien, suponiendo que se tratara de algún inocente intentando encontrar un lugar dónde esconderse. Inquietaba a Cody pensar que había alguien ahí afuera a punto de desmayarse de miedo que simplemente quería que alguien le abriera la puerta para ayudarlo. Pero lo inquietaba aún más que hubiera alguien con un arma buscando víctimas en las aulas, así que era de suma importancia mantenerse callados y ocultos de ambas maneras.
"Hay un grito," susurró Brandon. Al parecer, él escuchaba todo antes que los demás.
"Yo también lo escucho," confirmó Tina.
Volvieron a intentar escuchar y pronto encontraron lo que sonaba como una mujer llorando a lo lejos. Poco a poco iba aumentando en volumen el sonido, al igual que los tres golpes que daban en las puertas.
Siguieron escuchando sin hablar por unos momentos más. De no ser porque la voz sonaba femenina, Cody habría estado preocupado de que se tratara de Max.
Lo único en lo que podía pensar era en que aquélla mujer estaba atrayendo atención hacia ella al estar gritando por todo el lugar.
"¡Ayuda!" parecía gritar cada vez más fuerte. Si seguía así, podrían oírla y, de no ser la persona correcta quien la escuche, podría causarle problemas a todos los que estuvieran escondidos en el edificio de Artes. Eso, por supuesto, incluía a Max.
"¡Ayuda!" exclamaba aquélla persona sin cuidado, sus gritos y golpes cada vez más cerca cada vez.
"No puedo creerlo," murmuró Tina al taparse los oídos con las palmas de sus manos y cerrar sus ojos.
A lo lejos de la habitación, Cody escuchó personas hablando, tal vez discutiendo, y le pareció que ellos sí estaban siendo muy ruidosos.
"¿Qué está pasando?" preguntó Brandon en una suave voz.
"Shhh," esta vez fue George quien los calló, sin embargo, no le hicieron caso.
Aunque Cody no conocía las voces completamente bien, le pareció escuchar la del maestro y algún otro alumno en específico sobre todas las demás. Cansado de no saber qué decían, Cody se arrastró hacia ellos para tener una más clara idea de lo que estaban susurrando a gritos.
"No puedes ir," escuchó a alguien susurrar cuando se acercó a ellos. "No puedes."
"Tengo que ir," respondió otra voz, la de un chico, la cual sonaba un poco desesperada pero bajo control.
"No puedes hacerlo," le repitieron.
"¡Está ahí afuera, sola!" exclamó el mismo chico, su voz no le sonaba conocida a Cody.
"¡No vamos a abrir la puerta!"
Por un momento, pareció que el chico se había dado por vencido. No dijo más, hubo un silencio incómodo al principio, pero se extendió hasta ser el típico silencio al que ya se habían acostumbrado. Eso, claro, hasta que se escuchó un fuerte golpe a unos metros delante de Cody, seguido de un gemido y los sonidos que parecían provenir de una aparente riña.
"¿Qué está pasando?" preguntó alguien.
"No lo sé."
"¿Qué fue eso?"
"¡Shhh!"
"El grito se escucha cerca," mencionó alguien más. Y era cierto, a pesar de que la riña seguía haciendo demasiado ruido para el gusto de Cody, el grito de auxilio de la chica comenzaba a escucharse más cerca cada segundo.
"¡Ayuda!" escuchó Cody entre los murmuros y las personas peleando. "¡Alguien ayúdeme!"
POW se escuchó un fuerte golpe del otro lado del aula, y pronto se escuchó el sonido de unas llaves abriendo una puerta. Sólo entonces Cody entendió lo que estaba pasando, y al parecer sus amigos pensaron en lo mismo, porque tanto Brandon como Tina exclamaron en voz baja un "¡no!"
No supo si los demás intentaron hacer algo, pero Cody ya estaba un paso adelante si es que alguno quiso ir a por la persona que había salido.
Cody se levantó de un salto y sin pensarlo dos veces corrió a toda velocidad hacia la apenas visible puerta. Al llegar, sólo tuvo que seguir el sonido de los pasos que ya casi se encontraban al otro lado del aula principal.
Sonido de llaves una vez más. Cody se preguntaba cómo sabía esa persona qué llave utilizar, pero no le dio importancia, ya que llegó hasta donde estaba la silueta de un chico y lo tacleó con todas sus fuerzas hacia un lado, lejos de la puerta.
"¡QUÍTATE!" fue la reacción que obtuvo al caer encima del chico. Su voz lo hacía parecer un luchador de gran tamaño en la mente de Cody, pero era apenas un poco más grande que él.
Cody puso su mano en la boca del chico y lo empujó contra el suelo.
"¡Alguien que me ayude, por favor!" gritaba aquélla chica desesperada mientras tocaba lo que parecía ser la puerta del aula de al lado.
Una luz iluminó el sumamente molesto rostro del chico que yacía debajo de Cody. Conocía a ese chico de la escuela, mas no tenían ninguna clase juntos, ya que era de otro grupo.
Era Brandon el dueño de aquélla luz, quien usaba el brillo de la pantalla de su teléfono para iluminar lo más poco posible.
Detrás de él venía el maestro de arte, sangre saliendo de su nariz poco a poco, y le ayudó a Cody a sostener al chico contra el suelo.
"Cállate," le ordenó, ya que el chico no dejaba de retorcerse y gemir fuertemente para que lo soltaran.
"¡Ayuda!" ahora fue el turno de la puerta que tenían justo en frente. "¿Hay alguien ahí? ¡Ayuda!"
El maestro sostuvo su dedo contra su boca para indicarle a todos que se mantuvieran callados. No obstante, el chico en el suelo no estaba ni cerca de darse por vencido, ya que gritó tan fuerte como pudo con la boca cerrada, que aunque no fue mucho, fue suficiente para llamar la atención de la chica de afuera.
"¡AYUDENME POR FAVOR!" exclamó ella, una nueva energía instalada en su voz. Era obvio que los había descubierto.
¡Tas, tas, tas! golpes en la puerta, tan fuertes que parecía querer tumbarla.
Más quejidos de parte del chico en el suelo y miradas preocupadas de los otros dos al maestro.
"¿Qué hacemos?" preguntó Brandon en voz baja.
"Nada," respondió Cody de inmediato.
"No se va a callar ahora," agregó Brandon. "Sólo nos está poniendo en más peligro."
"No podemos dejarla entrar," le contestó Cody. "No sabemos quién es."
"¡AUXILIO!" ¡Toc, toc, toc!
"¡MMMMM!"
"Tiene razón," concordó el maestro. "Hasta donde sabemos, ella puede ser la que esté disparando."
"¿Y si no lo es?" preguntó Brandon.
"¡Mmm-mmm!" negó el chico en el suelo.
"¡Calla, Peter!" le gritó en voz baja el maestro.
Cody odiaba que estuvieran hablando tanto, pero por el otro lado, la chica estaba gritando tanto que parecía imposible que los escuchara si se pusieran a cantar ópera.
Después de un milisegundo de pensarla, Cody tuvo la única idea donde seguirían teniendo una oportunidad de seguir con vida sin arriesgarse demasiado.
"Dejemos que él abra mientras nosotros nos encerramos atrás," sugirió.
"Buena idea," concordó Brandon.
El maestro miró a Peter a los ojos y después de dos segundos asintió bastante molesto.
"Cálmala," le ordenó. "Cierras la puerta trasera, abres esta y escondes las llaves antes de que ella entre. Si resulta ser la atacante, nosotros nunca estuvimos aquí."
Peter asintió rápidamente, dándole a Cody la libertad de dejarlo ir.
"¡AUXILIO!" seguía gritando la chica. "¡Por favor déjenme entrar! ¡Tengo miedo!"
Mientras Peter se levantaba, Cody le entregó las llaves de nuevo y tomó a Brandon por el brazo para ir lo más rápido posible a la habitación de atrás.
Pasaron por la puerta y se apresuraron en irse al rincón donde habían estado antes. Escucharon al maestro decirle a Peter que no olvidara cerrar la puerta después de asegurarse de que ella fuera inofensiva.
Poco después se cerró la puerta, luego cesaron los gritos y Cody se imaginó que Peter estaría abriendo la puerta.
Qué afortunada, pensó Cody. Ella sería salvada después de todo, si resultaba no ser la que disparaba. Mientras tanto, otros como Max estarían atrapados fuera en lugares más vulnerables.
¡JODER!
¡¿Cómo mierda se había olvidado de Max?! Bueno, en sí no lo había olvidado, simplemente nunca recordó que Max también está ahí afuera en un lugar donde hay cero protección contra atacantes y solo. ¿Por qué rayos no se le ocurrió que Max también podría haber entrado al aula?
Aunque, viéndolo desde otro punto de vista, no sabían si la chica estaba armada o no, así que pudo haberlo puesto en riesgo al decirle que fuera hacia ellos. Igual, ni siquiera estaba seguro de poder hablar con Max de nuevo en primer lugar. Pudo haberlo intentado, pero en ese momento había estado demasiado ocupado sujetando a Peter contra el suelo como para usar la telepatía una vez más.
Ya era demasiado tarde de todas formas. Ambos chicos abrieron la puerta y entraron para estar con los demás. Le entregaron las llaves al maestro y se sentaron en silencio juntos en alguna otra parte de la habitación. Lo último que Cody escuchó de ellos fue al chico llamarla "Cat".
¿Qué tienes de especial tú, Cat? se preguntaba Cody. ¿Qué?
Durante los siguientes minutos, todo estuvo muy tranquilo. No hubo más personas hablando, ni riñas, ni golpes o traqueteos de llaves, ni niñas gritando por sus vidas. Sólo quedaba el constante pitido que indicaba la ausencia de sonido alguno, y el repentino movimiento de alguno de los presentes.
Cansado de esperar, Cody tuvo que hacer algo o se volvería loco.
"Necesito traer a Max," le susurró al oído a Brandon, quien ahora estaba junto a él. "Sigue en los baños, lo sé, y está solo."
Brandon tardó un poco en contestar, tal vez porque no era fácil decirle a tu mejor amigo algo así.
"No puedes ir, Cody. Es demasiado arriesgado."
Tomaré el riesgo," respondió Cody.
"Para todos nosotros," agregó Brandon. "No puedes hacernos esto."
"¿Cómo es que ella si entra?"
"Shhh."
"Fue un error. No teníamos opción. Contigo sí la tenemos, y estamos tomando la que creemos que es mejor para todos."
Cody puso sus manos en su rostro y suspiró. Esa situación estaba matándolo poco a poco. Pensar que esa mañana pudo haber sido la última vez que vio a sus padres, que la noche anterior había sido su última cena familiar, que su mamá probablemente había oído de la situación para ese momento y se estaría preguntando dónde estaba. Era como si una sierra eléctrica lo estuviese cortando en cachitos cada segundo que pasaba, y la única manera salir de ahí era si dejaba que lo cortara completamente o si ponía su fe en la autoridad.
Cody sintió que algo se posó en su espalda. Supo que era el brazo de Brandon, y casi llora al darse cuenta de que Brandon estaba temblando. Toda esa mierda estaba destruyéndolos a todos, no sólo a él. Brandon probablemente estaba pensando en su mamá y cómo nunca la volvería a ver. No podía imaginarse el miedo de dejar a su madre sola en el mundo. Sería devastador en verdad.
Luego Cody recordó que lo mismo iba a suceder cuando Max intentó suicidarse. Cristian debió haberse sentido tan vacío al pensar que pudo haber perdido a su hijo sin siquiera saber de ello.
Todo ese miedo lo estaban sintiendo los tantos padres de cada uno de los estudiantes que estaban dentro de la escuela en ese momento. El no saber si tu hijo sigue con vida, el no poder hacer nada para ayudarlos, el no poder tranquilizarlos y decirles que todo estaría bien como cuando eran niños pequeños. Tanta desesperación causada por un maldito que había decidido disparar en la escuela por sabrá Ares qué razón.
Cody simplemente no podía dejar que uno de sus amigos muriera. Tenía que asegurarse de que estuvieran pronto con sus respectivas familias. ¿Cómo? No tenía ni la más remota idea, pero no importaba porque estaría dispuesto a dar su vida por cualquiera de ellos. Sólo en la intensidad del asunto es que se dio cuenta de ello.
Así que tenía que hacer algo para asegurarse de que todos estuvieran bien, incluyendo a Max.
La cabeza de Cody había dejado de doler demasiado gracias a la adrenalina del asunto de la chica gritona, así que era tiempo de que volviera a intentar comunicarse con Max.
"¿Max?" preguntó Cody en su mente. "¿Max?" se imaginó el baño de la escuela en el que había estado antes.
"¡¿Cody?!" escuchó la voz de Max decir. Al abrir los ojos, el chico de los ojos de miel ya lo estaba abrazando. "¿Dónde estabas?" preguntó él, su voz quebrada.
"Ayudando a mantenernos con vida," respondió Cody sonriendo.
Max se retiró y Cody pudo ver que tenía los ojos rojos. "¿Por qué tardaste tanto?" le preguntó con esa tierna voz de 'te extrañé'.
"Dolor de cabeza," dijo Cody como si eso explicara todo. "Resulta que cuando hago esto me da migraña y tengo que descansar antes de volver a hacerlo."
"Qué extraño," murmuró Max, "a mí me pasó lo mismo. Comencé a sentirme cansado y mareado por un par de minutos."
Cody asintió, "me advirtieron que sería así, sólo que no recordaba. Pero el punto es que ya estoy aquí, junto a ti."
"¿Aunque sólo sea por unos minutos?"
"Aunque sólo sea por unos minutos. Pero yo siempre estoy contigo, Max. No importa si estamos a un pasillo de distancia o al otro lado del mundo."
Max sonrió y tomó la mano de Cody. "Eres demasiado cursi de vez en cuando, ¿sabes?"
"Lo sé," lo imitó Cody. "Pero todo sea por ti."
"Ahí está de nuevo," rio Max mientras tomaba la otra mano y se acercaba para posar sus labios en los de Cody.
Ya comenzaba a sentir una ligera molestia en la parte trasera de su cabeza, pero Cody lo reprimió y decidió que haría lo posible por mantenerse con él lo más que su cuerpo le permitiera. Después de todo, las visiones habían comenzado siendo rebeldes y Cody no había tenido control sobre ellas hasta después de practicar y practicar. ¿No sería lo mismo con aquélla clase de telepatía?
Los labios de Max se sentían tan suaves como siempre. Tanto que hacían que Cody se olvidara de todo el resto del mundo. ¿Qué estaba haciendo ahí? No tenía idea, y no importaba mientras estuviera con Max.
Excepto que él no estaba con Max. Sólo era una visión donde los dos podían hablar, y poco a poco comenzaba a debilitarse. Era como si los nervios del cuerpo de Cody se desconectaran por un segundo, haciéndolo perder la sensación de alegría que sentía por cierto tiempo.
Luego vino lo peor.
Cody sintió como si una bomba nuclear explotara en su cabeza. Se sobresaltó tanto que casi cae al suelo junto a Max. Aunque Max ya no era Max. El Max que había estado besándolo empezaba a desvanecerse poco a poco junto con el resto del escenario en la mente de Cody.
El verdadero Max, o el Max físico, abrió los ojos de par en par al escuchar el sonido proveniente de la entrada de los baños. Cody pudo ver cómo Max buscaba frenéticamente a su alrededor en busca suya, pero no lo encontró.
Lo último que Cody alcanzó a ver fue a Max perder todo color al paralizarse de miedo. Lo último que escuchó fue un fuerte jadeo, como si alguien que acabara de terminar un maratón en primer lugar hubiese entrado a los baños.
BANG.
Luego todo se volvió negro alrededor de Cody.
"¿Cody? Ya está despertando." Conocía esa voz. "Cody, ¿me escuchas?"
"¿Segura que ya está despertando?"
"Mira sus ojos, los está abriendo."
La luz cegadora iluminaba tan fuerte que Cody deseaba poder volver a la oscuridad total de inmediato. Su dolor de cabeza no se había ido, pero ya no lo molestaba tanto como para impedirle levantarse de donde se encontraba acostado.
"Tranquilo, Cody, te puedes lastimar." Era la voz de su madre.
"¿Mamá?"
"Aquí estoy," le respondió ella, volviéndolo a acostar en lo que Cody creyó era una clase de sábana en el suelo.
Una persona más surgió de la nada. "¿Ya volvió? ¿Se encuentra bien?"
"Sí, doctor. Ya está despertando."
"Bien, que no se levante tan pronto o podría desmayarse de nuevo. Y que alguien le traiga algo de comer y beber de la cafetería."
La voz del padre de Cody sonó en la lejanía. "Yo voy por las cosas."
"Papá," lo llamó Cody. "Deja que vaya mamá."
Hubo un silencio por unos segundos, pero cuando Cody se lo pidió por favor, su madre no pudo negarse y se retiró diciendo que volvería rápidamente.
El padre de Cody se acercó a él y tomó su mano. Para Cody, eso fue como recibir una ola de felicidad y tranquilidad. La pesadilla había terminado por fin, y él seguía vivo. Pero... ¿quién más?
¿Cuántos de sus amigos habían sobrevivido? ¿Qué había sucedido? La cabeza de Cody quería explotar de tanta información que debía procesar en tan poco tiempo.
"¿Max?" se limitó a preguntarle a su padre.
Con la mirada, su papá apuntó hacia enfrente de él, donde Cody pudo ver a un muy alegre Max abrazando a su padre, ambos a punto de llorar un río de lágrimas. De nuevo, un gran alivio pasó por su cuerpo, como si alguien hubiera desecho un nudo en su pecho.
"¿Tina, Brandon, George?" preguntó ahora.
"Todos están bien, Cody," le respondió su padre. "Sólo hubo un herido que ahora debe estar en el hospital."
Dicho eso, Cody apretó la mano de su padre.
"Te quiero," le susurró Cody a su padre. Habría dicho lo mismo de su madre, pero no estaba seguro de que ella se lo mereciera. Ahora más que nunca estaba seguro de que lo que sentía por Max era real, y si algún día su madre intentaba decirle que ese sentimiento era malo o irreal, Cody estaba dispuesto a dejarla ir. ¿A su padre? Cody amaba a su padre. Él siempre había estado ahí para él, hasta en los más ridículos problemas. Él no juzgaba a los demás antes de conocerlos. Él era una buena persona.
"Yo también, Cody," escuchó a su padre decir. Cody se sintió como un niño pequeño en los brazos de su padre, sonriente y llorando de alegría. Después del infierno que acababan de pasar, nada más podía sentirse tanto como el cielo.
***
Hola!
Perdón por tardarme un poco más de lo que dije, pero el punto es que quise hacer este capítulo un poco más largo. Espero que les haya gustado el "suspenso" que le quise poner.
Nunca olviden que cada día puede ser su último día, y que por eso hay que vivirlos bien. Los quiero a cada uno de ustedes, así que cuídense bastante:)
No olviden, un voto equivale a un beso y un comentario equivale a un abrazo, así que bechos, bachos y apapachos y nos leemos luego:3
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