3. Quiero saber.
Logré poner mis brazos a su alrededor de manera protectora antes de que tocáramos el suelo y comenzáramos a dar vueltas como locos, pero eso no evitó que sintiera unos buenos golpes en varias partes de mi cuerpo. Claro, en ese momento lo menos que me importaba eran los golpes que recibiera. Necesitaba lograr que nos detuviéramos antes de que nos golpeáramos con algo en algún lugar vital. Como las partes íntimas, por ejemplo.
Con una mano logré tomar uno de los asientos de metal para frenar nuestra caída, haciéndonos cambiar un poco la dirección de caída hacia los mismos asientos. Al final sentí un fuerte golpe en la espalda que me hizo gemir de dolor, pero nuestro viaje se detuvo y el mundo dejó de girar ante nuestros ojos.
Comencé a escuchar voces acercarse a nosotros mientras intentaba incorporarme.
"¡CODY!" gritó Emma ya a unos pocos escalones de distancia. "¡CODY!"
"¡ALICE!" escuché gritar a otra voz vagamente conocida. "¡ALICE! ¡¿Estás bien?!"
Alice se levantó más rápido de lo que yo pude y con la ayuda de otro chico que se había acercado a ayudar se sentó en uno de los asientos metálicos. "No me toques," dijo esta al chico con el que había estado cuando intentó ayudarla.
"¿Estás bien, Cody?" Emma me ayudó a levantarme, lo que fue bastante doloroso, y a sentarme en el asiento inferior al de Alice. "¿Te golpeaste?"
Llevé una mano a mi espalda, donde había sentido el peor de los golpes. "Mi espalda..."
"¡¿Qué pasa aquí?! ¡¿Están bien?!" el profesor subió dos por dos los escalones y estaba junto a nosotros en cuestión de segundos. Pude notar que otros alumnos ya se habían acercado a nosotros para ver cuál era el chisme.
"Nos caímos," se limitó a decir Alice. Le agradecí internamente, ya que el intenso dolor en mi espalda no me había dejado hablar.
Después de un par de preguntas a las que solo pude contestar con asentimientos de cabeza y leves 'Mhm,' el profesor les pidió a los alumnos que nos ayudaran a llevarnos a la enfermería. Brandon y Emma se ofrecieron para llevarme a mí, y otros dos chicos que no conocía ayudaron a Alice.
Una vez que íbamos caminando lentamente hacia las instalaciones del colegio, Emma comenzó a hacer todas las preguntas que tenía en su cabeza.
"¿Piensas decirme qué pasó?" a mi lado izquierdo, Emma me miraba exigiendo una explicación de lo que acababa de pasar.
"Pues nos caíamos," fue todo lo que pude responder por culpa del dolor en mi espalda.
"Ja ja," dijo con sarcasmo, Brandon y yo esbozamos una sonrisa. "Hablo enserio, ¿Me explicas cómo fue que supiste lo que iba a pasar?"
"No sabía que iba a pasar," le dije y puse la mejor cara de confusión que logré formular.
Me miró con los ojos entrecerrados, obviamente no convencida de mi mentira, pero no preguntó más sobre el tema.
"¿Te duele mucho?" preguntó Brandon desde mi derecha. Aunque su cabello tapaba la mitad de su ojo, podía ver con claridad que llevaba bolsas debajo de ambos. Parecía que se había desvelado.
"Sí, me golpeé la espalda con uno de los escalones," contesté.
Brandon solo hizo una mueca y entramos a la enfermería después de Alice y sus dos acompañantes.
"¿Ahora qué pasó con ustedes?" preguntó Ms. Skipper poniendo sus manos en su cadera y ladeando la cabeza.
"Se cayeron por las gradas," respondió uno de los chicos que había ayudado a Alice.
La enfermera dio un gran suspiro y negó con la cabeza. "Déjenlos en las camillas."
Emma y Brandon me pusieron en una de las camillas, mientras los otros dos chicos ponían a Alice en la de al lado. Después de eso Ms. Skipper les dijo a los demás que salieran y fueran a clase, a lo cual obedecieron.
"¿Cuántos días más piensas venir aquí?" me dijo ella mientras iba con Alice y le hacía un par de preguntas.
"Créame, es lo que me pregunto desde ayer..." dije en voz baja y me recosté en la camilla, lo que no fue una buena idea porque solo intensificó el dolor en mi espalda. Volví a sentarme y me quedé viendo el reloj de la enfermería hacer tic-tac una y otra vez hasta que Ms. Skipper llegó conmigo y empezaron las preguntas.
Le expliqué todo lo que había pasado, aunque obviamente me guardé lo de saber que iba a caer antes de que pasara. Al final me examinó varias partes del cuerpo y me dijo que había tenido suerte de no haberme roto ningún hueso.
"Solamente fueron golpes y rasguños," dijo ella mientras ponía su mano en mi espalda y yo gemía de dolor. "Nada muy grave, más sin embargo creo que deberías de cuidarte por una semana. Eso incluye nada de esfuerzos físicos, por lo tanto nada de educación física."
Sonreí sin poder evitarlo, no tanto por el hecho de no tener que participar en física, sino más porque ella creía que me alegraba el no tener que hacerlo.
Nos dijo a ambos que podríamos quedarnos ahí hasta la próxima hora, para lo cual faltaban más o menos quince minutos, y eso fue lo que hicimos.
Después de un largo silencio que solo se interrumpía por gemidos míos cuando movía la bolsa de hielo de la herida en mi espalda, Alice me sorprendió diciendo mi nombre.
"Cody," la escuché decir en voz baja. Volteé sorprendido y por unos segundos no dije nada.
"¿Sí?"
"¿Te llamas Cody?" preguntó frunciendo el ceño.
"Sí," repetí. "¿Cómo lo sabes?"
"Escuché a tus amigos llamarte así," explicó. Asentí y cambié un poco mi posición para quedar frente a frente con ella.
"Y tú eres Alice, ¿Cierto?"
"Sí, ¿Cómo lo sabes?" preguntó sonriendo.
Si te lo digo, no me vas a creer.
"También he escuchado a otros llamarte así. Ms. Skipper, por ejemplo." La verdad era que recordaba su nombre por la visión que había tenido de ella con el otro chico. Pero no iba a decirle eso...
"Oh, pues supongo que es un gusto, Cody," sonrió un poco y se bajó de su camilla para ir a la mía y sentarse junto a mí. Por la manera en la que caminaba, deduje que algo le había pasado a su pie. Probablemente se lo había torcido...
"Igualmente, Alice," le respondí imitando su sonrisa.
"Y supongo que gracias, también, por salvarme."
"No hay de qué," respondí sonriendo y volví a gemir por mover la bolsa con hielos.
"Creo que al final te llevaste el peor golpe," rio Alice observando mi expresión de dolor.
"Si tuviera un centavo por cada vez que me dicen eso..." bromeé haciéndola reír.
"¿Qué quieres decir?"
"Ayer estuve aquí también, ¿Recuerdas?"
"¡Oh, cierto! Eras al que le llueven encima las personas," dijo y se soltó riendo mientras tapaba su boca con una mano. No entendía por qué, pero el gesto me parecía lindo.
"Es una manera rara de ponerlo, pero sí, ese soy yo," respondí. "Ahora también soy suavizante de caídas."
Eso la hizo reír más y se tapó la boca con ambas manos mientras se soltaba riendo. No pude aguantar las ganas y también me reí lo más que mi espalda me permitió. Después de unos minutos, ya nos habíamos calmado y Alice se había ido de nuevo a su camilla. Sonó la campana y Ms. Skipper nos dejó ir.
"Son libres ahora," dijo agitando su mano sin quitar los ojos de la pantalla de su computador. "¡Sean libres y tengan cuidado al bajar escaleras!"
"Gracias," respondimos ambos y salimos de la enfermería. El dolor aún era fuerte, pero el hielo ya me había quitado bastante del sufrimiento de encima.
Antes de que pudiera despedirme de Alice, ella se acercó a mí y me dio un beso en la mejilla. "Gracias por salvarme," me susurró antes de separarse por completo de mí. Por alguna razón eso hizo que sintiera el calor acumularse en mí. "Algún día tienes que dejarme recompensarte." Y dicho eso se fue por el pasillo, dejándome un poco confundido y probablemente rojo mientras llegaban alumnos por doquier.
*
En la clase de química me encontré con mis amigos y, sin prestarle atención a sus confundidos rostros, me senté en la mesa que nos correspondía a Emma, Tina, Brandon y a mí.
Los tres se miraron entre sí y después a mí.
"¿No piensas decir nada?" me dijo Tina sentada frente a mí.
"¿Cómo está tu espalda?" Brandon dijo a mi izquierda antes de que pudiera responder.
"¿Ya estás mejor?" dijo Emma frente a Brandon, de nuevo evitando que le respondiera a los otros dos.
"¡Di algo!" exclamó Tina.
"¡Estoy bien! ¡Diablos!" grité un poco exagerado, logrando llamar la atención de los que habían llegado a la clase. "No me pasa nada," dije un poco alto para que todos escucharan.
"¡Está bien! Ash..." dijo Emma y sacó su espejo para ver su rostro en él. "Amargado..."
"¡Es que no me dejan ni responder!" me excusé y negué con la cabeza.
"Entonces estás bien..." continuó Tina, obviamente pidiendo más detalles, pero antes de que pudiera contestarle llegó alguien y puso su mano en mi hombro. Cuando volteé me encontré con el rostro de Max frente a mí.
"¡Oye! Escuché lo que pasó en física, ¿Estás bien?" preguntó sonriendo y se apoyó en la mesa sin quitar la mirada de mí.
"Emm... sí, solo fue un golpe y ya," respondí sin saber qué más decir.
"Qué bueno, entonces que te mejores, ¡hablamos luego!" y se fue de nuevo a su mesa.
Cuando volteé de nuevo a mis amigos, Emma se encontraba retocando su rubor, Brandon sacaba su cuaderno de química y Tina me veía con el ceño fruncido.
"¿Qué pasa?" le pregunté. "Estoy bien, ya lo dije."
"Nada," respondió ésta y comenzó a sacar sus cosas de su mochila.
El maestro de química decidió que haríamos un experimento para 'comenzar el año con el pie izquierdo,' así que nos puso en pares y a cada par nos dio un par de hojas con instrucciones. Luego repartió a cada par un plato pequeño con algo que parecía entre una bola de pelos recién salida de la boca de un gato, y la cara de la maestra de español...
"¿Qué se supone que hagamos con esto?" preguntó Tina, mi compañera para el proyecto.
"Lo van a disecar," respondió el maestro con toda la calma del mundo.
"¿Pero qué es?" preguntó otro chico de la clase con una expresión de asco en su rostro.
"¡Eso es exactamente lo que quiero que ustedes me digan! Si logran juntar las partes de manera correcta y decirme qué es, tienen cinco puntos extras en el siguiente examen... ¡Comiencen!"
Tina me miró con la misma expresión que aquél chico. No parecía disfrutar el tener una bola de pelos apestosa frente a ella.
Por otra parte, a mí no me importaría disecar el vómito de gato que tenía frente a mí, pero el dolor en mi espalda no lo hacía nada fácil.
Y por su propio lado, Emma se quejaba de que podía manchar su ropa, aunque todos llevábamos manteles sobre nuestra ropa para evitar exactamente eso.
"No pienso hacer esto, así que diviértete," me dijo Tina.
"¿Y por qué no? No es como si estuviera vivo."
"¡Simplemente me da asco!" exclamó. "En parte, es por esto que soy vegetariana."
"No seas niña y empieza a leer la hoja," le espeté y le pasé las hojas para que comenzara a leer.
"Paso uno," comenzó, "tome el bisturí y con él quite la capa de pelo que hay sobre el objeto," leyó sin mucha gracia.
"Pásame el bisturí," le dije y ella lo tomó con gusto para dármelo. Supongo que prefería mil veces dármelo a tener que hacerlo ella misma.
Tomé el bisturí por el extremo sin punta y antes de que Tina lo pudiera soltar, la habitación entera comenzó a dar vueltas. Antes de perderme en mi propia mente, lo último que pude ver fueron los ojos marrones de Tina, tan perdidos como mi mente.
De nuevo, todo a mi alrededor estaba oscuro. Lo único que lograba ver era la pared cerca de mi rostro, sirviéndome de reposo mientras parecía estar espiando una conversación...
"... no me siento a gusto," dijo una voz amortiguada que me pareció vagamente conocida.
"No va a pasar nada," le respondió otra que no conocía.
"Solo déjame ir..." dijo la primera voz, a cuyo propietario no pude poner cara.
"No lo creo... verás cómo nos divertimos aquí."
Se escucharon algunos gemidos y, antes de poder reaccionar al irracional odio que se acumulaba dentro de mí, la luz volvió a mis ojos, cegándome monetariamente.
Cuando pude ver bien y el mareo hubo terminado, pude notar a Tina mirándome extrañada a solo unos pasos de mí.
"¿Cody?" preguntó dudosa, soltando el bisturí que me había puesto en la mano.
"Estoy bien," fue lo único que logré decir antes de sentarme en la silla junto a mí. "Solo fue-"
"Un mareo," completó Tina antes de que pudiera terminar. "Eso creí, pero... ¿Sabes qué? Me parece raro que tengas mareos así."
"¿Así cómo?" pregunté tomando mi cabeza con una mano.
"Tan... extraños. Cody, te he estado observando desde ayer y, llámame loca, pero creo que tus mareos son algo más que eso."
¿Por qué decía eso? ¿Cómo sabría ella si mis mareos eran algo más?
"No entiendo de qué hablas," mentí y dejé el bisturí en la mesa frente a mí. "Solo son mareos, creo que es falta de vitaminas o algo así."
"Entonces explica lo de tus ojos," dijo haciéndome fruncir el ceño.
"¿Qué tienen mis ojos?" pregunté, no exactamente fingiendo la confusión.
"Al principio creí haberlo imaginado, pero ahora estoy segura de que es verdad."
"¿A qué te refieres?" cada vez entendía menos de lo que hablaba.
"Ayer, en geometría, fue cuando tuviste tu primer mareo, ¿Cierto?" Asentí. "Pues yo lo vi, y creía que lo había imaginado todo, pero ahora estoy segura de que vi tus ojos cambiar de color."
"¡¿Cómo?!" el sobresalto hizo que mi espalda gritara de dolor una vez más.
"¿Qué es exactamente lo que pasa cuando te mareas?" preguntó acercándose más a mí. "¿Te desmayas? ¿Pierdes la consciencia? ¿Qué provoca tus mareos?"
"A ver, a ver, cálmate," la tranquilicé.
"¡Dime la verdad, Cody!" insistió.
Bufé y cerré los ojos. ¿Sería una buena idea contarle? Conociendo a Tina, no descansaría hasta descubrir lo que me pasaba. Y no era que no confiara en ella, por supuesto que lo hacía, pero no confiaba en que estuviera preparado para ser llamado lunático.
Cuando abrí los ojos, volteé a todos lados para asegurarme de que nadie estuviera escuchando. Después de un debate mental de dos segundos, que en mi cabeza fueron como dos horas, le solté todo a Tina en voz baja.
"Creo que tengo visiones," fue lo primero que le dije.
"Al principio su mirada fue de 'no trates de engañarme,' pero en cuestión de segundos se dio cuenta de que no le estaba mintiendo.
"¿Visiones? ¿Cómo que visiones?" preguntó confundida. "¿Visiones de qué?"
"Shhh," le indiqué que bajara la voz. "Pues... no lo sé, no estoy seguro. Solo sé que cada vez que me mareo todo se pone negro y luego aparezco en otro lugar..."
"¿Me estás queriendo tomar el pelo?"
"Claro que no, créeme que desearía que así fuera, porque ya estoy cansado de ver cosas raras."
"¿Cómo qué cosas raras? ¿Qué visiones has tenido? ¿Qué acabas de ver?"
"Pues..." eran muchas preguntas y tenía pocas respuestas. "A Max," fue lo primero que se me vino a la mente.
"¿A Max?" repitió.
"Lo que vi ayer en geometría fue a Max cayendo de las escaleras."
Dudó unos segundos antes de responder. "¿Y ahorita?"
"Ahorita... no lo sé, no lo tengo muy claro, no vi nada, solo escuché y la visión en sí comienza a desaparecer de mi cabeza..." intentaba recordar, pero era como si acabara de despertar de un sueño, el cual solo recuerdas bien los primeros momentos después de despertar, pero a los pocos minutos ya habías olvidado, sin importar qué tan vivido haya parecido en tu mente.
"¡Vamos chicos! ¡Se les acaba el tiempo!" nos apresuró el profesor, recordándonos que aún no comenzábamos nuestro proyecto.
"Hablamos de esto después," fue lo último que me dijo Tina sobre el tema, y seguimos trabajando como si nada hubiera pasado. Sin embargo, podía notar alguna que otra mirada proveniente de mi compañera de trabajo, la cual ahora sabía lo que se había vuelto mi secreto.
Por un lado agradecía el poder compartirlo con alguien más, ya que sentía que debía decírselo a alguien, y ¿Quién mejor que Tina para guardar secretos? Pero por otro lado seguía temiendo ser catalogado como demente por algo que ni siquiera yo lograba comprender.
*
Al día siguiente, salimos de la clase de español justo antes de llegar a la cafetería apresurados para no tener que hacer mucha fila. Emma no paraba de hablar sobre cómo los verbos eran raros y diferentes al inglés, Brandon no dejaba de hablar de la nueva película de las tortugas ninjas que saldría ese viernes, y George seguía la plática con él y Melanie. Mientras tanto, podía sentir la mirada de Tina clavándose en mi espalda como una fría espada amenazando con atravesarme si mentía.
Un par de minutos después, nos encontrábamos en el parque, en una de las mesas de metal que ponían para los estudiantes, y comenzamos a comer nuestra poco apetitosa rebanada de lasaña que había frente a nosotros.
"¿No podrían hacer una pasta decente?" se quejó Melanie mientras movía con su tenedor la lasaña.
"No te quejes, es gratis," le respondió Tina, la cual había optado por la 'ensalada del chef' de la escuela.
"Sí, no te quejes, al menos nos dan cubiertos," mencionó Brandon.
"Ahora que recuerdo," dijo Tina cerrando la caja de plástico transparente que contenía su ensalada, "Cody y yo tenemos que ir al laboratorio a preguntarle un par de cosas al profesor de química."
"¿Ah sí?" pregunté confundido sin captar del todo a lo que se refería.
"Sí," insistió ella. "Recuerda que teníamos que preguntarle de lo que pasó ayer en clase."
Fue entontes donde entendí lo que quería decir. "¡Oh! Ya recuerdo," dije y me levanté de la mesa. "¡Sí, sí, vamos!" me apresuré en decir y comencé a caminar. Tina llegó a mi lado y caminamos juntos hacia el edificio hasta que quedamos fuera de la vista de los demás.
"¿A dónde vamos?" le pregunté sin dejar de caminar en dirección a la cafetería.
"A la biblioteca, "respondió. "Al menos ahí hay privacidad."
No dijimos más hasta llegar a la biblioteca. Nos fuimos al área de estanterías donde tenían la mayoría de los libros y nos aseguramos de que no hubiera nadie cerca.
Para su suerte, solo había un par de chicos en la biblioteca aparte de nosotros, los cuales estaban sentados en unas sillas al otro lado de la extensa biblioteca.
"Bien, ya estamos aquí," le dije para terminar con el silencio. "¿Qué quieres saber?"
"Pues todo," admitió ella. "Quiero que me expliques bien qué es exactamente lo que te pasa, cómo pasa, y por qué pasa."
Bufé un poco y me recargué con una mano en la estantería frente a mí. "Eso va a ser difícil de explicar," admití. "La verdad es que no sé por qué pasa, ni cómo, pero trataré de explicarte lo mejor que pueda lo que pasa..." Y se lo conté todo (o más bien todo lo que pude recordar). Desde mi primera visión hasta la más reciente. Le expliqué que cada vez que pasaba me mareaba e incluso me podía desmayar. Le dije que todo había comenzado hace un par de días y que aunque había intentado evitarlo, las visiones se habían vuelto realidad.
Al final, con la mirada en el suelo, Tina asintió y se cruzó de brazos.
"Esto es muy loco," dijo por fin. "Demasiado loco."
"Dímelo a mí, soy yo quien tiene las visiones. ¡Y soy yo quien estaba pensando en ir al psicólogo!"
"La verdad es que no te podría creer de no haber sido por ese raro cambio de color en tus ojos que ya he visto dos veces, justo durante tus supuestas visiones." Volteó a mis ojos, como si fuera a encontrar las respuestas a todas sus dudas en ellos. De pronto su expresión cambió y se acercó más a mí. "Dime algo, ¿Qué exactamente hacías en el momento en el que comenzaste a sentir el mareo?" preguntó.
"¿Exactamente?" repetí sin entender totalmente la pregunta.
"Sí, justo cuando sentiste que comenzaban los mareos, ¿Qué estabas haciendo? ¿Pensando? ¿Comías algo?"
Pensé un poco antes de responder. "La primera vez fue cuando llegó Max a la clase, lo único que hacía cuando ocurrió fue verlo a él."
"¿A los ojos?"
"Sí, la segunda vez creo que fue igual. Y con Alice también, la primera vez."
"¿Y la segunda vez que viste a Alice?"
"Estaba frente a las gradas do-"
"¡¿Donde cayeron tú y Mary?!"
"Alice."
"Esa misma, ¿Ahí?" Asentí sin comprender del todo lo que quería decir, pero algo en su mirada me decía que había pensado en algo.
"¿Qué pasa?" le pregunté intentando ocultar mi curiosidad.
"Creo que entiendo cómo es que pasan las visiones," se acercó más a mí y me susurró con cuidado. "Cuando ves a alguien a los ojos pasa."
"Pero, ¿Y la vez que estaba en las gradas?" No había visto a nadie a los ojos en ese momento, ¿O sí?
"Creo que tiene que ver con el lugar también," soltó subiendo el tono de su voz un poco. "Estabas justo donde el accidente ocurriría, y por eso fue que lo viste."
Lo pensé un poco, y ya que yo no tenía una mejor explicación para lo que ocurriría, decidí tomar su explicación prestada por el momento y la di por válida.
"Supongo que es así. No podemos estar cien por ciento seguros, pero parece ser la mejor idea."
"Lo único que faltaría saber es: ¿Por qué tú? ¿Por qué te pasa a ti? ¿Qué tienes que ver en todo eso?"
"Creo que tengo suficientes preguntas por hoy." Con tantas cosas en mi cabeza me era difícil concentrarme en algo más.
"Deberíamos volver ya," dijo por fin Tina. Concordé y ambos salimos de la biblioteca y nos encaminamos a donde nuestros amigos aún nos esperaban, algunos ya habían acabado de comer, otros habían dejado su comida enfriar.
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