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26. La verdad.

Nuestra pequeña visita al centro comercial resultó en una relajante y agradable experiencia para todos. No solo tuvimos la oportunidad de olvidarnos de lo demás por un buen tiempo. También nos permitimos cambiar un poco nuestra apariencia.

En lo que a mí se refería, yo no había cambiado mucho que digamos. La ropa nueva que tenía era genial (unas pocas remeras y un par de pantalones), incluso la colonia que Emma me había recomendado/obligado a comprar no estaba tan mal. Me agradaba la idea de comenzar a usar algo nuevo, ya que no había ido de compras en bastante tiempo.

Max seguía siendo igual de bien parecido, pero los accesorios que había comprado le daban un aire de popular en proceso. Un sombrero gris, calcetas de diferentes colores cada par, incluso algunas bufandas y corbatas para combinar con sus trajes habían sido lo que había optado por comprar en la tienda de ropa. Me habría gustado que Max tuviera ropa nueva, igual que yo, pero él insistió en que ya tenía la suficiente. Al final había terminado comprando las cosas más para complacer el deseo de un "mejoramiento visual," como Emma lo había llamado, que para sí mismo.

Tina ahora se veía como una estrella punk-rock lista para patear traseros con sus botas rockeras, su chaleco de mezclilla sobre la blusa blanca de Motley Crew y su distinguible nuevo corte de cabello. Si las personas solían creer que Tina estaba muy metida en eso del rock, ahora no tendrían duda alguna.

En cuanto a Brandon, fue difícil no notar cómo lo miraban la mitad de las chicas que había en la cafetería. Su corte de cabello lo había hecho pasar de lindo a guapo en cuestión de minutos. No me sorprendería que comenzaran a caerle citas del cielo.
Emma seguía siendo la misma hipster de siempre... sólo que ahora era una hipster más costosa. El mayor cambio era la bolsa de marca que había comprado. Envidia de todas las chicas de la escuela, seguramente.
Melanie ahora estaba más a la moda. Casi se podía decir que estaba alcanzando a Melanie... casi.
El único que no había cambiado era George, dado a que no había tenido la oportunidad de comprar algo en la tienda. Sin embargo, él seguía optando por la siempre buena remera del uniforme de la escuela. Eso lo hacía casi tan irresistible como el cabello de Brandon a Brandon.

No obstante, no todo ese día fueron buenas nuevas. Aún quedaba la pesadez de lo ocurrido el viernes. Junto con la retirada oficial de Mrs. Díaz de la escuela.
Habíamos fallado. Se había ido, y su ausencia estaba destinada a recordarnos nuestro fracaso el resto del año. Carecíamos del poder para cambiar algo desde el inicio, pero al menos podíamos presumir que habíamos intentado todo lo posible por hacer justicia. Para Tina, el que Mrs. Díaz le agradeciera todo después del misterioso e inconveniente discurso del hermano del director fue casi tan bueno como haber ganado.
"Uniste a toda la escuela para ayudar a alguien sin algo a cambio, Tina," había dicho ella, según me contaron. "Eso me alegra el corazón."
Y aunque Tina estaba obviamente molesta aún, se veía bastante tranquila. Sólo debía mantenerse así en caso de llegar a ver a alguno de sus 'enemigos'.

Todos estaban un tanto... confundidos con el discurso que había dado Mario Domínguez el viernes. No muchos esperaban que algo así sucediera, y ahora había especulaciones sobre lo que vendría a ser de la escuela. Un poco exageradas, pero válidas.
Primero que nada, muchos rumores comenzaron a salir a flote sobre cómo podrían despedir a los pocos maestros que habían apoyado la huelga. Otros decían que comenzarían a prohibir otras cosas como los teléfonos o la comida fuera de clase. Hubo algunos que pensaban que comenzarían a obligar a todos a usar uniforme para ir a la escuela. Incluso escuché por los pasillos un rumor sobre que si te atrapaban besando a tu novio/a te podían expulsar para siempre y mandarte a una clase de escuela militar.
Sabía que el noventa y nueve por ciento de las cosas eran rumores estúpidos, pero tenían razón en algo: nos estaban quitando nuestros derechos de libertad de expresión.
¿Qué tal si algún día al director le apetecía castigar con detención a cualquiera que llevara una remera azul? ¿Tendría el derecho para hacerlo? ¿Alguien lo detendría de no ser así? O incluso, ¿llamaría a su hermano para defenderse, diciéndonos que usar azul es una enfermedad? Pff, patético.
Sólo nos quedaba seguir luchando por nuestros derechos. Los derechos del estudiante. Y la mejor manera para hacer eso se me ocurrió nada más y nada menos que a mí.
"¡Tenemos que hacer nuestro propio club!" le exclamé a todos, parándome de golpe y sonriendo mientras los demás comían a la hora del descanso.
"¿Un club de nerds?" rio George. "Yo paso."
"¿A qué te refieres, Cody?" me preguntó Melanie.
"No sería un club de nerds, George," le respondí, a lo que él rodó los ojos y siguió devorando su sándwich.
"¿Entonces de qué?" me preguntó Tina.
"Un club de apoyo. Un club para ayudar a los estudiantes de esta escuela. Cualquier estudiante que necesite ayuda en cualquier tema podría ir a pedir ayuda. ¡Podemos ayudarlos hasta con simples tareas o darles consejos!"
"¡Suena genial!" aplaudió Emma, sonriendo. "Seríamos como los superhéroes de la escuela."
Tina me miró sonriendo. "Tus ideas son random pero cool."
"Sólo imagínenlo. Podríamos intentar levantarle el ánimo a alguien que esté sufriendo de maltrato escolar. Podríamos incluso investigar sobre buenos lugares donde brinden apoyo profesional gratuito. ¿No les gusta la idea?"
"Suena bien," concordó Melanie, "pero, ¿podemos?"
"Bueno, hay que investigar."
Miré a Max, quien sonreía un poco. "Podríamos ayudar a personas que estuviesen pasando por malos momentos en la vida."
"Yo creo que la tenemos difícil con todo lo que ha pasado la última semana," mencionó Tina. "Pero puede ser posible."
Sonreí aún más y asentí. "Podemos hacer la diferencia en la escuela. Cualquiera que necesite ayuda, no importa de qué se trate, podría atender con nosotros. Lo único que haríamos ahí sería tratar de compartir buenas vibras."
"Deberíamos hablar de eso con Mrs. Maudie. A ella se le da eso de organizar actividades. Tal vez nos de ideas o consejos."
"Perfecto," respondí. "¿Vas conmigo después de escuela a pedir su opinión, Tina?"
"Claro."
"¡Yo también voy!" exclamó Emma, sonriente. "Me encanta ayudar."
"Quienes quieran ir, adelante," dije.
Max y Brandon también se apuntaron, pero Melanie y George tenían otras cosas que hacer, así que no podrían acompañarnos.
Me encantaba que les hubiera gustado la idea que había tenido tan repentinamente. Creí que Tina aceptaría hacerlo sin pensarlo, pero Brandon, Max y Emma se veían bastante felices con el tema, lo cual me alegraba de verdad.
Podíamos ser la diferencia, si lo hacíamos. Muchas veces había visto en películas que las escuelas solían tener grupos de apoyo para los estudiantes, así que no podían decir que la idea fuera tonta o algo por el estilo. Era algo que traería muchos beneficios y nada de problemas. Era algo, como dijo Tina, típico de mí el querer ayudar.
Tal vez por eso tenía mis poderes.
¿Quería ayudar todo el tiempo tanto como ella decía? Porque a mí no me parecía así. Yo sólo lo hacía porque me parecía una buena idea. No intentaba que las personas me vieran como alguien bueno sólo por eso. Ni que creyeran que lo hacía para ser reconocido. Yo quería lo mejor para todos, y el que me lo recordaran normalmente no me traía ninguna clase de felicidad que el hacerlo no me pudiese haber dado ya.
Sin embargo, mis amigos se empeñaban en recordármelo cuando tenían la oportunidad.

"¿Alguien te ha dicho antes que eres una increíble persona, Cody?" Max y yo logramos escaparnos del resto de nuestros amigos gracias a la excusa de que debíamos regresar libros a la biblioteca de la escuela. Ahora caminábamos por los pasillos de la escuela sin hacer algo en específico hasta llegar ahí.
"Algunas veces," le respondí.
"Pues tú y Tina son geniales. Siempre ayudando a otros sin pedir algo a cambio."
"Tina se esfuerza mucho por hacer justicia en el mundo," sonreí. "La admiro por eso."
"Yo los admiro a ambos por varias cosas. Pero sí, Tina es asombrosa."
Llegamos a la biblioteca poco después. En realidad no teníamos ningún libro qué devolver, así que nos adentramos en ella como si fuésemos a buscar algún libro para sacar. Entre los pasillos no había nadie. De hecho, no había muchas personas en la biblioteca a esa hora.
Llegué a una sección de la biblioteca y comencé a tomar libros al azar para ver la portada, el título y luego volverlos a dejar en su lugar. Mientras tanto, Max me observaba detenidamente.
"¿Entonces me dirás el porqué de traerme aquí a escondidas?" le pregunté para evitar que siguiera el silencio.
Max me miró como si lo hubiese atrapado con las manos en la masa. "Yo, eh..."
"¿Qué pasa?"
"No, nada. Solamente quería pasar tiempo contigo."
Me fue imposible no esbozar una sonrisa, pero no lo volteé a ver. Tenía un libro en la mano y examinaba su portada mientras hablábamos.
"Y también para decirte que me aceptaron en el equipo de fútbol."
Eso sí robó mi atención del libro.
"¿En serio? ¡Qué bien!" le dije sonriendo y le di un abrazo.
"Sip, ayer hablé con el entrenador, me hizo un par de pruebas y me dijo que estaría en el equipo en cuanto entregara un par de papeles."
"¡Pues felicidades! Ya no puedo esperar a ir a verte jugar."
"¿Y si no soy lo suficientemente bueno jugando para el equipo?"
"¡Por favor, Max! Estoy seguro de que serás de los mejores."
Max se sonrojó un poco y sonrió. "Gracias."
"No hay de qué. Sólo recuerda meter un gol por mí cuando estés jugando, ¿okay?"
"Todos mis goles serán por ti."
Me acerqué a Max poco a poco, cuidando que nadie nos estuviese viendo en el momento, y le di un pequeño y corto beso en los labios. Como era usual, al juntar nuestros labios sentí mariposas revolotear en mi estómago. Me encantaba besarlo. Me encantaban sus labios dulces y suaves rozando los míos. No obstante, el universo quería restringir mis momentos de gozo lo más posible y le dio paso a una nueva visión.

Era un lugar conocido. Recordaba esa casa. Las escaleras, el color de las paredes, todo me era un tanto familiar.
Frente a mí, un comedor estaba lleno con alimentos y bebidas. Se escuchaba la plática de las personas que estaban sentados en sus respectivos lugares. Al enfocar más la visión, pude lograr identificar a todos los presentes.
Mis padres estaban sentados a mi derecha y Max y su padre se encontraban del otro lado de la mesa. Parecían estar diciendo algo gracioso, porque algunos de ellos reían mientras otros hablaban. No había color alguno en la visión, así que no sabía en qué enfocarme aparte de los demás.
Pronto noté la mirada de Max sobre la mía y me concentré en él.
"¿Cody?" me llamó, pero a comparación de las voces distorsionadas de los demás, la suya pareció más cercana. Más real.

"¿Cody?"
"¡¿Sí?!"
La mirada de Max estaba más cerca en la realidad que en mi visión. Sus ojos color miel amenazaban con hacerme suspirar una y otra vez con cada parpadeo que daba. No obstante, había algo peculiar en ellos. Estaba confundido.
"T-tus ojos. Tus ojos, Cody."
"¿Q-qué pasa con mis ojos?" pregunté preocupado.
"Juro que... que... yo los vi..."
"¿Sí?" intenté hacerlo hablar, pero parecía estar demasiado sorprendido por algo, así que no podía sacar ni una sola palabra sin titubear."
"T-tus ojos... nada. Nada. Olvídalo."
"¿Qué? ¡Max! ¡No puedes asustarme así por nada! ¿Qué pasa?"
"Estoy alucinando, eso es lo que pasa," soltó una risa nerviosa. Sabía que no me estaba contando todo, pero no tenía ni idea de qué quería decir.
"Max..."
"Antes de que lo olvide, mi padre quiere que te invite hoy a comer con nosotros. A ti y a tus padres."
"Oh, cielos," suspiré al escuchar sus palabras. "Oh, por todos los dioses, no."
"¿Hay algún problema con eso?" preguntó confundido.
"Por mí no, el problema es mi madre."
"¿Por qué sería un problema?"
Suspiré de nuevo antes de decir mis siguientes palabras.
"Verás, hace poco escuché a mi mamá hablando con el televisor."
"Está bien, estoy seguro de que no es la única que habla con las telenovelas."
"Hablaba con el noticiero, de hecho. Y más bien discutía, para ser exacto. Estaba diciendo un par de cosas sobre los homosexuales que no son muy bonitas, que digamos."
Max pareció entender con eso.
"Bueno, puede que tu madre solo estuviera hablando de más."
"No conoces a mi madre. Ella tiene una opinión muy poco tolerante sobre ciertas razas, religiones y otros temas que no comparten sus mismas ideas."
"¿O sea que es racista?"
"E hipócrita, de vez en cuando. He tenido que crecer ignorando ciertos comentarios suyos desde que tengo memoria. Normalmente es mi padre quien se disculpa por ella."
"Eso es triste," murmuró Max. Tomó mi mejilla en su mano y la acarició. "Pero dudo que suceda algo malo hoy. Podemos lidiar con tu madre después."
"Sólo me preocupa que tu padre vaya a decir algo antes de tiempo."
"¿Mi padre?" preguntó Max.
"Sí. Tu padre... creo que sospecha que algo pasa entre tú y yo."
"¿Cómo podría ser eso posible?" rio Max. "Estoy seguro de que él habría tocado el tema de ser así."
"Tal vez espera a que tú se lo digas. No sé, pero el día del hospital parecía estar muy contento con que yo estuviese contigo. Más contento de lo que un padre lo estaría con un simple amigo de su hijo. Era como si supiera que me preocupas demasiado."
"Aww, qué lindo," Max me dio un pequeño beso en los labios, cosa que me obligó a sonreír.
"Pero sí, creo que él lo sabe. Y si mi madre se entera antes de que yo pueda ser independiente, estamos en problemas."
La mirada de Max se volvió seria de pronto. Apretó mi mano con una de las suyas, y la otra la bajó por mi espalda hasta llegar a mi cintura.
"No te preocupes," dijo él en voz baja y sin voltear a verme. "Hablaré hoy con mi papá. Ha llegado la hora."
"¿Estás seguro, Max? Tampoco quiero presionarte a hacer algo que no quieras."
"Estoy seguro, bebé. Si no ahora, ¿cuándo?"
"Así se habla," le sonreí aún más a Max y lo abracé fuertemente. "Por cierto, no me llames 'bebé'."
"¿Por qué no, bebé?"
"Porque no soy tu bebé. TÚ eres MÍ bebé."
"¿Ahora vamos a pelear por quién lleva ese título?" rio Max.
"¿Por qué no?" le respondí yo.
"Entonces pruébame, bebé."

La visita que le dimos a Mrs. Maudie fue más placentera de lo que creíamos que sería.
Al entrar a la clase de STUCO, Mrs. Maudie nos sorprendió con una de nuestras debilidades.
"¡Hola, chicos! ¿En qué los puedo ayudar?" nos saludó ella al vernos entrar después de escuela. A pesar de todo lo que ocurría en la escuela, Mrs. Maudie seguía tan sonriente y carismática como siempre. Era como si las paredes del aula protegieran su alegría y entusiasmo de la negatividad del director y del resto de las cosas malas que ocurrían ahí. Mrs. Maudie no podría verse más contenta.
"Buenas tardes, Mrs. Maudie," la saludamos nosotros.
"Mrs. Maudie, queríamos pedirle un favor," comencé yo. Traté de irme justo al grano para no hacerla perder tiempo con nosotros.
"¡Claro! Pero antes deberían probar algo..." Mrs. Maudie levantó un dedo frente a nosotros como señal de que esperáramos un momento. Luego se dirigió hacia la parte trasera del aula y tomó un gran plato de nada más ni nada menos que pastelitos.
Colocó el plato en una de las mesas que utilizaban como pupitres y nos indicó que nos acercáramos a ella para dejarnos tomar uno cada uno.
Emma y Tina tomaron unos rosados, Brandon, Max y yo tomamos unos azules. Luego, todos le agradecimos y comenzamos a comer.
"Los tenía de sobra. Les di uno a cada estudiante de mis clases, pero como no los tengo a ustedes... Es cierto, ¿Qué era lo que querían pedir?"
Miré a Tina antes de comenzar a hablar de nuevo y ella asintió para darme a saber que estaba bien.
"Queremos empezar un club de apoyo aquí en la escuela," le dije sin más.
"¿En serio? ¡Qué gran idea!"
"¿En serio lo piensa?"
"¡Por supuesto! Yo he buscado maneras de mejorar la escuela, pero nunca se me había ocurrido algo así."
"Pues me alegra, porque lo que queríamos pedirle era que usted fuera nuestra represente para el club."
"Y que de paso intente ayudarnos a crearlo," agregó Tina. "Ya que nuestra reputación con el director no es la mejor.
"Estoy total y completamente de acuerdo en ser su representante," aceptó ella. "Pero creo que en la otra parte estamos empatados, cariño."
"¿A qué se refiere?" preguntó Brandon.
"Es más complicado de lo que creen," comenzó a decir Mrs. Maudie. Agitó su largo y lacio cabello negro hacia un lado y se acomodó los lentes para poder vernos mejor. "El director me quiere aquí a mí tanto como los quiere a ustedes."
"¿Por qué sería eso?" preguntó Emma sorprendida.
"Nos ayudó con la huelga," supuso Tina.
"Oh, es más que eso, cariño. El director me quiere sacar de esta escuela desde que le pedí/lo obligué a hacer esas fiestas ocasionales mías en la escuela."
"¿Él no estaba de acuerdo con esas fiestas?" preguntó Emma indignada. "¡Pero si son de lo mejor!"
"¡Lo sé!" concordó Mrs. Maudie.
"Mientras no tiren ponche en el suelo, a mí me gustan," comentó Max, haciéndonos recordar la vez que resbaló en la primera de las fiestas.
"Oh, cariño, siento mucho lo de tu brazo," se disculpó Mrs. Maudie. "No tenía idea de que fueras tú el que resbaló."
"No pasa nada," rio Max. "Es como si nunca hubiese ocurrido." Max levantó el brazo y lo agitó en el aire como lombriz. "¿Ve?"
Todos reímos de nuevo y Mrs. Maudie nos hizo callar para seguir hablando del tema.
"El punto es que sí, seré su representante, pero ustedes también tienen que convencer al director de que es una buena idea. ¿Y qué mejor idea para convencerlo de algo que juntar firmas?"
"Es perfecto," concordó Tina. "No es una huelga, pero también demuestra lo unidos que están los estudiantes para una buena causa."
"Y de paso le hacemos promoción al pedirles las firmas," agregó Emma.
"Sé que ustedes pueden, chicos. Y de ser necesario puedo conseguirles bastante ayuda. Prácticamente pueden contar con la mayor parte de mis alumnos."
Los alumnos de Mrs. Maudie eran bastante amigables, comúnmente. No cualquiera podía entrar a esa clase, ya que ella los escogía a cada uno de ellos, según sus calificaciones y si ya habían estado antes o no. Los últimos dos años de preparatoria te permitían escoger entre tomar alguna clase de preparación para una carrera, enlistarte para un trabajo de medio tiempo, o escoger de otra variedad de clases que podrían ayudarte en el futuro. Consejo Estudiantil, o STUCO, era una de esas clases. Según lo que yo sabía, sólo había dos clases de STUCO, una en la mañana y la otra en la tarde, ya que tomaban cuatro periodos cada una. Y las actividades en las clases variaban cada semana. Una semana podrían estar ayudando a recolectar botellas de plástico de las calles, y otra podrían estar organizando una de las tan famosas fiestas de Mrs. Maudie. Sin duda alguna, el apoyo de sus alumnos sería indispensable, ya que el objetivo principal de la clase era construir buenos líderes para el futuro, y un buen líder siempre intenta ayudar a los demás.
"Eso sería genial, Mrs. Maudie," dijo Tina. Todos concordamos y seguimos comiendo nuestros pastelitos mientras hablábamos sobre nuestros planes para el club. Queríamos ayudar de alguna manera, y llegaríamos a cumplir esa meta si poníamos esfuerzo. Pero, por ahora, había otro lugar donde debía poner esfuerzo. Y mi madre estaba involucrada.

Esa misma tarde decidí arreglarme lo más posible para la cena con el papá de Max. Sabía que no era exactamente necesario, pero sentía la obligación de verme bien ante mi querido suegro, por así decirlo.
Max me mandó un mensaje de texto diciendo que 'está hecho'. Con eso se refería a que le había contado todo a su padre acerca de su sexualidad. Max no me había dicho exactamente qué cosas le diría a su padre, pero suponía que entre ellas estaba el que él y yo estábamos saliendo.
En cuanto a mí, la idea de estar saliendo con un hombre me seguía provocando un poco de... inquietud. Nunca me había imaginado que terminaría sintiendo algo por otro chico. Apuesto a que si un año antes me hubieran dicho que estaría en una situación así, me habría reído a carcajadas hasta que se me salieran los pulmones del cuerpo. No obstante, ahora estaba seguro de que nunca había sentido algo tan fuerte por nadie más en el pasado. Tal vez siempre había sido así pero nunca me había puesto a pensar en ello. Tal vez siempre me habían atraído los hombres pero nunca tanto como me atraía Max y era por eso que no me daba cuenta. Fuera cual fuera la situación, ahora estaba muy contento con mi relación con Max. Porque... teníamos una relación, ¿no? Aunque nunca habíamos hablado sobre ello en verdad, era un poco obvio, ¿O me equivoco?
Tal vez estaba llegando la hora de que, al igual que Max, comenzara a decirlo todo. Sólo que yo tenía que decírselo a él. Decirle exactamente lo que sentía. Asegurarle que estaba dispuesto a ponerme cualquier etiqueta que dijera 'bisexual' si era necesario para hacerlo oficial. Incluso me dejaría caer en la categoría de 'gay' para que no hubiera duda alguna, no que fuera algo malo, (pero yo dudaba serlo). Después de todo, esas sólo eran etiquetas, nombres para un sentimiento en particular. No importaba qué nombre me pusieran, yo seguiría queriendo a Max por igual, bisexual, gay o heterosexual. Sólo eran etiquetas.

Llegamos a la casa de Max alrededor de las siete en punto, justo como Max me había dicho. Había sido un poco temprano para cenar, y la cena en sí aún no estaba completamente lista, pero sólo nos daba tiempo para socializar entre familias.
Cristian parecía agradarle bastante a mis padres. En especial a mi padre, dado a que ambos eran grandes fanáticos del fútbol. Mi madre parecía admirar a Cristian por su arduo trabajo como padre y madre al mismo tiempo. Su capacidad para criar a un hijo y mantener todo en orden sin la ayuda de una mujer parecía digno de un premio, según ella. Pero Cristian era bastante modesto y aseguraba que si Max no fuera tan buen niño, él estaría perdido como padre Y madre.
Como aún faltaba tiempo para que fuéramos a comer, los adultos nos permitieron a Max y a mí a ir a su habitación mientras tanto. Eso hicimos.
Al llegar a su habitación, la plática de nuestros padres me dejó pensando en varias cosas al mismo tiempo. Pero había un tema en específico que yo nunca había tocado por respeto a Max y a su padre. Algo personal que siempre había tratado de ignorar para no parecer un idiota aunque quisiera saber lo que había sucedido.
El tema había brotado un par de veces en mi cabeza, especialmente cuando habían hablado sobre la enfermedad de Cristian: la madre de Max.
"Max," comencé la conversación. Debía admitir que no me convencía de preguntarle algo tan personal, pero la curiosidad me estaba amenazando con crecer si no lo hacía. Y ahora que me lo había propuesto sólo empeoraría.
"¿Sí?" respondió él con la misma sonrisa hermosa de siempre. Tuve que concentrarme para seguir adelante sin babear.
"Hay algo que siempre me he preguntado, y no sé exactamente si deba preguntarlo o no ya que es algo personal, pero en serio quisiera saberlo."
"Estás bastante animado hoy, ¿no es así?" fue su respuesta.
"Uh, ¿no lo sé?" dije confundido. ¿Animado? ¿Qué se suponía que significaba eso? ¿Y yo no solía ser animado?
Max rio y tomó mi mejilla con sus dedos para apretarla.
"Si quieres saber algo de mí, tendrás que decirme algo de ti."
"¿Qué cosa puedo decirte de mí?"
"¿Y yo qué voy a saber, tonto? El chiste es que sea algo que no sepa de ti."
"Cierto, pero no sé si tenga algo qué decir. Soy bastante abierto con las personas que me importan. Y tú eres uno de los pocos que saben que..."
"¿Que eres bisexual? Sí, sé que soy afortunado de saberlo, pero hay algo en específico que quisiera saber de ti. Algo que he notado de ti un par de veces y nunca he comprendido."
Oh, cielos.
No había otra cosa que pudiera querer saber. Después de una rápida búsqueda en mi mente, estaba seguro que lo más importante que me estaba pasando de lo cual Max no supiera nada eran mis visiones. Y ese momento en la biblioteca de esa misma tarde brotó a la luz como una burbuja saliendo del agua. Al hablarme de mis ojos entonces, se había estado refiriendo al cambio de color que ocurría durante mis visiones. Él lo había visto, y probablemente no era la primera vez que sucedía pero sí la primera que me tenía tan cerca como para asegurarse de que lo que veían sus ojos no era un simple truco de su mente.
Pero no importaba si él quería saber. Yo estaba listo para contarle toda la verdad, y él estaba listo para saberla. De eso no había duda.
De hecho, comencé a preguntarme por qué no se lo había dicho antes. Se dice que para tener una relación estable debe haber confianza de ambos lados, así que si yo quería una con Max, debía comenzar por confiarle mi vida entera.
"Te contaré lo que quieras. Responderé tus dudas hasta que no dudes más," le dediqué mi mejor sonrisa esta vez, y le planté un pequeño beso en los labios. "Pero creo que tú respondes primero mis dudas. Después de todo, yo pregunté primero, y tal vez MIS respuestas sean un mayor shock."
"Dudo eso último, pero es lo justo," me dijo él sonriendo. "Dispara. Aunque ya sé que vas a preguntar."
"Está bien. ¿Qué fue de tu madre?"
Max suspiró y se sentó en su cama, dejándome saber que era algo sumamente serio, aunque yo ya lo sabía. Me senté a su lado, puse mi mano en su rodilla y lo miré para dejarlo hablar.
"Nos dejó a mi padre y a mí hace un poco más de un año. Mi padre estuvo muy mal por un par de meses y eso lo llevó a... a contratar servicios de otras mujeres. Creo que ya sabes cómo es que resultó infectado del VIH con esa información."
Asentí y acaricié su rodilla como muestra de apoyo.
"Y pues... pues mi padre me dijo que necesitaba olvidarse de ella, y que sólo podría lograr eso si se alejaba de todo lo que lo recordaba a ella. Es por eso que decidimos mudarnos aquí un mes antes del inicio de este año escolar. Todo era "perfecto", de hecho. La idea de alejarse de sus recuerdos parecía animarlo bastante y yo no me pude negar. Al final, terminó siendo lo mejor para él y volvíamos a ser felices... hasta que comenzaron los síntomas. Lo demás sobre su enfermedad ya lo sabes."
"Sí, prosigue," le permití continuar para que no tuviese que seguir hablando del tema de su padre.
Max suspiró una vez más y siguió con la historia.
"Mi madre se fue con el viudo, mejor amigo de mi padre."
Ouch. Eso me dolió hasta a mí.
"Y lo peor de todo es que el hijo del mejor amigo de mi padre se había vuelto un buen amigo mío el año pasado."
"¿Por qué hasta el año pasado?" le pregunté.
"Fue hasta el año pasado que cambió de escuela. Lo transfirieron de otra. Poco a poco, él y yo nos hicimos amigos, luego... algo más."
Desvié la mirada un segundo y asentí para dejarle claro que entendía.
"¿Y luego?"
"Y luego decidí que si mi madre y su padre estarían juntos de verdad, sería algo extraño que nosotros estuviésemos saliendo, así que corté todo lo que tenía que ver con él antes de que las clases terminaran. De cualquier manera nunca estuvimos oficialmente juntos. Sólo nos besamos un par de veces y ya, pero no quería que pasara de ahí después de saber lo de mi madre."
De pronto, Max abrió los ojos como platos y me miró asustado. "¿No te molesta que hable así de él?"
Negué con la cabeza y sonreí, aunque sí me sentía algo extraño al escuchar su historia con alguien más.
"Bien. Y espero que no te siga molestando después de enterarte de quién hablo."
"No me asustes. ¿De quién hablas?"
Un último suspiro y Max estuvo listo para dejar salir el último pedazo de la verdad. "Scott."
Mi corazón se saltó un latido y fue el turno de mis ojos de quedar como platos.
Casi había olvidado que se suponía que Max y Scott tuvieron algo. No había caído en cuenta de que ese algo era de tanto tiempo, pero al menos debí haberlo llegado a sospechar en algún momento, ¿no?"
Scott y Max. Me ardía la sangre de tan sólo pensar en ese... en ese... plástico. Era la mejor palabra que tenía en ese momento para describirlo. Plástico, materialista, narcisista, 'wannabe', patético.
No me cabía la más remota idea sobre cómo era que Max se había llegado a interesar en él. Pero había sucedido. Afortunadamente, esa fase estaba terminada y ahora él estaba conmigo. Sí estaba conmigo, ¿cierto? ¿Qué había dicho unos segundos atrás sobre 'un par de besos y ya'? ¿No era eso a lo que se reducía mi relación con Max? Unos cuantos besos.
Pero no. Yo no iba a dejar que se quedara así. Además, no había manera de que nuestros padres arruinaran nuestra relación por culpa de una separación. Los míos estaban bastante felices con su pareja, así que yo tenía la oportunidad aún de animarme a llevar todo al siguiente nivel. Después de tanto esperar, por fin había llegado a aceptar que yo quería, sin ninguna duda, ser su novio, su pareja, su media naranja.
Entendí entonces que algunas etiquetas no eran exactamente malas. Algunas estaban hechas para unir a las personas en vez de separarlas. Y sólo sería cuestión de tiempo antes de mi turno de unirme a Max, luego seríamos oficialmente pareja.
Relaja la pelvis, Cody, me dije a mí mismo. Regresé a mi cara normal y asentí.
"Sorpresa, sorpresa. No me lo esperaba."
"Pareces más tranquilo de lo que creí que estarías," admitió y yo reí.
"Por dentro estoy maldiciendo a Scott, no te preocupes," bromeé.
"Tú no te preocupes, que entre Scott y yo no hay nada desde hace mucho tiempo. Sólo somos amigos, y ni siquiera de los mejores. Ahora tengo mejores amigos con quiénes estar. Y te tengo a ti, ¿qué más podría pedir?"
"¿Un auto de lujo, una mansión y joyería fina?" le sugerí bromeando.
"Qué gracioso, pero ahora es tu turno de responder MI duda," me besó en la mejilla y me dio un empujoncito.
"Está bien," sonreí. Aquí voy... "Cierra los ojos."
¿Cómo es que supe qué hacer? Podemos llamarlo un misterio de la vida. En realidad no lo sabía, pero dio resultado. Lo supe cuando nuestros labios se tocaron y el mundo a nuestro alrededor se desvaneció.

"¿Dónde estamos?" fue la mejor pregunta que pudo haber hecho en ese momento.
La oscuridad podría ser infinita si así lo quisiera. Ni una sola luz nos permitía ver el lugar donde nos encontrábamos. El frío suelo bajo mí era demasiado duro, así que me levanté y llevé a Max conmigo.
"Es una visión," le dije en un susurro, aunque sabía que nadie nos podía escuchar. "No te preocupes. No es real, y nada nos puede pasar."
"No me dejes, por favor."
"Nunca lo haré, Max," le aseguré apretando el agarre de su mano.
"Yo no dije eso, Cody," me respondió Max al tomar mi brazo también.
"Es la única manera, Max," escuché a una voz conocida decir. Era mi voz. Parecía estar justo a unos centímetros de mí, pero la oscuridad no me dejó comprobar nada.
"¿Única manera de qué, Cody?" respondió Max.
"No tienes que hacerlo, Cody," dijo... Max.
Si no estaba equivocado, y vaya que esperaba no estarlo, sólo una persona ahí podría escucharme.
"Max, no digas nada más. Sólo escucha las voces," le dije al Max cuya mano sostenía con la mía.
"Esta es nuestra única oportunidad."
"Debe haber otra manera, Cody," la voz de Max hacía pareciera estar a punto de llorar.
Un suspiro de tristeza llegó hasta mí, haciéndome sentir un vacío en mi corazón. Apreté la mano de Max para sentir su presencia.
"Te amo, Max."
"Yo también, Cody."
Una serie de imágenes cruzaron frente a mis ojos al final de la oscuridad. Fueron demasiadas y demasiado rápido para llegar a entenderlas todas, pero logré ver una que otra. Una pantalla, una cuerda, una nota y un escudo fueron las únicas cosas que reconocí. Después de eso mi tiempo se acabó y el mundo real empezó a llegar de nuevo a nosotros.
Al ver la mirada de suprema confusión de Max, supe que había llegado el momento de explicar.
*

Holis!

Antes que nada debo decir que siento mucho haberme tardado tanto en subir un capítulo. He estado sin computadora y un poco ocupado estas semanas, pero ahora tendré más tiempo y trataré de volver al horario normal... trataré.
Espero que les haya gustado el capítulo, como siempre, y recuerden que entre más personas lo lean más me animo a escribir , así que si conocen a alguien a quien pueda gustarle la historia por favor recomiéndenla y hagan feliz a un pequeño wannabe escritor -3-
También quería recordarles que subí imágenes de como yo creo que son los personajes físicamente. Si quieren verlas, están en los primeros capítulos de la historia. Hoy subí dos nuevas y en total deberían ser seis (recuerden que si leen en teléfono tal vez no las puedan ver hasta que actualicen la historia en sus bibliotecas).

Y por última, gracias a todos por leer. Recuerden, un voto equivale a un beso y un comentario equivale a un abrazo, así que bechos, bachos y apapachos y nos leemos luego:3

Aaron.

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