17. Enlace reforzado.
*IMPORTANTE BREVE AVISO*
Antes que comiencen a leer este capítulo, asegúrense de haber leído completamente el capítulo 16, el día que lo subí hubo un error y sólo se guardó cierta parte de él, así que lo modifiqué después. Si tienen algún problema para leer el resto, mándenme un mensaje y los ayudaré lo más pronto posible. (El capítulo debe terminar con una frase de Brandon, NO de Tina, así que si se queda donde Tina habla con un intendente, está faltando el resto del capítulo, gracias:D)
*
Max y yo caminamos a paso veloz por los pasillos de la escuela con Brandon como guía. Se había rehusado a decir una sola palabra de lo que pasaba, aunque yo sabía que se trataba de nuestra pequeña rivalidad momentánea. Pasamos por la mayor parte de las aulas hasta topar con la cafetería de la escuela, una vuelta a la izquierda, otra a la derecha y pronto nos encontramos frente al aula de consejo estudiantil.
Desde fuera se escuchaban los fuertes gritos de una voz que yo conocía muy bien: Tina. Al mismo tiempo, los guardias de seguridad intentaban sin éxito sacar al resto de los alumnos mientras les decían que se fueran a su clase. Había aproximadamente cuarenta personas hablando al mismo tiempo, entre ellas se encontraban la maestra de consejo estudiantil, el subdirector, el director, y la maestra Díaz. Esta última sólo intentaba calmar a todos, pero sus intentos tenían tanto éxito como los de los guardias.
Los demás alumnos me sirvieron como distracción para adentrarme en el aula y pronto me encontraba junto a Tina dentro de ese alboroto.
"¡¿Qué rayos pasa aquí?!" le grité. Ella no me escuchó, o si lo hizo me ignoró. Mientras ella gritaba algo de injusticia y de derechos, yo la tomé por el hombro y se lo repetí al oído. Ella me indicó que me alejara con la mano sin siquiera voltear a verme, y no me dejó de otra.
Si algo sabía de consejo estudiantil era que a la maestra le encantaba hacer ruido en los partidos de la escuela. Corrí entre más personas y abrí la puerta que daba al armario de Mrs. Maudie, donde guardaba todos los objetos que utilizaban regularmente en los eventos. Busqué no más de veinte segundos antes de dar con lo que buscaba: bocinas de aire comprimido.
Saqué dos de esas pequeñas máquinas de hacer ruido y aplasté el extremo que las activaba. Inmediatamente reinó el estruendo de las pequeñas pero potentes bocinas.
Pasaron no más de diez segundos antes de que decidiera que había sido suficiente. Una vez que me detuve y me aseguré de que nadie estuviera hablando, proseguí. "¿Alguien sería tan amable de explicarme qué rayos está pasando aquí, por el amor de los tacos?"
Tina, obviamente, fue la primera en responder: "El director me está prohibiendo pegar volantes por la escuela simplemente porque no le gusta la idea."
"Cosa que es totalmente valida," se excusó Mr. Domínguez, "dado a que yo soy el director. Yo puedo tomar las decisiones que crea mejor para mi escuela."
"Es algo extraño," comentó Mrs. Maudie.
"¿Qué quiere decir con eso?"
"Sólo digo que nunca había pasado tal cosa en lo que tengo trabajando en esta escuela. Hemos hablado de muchas cosas, varios eran temas delicados, pero nunca había presenciado tal... disconformidad."
"Mrs. Maudie," la llamó Mr. Domínguez con un tono de voz un poco intimidante. "Tanto usted como el resto del personal ha sido advertido de todo esto en el pasado."
"Lo sé, director, lo sé. Sólo digo que es curioso, eso es todo."
"Es más que curioso," comentó Tina. "Es sospechoso."
"¿Por qué sería sospechoso?" la enfrentó el director.
"Primero lo de la maestra Díaz, ahora esto... aquí hay algo que no huele bien, y yo voy a descubrir qué es." Tina comenzó a caminar en un intento de salir del aula, pero uno de los guardias de seguridad la alcanzó a tiempo.
"Tú vienes con nosotros," le dijo. "El director querrá hablar contigo una vez que todo esto termine."
"Suélteme," Tina se sacudió para librarse de su agarre, pero no protestó más.
"¡El resto de ustedes vayan a su clase!" nos gritó el director. La mayor parte de la clase salió, pero nuestros amigos se quedaron en el aula, incluyendo a Max y a Melanie. "Ustedes también, sáquenlos si es necesario."
Uno de los guardias tomó mi muñeca izquierda un poco fuerte. Como aún tenía la bocina en la mano derecha, la soné junto a su oído para que me soltara. El guardia dio un respingo y yo puse cara de niño inocente. "Oops, yo puedo solo, gracias," le dije antes de ir a la salida. Miré el rostro de Tina por última vez antes de salir al pasillo. Se veía cansada, pero decidida a seguir luchando por lo que ella creía que era lo correcto. Me enorgullecía de ser su amigo, demostraba lo mucho que podíamos llegar a apoyar a otros sin pedir algo a cambio. Tina era sin duda el perfecto ejemplo de compañerismo y justicia e igualdad. Tina era una buena persona.
Las horas sin saber de Tina se convirtieron en preocupación en mi cabeza. Sin entrar a alguna red social, sin responder el teléfono, y sin responder mis mensajes, Tina bien podría estar muerta.
En un intento de localizarla fui a su casa, pero no había nadie ahí, ni siquiera su abuela. Entonces intenté llamando a Emma, a George, e incluso llamé a Melanie para preguntar si sabían algo de Tina, a lo que todos respondieron que no.
Como no había hablado con Max desde lo que había sucedido en la clase de química, pensé que podría ser una buena idea ir a preguntarle a él. Dudaba que él supiera algo, pero sería una buena excusa para comenzar a hablar sobre lo que había pasado en la fiesta.
Caminé un par de cuadras en dirección a la casa de Max y se me ocurrió que llevaba mucho tiempo sin caminar tanto. La última vez que había caminado así había sido la vez que había ido a visitar a Alice, cuando de regreso Brandon me golpeó. Era algo amargo de recordar, especialmente dado a que la casa de Brandon estaba a sólo un par de calles de donde me encontraba, pero el recuerdo me hizo cambiar mi opinión. Debía ir con Brandon, ya fuera para aclarar las cosas entre nosotros, para pedirle que no hablara sobre el beso entre Max y yo, o ambas...
Llegué a su casa en un par de minutos, toqué el timbre de esa monumental estructura que para mí podría haber sido un museo (aunque tal vez esté exagerando) y esperé a que alguien abriera la puerta.
Tuve que maldecir en mi mente para evitar hacerlo en voz alta. Sí, Brandon había abierto la puerta preguntando de quién se trataba, pero no fue eso lo que me molestó, sino que estaba desnudo de la cintura para arriba.
Por supuesto, con el pasar de los años tanto yo lo había visto en ropas menores a él como él me había visto a mí, pero no era el momento adecuado para recordar nuestra infancia de esa manera después de lo que había ocurrido en la escuela.
Sin siquiera pensarlo desvié la mirada hacia un lado al mismo tiempo que él ocultaba la mayor parte de sí mismo detrás de la puerta. Cuando me di cuenta de que me había quedado callado mucho tiempo, hablé.
"Tenemos que hablar," fue lo único que dije.
"Ya lo creo yo, ¿no pudiste avisar al menos que estabas por venir?"
"No sabía que iba a venir cuando salí," me excusé. "Pero tenía que hablar contigo hoy mismo."
"Típico de ti, Cody," me dijo con un pequeño tono de reproche en su voz. Aún estaba desviando la vista, pero no era necesario mirarlo directamente para saber que estaba entrecerrando los ojos.
"¿A qué te refieres?"
"A que sólo buscas a alguien cuando los necesitas."
Las palabras de Brandon siempre habían sido curativas para mí, desde que tenía memoria de nuestra amistad, él había estado ahí para mí tanto como yo para él. Nuestras palabras muchas veces habían sido de apoyo mutuo, así que cada vez que lo escuchaba decir algo negativo de mí era como recibir una bala en el pecho. Una bala que no me mataría, pero sí me dejaría gravemente herido, y sus efectos tardarían en sanar.
"Así que eso es lo que piensas de mí," murmuré mientras agachaba la mirada.
Después de unos incomodos momentos en silencio, Brandon abrió completamente su puerta y se hizo a un lado. "Pasa," me dijo con cierta frialdad.
Lo obedecí y me adentré en la enorme mansión que era el hogar de Brandon. La mayor parte de los muebles parecían más caros que mi casa, el suelo de mármol brillaba de lo pulido que estaba, un gigantesco candelabro de cristal colgaba sobre una gran y lujosa sala. La televisión podría haber sido de mil pulgadas, las bocinas probablemente más grandes que yo mismo.
Sin darle demasiada importancia a la casa de Brandon, ya que había estado exactamente igual de perfecta la última vez que había estado ahí, esperé a que me diera permiso de avanzar.
Esto normalmente no sucedía a menos que estuvieran presentes sus padres, aunque ninguno de ellos parecía estar en el momento. Solíamos llegar juntos después de un partido de básquet a sentarnos a ver algún estúpido programa de televisión, escuchar música, o simplemente tener una mini-fiesta mientras nadie nos descubriera. Sin embargo, esta vez no fue así. La tensión que se sentía entre nosotros me hacía sentir más como un invitado que como un amigo de la familia.
"Bueno," dijo él mientras abrazaba su torso, "¿en qué te puedo ayudar?"
Respiré hondo y lo dejé salir.
"Lamento mucho haberme distanciado de ti y de George los últimos días. Lamento que sintieras que te he estado abandonando, que sientas que ya no me importas, o que ya no eres mi mejor amigo. Igual que siempre, sigues siéndolo, tanto mi mejor amigo como mi casi-hermano. Por ninguna razón he intentado hacerte sentir de esa manera, y no intentaré excusar mis acciones aunque no fueran voluntarias, pero déjame decirte que, si tú estás dispuesto, puedo intentar compensarte por todo eso."
Esperé a que dijera algo pero sólo se quedó observándome inexpresivo.
"He estado pasando por momentos difíciles, Brandon, igual que todos los adolescentes. Pero estoy intentando superarlos y sacar lo mejor de ellos. ¡Por todos los dioses, tú mismo fuiste testigo hoy de lo mucho con lo que he tenido que lidiar!"
De nuevo, silencio, solo que esta vez agachó la mirada al suelo como si estuviera en las nubes mientras yo hablaba.
"Brandon, yo soy tu amigo. Tú eres mi amigo. Te quiero justo como eres y te apoyaré en lo que sea, pero también debes entender que tengo otros amigos a quienes también debo apoyar. Algunos de ellos necesitan ese apoyo más que nunca, y darles el mío puede hacer una gran diferencia."
De nuevo, Brandon volteó a verme, pero esta vez tenía una expresión de perrito regañado. Sabía que lo estaba haciendo recapacitar al menos un poco, así que iba por buen camino. Sin embargo, me estaba quedando sin cosas qué decir.
"Sólo quiero estar bien, acabar con los problemas entre las personas que quiero y yo. Me di cuenta de que mi relación con Alice no era verdaderamente una relación, así que la terminé."
"¿Y la cambiaste por Max?" fue su respuesta. Cinco palabras que abrieron un agujero negro en mi corazón.
"Claro que no," le respondí, ésta vez siendo yo quien miraba al suelo. "Ya te dije que he estado pasando por algunas cosas difíciles de explicar. Eso fue una de ellas. No estoy seguro de cómo puedes llamarlo, pero sé que he sentido algo por Max desde hace bastante tiempo."
Luego caí en cuenta de que vivía en un mundo donde cada persona tenía un universo entero dentro de su cabeza, donde no siempre verían todo de la misma manera que los demás.
"¿Es eso un problema para ti, Brandon?" le pregunté con un tono cauteloso. "¿Es un problema el que me guste Max?"
"No-no exactamente," respondió. Con una mano rascó su cabeza como solía hacer cuando intentaba explicar algo incómodo.
"¿'No exactamente'? ¿Qué quiere decir eso?"
Vaciló antes de responder. "No lo sé. Yo nunca creí que tú... que tú fueras uno de ellos."
"Diablos, Brandon, ¿crees que yo sí lo creí? No es como si lo supiera desde hace mucho. Yo mismo sigo sin poder comprender completamente cómo es posible que sienta algo por un hombre."
Brandon se encogió de hombros y bajó los brazos a sus lados. "No, no lo sé. Sólo digo que podría ser un poco... incómodo convivir contigo sabiendo que te gustan los hombres."
Suspiré. "Brandon, entiende algo: no me gustan todos los hombres. Que sea gay, bisexual, o lo que sea, no significa que me la vaya a pasar intentando besar a cualquier hombre que se me cruce por enfrente. He estado parado aquí frente a ti, semi-desnudo, y ni siquiera me he sentido tentado en intentar algo... ¿lo entiendes? No sigo siendo exactamente el mismo Cody de antes, pero sigo siendo el gran amigo en el que podías confiar. No he cambiado en ese aspecto, y mis preferencias sexuales no tendrían por qué cambiarlo."
Brandon se permitió a sí mismo un par de segundos para meditar lo que había dicho y luego asintió lentamente con la cabeza. "Supongo que es cierto. No entiendo cómo, pero tú nunca me has mentido sobre algo así, así que te creo."
"¿En serio?" una sonrisa de pronto se formó en mi rostro.
"En serio," aseguró él. "Intentaré hacer lo mejor que pueda para que no cambien las cosas, ¿okay?"
"Perfecto."
Me acerqué a él y le tendí la mano, él la aceptó y la sacudió con una pequeña sonrisa, y luego me dio la mayor sorpresa del día hasta ese momento al llenarme de alegría con un gran abrazo que, aunque sólo duró un par de segundos, parecieron horas para mí.
"Extrañé a mi mejor amigo," me susurró al oído.
"Yo también," le respondí de igual manera.
Se separó de mí y agitó su cabello hacia un lado para poder verme bien a los ojos. "Tienes que prometerme que nunca volverás a abandonarme sólo por una chica- uh, chico. Lo siento, tendré que acostumbrarme."
"No te preocupes, Brandon, recuerda que dije que no estaba seguro completamente si me gustaban los hombres, las mujeres o ambos. Por ahora sólo digamos que me gusta Max y ya."
Mi amigo asintió. "Max es mil veces mejor que Alice, sólo digo."
"Al parecer todos lo sabían antes que yo," comenté y luego reímos. "Pero nunca más, amigos antes que nada."
"Amigos antes que nada," me imitó.
Sacudió mi cabello, lo que fue para mí una señal de que todo volvería a la normalidad entre los dos. Sentía que así sería.
Mientras tanto, había un tema más importante del qué hablar en ese momento.
"¿Tina?" dije, de pronto tan serio como nunca.
"¿Qué pasa con Tina?" me respondió.
"Eso es lo que quiero saber, ¿no has sabido de ella desde el numerito en STUCO (consejo estudiantil)?"
"No."
"¿Nada de nada?"
"Nada de nada."
"Es demasiado extraño," le dije. "Nadie ha escuchado de ella desde entonces."
"Estoy seguro de que estará bien," me aseguró. "Estamos hablando de Tina. Los únicos que pueden con ella son sus padres, y conociéndolos podemos estar seguros de que no la castigarían por algo así."
"Eso espero."
Brandon comenzó a caminar a través de la sala. "Vamos a mi cuarto, revisaré mis mensajes para ver si me ha mandado algo sin que me entere."
Después de las numerosas escaleras, llegamos a su habitación. Estaba exactamente igual a como la había visto la última vez. La gran cama azul pegada a la pared del otro lado de la puerta, unas ventanas que dejaban entrar la luz solar, una laptop que hacía ver la mía como una carcacha, y un par de posters en la pared sobre su cama de atletas de diferentes deportes. Todas esas cosas me hacían recordar memorables eventos que habían tomado lugar ahí mismo. La nostalgia de nuestra infancia me pegó de pronto, más fuerte que nunca, y tuve una repentina urgencia de contarle todo sobre lo que me estaba pasando, desde mis preocupaciones por él y el resto de mis amigos, hasta mis visiones sobrenaturales. Sólo necesitaba la manera de decírselo apropiadamente. Tal vez eso sería perfecto para demostrarle lo tanto que me seguía importando nuestra amistad.
"No, no hay mensajes de Tina," me dijo Brandon mientras revisaba su correo. Había tomado una remera que había dejado sobre la cama y se la había puesto.
"Está bien, al parecer no se ha comunicado con nadie."
"Ya verás que probablemente hay una explicación para eso, ¿intentaste ir a su casa?"
"No había nadie," respondí. "O si lo había, no tenían intenciones de abrirme."
"Es extraño, ciertamente," concordó Brandon.
Me senté en el borde de su cama, ahora con más seguridad que cuando había entrado, dado a que la tensión entre nosotros había desaparecido casi por completo.
"Brandon, hay otra cosa de la que quiero hablar contigo," dije en un intento de comenzar la conversación.
"¿De qué se trata?"
"Verás, es un tema un poco delicado del cual me enteré por error, te concierne a ti y a tu familia solamente, pero he estado bastante preocupado por ti por ese tema últimamente."
"Me estás asustando, Cody. ¿De qué se trata?"
Respiré hondo, decidido a sacarlo todo de una vez por todas y dejar que las cosas fluyeran solas. Después de todo, Brandon no sería capaz de contarle a alguien más sobre mis poderes, si es que llegaba a explicarle todo completo (y que me creyera, a todo caso).
Con un tono un poco nervioso, dije, "¿de casualidad tu padre te ha... maltratado últimamente?"
Una sombra cruzó por el rostro de Brandon. Si había tenido alguna duda sobre que fuera verdad, su expresión me lo confirmó todo.
"¿Quién te ha dicho eso?"
"Te explicaré cómo lo sé cuando hayas respondido mi pregunta, Brandon. Lo digo porque me importa enserio."
La mirada de Brandon bajó al suelo por unos momentos antes de negar con la cabeza. "No. Ya no, al menos," respondió.
"¿Ya no?" repetí.
"Eso, ya no."
"¿Así que solía hacerlo?" pregunté.
Brandon se levantó, fue hacia la ventana de su habitación y se quedó ahí, observando algo a la distancia.
"Un poco, cuando se frustraba demasiado y yo era más pequeño, lo hacía. Tanto a mí como a mi madre."
"¿Y cómo es que paró?" le pregunté honestamente sorprendido.
"Terapia, mucha, mucha terapia." Volteó de nuevo y caminó hacia mí. "Ahora sí, ¿quién te dijo sobre eso?"
"¿En serio quieres saber?"
"Claro, según yo era un secreto. Un oscuro secreto que había quedado atrás."
"Bien," asentí y me levanté para encararlo. "Quiero que me mires a los ojos, que te tranquilices y que no te espantes cuando te diga la verdad."
"Ahora me asustas más, Cody..."
"¿Listo?"
"No lo sé."
"Mírame a los ojos y extiende tu mano hacia mí."
"¿Qué clase de marico- quiero decir, qué clase de truco es este?"
"Si no lo haces, no lo diré."
"No vas a besarme ni nada por el estilo, ¿verdad?"
"Te lo prometo, no eres mi tipo de todas formas."
"Espera, ¿qué?"
"¡Tu mano, Brandon!"
Extendió la mano confundido y tomé la oportunidad en cuando la vi presentarse. Cuando la tomé, sus ojos café claro comenzaron a desaparecer.
Aparecí en la escena que había visto antes, con el padre de Brandon golpeando a alguien en el suelo frente a él. Pero esta vez no le tomé tanta importancia a sus golpes, ni intenté descubrir de quién se trataba la víctima, sino que comencé a buscar algo que me ayudara a convencer a Brandon de que podía ver el futur-
Un segundo, ¿qué rayos estaba pasando? Brandon me había dicho que su padre había dejado de golpearlo tiempo atrás. Si eso era cierto, esa visión no debería de ser del futuro, sino del pasado.
¿Cómo era que veía el pasado? ¿O sería que en realidad eso estaría por pasar en el futuro? ¿Su padre decidiría volver a su viejo hábito de maltratar a su familia? Sólo había una manera de saberlo.
Busqué en las paredes alguna señal de un calendario, un periódico con la fecha, algo que me diera una idea siquiera de qué año era en mi visión. Nada.
Ni siquiera una simple fecha pude encontrar en la inmensa sala de aquélla casa.
Me decidí por intentar descubrir el año de la única manera restante. Me acerqué a la horrenda escena de manera sigilosa, como si temiera que algo me fuera a pasar a mí mismo. Aunque yo sabía muy bien que era imposible (bueno... eso esperaba) y lo que en realidad me mantenía cauteloso era lo que pudiera ver ahí una vez que estuviera suficientemente cerca.
Casi vomito cuando vi el cuerpo en el suelo. Manchas rojas cubrían a Brandon en varias partes de su cuerpo. Sin su camisa, me podía permitir ver su sangre brotar de varias partes de su torso, al igual que sus labios, su mejilla izquierda y su espalda. Ésta última, sin embargo, parecía sangrar más de lo que debería.
Efectivamente, Brandon parecía tener unos tres o cuatro años menos que el actual, pero eso sólo aumentó mi rabia hacia su padre. Su espalda no dejaba de sangrar.
Al final noté que tenía una gran herida ahí, la cual no parecía haber sido causada por un golpe o una patada. Mientras su padre seguía su trabajo lentamente, yo deseé que la visión terminara de una vez por todas. La visión pareció escucharme, porque el padre de Brandon comenzó a desaparecer.
Abrí los ojos y miré el rostro del sorprendido Brandon del presente frente a mí. De no ser por lo que acababa de presenciar, estaría riendo ante su reacción.
La boca abierta, ojos como platos, sólo lo había visto así pocas veces en mi vida. Brandon era normalmente tranquilo, no era costumbre suya expresar sorpresa tan fácilmente, así que me parecía algo curioso verlo así.
"T-tus ojos..." fue lo único que dijo cuando lo solté y me senté en la cama detrás de nosotros. "T-tus ojos..."
"¿Cambian de color? Sí, eso es lo que Tina me ha dicho."
"¿Cómo rayos...?"
"Eso no era lo que te quería mostrar, de hecho." Busqué la manera de decirlo sin que pareciese una coincidencia. "Tienes una cicatriz en la espalda aún de aquélla vez que tu padre te golpeó, ¿cierto?"
"Uh, y-yo-" titubeó. "¿Cicatriz?"
"Tu padre te tenía en el suelo, te pateaba y tú sólo lo aguantabas. Tenías sangre por todo el rostro y una gran cortada en la espalda. ¿Aún tienes la cicatriz?"
Lo pensó unos momentos antes de responder. "Sí, cr-creo que aún se nota un poco. No la he revisado en meses. Pero... ¿cómo...?"
"Querido amigo, creo que sería mejor si te sentases. Es una larga historia."
Brandon titubeó, pero finalmente se resignó a sentarse junto a mí en su propia cama y me observó como si fuese la primera vez que me veía en toda su vida. "Adelante, entonces," me dijo en una suave voz. Yo comencé a redactar todo justo y exactamente como lo había hecho con Tina excepto que incluí los eventos más recientes.
Cuando terminé, pude ver que él luchaba contra sí mismo para convencerse de que estaba jugando con él, pero estaba dispuesto a demostrar que no era así. Sin embargo, terminó sonriendo como idiota.
"No puedo creer que esté a punto de decirlo, pero... te creo."
Poco a poco fuimos recuperando la confianza que se había perdido momentáneamente después de nuestra última pelea. Ahora más que nunca, sabía que de verdad quería a Brandon como un hermano. Como todos los hermanos, suelen pelear de vez en cuando, pero a final de cuentas los sigues queriendo cada día más. Creo que él también se dio cuenta de eso, y eso está bien.
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