Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

13. Party... hard.

Al entrar por la puerta de mi hogar, intenté hacer el menor ruido posible. Con un poco de suerte, mis padres estarían en alguna habitación y podría escabullirme para evitar encontrarme mi padre.
Ya había aclarado un poco mi mente. Había caminado lento para poder asimilar todo lo que había pasado. Poco a poco me fui dando cuenta de que la situación no era tan difícil como parecía.
Comenzando por el problema de Brandon, simplemente era eso: problema de Brandon. Sí, yo era su amigo, pero eso no me obligaba a solucionar sus problemas. Lo más que podía hacer, especialmente después de haber discutido con él, era apoyarlo si me lo pedía. Y con el tema de Brandon celoso de Alice por "haberme distanciado" al ir con ella, era MI decisión si quería estar con ella o no. Lo que me llevaba al siguiente problema.
Quería estar con ella. No sabía si era su belleza o su inocencia, pero sabía que deseaba estar con ella. Pasábamos buenos momentos juntos, reíamos, bromeábamos, y sobre todo disfrutábamos de la compañía del otro. ¿Qué había de malo en estar con ella?
Por otro lado, también me gustaba estar con Max. Juntos, también nos divertíamos. Incluso con el poco tiempo que nos conocíamos, se había vuelto una gran persona para mí, y no quería que eso acabara. Se podía decir que, de una manera u otra, disfrutaba su compañía tanto como la de Alice.
Creía haberme librado de mi padre hasta que escuché su voz llamándome justo cuando llegaba a la puerta de mi habitación.
"¿Cody?"
Giré en su dirección bastante nervioso. De nuevo, la expresión de mi padre era un misterio. "¿Sí?"
"¿Hay algo que quieras decir?" preguntó. "¿Algo de lo que quieras hablar?"
"Para ser honesto, no," respondí sinceramente.
Mi padre asintió y apretó los labios. "Está bien. Sólo recuerda que si necesitas ayuda, estamos aquí para ti. Para cualquier cosa," aseguró.
"Está bien," me limité a responder.
Estaba a punto de darme vuelta para entrar a mi habitación cuando por fin logré encontrar un sentimiento presente en el rostro de mi padre: preocupación. Estaba preocupado por mí, su hijo, y mi bien. Después de todo, un padre usualmente quiere lo mejor de lo mejor para sus hijos. Mi padre no era la excepción, él quería saber qué pasaba en mi vida porque le importaba el que yo estuviera bien, yendo por el buen camino de la vida. ¿Por qué debería negarle algo así a un padre? Poniéndome en su lugar, yo también estaría un tanto preocupado si llegara un día a casa y viera a mi hijo haciendo algo totalmente inesperado.
Decidí arriesgarme.
"De hecho," comencé a hablar, mi padre ya había comenzado a retirarse cuando me escuchó, "sí hay algo."
Se volvió a quedar en donde mismo, esperando mis palabras con ansias.
"¿Podemos hablar en mi habitación?"
"Por supuesto."
Ambos entramos a mi cuarto. Se podía decir que estaba bastante ordenado. La cama estaba hecha, los muebles limpios (aunque no lo hubiera hecho yo), la única pieza de ropa a la vista era la remera que había desechado minutos antes, y más importante que todo, mis libros estaban en orden en su estantería. No era que fuera un fanático por la limpieza, pero tampoco creía que una habitación fuera hecha para ser desordenada. ¡Debemos demostrar un poco de clase, gente!
Yo me sente en la orilla de mi cama. Mi padre se sentó en la silla movediza que tenía frente a mi escritorio, dirigiéndose hacia mí.
Me armé de valor, recordando lo que acababa de meditar en mi cabeza, decidido a hablar con una de las personas más importantes para mí sobre algo que podría estar cambiando mi vida para siempre.
"Pues..." dije. La verdad era que no sabía cómo comenzar, y los nervios no ayudaban. Era algo complicado para mí intentar encontrar palabras que pudieran explicarle a mi padre lo que había visto. "No sé exactamente cómo explicar lo que viste hace rato."
"Cody, puedes empezar por el principio," me sugirió. Muy fácil decirlo. "Tal vez por explicar cómo es que te pasó eso," apuntó a mi boca, recordándome sobre la herida que tenía en mi labio. La había olvidado por completo dado a todas las cosas que tenía en mente. Y el hielo también había ayudado.
"Tuve una pelea con Brandon," expliqué. "Nada grave, sólo me golpeó una vez y yo ni siquiera lo toqué."
Mi padre mostró sorpresa ante la mención del nombre de tan gran amigo mío.
"¿Sobre qué pelearon? Si se puede saber."
Suspiré, sabiendo que ahí comenzaría la verdadera explicación. "Brandon estaba diciendo cosas muy... feas, digamos, sobre mi novia."
La expresión de mi padre me confirmó que había estado en lo correcto. Entendía por qué estaba tan sorprendido. Después de lo que había presenciado hoy, mi padre nunca esperaría descubrir que en realidad tengo una novia.
Ya les había mencionado a Alice antes, pero nunca les había admitido que estaba saliendo con ella. Para ellos, Alice era una simple compañera más.
"Alice, ¿La recuerdas?" pregunté. Él asintió como respuesta. "Pues estamos juntos desde hace poco, y Brandon piensa que me he distanciado de mis amigos por estar con ella. ¡Cosa que no es cierto!" me apresuré en aclarar. "Ni siquiera paso tanto tiempo con ella, comparado con otras parejas."
"Bueno, ¿Y le explicaste eso a Brandon?" me preguntó mi padre.
"Sí, pero él está convencido de que ella es la culpable de que ya no pasemos tanto tiempo juntos."
"¿Y quién es el verdadero culpable?"
"Nadie, aparte de nosotros mismos por no hacer tantos planes juntos," contesté. Y era cierto, si hicieramos más planes, no habría ningún problema.
"Bueno, ¿Y qué pasó después?" preguntó él. "¿Se disculpó? ¿Se arreglaron las cosas? Dices que sólo hubo un golpe."
"No," respondí. "Me fui de ahí porque no quería problemas con Brandon," mentí. No era como que le fuera a decir la verdadera razón. Podría estar preocupado lor lo que me pasaba en la vida, pero era un adulto, y había límites sobre qué contar y qué no.
"El golpe me hizo caer en agua y me rompió el labio."
"¿Y qué pasó después de que te fuiste?"
"Max me encontró." La simple mención del chico hizo que los nervios volvieran a mí. Sabía que comenzaba la parte más difícil de la charla.
"Me acompañó por su cuenta y aquí me ayudó con la herida." Suspiré de nuevo antes de seguir. "Me quité la remera porque estaba mojada, y... creo que las cosas se salieron un poco de control después de eso."
"¿Sólo un poco?" dijo mi padre sonriendo. "Aunque no creo que el simple hecho de estar sin camisa te haya llevado a hacer algo así, ¿O sí? Corrígeme si me equivoco, pero creo que algo ha de haber pasado antes para llegar a eso hoy."
Estaba seguro de que los colores se me habían subido por completo. Era una charla bastante incómoda, considerando que estaba hablando con mi padre acerca de haber besado a un chico.
"Sí," admití finalmente. "Hace unos días, cuando Max vino a quedarse... me besó. Pensé que estaba confundido al principio, pero luego me dijo que es gay, y yo le dije que era hetero, pero..."
"¿Pero?" repitió mi padre.
"Pero..." intenté continuar, pero la situación no me lo permitía. Tuve que tomar un largo momento viendo el suelo de mi habitación para poder decir lo siguiente. "Ya ni siquiera estoy seguro."
"Dime algo," dijo mi padre rápidamente. "En una escala del 1 al 100, 1 siendo 'nada' y 100 siendo un 'quiero casarme de una vez,' tu quieres a Alice un..."
"Cincuenta," respondí después de pensarlo bastante.
"Y, en la misma escala, quieres a Max un..."
Eaa vez tardé más en responder. Era difícil poder saber qué tanto quería a una persona. Especialmente alguien que consideraba un buen amigo al cual había conocido no más de un mes atrás. Deseaba poder decir que era un 0. Deseaba poder negar el hecho de que me caía demasiado bien como para ser lo común. Deseaba poder entender qué era lo que mi corazón quería de verdad. ¿Por qué no se ponía de acuerdo con mi cerebro de una vez por todas? ¿Por qué tenía que hacer todo complicado para mí? ¿No podía simplemente ver a Max como un simple amigo más? ¿Un buen amigo y ya?
Pero mi cerebro no fue el que respondió a esa pregunta. Mi corazón tomó posesión de mi habilidad del habla y contestó:
"Sesenta."
Mi padre asintió, juntando sus manos mientras dejaba su mirada en el suelo entre ambos de nosotros. ¿Qué estaría pensando? ¿Estaría decepcionado de mí, su único hijo? ¿Estaría volviendo a pensar sobre a quién dejarle la herencia? ¿Y si estaba intentando mantenerse controlado para no gritarme cosas como "maldito homosexual" o "estúpido gay"?
Había visto un video de una persona saliendo del armario frente a sus padres, lo que me dejaba saber que las cosas podrían ponerse de cabeza en un abrir y cerrar de ojos. Esa historia me confirmaba que algunos padres estaban tan decididos a menospreciar a sus hijos por eso mismo, y deseaba con todas mis fuerzas que no me fuera a ocurrir a mí.
Los segundos parecieron horas. Horas frente a mi padre, quien ni siquiera había quitado la vista del suelo. Parecía peteificado, hecho piedra justo después de terminar de escuchar mi historia. Yo estaría destinado a ver su rostro lleno de desapruebo por el resto de mis días. Todo por una breve explicación sobre lo que estaba ocurriendo en mi vida.
Después de lo que me pareció ser la quinta hora de observarlo inmóvil (aunque probablemente sólo habían pasado un par de segundos), no pude contener más mi estrés y comencé a soltar las lágrimas que había estado reteniendo desde el comienzo de esa charla.
Mi padre ya no querría verme a los ojos. Mi propio padre estaría avergonzado de haberme amado alguna vez. Estaría avergonzado de ser el padre de un marica.
Ahaché la cabeza, cerré los ojos y comencé a frotarlos con las palmas de mis manos.
Me sentía tan confundido. Tan perdido en ese mundo. Quería saber de una vez por todas qué era lo que quería en verdad. Poder de una vez por todas afirmar qué era lo que me hacía feliz. Anhelaba poder llegar con alguien y decirle "¡Hey! ¡Soy Cody, y me gustan l@s chic@s!" sin que me importara lo que los demás dijeran. Pero no era así. Desde la llegada de Max había comenzado a sentir algo diferente. Algo que sólo había experimentado hasta cierto punto con pocas mujeres. La diferencia más notoria era que con Max era mucho mayor.
Poco después de haber agachado la cabeza, sentí unos brazos alrededor de mí, cubriéndome, protegiéndome de mí mismo y mi estúpida mente.
Mi padre me susurró al oído:
"Tómalo con calma. Puede que sólo sea una fase, pero si no lo es, está completamente bien. De igual manera no pude haber pedido un mejor hijo." Se separó de mí y desordenó mi cabello, provocándome una breve sonrisa, haciéndome sentir mil veces mejor, dándome esperanza de que tal vez no era el fin de mi mundo.
"¿No me odiarías si resultara siendo gay?" pregunté mientras limpiaba el último rastro de lágrima de mi mejilla.
"No podría amarte más de cualquier forma, Cody. Soy tu padre, tienes que entender eso, ¿Okay?"
Sentí una ráfaga de alegría con la mención de esas simples palabras. "Okay."
"Como sea, deberías intentar resolver eso rápido para no lastimar a nadie."
Asentí. "Entiendo, lo intentaré."
"Estoy aquí para lo que necesites. Siempre, las veinticuatro horas del día, siete días a la semana." Me sonrió y yo le devolví una cálida sonrisa. "Excepto cuando esté viendo el fútbol. Ahí puedes hablar con tu madre," bromeó. Eso me hizo reír aún más, disminuyendo significativamente mi nerviosismo.
"Hablando de eso," comenté,  "¿Podrías no mencionarle nada de esto a mamá? Quiero decírselo yo cuando sea el momento."
"Por supuesto, hijo." Mi padre se levantó y se dirigió a la salida. Antes de dejar la habitación, hizo un último comentario:
"No importa qué prefieras. Lo que importa es que si alguna vez piensas tener relaciones deberías usar condón sin ninguna excusa."
Seguro volví a ponerme rojo. "No te preocupes, no pienso hacer eso en un futuro cercano," aseguré con una sonrisa tímida. Resultaba incómodo hablar de relaciones sexuales incluso después de tan motivadora charla con él.
Mi padre levantó las manos, como diciendo 'soy inocente'. "Sólo digo. Uno nunca sabe. Bye, Cody."
"Bye, Pa."
Y me dejó ahí, sólo en mi habitación, con un totalmente nuevo punto de vista sobre mi presente. ¿Podría enserio gustarme Max sin la necesidad de arruinar mi vida? ¿Sería esa una posibilidad?
Aunque tan solo eran las ocho de la tarde, decidí permitirle a mis sueños llevarse mis preocupaciones como un gran río lleva peces con su corriente. Me adentré en un ilimitado mundo de posibilidades tan pronto como cerré los ojos.

El sábado por la mañana fue que comenzó aquél día infernal. El universo parecía estar de acuerdo con los dioses para lanzarme lo peor que tenían.
Todo empezó con el desayuno.
El tostador pareció revelarse, quemando mi pan hasta dejarlo tan negro como la noche. Luego, dejó de funcionar. Decidí cambiar a avena, y no fue hasta que la probé que me di cuenta que la leche estaba caducada.
Tiré la avena, y con mucho menos apetito del que había tenido unos minutos antes me serví simples galletas con jugo de naranja. Afortunadamente no hubo nada de malo con eso.
¿Alguna vez les ha pasado que entran al baño y no se dan cuenta de que no hay papel hasta que terminan? No daré más detalles.
El cable se fue, llevándose consigo el WiFi. ¿Ahora entienden mi dolor?
No me sorprendería que cayera un meteorito sobre mi cuarto.
Al menos la mala suerte pareció cesar cuando dieron las 12. Recibí un mensaje de Tina diciendo que tenía sospechas sobre mis visiones. No me quiso decir más, con la excusa de que sería mejor hablarlo en persona, y yo concordé.
Poco después recibí una llamada de Alice para preguntar a qué hora pasaría por ella. Buena pregunta, muy buena pregunta. Debí habérmela hecho antes.
Decidí decirle que a las 7:30, ya que la fiesta comenzaba hasta las 8, y eso me dejaba un par de horas para mí mismo. Ella estuvo de acuerdo, así que decidí relajarme un poco e intentar sacar lo mejor del día para mí. Después de todo, era sábado. Nada de escuela, nada de tareas, nada de preocupaciones.
Un par de horas se fueron volando mientras yo comía frituras de maíz, veía la televisión y reía como loco.
Había necesitado eso por mucho tiempo. Tantas discusiones, tantas visiones, tanta confusión se había estado acumulando poco a poco dentro de mí, y solamente así, olvidándome del resto del mundo unos momentos, fue que pude descansar de esos problemas.
Poco después comencé a prepararme para la fiesta. Me metí a la ducha, me puse ropa más apropiada para una fiesta, un par de toques más y estaba listo.

Llegué a la casa de Alice a las 7:30, justo como lo había prometido. Estaba lista para ir a la fiesta, usando una clase de vestido negro hasta la rodilla que la hacía parecer una estrella de rock. Su cabello castaño caía como una cascada sobre un hombro. Sus ojos verdes ansiosos de llegar a la fiesta.
Me dijo que debíamos ir ya si queríamos llegar a tiempo. Al parecer el camino hasta la casa de su amigo era largo caminando.
Mientras caminábamos, sosteníamos la mano del otro. No hablábamos tanto. Cada pequeña conversación era sólo para que el silencio que seguía no fuera incómodo. No lo lograba, pero era un buen intento.
No lograba comprender por qué, pero me sentía desconectado. Tenía la urgente necesidad de estar solo, y el hecho de que estuviera de camino a una fiesta llena de adolescentes no sonaba como la mejor idea del mundo en ese momento.
"Ya casi llegamos," dijo ella después de 10 minutos de caminata. Tenía una gran sonrisa y caminaba apresurada, urgente de llegar. Habíamos entrado a unos fraccionamientos un poco más de una 'mayor clase social,' por así decirlo. Las casas estaban hechas de ladrillo, dos pisos y eran gigantescas, comparadas a la mía. Mi casa cabía al menos 4 veces en el patio frontal de esos hogares.
Seguimos el camino y unos momentos después nos encontramos en el lugar de la fiesta.
Aunque dijeron que la fiesta comenzaba hasta las 8, parecía que ya habían empezado sin nosotros. La puerta estaba abierta, y de ahí salía música bastante popular en el momento. No sabía si así era siempre, ya que el número de fiestas al que había existido no era muy grande. Imaginé, por la expresión de alegría en el rostro de Alice, que era algo normal.
"Mi amigo Scott es el anfitrión de la fiesta," comentó Alice al llegar al patio del lugar. "Más que nada, la fiesta es para celebrar que él volvió a la escuela este año. Nos había dejado el año pasado, pero las escuelas por fin aceptaron que volviera con nosotros." A juzgar por la manera en la que Alice hablaba de Scott, supuse que había sido bastante cercano a él en el pasado. No quería llegar a pensar qué tan cercanos podrían haber sido. Prefería no imaginarme cosas.
"¿Y a quién tenemos aquí?" una voz detrás de nosotros gritó. Habíamos estado a punto de entrar cuando la escuchamos.
Volteamos al mismo tiempo para encontrarnos con un chico alto, bastante guapo, e incluso bronceado. No era común que me fijara en eso, pero su rostro no estaba bastante mal, y aunque su cuerpo se escondía detrás de una polera de básquet y unos shorts de mezclilla café claro, estaba seguro de que se ejercitaba. Como si fuera a pasar el resto del día en la playa (y haciendo juego con el resto de su atuendo), llevaba unas sandalias que no parecían ayudarlo en la tarea de cargar la gran hielera en sus manos.
Al votear, Alice puso una sonrisa incluso mayor (si es que eso era posible) y corrió hacia él para darle un beso en la mejilla. "¡Scott!" chilló Alice con una voz muy aguda.
Scott bajó la hielera al suelo y prosiguió a abrazarla. "¡Alice! No has cambiado nada."
"Sólo ha pasado un año, Scott. Tú tampoco has cambiado."
"Touche. ¿Y este quién es?" Scott hizo un movimiento con la cabeza para referirse a mí.
"Es mi novio, Cody," respondió Alice. "Cody, Scott. Scott, Cody," nos presentó. Formulé una sonrisa fingida mientras le daba la mano al chico. Al acercarse a mí pude oler su perfume. Parecía utilizar demasiado.
"¿Qué tal?" lo saludé, a lo que él respondió con un movimiento de la cabeza y una sonrisa torcida.
"Bueno, Alice," continuó Scott abrazándola por la espalda. "¿Qué esperas? ¡Pasa!"
Comenzaron a caminar hacia adentro. Al parecer yo era el único que había notado la hielera estorbando la pasada.
"Oye, tú, Cesar. Sé un buen chico y trae las bebidas, ¿Sí?" Y, sin pensarlo dos veces, Scott llevó a Alice al interior.
Suspiré para mí mismo, sabiendo que esa sería una noche larga y aburrida.
La casa en sí era una pequeña mansión. No podía creer que en realidad estuviera en una fiesta en una casa así. Normalmente sólo se veía eso en películas: una gran fiesta de populares en una gran mansión, todos bebiendo y siendo unos idiotas. Definitivamente no era mi idea de diversión. Yo era más una persona de pocos amigos. Conocía a pocas personas en la escuela, por mi casa, etc., pero normalmente eran relaciones de verdad. ¿Fiestas con 500 personas bebiendo y teniendo relaciones sexuales? Me daban ganas de salir corriendo.
Escuchaba a Alice platicando con Scott de numerosos temas, pero no les daba importancia. Pasé los siguientes minutos ignorándolos mientras observaba cada fabuloso detalle del hogar. Las paredes, el techo, los muebles... todo parecía demadiado costoso para ser real.
De nuevo, hablábamos de Scott. Probablemente era uno de esos niños riquillos que siempre obtenían lo que querían. Todos los que vivían por esas calles me daban esa impresión, al igual que la mayoría de las personas que normalmente se juntaban con Alice. Populares.
Después de unos minutos más, Scott se despidió de Alice y continuó su trabajo de anfitrión. Parecía tomárselo enserio, aunque sólo hubiera un par de personas presentes en la fiesta.
"¿Dónde están todos?" pregunté viendo mi reloj. "Ya son más de las 8."
"Es una fiesta, Cody," respondió Alice como si estuviera perdiéndome algo obvio. "Todos llegan tarde."
"Entonces nosotros llegamos temprano por que..."
"Ya te lo dije, quería hablar un poco con Scott antes de que comenzara todo. De hecho, me dijo que tiene un par de cosas para decirme en privado. En cuanto termine de revisar a todos, iremos a platicar en su cuarto. ¿No te molesta que te deje solo unos minutos?"
¿Debería molestarme por algo así? Probablemente. ¿Me molestaba en verdad? No. La razón no la comprendía, pero no había ni una pizca de duda en mí que me hiciera sentir celos de Scott. ¿Sería confianza hacia Alice? ¿O desinterés? ¿Cuál sería la peor opción?
"Para nada," contesté. Justo a tiempo, Alice se levantó y sonrió a alguien detrás de mí. Scott la llamaba desde la base de las escaleras con una gran sonrisa.
"¡Qué bien!" dijo Alice. "No me tomaré mucho tiempo." Me dio un pequeño beso en la mejilla y se fue, dejándome solo en una fiesta que comenzaba a llenarse de populares poco a poco.
En sí, el ambiente no era tan malo. Había frituras de maíz por doquier, bebidas (incluyendo alcoholicas, aunque las tuvieran escondidas), botanas, buena música (había un DJ que ponía una canción de los 80s de vez en cuando), y bastante libertad para hacer lo que quisieras (mientras no fuera destruir propiedad).
Reconocí a algunos de los compañeros de Alice, e incluso a uno o dos de los míos, aunque no les hablara. Había un par de chicos que parecían mayores, incluso más de lo que sería normal para uno de último año de preparatoria. Y el más chico de la fiesta parecía ser uno de primer año, 14 años aproximadamente.
Alice volvió como si nada hubiera pasado. Aseguraba estarse divirtiendo bastante, y cuando me preguntó por mí respondí que estaba genial. ¡Mentiroso! gritaba una pequeña vocecita dentro de mí. Sabía perfectamente a quién le pertenecía esa voz en mi consciencia: Tina.
Como si el universo me hiciera un truco, de pronto vi a mi amiga entrar por aquélla puerta hacia la gran fiesta. Me sorprendí bastante, pero gran parte de esa sorpresa fue por ver quién venía con ella: Max.
En ese momento, la verdad me golpeó como un balde de agua fría. ¡La visión tenía que estar cerca! Sólo necesitaba esperar al momento indicado y sucedería lo que había visto antes en mis visiones.
Seguía sin entender qué era exactamente lo qur había visto, pero sabía que algo debía de estar por pasar. Y, sobre todo, que era mi deber intervenir.
Al acercarse a la cocina, Scott los vio y le sonrió igual que hacía con todos. A pesar del ruido, lograba comprender algunas palabras. Saludos, "cuanto tiempo," "estoy feliz," "de nuevo." Grandes palabras que me llevaban a pensar que los tres se conocían demasiado bien antes.
Yo había estado intentando enfocarme en lo que me decía Alice, pero la curiosidad dentro de mí amenazaba con explotar si no observaba detenidamente a Max y Tina. Después de la bienvenida, Tina y Max se encaminaron hacia nosotros. Tina se sentó a mi derecha, Max a la izquierda de Alice. Noté que la mirada de Max estaba evitando la mía.
"¿Así que decidiste que las fiestas son lo tuyo?" me burlé de Trina. "Ya decía yo que en realidad amas la 'pachanga'."
"Dale las gracias a Max," respondió Tina. "Fue él quien me invitó a venir."
"¿Enserio? Qué bien," dije con un poco de sarcasmo. "Yo sabía que muy dentro de ustedes tenían un alma fiestera."
Tina rodó los ojos y me golpeó el hombro de manera amistosa. "De hecho, más que nada, vine a ver a Scott."
"¿Conoces a Scott?" preguntamos Alice y yo al mismo tiempo. Al ver la sorpresa en su rostro, deduje que el mío debía estar igual.
"Sí," respondió Tina, un poco nerviosa de pronto. "¿Algún problema?"
"No," negué rápidamente. "Es solo que yo no sabía que lo conocías."
"¿Tú lo conocías?" me contestó.
"No."
"Pues yo sí. Antes de cambiarse de escuela, solía ser un buen amigo mío. Aunque no fueramos del mismo grupo."
"¿Cómo es que nunca me contaste de él?" le pregunté. La sorpresa de que ella lo conociera seguía en mí.
"No lo vi necesario. Cuando Max me contó quién sería el anfitrión de la fiesta, no me pude negar a venir."
Tina le dedicó una pequeña sonrisa a Max, a la cual este respondió igual.
"Bueno," dijo Max levantándose de su lugar. "Iré a... hacer cosas."
Nadie replicó y él no dijo más. Se alejó hacia otra habitación que, según yo, sería la cocina.
Me parecía extraño que Max y yo hubiéramos estado en el mismo lugar tan poco tiempo sin siquiera dirigirnos la palabra una sola vez. Entendía que no estábamos en el mejor punto de nuestra amistad, pero no había caído en cuenta de que él no quería hablar conmigo.
Por otro lado, tampoco le había dirigido la palabra a Alice. ¿Sería que simplemente no tenía nada que decir?
"Max me dijo que él conoce a Scott de su vieja escuela," comentó Tina sonriendo (más a mí que a Alice). "Resulta que la escuela de la que viene Max es la misma a la que habían mandado a Scott el año pasado."
"Que interesante," respondí con una mueca.
"¿Pasa algo, Cody?"
"Nada," contesté. Sólo quería dejar de hablar de Max de una vez por todas.
Me dirigí a Alice y tomé su mano. "¿Bailamos?" le pregunté sonriendo.
"Por supuesto," respondió de igual manera.
Le sonreí a Tina, sabiendo que estaba mal dejarla ahí sola... pero ella había ido con Max, no conmigo. Yo había ido con Alice, no con ella. Quería olvidarme de Max y divertirme de una vez por todas.

Las siguientes dos horas se dividieron en partes. Alice y yo bailando, riendo y disfrutando la fiesta en general. Alice y yo sentados en una mesita comiendo frituras de maíz. Algunos amigos de Alice (cuyos nombres yo no conocía hasta entonces, y tampoco era que tuvieran importancia) nos invitaron a acompañarlos en un juego de botella. Afortunadamente, se aburrieron antes de que fuera el turno de alguno de nosotros dos. Luego, algunos chicos comenzaron a cantar en el karaoke. Alice y yo intentamos cantar una canción un tanto vieja, llamada Looking for Paradise, pero la risa nos ganaba y parecíamos borrachos intentando cantar bien.
En un punto de la fiesta, Tina, Max y Scott llegaron junto a otros amigos y pusieron un juego llamado Just Dance. El punto del juego era imitar los pasos de baile que salían en la pantalla. Las canciones eran más modernas, y a todos les gustaba el juego. Intentaron hacerme bailar, pero yo me negué. No creía que fuera buena idea, así que siguieron los demás.
Llegó el turno de Max, y Scott se ofreció para acompañarlo. Escogieron una canción de Maroon 5 y comenzaron a bailar.
Intentaba distraerme mientras ellos bailaban, pero me era imposible no verlos. El hecho de que ambos fueran tan amigos me parecía algo estúpido. No sé cómo explicarlo, pero sentía que Scott no me caía bien. Aparte de que no era el tipo de chico con el que me llevaría bien (popular, carismático hijo de mami), el que fuera un antiguo amigo de, no uno, no dos, sino tres de mis propios amigos me molestaba. Alice era la única que parecía tan molesta como yo al ver a Scott hablando con Tina, pero no estaba seguro de si eso era bueno o malo para mí.
Después de unos momentos más de juego, decidieron volver al karaoke. Cansado de ver a Max, Tina y Scott juntos, llevé a Alice al otro lado de la grande sala para platicar.
Pasaron más minutos en los que logré olvidarme de mis problemas mientras charlaba con algunos de los amigos de Alice. Contábamos chistes, reíamos, comíamos frituras de maíz y repetíamos.
Alice me pidió que le sirviera más refresco, pero como no había ya en la botella tuve que ir a buscar a la cocina.
Para mi sorpresa, al entrar no encontré refresco, sino a Max y Scott. Estaban parados a unos metros de mí. Podía ver el rostro de Max, pero Scott estaba de espaldas a mí. Sin embargo, cuando se percataron de mi entrada, ambos chicos se separaron y me observaron con gran sorpresa. A pesar de que la habitación estaba oscura y no se veían tan bien, sabía que estaban sorprendidos porque los había atrapado en el acto.
Intenté ocultar la confusión y la sorpresa en mi rostro lo mejor que pude, intercambiándolas por una mueca de asco y superación. "Busquen una habitación," les dije y los pasé como si me diera igual que estuvieran ahí.
"¿Cody, cierto?" escuché a Scott preguntar.
"Así es," respondí cortante mientras buscaba una botella con refresco.
"¿Qué pasa? ¿A caso estás celoso?"
Intenté formular la mayor carcajada posible. "¿Celoso? ¿Yo?" reí. "¿Por qué habría de estarlo? Yo tengo novia."
"Eso a mi no me parece que tenga algo que ver," sonrió Scott. Junto a él, Max me miraba indiferente.
"¡Claro que tiene todo que ver!" reí de nuevo. "Se le llama ser hetero, ¿Has oído hablar de ello? ¿O eres de esos que creen que todos son gays? Porque déjame decirte que estoy total y completamente seguro de lo que quiero."
"Mira," dijo Scott, "tal vez el truquito de la novia te sirva con otros, pero conmigo no. Max ya me contó un par de cosas sobre ti."
"¿Ah sí? ¿Como qué?" pregunté como desáfiandolo a hablar.
La sonrisa de Scott se amplió. "Como que te gusta jugar a Verdad o Reto."
Rezaba por que la oscuridad ocultara lo rojo que debía haberme puesto.
"O," continuó Scott, "como que también te gusta jugar al doctor y el paciente. ¿Necesitas que te curen algo, Cody?"
Me sentía traicionado. El que Max le hubiera contado todas esas cosas me hacía sentir que perdía toda confianza en él. No sólo había visto esos momentos como algo grandioso, sino que también los veía como algo privado entre él y yo. Pero la manera en la que Scott hablaba parecía ser una burla, y ahora esa conexión estaba dañada.
"¿Y te contó por qué estaba en mi casa en primer lugar?" le pregunté a Scott intentando mantenerme tranquilo, a pesar de que me sentía con ganas de explotar. Vi los ojos de Max ensancharse. No, no le había dicho.
"No, ¿Pero eso que tiene que ver?"
"Oh, tiene todo que ver," fue mi turno de sonreír.
"Cody," advirtió Max. "Calla."
"¿Te contó que lo invité a mi casa porque estaba deprimido?"
"Cody, detente," ordenó Max.
"Su padre dio positivo para la prueba de VIH."
El rostro de Max oscureció. Se quedó en silencio apretando sus puños, pero yo no le di importancia. ¿Él creía que podía hablar libremente? Pues yo le demostraría que el juego era de dos.
Scott dirigió la mirada hacia él, pero no dijo nada.
"Lo invité porque me dio pena. De haber sabido que eso pasaría, ni loco lo habría hecho."
Mi corazón comenzó a palpitar rápidamente mientras hablaba.
"Dime, Max, ¿Al menos era cierto lo de tu padre? ¿O sólo fue una patética excusa para meterte conmigo, maricón?"
Eso pareció colmar su paciencia. Max se acercó a mí a toda velocidad con los puños cerrados. Alzó un brazo y yo hice lo mismo. Estaba a punto de atacar, cuando vi una única lágrima cayendo por la mejilla de Max, y el mundo comenzó a dar vueltas.
En blanco y negro, la entrada principal de la escuela se encontraba frente a mí. Pocas figuras borrosas pasaban junto a mí y se marchaban. Era algo extraño, ya que no sabía hacia dónde debía mirar. Poco después me percaté de que era el cielo lo único que tenía color en mi visión. El bello azul de éste me hacía recordar los viejos tiempos en los que solía acostarme en el pasto frente a mi casa para observar las nubes que pasaban, dándoles un nombre a cada una según lo que me parecieran. Siempre que cambiaban de forma, encontraba otro nombre diferente y seguía con las demás.
Pero ese cielo era diferente. Carecía de nubes, lo cual me era extraño por alguna razón desconocida.
Mientras intentaba descubrir el por qué de la ausencia de nubes, logré divisar una figura en el techo de la escuela. Al dirigir mi mirada hacia ella, fue más que claro que se trataba de Max.
¿Qué hace en el techo? me pregunté. Recibí la respuesta al verlo dar un paso al vacío y caer. Inmóvil, intenté hacer algo al respecto, pero no lo logre.
En el momento en el que su cuerpo tocó el pavimento frente a mí, volví a la realidad.
"¡Cody! ¡Dime qué pasó!"
Me llevó unos segundos percatarme de que seguía en la fiesta. Había al menos unas cinco personas a mi alrededor, entre ellas estaban Alice y Tina. La última era la que me estaba hablando.
Comencé a senrir el dolor hasta entonces. Mi cara ardía como si me hubieran lanzado fuego. Mi ojo izquierdo palpitaba grotescamente mientras se acostumbra a la nueva escena. De ambos, sin embargo, sentía lágrimas brotar.
"Estoy bien," logré formular. "Estoy bien."
Llevé mis manos a mis ojos para secar las lágrimas, y noté manchas de sangre en mis nudillos.
Al mismo tiempo vi a Scott y Max dirigirse hacia los esalones que llevaban al piso superior. Vi el color gris de sus tenis y recordé mi antigua visión. Hasta entonces no la había relacionado con mis otras visiones extrañas de las voces en una habitación mientras yo escuchaba, pero supe que estarían relacionadas.
Aquélla voz que le había estado insinuando cosas a otra debía pertenecerle a Scott. Y la segunda voz debía ser la de Max. Sí, mi instinto me decía que se trataba del mismo momento.
Sin embargo, no me molesté en intervenir. No tenía por qué, de hecho. Después de lo que había pasado en la cocina, no me interesaba seguir formando parte de la vida de Max. No me importaba lo que hubiera llegado a sentir por él en el padado, eso suponiendo que hubiera sentido algo más que amistad, claro. Ahora, Max no era merecedor de mi confianza.
"Vayamos a limpiarte," escuché a alguien decir al mismo tiempo que Scott y Max desaparecían por las escaleras, solo ellos sabrían a qué.
*
N/A:
Bueno, pues... si tienen dudas sobre qué es exactamente lo que Max quería decir con "antiguas visiones" pueden referirse al inicio del capítulo 2 de la historia. Tal vez eso alclare sus dudas:)

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro