12. Viernes de locos.
Nada relevante sucedió hasta el viernes. El jueves había sido más que nada un día normal para todos. Especialmente después de escuela.
Tina me invitó a Subway para buscar información sobre el programa de televisión, pero, después de una hora comiendo y buscando, decidimos dejarlo para otro día y continuamos con el pequeño proyecto que Tina había planeado para resolver el problema de la maestra Díaz. Era increíble que, aún con un grave problema, Tina podía seguir ayudando a mil y un personas más con gusto.
El proyecto era simple: una protesta tradicional contra la escuela. Juntar firmas, hacer carteles, hablar con otros maestros, incluso hablar con representantes de otras escuelas. El punto era conseguir la mayor cantidad de apoyo posible para convencer al director (y a cualquier otro que se opusiera) de que la maestra tenía derecho a quedarse. Tina era una genio, y junto a otros miembros de diferentes clubs, como Consejo Estudiantil, estaba progresando bastante.
El viernes había sido un poco más tranquilo. Alice y yo habíamos ido a tomar unas malteadas después de escuela (a petición suya). Casi todo el tiempo se la pasó hablando sobre lo emocionada que estaba por el baile del día siguiente. Yo intenté demostrar un poco más entusiasmo del que en realidad sentía: ninguno.
Después de haberla llevado a su casa (que no quedaba tan lejos de la mía), me encontré a Brandon y George jugando básquet en el parque.
Ambos estaban sorprendidos de verme ahí.
"¡Miren quién llegó!" exclamó George sonriendo. No pude evitar ver el grano que tenía George justo entre sus dos cejas. Era irrelevante, pero gracioso.
"¿Y ese milagro que nos recuerdas?" preguntó Brandon. A diferencia de George, él no me sonrió. Es más, ni siquiera se molestó en voltearme a ver. Parecía muy ocupado intentando no fallar su tiro como para prestarme atención.
"¿A qué se refieren?" pregunté confundido. "Los veo todos los días en la escuela. No sean exagerados."
"Pero ya no te juntas con nosotros después de escuela," comentó George.
"Desde que estás con Alice," agregó Brandon. Lanzó el balón, el cual entró limpio al aro, y luego fue por él y se lo lanzó a George. "Parece que prefieres estar con ella que con nosotros. Pero no me sorprende, lp he visto pasar antes con George."
"¿Qué? ¿Cuando?" preguntó George, tan sorprendido como yo.
"¿Recuerdas cuando tú y Melanie salían? Pues hiciste exactamente lo mismo."
Ahora lo recordaba. Un par de años antes, George y Melanie habían estado saliendo un par de semanas (cuando Melanie no era tan arrogante y George no tenía tantos granos en su rostro). Durante ese tiempo, Brandon se había quejado bastante sobre cómo George era un traidor y todo ese rollo. A mí no me preocupaba demasiado, ya que George seguía viéndonos entre clases, y normalmente estaba ausente por culpa del fútbol americano de todos modos. Pero Brandon parecía tomárselo más seriamente.
"Tiene razón," concordé con Brandon. "Aunque yo no lo veía como un problema."
"Ahí está," dijo George apuntándome con la mano que tenía libre. "No era un problema."
"¿Pero si es un problema que yo me haya conseguido novia?" pregunté.
George trastibilló. "Pues... no lo creo."
"El problema está en que te alejes de tus amigos sólo por estar con ella."
"Oye," me quejé. "Para empezar, esta es la primera vez en la semana que voy con ella a algún lugar fuera de escuela. Y eso porque ella me lo pidió."
"¿Y entonces qué has estado haciendo el resto de los días?" exigió saber Brandon.
"Pues ayer, por ejemplo, estuve con Tina un rato. Antier igual."
"¿Estás saliendo con Tina también?" preguntó George.
"¡Claro que no! ¡La estuve ayudando con varias cosas!"
George se encogió de hombros y lanzó la pelota al aro, también un tiro limpio. "Yo sólo decía."
"Pues no digas, George," le espeté. "Ustedes dos no son mis únicos amigos, y tampoco yo soy el único amigo de ustedes." Algo de ese comentario obviamente molestó a Brandon, quien bufó y se cruzó de brazos. "Además, ¿Desde cuando hacen planes ustedes dos para jugar en el parque sin invitarme?"
"Desde que nos dejas comiendo o platicando a solas por irte con aquélla... chica." ¿Era mi imaginación, o Brandon había querido decir otra palabra? Eso me hizo enojar.
"Como sea," le respondí y me crucé de brazos igual que él. "Cuando dejen de comportarse como niñitas por algo así, me avisan," les espeté. "Y tal vez los acompañe a jugar la próxima vez." Me di media vuelta y continué el camino a mi casa, actuando como si nada hubiera pasado.
"¡Bien!" escuché a Brandon gritar. "¡Y tú nos avisas cuando esa BRUJA deje de manipular tu cerebro!"
Eso era el colmo. No me importaba quién era Brandon, ni qué tan amigos fuéramos. Insultar a la novia del otro era cruzar la raya.
Me di media vuelta para encararlo. Me dirigí hasta donde estaba él, quien había cerrado los puños al mismo tiempo que yo. Al llegar frente a él, nuesteas narices sólo tenían un par de centímetros de distancia. Podía oler ver cada gota de sudor que bajaba por su rostro, oler el desagradable hedor de un día entero de ejercicio en él.
"¿Cuál es tu problema, Brandon?" le pregunté sin quitar la mirada de sus ojos. Fue una mala pregunta, en un mal momento. Esa vez lo comprendí todo: la furia de ambos fue lo que provocó la siguiente visión.
Estaba nada más ni nada menos que en la casa de Brandon. La amplia sala se extendía varios metros antes de terminar en grandes y bastante decoradas paredes blancas.
A veces olvidaba que los padres de Brandon tenían una empresa propia donde vendían automóviles. No eran exactamente lo que se podía llamar 'ricos', pero sí podían darse uno que otro lujo de vez en cuando.
Mi atención pasó rápidamente de las decoraciones de la sala a la escena que tenía frente a mí. No comprendía del todo lo que estaba pasando, pero una cosa estaba clara: alguien estaba discutiendo con otra persona.
Veía al padre de Brandon de espaldas a mí. En su mano, un largo cinturón marron estaba doblado, listo para ser utilizado contra alguien.
"¡Harás lo que yo diga!" escuché al señor gritar. "¡¿Entendiste?!"
El sofá cubría a quien fuera que estuviera tirado en el piso frente a él.
"¡DIJE QUE SI ENTENDISTE!" rugió de nuevo el padre.
Se escuchó un pequeño murmuro. Comparado con el rugido del señor, la respuesta había sonado como un minúsculo ratón.
"¡Más te vale!" gritó por última vez el padre de Brandon, no sin antes levantar el cinturón en su mano y dejarlo caer con fuerza sobre la persona que se encontraba ahí.
Caí de golpe al suelo como si el cinturón me hubiera dado a mí en la vida real. Desconcertado, me volví hacia la figura que se encontraba frente a mí, justo a tiempo para ver cómo retractaba un brazo hacia él. Brandon me había golpeado y había caído al suelo, eso era lo que había pasado. Había caído sobre el pasto recién regado.
"¡¿Cual es TÚ problema, Cody?!"
George soltó el balón inmediatamente y se interpuso entre Brandon y yo. "Wow, wow. Tranquilos, ambos."
Yo no lo pensé dos veces, me incorporé y comencé a alejarme. Mientras me alejaba, sentía algo tibio caer desde mi boca hasta mi barbilla. Llevé mi mano a mi labio inferior e inmediatamente supe que me lo había roto. Sentí mi remera y mis jeans y me di cuenta de que estaban empapados en agua.
No escuché más gritos de Brandon, así que no me molesté en voltear hacia atrás y seguí caminando con paso rápido en dirección hacia mi casa.
Sólo había recorrido dos calles cuando de la nada choqué con alguien en una esquina.
"Lo siento," dije sin siquiera fijarme quién era, gracias a mi apuro de llegar a casa.
"No hay proble... ¿Cody? ¿Qué rayos te pasó?" La voz de Max me resultaba demasiado familiar como para no reconocerla de inmediato.
Intenté seguir caminando e ignorar su asombro. Con un simple gesto de la mano le hice saber que estaba bien. "Nada."
Claro, conocía a Max lo suficiente como para saber que eso no lo iba a detener. Se puso delante de mí y me observó, bloqueando mi pasada.
"No es nada," repetí intentando encontrar la manera de esquivarlo. No entendía muy bien por qué, pero sentía como que no era el mejor momento para hablar con él.
"¿Vamos a mi casa? Puedo ayudarte a limp-"
"¡¿Estás sordo?!" exclamé cansado de repetirlo. Aunque fuera mentira, debía entender que no quería su ayuda. Si había algo que no me gustara, eso era repetir las cosas.
Pero inmediatamente me arrepentí de haberle gritado. Sus ojos me dejaron saber que en realidad ld había dolido que usara ese tono con él.
"Uh, lo siento," dije en voz baja. "Estoy agitado por... la pelea."
No pareció arreglarlo del todo, pero al menos parecía haberlo suavizado un poco.
"¿Con quién peleaste?" preguntó en voz baja al ver que yo ya no intentaba huir.
"Con... Brandon," dije por fin. Me parecía algo difícil admitirlo, pero era la primera pelea entre él y yo. Siempre habíamos sido muy unidos, "amigos hasta el fin," como dirían muchos, pero últimamente las cosas habían cambiado.
Dudaba que se diera cuenta, pero Brandon había cambiado tanto como yo durante el transcurso de los años. Poco a poco, Brandon se había vuelto un poco más... ¿Cuál es la palabra? ¿Creído? Tal vez. El punto es que ya no era el mismo chico divertido que solía ser unos años antes. Había cambiado, y, pensándolo bien, la visión que acababa de tener podría ser una de las razones.
Max no dijo nada, simplemente me miró por un rato, como si el observarme fuera a arreglar mi labio y limpiar la sangre mágicamente.
"Iré a mi casa," dije por fin. Al ver que Max no respondía, comencé a caminar de nuevo en dirección a mi hogar. Sin embargo, no pude evitar notar que Max no había seguido su camino. Al voltear, confirmé eso.
"¿Vienes o qué?" le pregunté, esperando no estarme equivocando.
Una pequeña sonrisa se formuló en los labios de Max y comenzamos a caminar junto al otro.
La sangre había dejado de gotear. El labio aún me dolía, al igual que una buena porción de la quijada, así que supuse que necesitaría hielo para la herida.
Si no fuera por el hecho de que me sentía incómodo junto a Max, la tarde podría no ser tan mala. No me malentiendan, no tenía nada que ver con que Max fuera gay. O, al menos no directamente. Lo que me incomodaba era que él pensara que había algún problema con que lo fuera, y que justo por eso no quisiera acercarse a mí. Tendría que aclararle que no había nada de malo, en mi opinión, en que él fuera gay.
Llegamos a mi casa un par de minutos después. Al llegar, noté que no estaba nuestro automóvil, así que supuse que mis padres no estaban en casa. Cosa que comprobé al entrar.
Invité a Max a pasar y cerré detrás de él. Alguien había dejado el radio encendido y tocaba alguna canción de moda que había salido en los últimos días. No le di importancia y lancé mis llaves a una mesita de centro en la sala y me dirigí de inmediato al baño.
"¿Puedes buscar una bolsa de verdura congelada o algo, por favor?" le pedí a Max. Al llegar al baño, me miré en el espejo para tener una mejor idea de qué tan grave era la situación. Para mi suerte, la herida parecía no ser tan grande, y la sangre efectivamente había cesado. Eso sí, la sangre había estado chorreando por mi rostro hacia mi remera verde, y ahora parecía tener una cascada de sangre cayendo desde mi barbilla. Más abajo, una gran mancha de agua se extendía que se extendía hasta la mitad de mis jeans se hacía notar.
Decidí dejarlo para después y volví a la cocina, donde Max estaba recostado en la orilla de la mesa. Al verme, se enderezó y tomó los vegetales para ofrécermelos.
"Gracias," le dije e inmediatamente la puse en mi labio. Al principio sentí una punzada de dolor, pero luego comenzó a dormirse por el frío de la bolsa. El alivio se extendió poco a poco, mientras los segundos pasaban y en el fondo una canción de Demi Lovato tocaba sus últimas notas.
"Estás empapado," observó Max.
"¿Me lo juras?" le dije con sarcasmo. No lograba comprender por qué seguía actuando así, sarcástico todo el tiempo cuando Max intentaba ser buena persona. Era algo que me salía natural, pero lo podía arreglar.
"Luego me cambio," agregué.
"Mi madre siempre decía que si no te quitas ropa empapada hay más probabilidades de que te enfermes."
"¿Ah sí? Supongo que eso explica muchas cosas."
Comenzaba a molestarme a mí mismo con esos comentarios estúpidos, pero no podía controlarme. Era como si lo dijera a propósito para hacerlo sentir mal, pero en el momento en el que salían de mí me arrepentía de ser tan mala persona.
En el fondo, una canción que reconocí como Gorilla de Bruno Mars comenzó a escucharse.
"¿Te molesta si...?" apunté a mi remera con mi mano libre para darle a entender mejor lo que quería decir. "No tengo ganas de cambiarme ahora." En parte era cierto, pero más que nada quería ponerlo a prueba, y al mismo tiempo demostrarle que podía seguir actuando normal con él cerca.
Negó con la cabeza. "Para nada."
Dejé los vegetales en la mesa detrás de nosotros y llevé mis manos a la parte inferior de mi remera. Intenté sacarla como cualquier adolescente normal, pero el cuello era demadiado corto y tendría que pasarla por mi cabeza para sacarla completamente.
Me quedé en una posición extraña con la remera levantada hasta el cuello. Comencé a buscar una manera de sacarla sin lastimarme el labio.
"Maldito cuello," maldije por lo bajo.
Al parecer, Max se dio cuenta del problema.
"Déjame ver," dijo. Se puso delante de mí e intentó ayudarme. Entre los dos logramos sacar mi cabeza de la remera haciendo el mínimo contacto con mi labio inferior. Aun así me lastimé un poco, y un par de gemidos inevitables salieron de mí, pero una vez fuera no pude evitar sonreír (lo cual tampoco me trajo mucho placer).
Incluso después de haber sacado la remera, Max se quedó viéndome a los ojos mientras yo sonreía. Él no lo hacía, sin embargo. Él tenía la mirada fija en la mía, lo cual me obligó a imitarlo.
"Sé que probablemente no sea el mejor momento para esto," comenzó a decir Max, mientras un pequeño pánico crecía dentro de mí, temiendo que Max arruinara mi intento de hacer las cosas menos incómodas. "Pero... necesito una respuesta. Sólo necesito que seas completamente honesto por una vez en tu vida. Si después de eso necesito alejarme para resignarme, lo haré."
"¿Qué quieres decir, Max?" pregunté aunque sabía perfectamente a qué se refería. Sólo rogaba internamente que parara.
"El beso. Niega que te gustó al menos un poco." Sus ojos me decían lo desesperado que estaba por escuchar una respuesta, sin importar si era positiva o negativa. Probablemente le había estado dando vueltas al asunto tanto o más que yo, y moría por terminar con el suspenso.
"Sólo mírame a los ojos y dime desde el fondo de tu corazón que ese beso no significó nada para ti. Sólo dilo."
Las circunstancias no ayudaban para nada. Estaba semi-desnudo frente a un chico que conocía de hace más o menos un mes, al cual había considerado uno de mis mejores amigos demadiado pronto como para ser real, con quien había compartido mis hombros cuando lo necesitaba, y cuyos labios había probado sin siquiera pensarlo. Acababa de pelear con un amigo que consideraba un hermano por haber sido irrespetuoso a mi... ¿novia? Y, lo peor de todo, ¡La maldita canción de Bruno Mars no ayudaba para nada a la situación!
Viendo a Max directamente a los ojos, no pude pensar en otra cosa mas que decir la verdad. Una verdad que tal vez yo mismo había estado necesitando decir. Una verdad que sabía que traería muchas consecuencias una vez que saliera de mi boca.
"Sí," fue lo único que mis magullados labios dijeron en ese momento.
Dentro de mí sentí un remolino de emociones crecer y crecer, amenazando con hacerme desfallecer. Sin embargo, uno de los sentimientos más notables era la alegría. No entendía cómo, pero decirlo provocaba una sonrisa en mi interior.
Al mismo tiempo, un pequeño brillo en los ojos de Max revivió en ese instante. Era como si una parte de él volviera de la vida con la pronunciación de esa simple palabra.
Enseguida puso sus labios suavemente sobre los míos, y, sin siquiera cerrar los ojos, seguimos lo que habíamos dejado a medias un par de noches antes. Ni siquiera me importó el dolor.
Perdido en sus ojos color miel, como era de costumbre, y al mismo tiempo en sus labios, comencé a desfallecerme de verdad.
El dolor y la emoción desaparecieron junto a Max frente a mis ojos. Aunque estaba bastante familiarizado con cómo las visiones funcionaban, no lograba entender por qué esa en particular era diferente.
Un profundo dolor brotó en mi cabeza como una migraña. A diferencia de otras visiones, esta no tenía color en un lugar en específico. En vez de eso, toda la visión era un simple borrón frente a mis ojos.
Logré distinguir dos personas a la distancia, sin embargo. Me acerqué a los borrones de arcoiris que se encontraban a unos metros de mí con paso lento. Cada vez que daba un paso, sentía como si el mundo se meciera de un lado a otro. Así debía ser estar borracho.
A medida que me iba acercando más y más a las personas frente a mí, los borrones se hacían más y más difíciles de distinguir. Para el punto en el que llegué hasta ellos, lo único que me decía que ellos eran personas era el que solamente ellos producían sonido en esa habitación.
Era un sonido distorcionado, pero lo suficientemente claro como para entender ciertas palabras. El problema era que no sabía qué hacer con ellas una vez que las escuchaba. En las condiciones en las que me encontraba, bien podría estar escuchando a dos perros ladrar.
"... salir..."
"... pronto..."
"... ellos..."
"... plan..."
"... juntos..."
Sólo lo último tuvo sentido en mi magullada mente:
"... te amo..."
Con esas palabras, salí de mi visión. Después de tan horripilantes momentos, el dolor de mis labios presionandos contra los de Max eran como una palmada en la espalda.
El beso continuó sólo unos segundos más antes de que la puerta de mi casa se abriera. El rostro de mi padre era un rompecabezas en el momento en que nos vio.
¡Mierda!
"Uh... hola, Pa," fue lo único que mi cerebro pudo formular en respuesta después de tantos eventos mezclados.
Se quedó mirándonos a ambos unos segundos más (Max ya se había apartado de mí) antes de hablar.
"¿Max, cierto?" apuntó hacia Max y se acercó hacia él para saludarlo. No sé quién estaba más sorprendido de los tres: yo por la extraña visión, Max por ver a mi padre bajo esas circunstancias, o mi padre por verme besando a otro chico. Probablemente lo último.
"Cody," continuó él mientras tomaba mi remera y me la entregaba. "Ponte algo antes de que entre tu madre con las bolsas."
No dudé en hacerle caso. Ni siquiera tuve tiempo de sorprenderme ante su calma. Fui a mi recámara, lancé mi remera y me puse otra rápidamente antes de salir a la cocina de nuevo. Tomé la bolsa de vegetales y la puse contra mi labio, en parte porque era mejor que no hacer nada con tantos nervios que tenía.
Al entrar, mi mamá saludó a Max cálidamente, luego notó la abundante vegetación en mi rostro.
"¡¿Qué te ocurrió, Cody?!" exclamó y dejó las bolsas llenas de comida en el suelo.
"Nada serio," respondí lo más tranquilo posible. "Caí de una patineta."
"¡Tú no sabes patinar, Cody!" me dijo mientras tocaba mi labio para revisarlo.
"Ahora lo sé," dije y mi madre hizo un sonido extraño con su boca.
"¿Estás seguro de que estás bien?"
"Sí, Ma."
"Está bien," dijo por fin, aunque sabía que no la convencía... después de todo era una madre.
"Iré a acompañar a Max a su casa," dije en cuanto se me ocurrió.
"¿No se quiere quedar a comer?" preguntó mi madre... de nuevo, era una madre.
"No, gracias, señora," dijo Max de manera amable y le sonrió. "Tengo que ir a ayudar a mi padre con algo."
"Que pena," dijo mi mamá. "Entonces que sea otro día, mijo. Cuando quieras."
"Gracias," respondió Max.
"Vengo en un rato," les dije. Dejé la bolsa de vegetales en la mesa y caminé hacia la salida junto a Max.
No pude evitar voltear a ver a mi papá, quien seguía observándome con una expresión indescifrable. Lo único de lo que podía estar seguro era de que al volver me esperaba una seria charla con él. Decidí tomarme mi tiempo para acompañar a Max.
Aunque estaba completamente rojo, parecía tranquilo. Probablemente sólo estaba en shock por la escena, o tal vez estaba demasiado nervioso como para hacer algo.
"Tu padre... lo tomó... ¿Bien?" dijo en voz baja mientras cruzábamos una calle. Parecía no estar muy convencido de sus palabras. Para ser honesto, yo tampoco lo estaba. Conociendo a mi padre, podría estar esperando mi llegada para armar un lío sobre ello.
"Al menos no fue mi madre quien lo vio," comenté.
"¿Por qué?" preguntó, curioso.
"Me habría matado en el momento. Mi padre tiene la decencia de esperar a que se vaya la visita."
El comentario lo decía de broma, pero Max, o no lo captó, o no le causó nada de gracia. Sin embargo, no era del todo una mentira. Varias veces en el pasado había escuchado a mi madre hablando con unas de sus amigas sobre todo el asunto de la homosexualidad, y no era muy agradable su opinión. ¿Mi padre? La verdad era que a él nunca lo había escuchado opinando sobre el tema.
Continuamos caminando bastante sin hablar. Nos acercamos bastante a su hogar, y una vez frente a su casa, Max hizo una última pregunta.
"¿Crees que tus padres te odien por ser gay?" preguntó Max. Su rostro demostraba seriedad.
"No soy gay," dije en respuesta. Lo gracioso era que lo decía enserio.
"Ja ja ja," respondió con sarcasmo. "Cody, no tienes por qué avergonzarte de eso."
"¿Disculpa?" respondí con una expresión de incredulidad. "Estoy hablando enserio, no soy gay. ¿Recuerdas a Alice? ¿Mi novia?"
La mención de Alice pareció afectarlo, dado a que agachó la mirada un momento.
"Entonces explica lo que pasó hace unos minutos," pidió. Había pasado de nerviosismo a tristeza en milisegundos.
"Ah... yo..." busqué una manera de expresar la confusión que sentía dentro de mí. Todos los dilemas juntos se hacían bolas en mi cabeza, y el que sólo llegaran más y más cada vez no ayudaba a resolver los anteriores. "¿Estoy confundido? ¿Estaba experimentando?" sugerí. "No lo sé, pero lo que sí sé es que estoy con Alice, la quiero y besar a alguien más, sea quien sea, está mal. ¿Entiendes?"
Max volvió a agachar la cabeza y asintió. "Entiendo," fue lo único que dijo. "Adiós." Comenzó a alejarse en dirección a su casa sin siquiera mirarme una vez más. No podía estar seguro, pero me parecía haber visto sus ojos ponerse llorosos antes de que se alejara.
Sentía que debía de ir tras él y aclarar bien las cosas, decirle que no estaba seguro de lo que estaba pasando y que necesitaba tiempo y espacio para asimilar todos mis problemas, pero algo dentro de mí me prohibió mover un dedo de mi lugar.
Pronto, Max se adentró en su casa y yo no tuve otra opción mas que alejarme con la esperanza de que estuviera haciendo lo correcto. Bueno, eso, y también con la esperanza de que mi padre no estuviera esperándome en casa con el cinturón en las manos, listo para listo para atacar. Tal vez me podría estar esperando con galletitas con forma de animalitos y té, pero algo me decía que no tendría tanta suerte.
***
N/A:
Holis!
Breve nota para ustedes! Les pido por favor que voten y comenten si les gusta la historia. Estoy abierto a comentarios y criticas, tanto para halagar como para ayudarme a mejorar:)
También serviría de mucho (para la historia y para mi autoestima como escritor) si invitan a otras personas a leer esta historia! Intento lo mejor que puedo para hacerla interesante, así que apreciaría eso mucho!
Por último, recuerden prestarle atención especial a las visiones, especialmente si están en negritas, ya que pueden contener pistas del futuro *guiño guiño* If you know what I mean.
Sigan siendo chidis, dejen de ser fantasmas, un comentario puede hacer la diferencia para mis días, y disfruten cada día de sus vidas, porque siempre hay alguien que la tiene peor que ustedes!
Tschus!
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