Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Relato histórico: La huida

https://youtu.be/5ymEU7A7Fs8

Mi lugar favorito, era sentarme en el torreón más alto del castillo y ver y oír las olas impactar contra las rocas que habitaban a pies de nuestra fortaleza. Sus paredes de piedra color barro nos protegían de tempestades y ataques. En pleno monte, la naturaleza se arraigaba a nuestra tierra decorándola de un verde precioso que hacía de este lugar horrible, uno hermoso en el que vivir. En la parte más alta de todas, más alta de donde estaba yo, había guardias vigilando día tras día, noche tras noche, salvándonos de luchas que, más tarde o más pronto, nos veríamos envueltos. Sus grandes ventanas y balcones daban las mejores vistas jamás contempladas. Se veían barcos a la deriva, embarcaciones navegando en busca de nuevos orígenes por conseguir una vida mejor; sin embargo, no creía que vinieran al lugar más adecuado donde las mujeres estábamos en un estado legal limitado.

El único lugar en el que no buscaban, pues ni siquiera las sirvientas que me acomodaban en la cama sabían que, detrás de la inmensa biblioteca enfrente de la cama, había un pasadizo secreto que llegaba hasta aquel lar tan bonito y precioso que me evadía de la realidad en la que vivía con tan solo 12 años.

En él, era libre y eso era algo que, dentro de unos pocos años y por desgracia, me faltaría. Mi padre quería casarme con Anderson Roy de ruadh; un joven y apuesto príncipe, del cual mi querido padre quería dar caza a parte de sus tierras y reinado, para así, ampliar el suyo. Para él, el matrimonio estaba pensando para crear amistad entre grupos de parentesco y no un lugar de vínculo. Estaba en contra del matrimonio obligado y, en varias ocasiones, se lo hice saber. Nunca le perdí el respeto ni dije nada que no pensase de verdad, todas las palabras que salían por mi boca eran sinceras y con vista a un futuro digno para cualquier mujer. ¿Por qué no podíamos casarnos con aquel hombre que conquistara nuestro corazón de una manera digna?, ¿por qué debíamos dejar en manos de un desconocido todo y lo poco que poseíamos? Nuestra esencia, nuestra alma, nuestro cuerpo... Era nuestro y no teníamos por qué entregarlo. Ellos eran los reyes y señores y, por desgracia, una mujer no era nada, simplemente nos dedicábamos a estar al servicio de ellos; una situación, que me sacaba de mis casillas.

No era una niña tonta, ni la niña mimada de papá. Nos unía un lazo de sangre en el que no había un amor paternal, así como tampoco maternal, pues ella bien que defendía las incoherencias que por su boca sabía para luego ser humillada ante la corte al oír los gemidos horripilantes de mi padre al follarse a damas de compañía e incluso violar alguna de las sirvientas, jóvenes, sin duda. Ella solo asiente con la cabeza a todo lo que él dice, ni un punto sobre la i le puso, ni un punto y aparte, ni siquiera uno final. Claro... no había derecho a divorcio, hasta ahí llegaba la mediocridad de los que dictaban las reglas. Me hervía la sangre solo de recordar leyes injustas y dolorosas y, en las cuales, las mujeres éramos las menos beneficiadas de todas.

Decidí respirar profundamente y centrarme en el sonido del mar. Estaba revuelto, pero no impedía que fuera un momento precioso en el que poder disfrutar de una maravillosa puesta de sol, en el que la estrella más hermosa del universo se veía reflejada en el agua mareada, pero, aun así, enamoraba.

Una vez escondido el sol para dejar paso a la luminosa luna, bajé de nuevo a mis aposentos. Me tumbé en la cama y observé alguna que otra estrella fugaz hasta cerrar los ojos. A la mañana siguiente, todo fue como siempre. Sentada al lado de mi padre con estos vestidos largos y pesados, con un medio recogido y bien moldeado, escuchábamos atentamente al consejero del rey y sus estúpidas propuestas para crear nuevas leyes que, como siempre, solo ellos eran los beneficiarios. Me levanté enfadada, cansada de tanta charlatanería y tontería. Mi padre con su mirada malévola me obligó a sentarme, no obtuvo lo que quería, así que me agarro del brazo y quiso hacerlo a la fuerza. Me solté de su agarre, mirándolo con la misma rabia que él hacía conmigo y le enfrenté.

—No, padre, esta vez no voy a sentarme porque tus súbditos estén delante de ti —dije, bajando los cuatro peldaños que había hasta llegar al trono y volteé para ver su cara al más puro estilo diablo —. No acepto ni una de las leyes que has propuesto y, aun así, he estado callada a tu lado. ¡No digas nada! —grité cuando vi su dedo señalarme, como tantas veces antes había hecho para luego abofetearme hasta dejar marcas en mi cara —. Estoy harta de que todas las reglas sean en contra de la mujer. ¿Te parece divertido violar a las mujeres?, ¿humillarlas?, ¿golpearlas?, ¿insultarlas?, ¿dejarlas sin nada? No le encuentro la gracia de infravalorar su nombre en cuanto tú fuiste criado por una mujer, en cuanto tú estás aquí porque una mujer te dio la vida. Nos merecemos mucho más que ser las esclavas sexuales de alguien desconocido y que solo eso aportemos a la sociedad, ¿piensas que una mujer no podría gobernar mejor que tú?, ¿qué pasaría si fueras tú quien estuviera en estas circunstancias?

—Eso no va a pasar nunca y, ahora, ven aquí si no quieres que te pase como la última vez.

—¡Cuéntalo, padre! Cuenta como me abofeteaste, como me azotaste, como amorataste mi cuerpo para luego tocar a tu propia hija. ¡Cuéntalo! Pero cuéntalo también al pueblo para que vean la clase de rey que eres. Un rey que no mereció la pena tener.

Ni siquiera me había dado cuenta del dolor que habitaba en mi interior, el cual se mostraban en lágrimas que empapaban mi cara, reflejando una infelicidad de la que no podía escapar. El consejero me agarró sin esperarlo, consiguiendo así que mi padre se adueñara de mí. Mi madre, como era de esperar, no hizo nada. Solo observaba la escena como una estatua sin importarle nada. Sin embargo, no me quedé con las ganas de estamparle uno de los jarrones de los pasillos. Esos que tanto valor tenían para él, pues eran de épocas antiguas y que habían pasado de generación en generación. Me soltó para agarrarse la cabeza y comprobar que sí, que le había hecho sangre. Me escapé. Corría como nunca antes había hecho colina abajo, con el vestido levantado e intentando quitar alguna de sus piezas para que me fuera más fácil correr. Me descalcé y, aunque me hincaba alguna piedra que otra, poder apreciar el tacto de la hierba fue placentero. Escuchaba a sus hombres gritar mi nombre. Sacaron los caballos y con ellos, vinieron a darme caza para volver a aquel infierno. Podía seguir recto donde llegaría al pueblo, aunque dudaba de que mis piernas fueran más rápidas que los caballos, me hubiera agarrado antes de que pudiera hacerlo, así que decidí ir dirección a la playa. En ella, había dos embarcaciones las cuales conocía muy bien. Muchas veces las veía desde el torreón y saludaba a un joven muchacho que me observaba con un catalejo.

—Por favor, ayudadme —rogué antes de que los guardias me vieran.

La mujer del mercante me cogió de la mano y me encerró en uno de los compartimentos ocultos del interior del barco. Su marido no estaba del todo seguro de lo que hacían, pues sus vidas dependían por haber salvado la mía. Los hombres de mi padre les preguntaron e incluso subieron a bordo para comprobarlo, pero no me encontraron. De la misma manera que también lo hicieron con la otra embarcación, había desaparecido para el mundo. La princesa, ya no estaba.

El joven muchacho junto con su madre, vinieron a avisarme de que ya se habían ido y que pronto tomaríamos rumbo a otro lugar. Comencé a llorar no de tristeza, sino de felicidad, pues a partir de ahí, fui libre, incluso al casarme con él, el cual me cuidó, mimó y me alentó a crear aquel grupo de mujeres que luchábamos por tener los mismos derechos y privilegios de los hombres, por ser libres e iguales.



Este reto consistía en escribir un relato histórico en el que nuestras princesas debían realzarse por pensamientos o actitudes diferentes a la de su época. En mi caso, elegí la princesa escocesa, una joven con las ideas muy claras y desafiante ante su rey, su mismísimo padre. El relato tiene 1391 palabras. He decidido poner una música que me inspiró mucho al escribir el relato, así como la imagen donde pasaría lo sucedido. Esta foto es actual, pero seguro que vuestra imaginación os traslada a esa época :)

P.D.: No sé porqué Wattpad me junta palabras. Si veis alguna, lo siento. Lo modifico, pero sigue igual T.T

Espero que les haya gustado <3

¡Muchísimas gracias a todos los que os pasáis a leer, votar y comentar! Siempre emociona <3 ¡Un besazo corazones! <3

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro