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||CINCUENTA Y CUATRO||

|54|Positivo

La tensión se sentía por todo el lugar. Mirabel había huido hace media hora con Alberto Y Luca, no supo la razón se le miraba aterrada y con ganas de llorar. A lo lejos estaba su esposo hablando por teléfono con Luca sobre lo sucedido, se fueron tan de prisa que lo único que dijo el italiano mayor fueron balbuceos e incoherencias antes de llevarse por completo a la joven de lentes de ahí.

Miguel respiro hondo antes pellizcándose la fuente de su nariz con claro fastidio en su mirar.

–¿Que chingados hiciste ahora? –le recalcó a Camilo.

–Yo...

–Fue mi culpa, Miguel, él solo estuvo conmigo hablando sobre cómo me sentía y Mirabel lo malinterpreto todo –lo defendió Teresa.

–Miguel, cálmate –habló preocupada Socorro abrazando a su hermano del pecho para que no se alterara–, Hiro está hablando con ese chico, Luca. Ahorita les dirán lo que sucede, pero cálmate. Las malas interpretaciones son comunes entre amistades.

Miguel chasqueo la lengua y retiro sin nada de enojo las manos de la menor, estaba cansado, creía que todo al fin terminaría bien, pero había olvidado el factor importante; la relación entre su morenita y su blanquita.

–¡Por qué no podemos tener una celebración sin tanto drama! –exclamó harto y tallando con fuerza su rostro con las palmas de su mano.

Sin decir nada solo fui a una de las mesas a beber un largo trago de su wiski. Camilo desvió la mirada y Teresa prefirió alejarse, por esa razón no quería volver a estar cerca de él. Cuando el mayor termino la llamada, con un rostro pálido y mirada perdida se acercó a su esposo; quien no mostraba mucho interés.

No fue hasta que le susurro en su oreja lo que pasaba. Miguel escupido su trago y empezó a toser con fuerza, golpeo suavemente su pecho para intentar recuperarse y miro a su compañero como si estuviera loco.

–¡¿No chingues?! ¡¿En serio?!

Hiro solo asintió confirmando lo que dijo, Miguel se quedó pensando recargando medio cuerpo sobre la mesa exterior. Camilo se acercó preocupado esperando que el matrimonio le dijera por qué tanto escándalo, nerviosos compartieron miradas.

–¿Qué sucede? ¿Mirabel está bien? ¿Ella me odia? –comenzaba a ponerse paranoico como su madre.

–No –susurro Miguel–, pero yo lo haría si fuera ella.

–¿Qué paso? –pregunto preocupado mirando al mayor de todos.

Hiro suspiro, coloco su mano en su hombro como apoyo.

–No puedo decírtelo yo, será mejor que vayas a solucionar las cosas con ella –comento compartiendo una rápida mirada con su esposo; quien prefirió quedarse callado y desviar la mirada con seriedad–, ellos están en el departamento de tu cuñada mayor. Dice Alberto que lleves protección porque ella te espera con un bate de beisbol.

Camilo trago saliva, sintiendo un escalofrió en su espalda baja. Le temía a Isabella con toda su alma, aun así iría por Mirabel aunque eso signifique recibir varias golpizas de sus cuñadas. Confiado le sonrió a Hiro, él no tardo en nada en corresponderle y desearle suerte con un abrazo. Él junto con Socorro se adentró a la casa para descansar con sus gemelos.

–Escuchen...–pensó en sus palabras Miguel antes de mirar exhausto a joven comprometido–...será mejor que te disculpes por el mal entendido –giró su vista hacia Teresa quien parecía triste y pensativa no muy lejos de ellos–, al igual que tú, tienen que aclararlo ya, son amigas y aunque sean diferentes, Mirabel es feliz contigo como tú con ella –le sonrió mostrando sus dientes.

Los ojos de la embarazada brillaron y él solo calmo su pensamientos, entendía los errores que cometían ellos, era el proceso de crecer. Y no los dejaría caer solos de nuevo. Con una postura firme peino con sus dedos su cabellera. Pero toda su seriedad y bondad se fueron al instante de sacar las llaves de su camioneta.

–Vámonos ya, solo espero que sea la última vez en estos meses. ¡Solo quiero emborracharme hasta perder la maldita memoria sin sentir culpa ni tensión! ¡Es mucho pedir! –Alegó como un niño pequeño–. Así que una vez resolvamos esto me compraran más alcohol.

Camilo lo miro sorprendido por unos momentos, no esperaba que él los ayudara en sus problemas infantiles. Sonrió agradecido y colocando

–Mi querido parcero, después de esto yo invito las primeras rondas.

Miguel soltó una fuerte carcajada golpeando amistosamente su hombro, ambos hombres dirigieron su vista a Teresa y le sonrieron. Los ojos oscuros de ella volvieron a cristalizarse mientras que en su pecho sentía una calidez, se sentía parte de una familia que nunca tuvo. Sonrió con genuinidad antes de ser envuelta en los brazos de ellos.

[...]

–Mira...–murmuro Isabella preocupada mientras golpeaba levemente la puerta del baño de su habitación.

No hubo respuesta más allá que un silencioso gimoteo. La mayor suspiro con pesar y decaída tomo asiento en el suelo apoyando su espalda en la madera de la puerta.

–¿Estas segura?

–No lo sé –escucho la débil y rota voz de su hermanita–, pero todo apunta que lo pueda estar, los primeros síntomas aparecieron estos días. No fue hasta que mi...–hubo una pequeña pausa–, no fue hasta que escuche a una amiga decir sus síntomas que hizo que me diera cuenta...Isa, no sé que hacer si en verdad estoy embarazada.

–Mira...

–¡¿Qué voy hacer, Isabella?! –gritó con desespero– Ni siquiera he terminado mi carrera. Solo sigo demostrando que soy una decepción...una completa inútil. Ustedes por lo menos tienen una carrera, una vida tranquila y llena de logros...siempre fue así –su tono de voz iba cayendo y el llanto volvía a gobernarla.

–Creí que querías una vida con Camilo.

–No mal entiendas, es lo que más adoro en esta vida, pero no estoy preparada para ser madre ahora con todos los problemas que tengo. ¡Ni siquiera mis padres saben que salgo con él!

La podía escuchar llorando, desvió la mirada mientras comenzaba a jugar con una de las hojas de una de sus plantas de interior.

–Luisa no tarda en llegar –le avisó–, ella ya sabe de Camilo.

De nuevo no hubo respuesta alguna más allá de gimoteos.

–No le dije yo, Arturo creyó conveniente que él le dijera la verdad después de que ella lo defendiera en frente de la familia.

–Porque no puedo tener una relación tranquila y bonita como ellos. Donde nadie nos critique y diga que saldrá mal solo porque nos amamos...es mucho pedir.

Isabella cerro su mirada y respiro hondo para tener el valor de levantarse y abrir sin aviso la puerta del baño, encontrándose con cinco diferentes tipos de pruebas de embarazo colocada en fila en el lavamanos. Aún no había respuesta. Giro su vista hacia la bañera donde Mirabel estaba en una posición fatal. Abrazándose a si misma con la mirada perdida. La morena mayor se quitó sus zapatos para poder meterse junto a ella. La abrazo contra su pecho, Mirabel no se opuso solo se dejó acariciar su cabellera. Juntas esperarían en silencio.

[...]

–Llegamos –anuncio Miguel mirando el edificio de departamentos del frente.

Apago el motor y miro a Camilo a su costado, se le notaba nervioso como asustado de que Mirabel no quisiera verlo.

–Según Alberto, están en el piso cuatro D –comento Teresa desde los asientos de atrás, comprobando la dirección en su teléfono.

Madrigal respiro profundo y valiente bajo de la camioneta roja seguido de sus amigos. Los tres miraron el edificio, donde vivía la hermana mayor de su prometida junto con Mariano –que tampoco tenía muchas ganas de verlo y menos en la situación que estaba–.

–Te van a matar, lo sabes –le dio "ánimos" Miguel mientras se colocaba a su lado izquierdo.

Camilo lo miro mal, pero se calmó al sentir una delicada mano posar en su hombro giro para encontrarse con la mirada compresiva de su amiga.

–Todo saldrá bien.

–Entre Luisa e Isabella ya tengo una lápida con mi nombre –comento no muy animado.

Y esperar más comenzaron a caminar al edificio.

[...]

–Aquí tienen –comento Mariano dejando dos tazas de café oscuro sobre la mesita de la sala.

Ambos italianos se lo agradecieron en un murmullo, tomando cada uno una taza. Soplaron haciendo que el hilo de humo bailara frente a ellos. Se podía sentir la tensión en todo el departamento. Arturo se mantenía callado a lado de Mariano, él y Luisa cancelaron su cita sin pensarlo al enterarse del problema.

–¿Están seguros que ella pueda estarlo? –pregunto Arturo preocupado mirando hacia la habitación de Isabella donde estaban las tres hermanas.

–Camilo es un pervertido de primera, no me sorprendería que si lo estuviera –habló Alberto como si nada–. Además Mirabel cuando me pidió que la ayudara en verdad se mostraba inquieta y asustada, por eso vinimos aquí.

Los dos colombianos asintieron, estaban angustiados porque un embarazo ya sería ponerle más carga a al burro. Mirabel apenas soportaba el rechazo de su familia y la carga de ocultar una relación como para ocultar ahora un embarazo.

–Esto solo causara más problemas –murmuró Mariano.

–¿No les molesta que sea con Camilo? –preguntó curioso al igual que sorprendido Luca al ver que no le tomaron importancia ni alegaron que Camilo Madrigal sea el tan famoso novio.

Ambos negaron desde sus lugares.

–Conozco a Camilo desde que era un niño y sé que él cuidara de Mirabel, me alegra que sea él y no un viejo aprovechado –comento el fortachón levantándose del sillón.

Encaminando a uno de los libreros de la sala y tomando un marco ya algo viejo por la edad y se lo entrego al par de mejores amigos. Ambos quedaron sorprendidos de ver la fotografía donde salían ellos junto con unos adolescentes Isabella y Mariano abrazándose como pareja. Mirabel y Camilo tendrían menos de siete u ocho años al momento de tomarla. Los dos estaban abrazados de manera celosa como protectora. Ella reía mientras que Camilo miraba amenazante al fotógrafo. Lograban entender un poco la cercanía e importancia que tenían entre ellos.

Luca le entrego el marco a su dueño y suspiro mirando a su mejor amigo.

–¿Cuánto tiempo tendremos que esperar? –preguntó Luca a Alberto.

–Ya no tardan en dar los resultados de las cinco marcas que compramos, decían que para mejor resultado entre diez a quince minutos.

El castaño oscuro suspiro. Y supieron que los resultados comenzaron a aparecer cuando un grito desolado de Mirabel se escuchó junto con un llanto. Inconscientemente Alberto tomo la mano de Luca y la apretó, a los cuatro hombres les dolía escucharla así. Arturo no la había visto tan mal desde el mes que estuvo distante con Camilo.

De repente escucharon como la puerta de la habitación se cerró, los cuatro miraron a la hermana mayor salir de este y encaminar hacia ellos con una mirada devastada.

–Ya dio resultado la primera –anunció mostrando la prueba de embarazo desechable con las dos líneas formada dando un resultado...

–Positivo –murmuro Arturo.

Un silencio se formó en la sala, Isabella dejo la prueba en medio de la mesa de café y triste se lanzó a los brazos de Mariano; quien no dudo en corresponderle a su mejor amiga. Las cosas iban tan bien para Mirabel que ahora tenga que volver a sufrir. ¿Qué culpa tiene ella?

El llanto cada vez comenzaba a ser más silencioso.

En otro momento la idea de estar embarazada del amor de su vida la hubiera llenado de dicha y alegría, pero ahora donde no solo la cena era mañana –porque ya pasaban de media noche–, si no sus estudios, la prensa que anda tras Camilo o la simple idea de cómo reaccionarían sus padres. Todo se cumulaba y la rompía. ¿Cuánto tiempo más aguantaría?

Se pusieron nerviosos o incomodos al momento de escuchar como la puerta principal del departamento era tocada suavemente. Isabella furiosa se soltó de Mariano y tomo su bate de beisbol con intenciones de "hablar" con su –para nada– querido cuñado. Nadie iba a detenerla, ni siquiera los amigos de Camilo.

Al abrir la puerta el bat cayo bruscamente al suelo, llamando la atención de los hombres que al levantarse de su lugar quedaron sorprendidos de ver la figura de una incómoda y nerviosa Teresa Montenegro; la actriz preferida de ambos residentes del departamento. Isabella y Mariano quedaron con la boca abierta, la pelinegra con una sonrisa demasiado falsa giro su cabeza para pedir ayuda a los otros. Alberto llego rápidamente a tomar el brazo de la madre de su hijo para adentrarla a la casa ajena.

–Ahora más que nunca ella te necesita –murmuró él.

–¿A mí? –exclamó asustada al igual que incrédula–. Ella me odia.

Negó. En eso Luca se acerca y toma las manos de ella para animarla.

–Necesita a una amiga más que nada. Tú eres la que más la ha apoyado sin criticarla ni hacerla sentir menos con palabras ni acciones.

–¿Qué está pasando? –exclamó mirando a ambos con preocupación.

Los mejores amigos compartieron miradas, el menor suspiro acercándose a la mesa para tomar y entregarle la prueba de embarazo. El rostro de Teresa al ver aquellas dos líneas tan familiares, su piel se puso más pálida de lo que ya era. Ahora entendía porque reacciono Miguel así.

–¿Dónde está?

La busco por todo el lugar y fue Arturo; quien sin decir nada solo apunto la puerta de marco violeta del fondo. Ella se lo agradeció y respiro hondo para encaminar hacia el lugar con la prueba en mano. Sin avisar abrió lentamente la puerta, quedándose sin palabras al ver como envuelta en sabanas Mirabel lloraba desconsoladamente mientras que su hermana intentaba animarla, pero fallaba rotundamente. No era la mejor opción para consolar a su pobre hermanita. Teresa abrió la puerta por completo dejando que la luz de la sala se adentrara a la oscura habitación. Luisa al notarlo levanto su mirada hacia ella quedándose sin palabras como Isabella al reconocerla. La actriz sonrió con algo de pena. Era demasiado incomodo ser reconocida en ese momento tan tenso.

–Nos podrías dejar un momento solas, por favor –pidió en un susurro.

Luisa nerviosa asintió, levantándose de la cama casi al instante.

–Sí, sí, ¿Gusta de un café –pero al ver su vientre de embarazo se retractó–...digo un té o chocolate caliente, señorita Montenegro?

Ella negó con suavidad y con una pequeña sonrisa.

–No gracias. Es muy amable de su parte.

Luisa volvió asentir y con permiso salió de la habitación cerrando consigo la puerta, volviendo a dejar el lugar a oscuras. Teresa suspiro pesado y camino a paso lento hacia Mirabel, pero se detuvo casi al instante de ver posados perfectamente en fila cuatro diferentes pruebas de embazo; todas positivas y dos con la fecha de dos a tres semanas. Mordió su labio inferior y prefirió dejar la prueba que tenía junto con las demás antes de sentarse en el borde la enorme cama. Mirabel no salía de su escondite; cosa que solo provoco un ambiente tenso entre ambas. Aun así Teresa comenzó a acariciar su pelo.

–Siempre tuve envida de ti, Bel.

No hubo respuesta, a pesar de eso ella siguió hablando.

–Eres fuerte, valiente y eres el ángel de todos nosotros –musitó enredando uno de sus mechones en su dedo–. Tu no vez maldad en nadie...ni en mí, cuando yo misma me considero en la villana de tu historia. Eres mi amiga...por no decir la única. No sabes lo que me cuesta decirte que no puedo perderte, a ti no –confesó sintiendo un nudo en su garganta–. Lloro en las noches abrazando la muñeca que me regalaste o me la paso hablando con la criatura sobre como quisiera que fuera un ángel como tu...yo.

De repente antes que pudiera seguir sintió unos brazos envolviéndola con cuidado. Teresa la abrazo devuelta con la misma intensidad y con enormes ganas de llorar.

–Lo siento, perdóname –murmuro Mirabel llorando en su hombro.

–No, no te disculpes, cariño, yo soy la que debería hacerlo –la separo y limpió con delicadeza sus lágrimas con su pulgares–. Mirabel te extrañe, te necesité y te sigo necesitando.

Mirabel le sonrió con dolor.

–Lo...lo escuche todo –le dijo bajando la mirada–, no quiero volver alejarme de ti, perdón por asustarte, pero cuando dijiste los síntomas mi cerebro hizo clic y entre en pánico. No sé que va a pasar ahora, no me siento preparada.

–Ya, ya, cariño, ya no me iré, hare lo que pueda, amenazaré al idiota de tu prometido, solo no llores porque yo llorare y no es bueno que dos embarazadas lloren –exclamó entre gimoteos.

Ambas volvieron abrazarse con la misma intensidad. Se necesitaban. Se la pasaron así, hasta que escucharon afuera de la habitación varios gritos. Sin pensarlo las dos salieron preocupadas, al abrir la puerta se encontraron con Camilo en el suelo y Mariano agarrando a Isabella para evitar golpearlo con su bat.

–Cálmate Isabella, fue un error, una malinterpretación, no volverá a pasar –exclamaba aterrado Camilo protegiéndose ante cualquier ataque–. ¡Amo a tu hermana más que nada en el mundo!

–Oh, claro que no volverá a pasar te castrare –lo amenazó entre gruñidos e intentando zafarse de los brazos de su compañero–. ¡COMO PUDISTE EMBARAZARLA!

–¡¿Qué?! –rápidamente busco a Mirabel con la mirada olvidándose por completo de Isabella y ahora con autentico terror en su mirada– ¡¿Estas embarazada?!

Mirabel agacho la mirada. Camilo se levantó rápido para acercarse a ella pero fue detenido por Luca y Arturo; quienes sacaron todas las pruebas para enseñarle. Al ver cada una con sus señales de positivo. Sintió como varias cosas eran puestas en su espalda, casi llegando a desmayarse.

–¡¿A la verga, aquí nadie sabe usar condones o qué?! –Exclamó Miguel al sostener el cuerpo de su amigo.

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