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||CATORCE||

|14|Labios rojos

Teresa miro furiosa a los Madrigal, en especial a Camilo. La pobre chica de lentes entro en pánico, pidiendo disculpas en un murmullo casi inaudible. Estaba aterrada, sabía que algo así podía suceder, Camilo se colocó delante de ella protegiéndola de cualquier cosa que hiciera la mujer. Pero eso no basto para la actriz que se acercó enojada haciendo que sus tacones resonaran por todo el taller. Lo empujo con fuerza provocando que él casi cayera –Teresa tenía una gran fuerza oculta una cara bonita–, la pobre costurera la miraba aterrada con sus ojos cristalino, no era secreto que todos en el set le tenían miedo a Montenegro. Y antes que suplicara que no le haga daño, se quedó sin palabras al sentir como la venezolana la abrazaba protectoramente contra sus pechos y siseo acariciando su espalda con cariño para calmarla. Mirabel empezó a temblar al no tener idea de lo que acaba de pasar.

–Ya decía yo, que ella duraba más que todas las demás –murmuro en un tono seco mirando seriamente a su "pareja".

Camilo incorporo su postura, sobándose adolorido su brazo para mirarla con completo desprecio. Se recordó en la mesa de trabajo y con una mirada tranquila logro calmar a su novia

–Teresa, no es lo que piensas –exclamo él molesto mientras se pellizcaba la fuente de su nariz.

–¿Qué? ¿Qué te aprovechaste de la pobre costurera? –le reclamo enojada para después mirar a la joven de sus brazos consolada–. Cariño, no caigas en la idioteces de un imbécil.

–Yo...–no que decir sentía vergüenza como confusión de que estaba pasando.

–Teresa, escucha, ella es mi verdadera novia –confeso en un tono frustrado–. Salgo con Mirabel en secreto.

Ella lo miro con el ceño fruncido y después miro a Mirabel; quien asintió sonrojada y con la mirada agachada. Realmente no sabía cómo hablarle a una mujer como Montenegro, se sentía intimidada con su presencia, era la primera vez que "hablaba" con ella.

–No me estaba aprovechando de ella, solo intentábamos ser discretos.

La mujer relajo su agarre de la pobre joven de lentes, aun así no se separó de ella. Conocía los desgraciados que existían detrás de las funciones y no dejaría que se aprovechen de otra de sus empleadas.

–No me creo que ustedes salgan, lleva dos semanas trabajando con nosotros como para que mágicamente un hombre como tú se fijara en una simple costurera –comento molesta sin bajar en ningún momento la guardia, no quiso sonar grosera, pero así era el mundo de la industria. Había una gran diferencia entre empleados y encargados.

–Nos conocemos desde los cinco años, señorita Montenegro, crecimos juntos –confeso en un susurro apenado, sin atreverse a verla.

Teresa y Camilo compartieron miradas molestas, se sentía una tensión horrible entre ellos, era sofocante para la joven.

–Querida, en verdad me preocupabas. No quería que este imbécil –miro a Camilo con odio y él rodeo la mirada con fastidio– te hiciera algo o te manipulara. Como siempre te quedabas al final trabajando y Camilo ahora repentinamente quiere trabajar hasta tarde, pensé que algo malo te pasaba.

–Gracias por preocuparse, pero realmente él no me hace nada malo –musito sonrojada de que ella se preocupara por su seguridad, aun así miro a su novio con una pequeña sonrisa que logro calmarlo–. Lo conozco mejor que nadie y sé que él no me haría daño.

Camilo sonrió con un leve sonrojo que no pasó desapercibido por la actriz. Teresa no creía que el gran Madrigal le hiciera daño, pero nunca bajaría la guardia si hay una joven que puede estar en peligro. Ella y Camilo se llevaban tan mal –a pesar que entre los reflectores eran la pareja ideal–, ambos nunca bajan la guardia a la hora de trabajar, nunca se dejarían intimidar por nadie. Era como una especie de competencia quien de los dos dirigía a todos, querían dar miedo para protegerse de quienes los rodean.

–Ves maldita arpía. Yo no sería capaz de hacerle daño a ella, ni a ninguna mujer –gruño, cruzando sus brazos sobre su pecho.

–Jodete lagartija de alcantarilla –le devolvió el insulto antes de girar su vista a la joven–. Tuvieron suerte que yo los descubriera; es muy peligroso que muestren su afecto aquí y más cuando todo el set creen que son primos.

–¡No lo somos! –Se quejó Camilo tallando su rostro con fuerza, estaba harto que todos lo creyeran– fue una coincidencia que nuestros apellidos son el mismo.

–Como sea –suspiro peinando hacia atrás su perfecta cabellera mostrándose seria y frustrada–. La industria no tendrá piedad de ustedes, cariño, podrías tener varios problemas si enteran de esto. Fuera que te pudieran despedir al instante, los medios estarán detrás de ti. Fuera de la estupidez que hicieron Scorfano y Rivera, solo ocasionaron más problemas, ya eres tendencia en las redes por tener a dos grandes actores cargando tus cosas por suerte solo son ellos no pasara más allá que solo gente curiosa queriendo saber de ti, pero si te llegan a descubrir con Camilo que tiene una fama mayor que ellos. Estarán en verdaderos problemas.

–¿Que? –exclamo sorprendida Mirabel.

–Sé que es difícil, pero enserio no tendrán piedad de ambos –miro a Camilo con seriedad–. Tú lo sabes mejor que nadie.

Él suspiro, mordiéndose su labio de forma inquieta, por más que no quiere darle la razón, la tenía. Alberto y Miguel eran reconocidos pero solo en el teatro, mientras que él era más famoso en muchos medios.

–¿Qué sugieres? –pregunto serio mirando a Montenegro.

–Veré como puedo ayudarles, solo tengan un perfil bajo.

–Gracias por no delatarnos, señorita Montenegro. No sé cómo agradecérselo.

–Yo te puedo decir cómo –comento mirándola con una sonrisa coqueta.

Y antes que Mirabel pudiera preguntar, solo sintió como Teresa la tomaba con delicadeza de su mejilla, sonrojada observo como la mujer le quito sus anteojos y sin esperar nada unió sus labios en un beso sutil y lento. Teresa movía sus labios con dulzura con la joven; quien estaba estática mientras que Camilo la miraba furioso. Y antes de que tomara a la mujer y la separara de su novia, ella se le adelanto separándose lentamente de la joven. Teresa se relamió los labios, contenta de ver el sonrojo intenso de Mirabel.

–Ahora estamos a mano –le susurro seductoramente y se alejó de ella dándole una suave caricia en su ardiente mejilla–, eso es por todos los besos que tuve con Camilo y por los que vendrán –le guiño el ojo sin borrar su sonrisa–. Tendremos que seguir fingiendo nuestra horrible relación por el capricho de los productores.

Mirabel seguía estática completamente aturdida de lo que paso, toco son suavidad sus labios completamente roja de la vergüenza, se sentía incomoda. Ignoraba toda la pelea que surgía entre los actores. Lentamente levanto su mirada hacia la actriz que parecía no tomarle mucha importancia a los reclamos de su novio. Ahora realmente se sentía intimidada por la mujer, era alguien inalcanzable con una seguridad en sí misma y en sus acciones.

Teresa por fin decidió dejarlos solos, una vez aclarado todo. Se despidió con una sonrisa de la costurera y le mostro el dedo medio al hombre. Camilo gruño furioso como detestaba a esa mujer, que por desgracia era su pareja en las pantallas. No fue hasta que escucho una pequeña risa por parte de su novia que lo saco de sus pensamientos para nada agradables que tenía sobre Montenegro.

Mirabel bajo del banco donde estaba y fue directamente hacia él. Camilo la miro molesto al ver el labial rojo que dejo la otra sobre los labios gruesos de su amada. No podía reclamar nada, como había dicho Teresa era una manera de estar a mano con todos los besos que él tiene que darse con ella. Ella lo tomo con ternura su mejilla, pero Camilo no quería cooperar. ¿Estaba celoso? Por desgracia sí. Mirabel lo abrazo por su cuello, Camilo seguía de brazos cruzados tratando de no caer en las redes de su amada.

–Me gustan más tus besos –confeso ella con una sonrisa mientras se balanceaba de un lado a otro en forma de juego–. Solo tus besos me hacen sentir feliz.

Él la miro con la ceja arqueada.

–Continúa...–comento aun con una postura firme y seria.

Ella rio en voz baja.

–Tus ojos me fascinan.

–Sé que tengo ojos hermosos, pero no es lo que quiero oír.

–No me harás decirlo –reclamo molesta.

Camilo no respondió solo giro su rostro ofendido. Ella gruño antes de respirar hondo y ponerse de puntillas para estar cerca de su oreja y susurrarle como a él le gusta:

–Solo tú puedes complacerme, Camilo Madrigal.

Camilo esbozo una risa ahogada, contento se relajó para abrazarla de su cintura y comenzar a repetir besos en sus mejillas hasta llegar a sus labios y besarla con dulzura. Mirabel correspondió con el mismo cariño. Ese beso hacia que sus estomago revolotearan mariposas y la hacía sentir viva. Solo los labios de él lograban encajar con los suyos. Ambos se separaron sonrientes. Sin separarse del abrazo permanecieron así por unos momentos.

–Al menos tenemos una aliada –murmuro ella de manera calmada.

–Y la peor de las aliadas –gruño cerrando sus ojos en lo que acariciaba su cintura.

–¿Qué es lo que haremos? –pregunto preocupada dejando caer su cabeza en su pecho y comenzó hacer círculos imaginarios sobre la tela de la camisa– ella tiene razón.

–Mandare a Luca para que te recoja y lleve a la universidad, y puedas seguir estudiando. Los chicos seguirán llenó por ti, pero irán más discretos. Solo evitemos que surjan más problemas. No quiero que te pase algo –respondió desanimado dejando su mentón sobre la cabeza de ella.

Ella mordió su labio inferior insegura, era el precio de salir con Camilo.

–¿Te arrepientes de salir? –pregunto en un susurro Camilo. Temiendo a que ella lo dejara por eso.

Extrañamente ella negó abrazándolo con fuerza, como si no quisiera que la alejara.

–Sabía que no iba a ser fácil, pero creo que tomare el riesgo –levanto su rostro y sonrió con cariño–. No quiero dejarte de nuevo, amor.

Camilo se sonrojo al escucharla, le devolvió la sonrisa realmente feliz. Ahora más ganas tenia de protegerla de todo mal. No quería alejarla ni asustarla, quería proteger a su amada mariposa.

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