II. Viaje tormentoso
Wei WuXian caminó por muchos li hasta llegar al océano. Su apariencia juvenil y su sonrisa traviesa sirvió para engañar a los habitantes de la costa.
Gastó sus últimas piezas de plata y compró una vieja embarcación. Pensó que no había lugar para él en esas tierras. Así que se haría de un hogar en otro lado mientras los tumultos funerarios se liberaban del hechizo de sellado.
El barco estaba gastado y tenía notables parches para cubrir el daño en la vela, pero no le importó. Él era feliz con su pequeño bote, teniendo a las estrellas como guías y compañeras.
El viaje fue tranquilo, incluso un poco aburrido durante algunos días. El treceavo día de viaje algo inusual ocurrió.
Wei WuXian subió por la escotilla, siendo golpeado por la brisa fresca en el rostro y le costó un tiempo acostumbrarse a la luz. Se detuvo a la mitad de la embarcación apreciando un por un inmenso azul profundo. Se habría sentido tranquilo de la vista en otra circunstancia.
Rápidamente fue golpeado por una sensación inquietante.
Sintió una fuerza opresora contra su pecho y sostuvo a ChengQing con fuerza.
Observó el océano por horas hasta que le ardieron las mejillas. Se recostó sobre su espalda buscando descansar inútilmente. El mal tiempo había comenzado no mucho después, por lo que el bote se convulsionó el último par de horas.
La embarcación se sacudió violentamente haciendo que su último lote de alcohol cayera al mar. Consiguió sostenerse antes de salir disparado, y justo entonces un dolor punzante se enterró en su pecho dificultando su respiración.
Wei Ying se estremeció.
Su piel se erizó de la impresión. Seguido por un vomitivo aroma que le generó arcadas apenas detectarlo. Sangre, cuerpos pútridos en descomposición y óxido. Quería vomitar. Esto no era como la energía condensada y filtrada en los túmulos funerarios. Wei Ying luchó contra la debilidad. Sintiéndose indefenso, como aquel niño que fue cuando lo arrojaron al LuanZang tantos años atrás.
A duras penas consiguió ponerse de pie, luchando con el tambaleo del bote.
Él consiguió acercarse a la borda, y se aferró a la madera que parecía tentada a destrozarse bajo sus dedos.
Incapaz de retener aquel malestar terminó por vaciar su estómago.
Estaba más que convencido de que odiaba los barcos. ¡Nunca volvería a montarse en uno después de eso!
Wei WuXian concluyó en que no se trataba de una tormenta normal común y corriente. El cielo gris estaba formado por nubes en forma de espiral, que giraban de manera irregular entre sí y el viento olía a pimienta y humedad. Los truenos, como golpes secos, comenzaron a retumbar en las nubes, pero no hubo ningún relámpago cayendo.
Apreció una masa oscura a la distancia que llamó su atención.
"¿Qué es eso...?" Se preguntó.
Se aproximó al fuste de la nave, escalando por encima de la vela consiguiendo la altura necesaria para ver de qué se trataba.
Y se quedó sin aliento al ver las dimensiones del monstruo.
¡Era una enorme bestia envuelta en un halo sombrío a su alrededor!
Su cuerpo grisáceo parecía humo denso, y aunque apenas podía verle hasta la altura de los hombros pudo aseverar que era descomunal.
Era Hai RuDao, conocido como el señor del mar. Un demonio capaz de hundir grandes embarcaciones, que se alimentaba de los cuerpos hinchados y en descomposición de náufragos.
Eso explica el increíble hedor, pensó.
Aquel era un fenómeno de uno en un millón. Si Wei WuXian no estuviese demasiado preocupado por salir bien librado de su inminente destino, hubiese comenzado uno de sus tantos estudios y teorías.
El océano se convirtió en un desastre.
Las corrientes formaron una serie de remolinos de agua que hacían casi imposible seguir avanzando.
Estar en el medio del mar resultaba problemático. El viento era tan intenso que cortaba la piel, tuvo que hacer frente a un torbellino de agua que lo absorbía a cada segundo y el hecho de que el bote parecía a punto de romperse lo puso de mal humor.
La velocidad de la marea dificulto el sujetarse al bote, y gran parte de sus escasas pertenencias fueron arrastradas por el agua. El cielo era tan oscuro que parecía de noche y la brisa marina hacía difícil respirar. No es que a Wei WuXian le importara mucho, pero la sensación era desagradable.
Finalmente llegaron los relámpagos, vaporizando el agua a su alrededor.
Maldita sea, ¡solo quería tener unas lindas vacaciones en tierras lejanas. No terminar en medio de la tribulación de alguna deidad!
El agua salina dificultó la vista. Su cabello voló como una maraña engorrosa y se le pegó el flequillo al rostro.
Todo lo que quería era terminar con aquel estúpido monstruo. Así que con humor agrio, tocó su flauta. Alzando una canción siniestra, pero la misma fue absorbida por el fuerte viento.
"Me ha entrado agua en la nariz" Escupió.
ChengQing no estaba funcionando. La energía resentida en su cuerpo no era tan fuerte para hacer frente a un monstruo de varios siglos; y se maldijo por no tomar el sello de tigre estigio que dejó en casa. Bien, su amuleto era mucho más eficaz ahí, sirviendo como un corazón que distribuía los canales de energía resentida dentro del LuanZang permitiendo un agradable equilibrio.
Wei WuXian consiguió montar una corriente a duras penas, y se aproximó a la falsa deidad de agua.
Una vez que estuvo lo suficientemente cerca, tomó la espada que se le forjó durante la guerra, Suibian, y la arrojó al Hai RuDao.
Para su sorpresa, y alivio, la criatura tenía un cuerpo tangible por lo que resultó posible cortarlo.
Apretó a ChengQing en su cintura, enterrando a Suibian en la carne del monstruo y comenzó a escalar.
Una vez que el demonio fue consciente de su presencia, intentó aplastarlo con su tentáculo.
Vaciló.
Estando a gran altura fue incapaz de sacar a Suibian para defenderse, así que Wei Ying colgó a muchos metros de altura, apenas aferrado a la empuñadura de su espada.
Suibian se deslizó poco a poco de los grasosos pliegues del monstruo.
Esperó el golpe oscilante de los apéndices de la criatura, el cual llegó un segundo más tarde.
Wei Ying extrajó la espada del pecho con fuerza, y se sujetó al tentáculo con dificultad.
Wei WuXian no era un hombre fuerte. Tenía la energía resentida para lidiar con ejércitos y turbas furiosas; toda la fuerza física habida en su delgado ser fue obtenida cavando zanjas y cargando algunos fajos de cereal.
La idea de hacerle frente a una bestia y derrotarla era una fantasía juvenil, solo podía intentar aturdirle lo suficiente para escapar.
Una vez llegó al hombro el demonio, este comenzó a retorcerse. Y Wei WuXian se sintió una pulga.
Un relámpago cayó contra el demonio haciendo que este se retorciera, chirriando hasta el punto en el que Wei WuXian sintió un dolor punzante en sus oídos.
El grotesco aroma de carne quemada y putrefacción le hizo sentir mareado, pero aun así luchó por llegar a la base del cuello.
En un impulso desesperado, intentó decapitar al monstruo. Pero fue inútil. Su piel era tan dura como el metal de una espada espiritual.
Estaba en un gran dilema, reflexionó.
Aquellos profundos ojos le observaron con odio, y el oscuro aura demoníaca lo envolvió como si se tratase de una sofocante neblina.
¡Wei WuXian había sido capturado por la bestia! Y, aunque se retorció tratando de liberarse no le fue posible. El monstruo abrió sus enormes fauces, exponiendo una masa negra y babosa como el interior de un insecto; el demonio lo tragó.
Wei Ying no tenía idea de que podía hacer.
Justo cuando el demonio comenzó a hundirse hacia las profundidades un rayo se impactó de nueva cuenta contra la bestia. Y se convulsionó expulsando espuma por la boca, mientras sus tentáculos golpeaban el agua, sacudiendo todo a su alrededor.
Un corte limpio en el demonio nació de la base interna del cuello de la criatura.
Baba azul comenzó a derramarse del monstruo, abriéndose un pequeño espacio entre las capas de carne revelando a un exhausto y agotado Wei WuXian.
Estaba cubierto de un ácido gástrico que le quemaba la piel, derritiendo parte de las fibras de su desgastada túnica.
Irritado, tomó a ChengQing e hizo sonar una nota siniestra. La canción fue tan oscura que las olas se removieron, y los cadáveres putrefactos en el estómago de la bestia le arañaron desde dentro hasta la muerte.
Wei WuXian tocó hasta que le sangró la nariz y sus dedos se paralizaron.
Se arrojó al agua ante su incapacidad de razonamiento.
Sintió el agua entrar a sus pulmones dolorosamente. Se le comprimió el pecho y perdió la razón a causa del ahogamiento. Su cuerpo era demasiado pesado para flotar, por lo que concluyo que terminaría hundido hasta el fondo si no conseguía serenarse.
Una fuerte oleada le arrancó del agua, pero estaba demasiado agotado como para recordar correctamente aquel episodio.
¡El corrupto señor del mar cayó derribado! Levantando una inmensa marejada atrapandolo entre sus aguas.
Su bote entonces fue derribado y Wei WuXian fue arrastrado por una gran ola.
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