Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Capítulo 3

~ D-29 ~

Hanna.

Después de tardar 5 minutos para coger un taxi, luego tardar otros 15 minutos para llegar, al fin estoy frente a la casa de los Anderson. Son las cinco de la tarde y yo solo ruego que haya quedado un poco de la lasaña que la señora Anderson me dijo que había. Realmente espero que ha Maddison no le haya dado por comérsela toda entre su tristeza y huelga de hambre.

Tal parece, Maddison no estaba tan bien como se vio ayer. Romper con Joe sí le dolió y por ello no fue a trabajar en la librería hoy. La señora Anderson estaba preocupada porque su hija tampoco desayunó nada antes de que se fuera a la librería. Estuvo todo el día preocupada por su hija que estaba sola en casa y muy triste por su ruptura. Así que me dejó salir más temprano del trabajo y me pidió que fuera a verla e intentar que se animara más, que no valía la pena morirse de hambre por un hombre que no lo vale.

Estoy de acuerdo con eso pero Maddison siempre ha sido muy emocional. Ella simplemente se dejará llevar por sus sentimientos y actuará en consecuencia.

Me dirijo directamente hacia la puerta blanca, sin ponerme a  apreciar el pequeño jardín muy bien cuidado y con pequeñas flores de varios colores, como suelo hacer cada vez que estoy aquí. Nunca he sido buena para cuidar plantas o flores, de ningún tipo, y no era porque no siguiera las reglas y cuidados que requería. Al contrario, morían porque seguía demasiado las reglas que no les dejaba espacio para crecer y florecer por su cuenta, naturalmente.

Suelo dejarme llevar muy bien cuando dibujo o pinto pero me pongo un poco estricta conmigo misma cuando es sobre otras cosas, más si tiene pasos a seguir.

Luego de tocar la puerta dos veces y llamar a gritos su nombre una vez, saco mi celular para llamar a Maddison. No quiero estar aquí afuera tocando la puerta como una tonta solo para enterarme luego que no había nadie en casa. También me preocupa que se le haya ocurrido alguna locura por la tristeza pero evito pensar de manera tan pesimista.

Justo cuando estaba por tocar su nombre en mi celular para llamarla, la puerta es abierta. Por unos segundos no soy capaz de reaccionar ni reconocer a la persona que está frente a mí. Bueno obvio la reconozco, es Maddison, pero no logro entender cómo llegó a verse tan... Destruida.

Estaba descalza, con unas rodilleras puestas, unos pantalones grises cortos que parecía que le quedaban un poco grandes, un suéter azul oscuro que parecía de hombre ya que le quedaba ancho en el cuello y brazos, pero lo más curioso era que estaba cortado mal apropósito. Toda la parte inferior del suéter faltaba, haciendo que se le viera el estómago y un poco de un crop-top que llevaba debajo del suéter.

Su rostro era lo que más expresaba su estado emocional actual. Su expresión decía: "Estoy triste, ¿Quieres morir? Entonces no molestes". Y ni hablar de las evidentes ojeras que tenía, los ojos un poco rojos, al igual que sus mejillas y el cabello suelto y muy desordenado como la melena de un león. También tenía unos audífonos grandes puestos, no me extraña que no me haya escuchado cuando estaba llamando la puerta.

—Estás horrible —Es lo primero que le digo después de varios segundos en silencio.

—Dime algo nuevo que mi espejo no sepa ya —responde malhumorada mientras se hace a un lado para dejarme pasar.

Entro y la sigo hasta la sala de estar. Todo está sorprendentemente limpio, lo único distinto es el hecho de que todos los muebles están pegados a la pared haciendo que la habitación se vea muy espacioso.

—¿Qué estabas haciendo? —le pregunto al ver todos los muebles movidos hasta dejar el gran espacio en el centro de la sala.

—Espacio para bailar a gusto y así desahogarme de otra manera. —la miro con intriga y ella suaviza su expresión a una más triste —Es que me estaba cansando de llorar —Al decir esto su voz se quiebra al final y sus ojos se cristalizan un poco. Yo me quedo un poco atónita por el cambio tan drástico de humor y sin saber cómo consolarla.

—Por favor, no llores, dar grandes discursos o palabras de aliento no es lo mío, pero puedo acompañarte a hacer cualquier cosa que te haga olvidar lo que sea que te tiene así —digo con el mayor entusiasmo que puedo expresar sin que parezca forzado.

—No finjas no saber lo que me tiene así. No sueles venir a mi casa de sorpresa, solo vienes cuando te invito yo o mi madre —responde poniendo una expresión enfurruñada. Yo le doy una sonrisa apenada.

—Bueno, sí, tu mamá me pidió que viniera a ver si estabas bien y que tratara de animarte. Además me dijo que no comiste nada en el desayuno, teme que te mueras de hambre por alguien que no vale la pena —digo en modo de reproche, ella hace un puchero y mira hacia otro lado tratando de aparentar que no le importa lo que dije —¿Comiste algo por lo menos después de que tu madre saliera? No quiero que te desmayes en frente de mí, me asustaría mucho por ti —Trato de persuadirla, aunque no es mentira lo que dije. Maddison me mira de nuevo y veo vergüenza y cariño en su mirada.

—Comí un poco de la comida que mamá dejó para el almuerzo —murmura y asiente con la cabeza suavemente. Mis ojos se iluminan por la mención de la comida.

—¿Quedó algo de eso? —pregunto con esperanza. Maddison asiente otra vez y yo lanzo un pequeño grito de victoria.

—Era demasiado para mi, así que puedes comer todo lo que quieras —responde y me lanza una mirada divertida como si me dijera: "No tienes remedio".

Yo le sonrió y la arrastro conmigo hacia la cocina para ver si puedo convencerla de que coma un poco más. Aunque confió en que jamás me mentiría en algo tan serio, como lo seria pasar hambre, igual me gustaría asegurarme

° ° °

Después de poder convencerla para que comiera un poco más, ahora estamos en el suelo en pose de indio, frente a frente mientras jugamos al monopolio. Fue su idea, tuve que aceptar sí o sí. Era eso o que siguiera llorando y golpeando cojines mientras trataba de cantar canciones en coreano. Por un momento temí que apareciera un fantasma o demonio en la habitación por las incoherencias que decía mientras creía que cantaba bien las partes en coreano.

—¿Estás consciente que nos llevará mucho tiempo terminar este juego? —pregunto con duda mientras la veo caer en la cárcel por culpa de la carta de "fortuna", ella lo acepta sin queja alguna.

—Incluso un estúpido juego dura más que mis relaciones de mierda —dice con amargura y tristeza.

—Mierda. —maldigo en un susurro y me arrepiento de estar en esta situación. No es como si fuera mi primera vez tratando de animarla luego de una ruptura pero por alguna razón esta vez parece más susceptible y dolida que las veces anteriores. —Mejor olvidémonos de eso y concentrémonos en el juego.

Ella solo sigue jugando en silencio, hablando y respondiendo en los momentos necesarios, así que hago lo mismo. Seguimos jugando por unos diez minutos más hasta que ya no puedo concentrarme más. ¡Todo este ambiente es tan deprimente y una mierda total!

—¡Ya no puedo más, estoy harta de esto! ¿Puedes, por favor, decirme por qué esta vez te dolió tanto romper con alguien? —exclamo frustrada —Realmente no trato de ser una perra de amiga ¡Pero estoy muy confundida y pérdida en estos momentos! No reconozco a la persona que está frente a mi. Tampoco es la primera vez que terminas con alguien, ¡No leo mentes y no se qué hacer o decir para consolarte o hacerte sentir mejor! Soy un asco para esto —digo, o más bien casi grito, dejando de jugar y mirando fijamente a Maddison.

Ella solo se queda mirando el dinero falso del monopolio que sostiene. Pasan segundos de un muy incómodo silencio que me hacen casi arrepentirme de todas mis palabras. ¿Tal vez fui muy insensible y dura al respecto? Ahora mismo no me siento segura de absolutamente nada.

De un momento a otro aprieta los billetes falsos del juego y los tira al suelo, lo cual hace que me sobresalta por el repentino cambio de ambiente. Al mirarla a los ojos veo ira, rencor y mucho fuego contenido. Por un momento temo por mi vida. Tal vez si me pasé con mis palabras.

—¡¡No estoy así por el idiota de Joe, estoy así por mí misma!! —la miro con sorpresa y confusión, abro la boca para hablar pero ella me interrumpe —¡Me siento como una completa estúpida y poca cosa! ¿Cuántas relaciones ya he tenido este último año? ¡Estoy tan cansada de que nadie me tome en serio! ¡Si, soy muy superficial, me encanta dar muchos besos y abrazos, soy una llorona, sensible, dramática y me gusta presumir de mi pareja por redes sociales porque me encanta plasmar cada momento feliz de mi vida en fotos! ¿Eso qué tiene de malo? ¡¿Realmente no existe nadie en este maldito mundo para alguien como yo?! ¡¿Soy tan empalagosa e insoportable?!  —Y con esas últimas palabras se rompe a llorar con todo.

Se lanza a mis brazos y yo apenas logro sostenerla sin caer de espaldas al suelo. Siento como moja mi suéter color rosa palo con sus mocos y lágrimas pero verla romperse así también logra que se me agüen los ojos, pero me aguanto las ganas de llorar. Estoy aquí para consolarla, no para que me consuelen a mí. Además, si ella me escucha llorar, llorará aún más. Ella es ese tipo de persona que llora si ve que otros lloran. No quiero hacerla sentir peor.

Le doy pequeñas palmaditas en la espalda y cabeza, Maddison llora aun mas, si eso es posible, pero no la detengo. Me alivia que al fin se haya desahogado por lo menos un poco. Sin duda tendremos unas larga conversación sobre todo lo que acaba de decir y el cómo llegó a esos pensamientos y sentimientos.

Miro hacia la ventana abierta que está a mi derecha al sentir como si alguien me estuviera viendo. Quedo en un momentáneo shock al ver a un chico con un arco en las manos a pocos metros de la ventana abierta, y todo se convierte en una escena sacada de mis más locas y aterradoras pesadillas al verlo poner una flecha en el arco y apuntar hacia nosotras.

No sé si fue por el miedo o un auto-reflejo de mi cuerpo porque, aunque sabía por experiencia que no dolería, al ver esa flecha ir directo hacia nosotras sólo se me ocurrió empujar a Maddison al suelo, conmigo aún abrazándola, para evitar que le dé la flecha.

Al azar la mirada veo cómo Maddison, de espaldas al suelo, me mira con atónita y muy confundida. Yo miro hacia la ventana y el chico sigue ahí, solo que ahora hay una expresión de espanto en el rostro mientras me ve fijamente. Ver su expresión hace que tenga un mal presentimiento así que miro todo mi cuerpo en busca de...

Una flecha. Hay una flecha roja incrustada en mi brazo derecho. Miro con horror como ésta empieza a desvanecerse lentamente como cuando soplas brillantina y caen al suelo.

—¡No! —me levanto de encima de Maddison y miro al chico por la ventana. Le lanzo una mirada de auxilio y él duda mucho, se ve asustado y confundido pero yo voy a entrar en pánico si esta flecha logra desvanecerse del todo.

¡Estaré pérdida y será aún más difícil quitármela para entonces!

Trato con todo lo que puedo de relantizar el proceso y pensar en cosas horribles. Miro al chico, que sigue dudando, y tomo la decisión más loca que se me puede ocurrir en un momento así.

Corro hacia la ventana y salto hacia fuera a pesar de los gritos de Maddison de qué demonios estoy haciendo. Aunque la distancia entre la ventana y el suelo no es muy alta, igual duele un poco caer entre hierba, tierra y piedras pequeñas. Pero me levanto inmediatamente y corro hacia el chico sin detenerme a pensar en nada más.

No sé por qué lo hago, ni siquiera estoy segura de que él pueda ayudarme pero estoy tan desesperada evitando que ocurra lo mismo de hace siete años atrás, qué no pienso con coherencia.

El chico abre mucho los ojos al verme ir hacia él que rápidamente empieza a correr hacia la izquierda, dirigiéndose a la calle.

—Maldita sea, ¡No corras! —le grito mientras sigo tras de él, me ve sobre su hombro y termina tropezando y cayendo sobre el asfalto por no ver por donde corría.

Aunque me gustaría reírme por la forma en que cayó, todo eso muere cuando veo a un auto venir hacia él. El chico a penas se está levantando y parece que aún no nota el auto, así que corro un poco más rápido a pesar del dolor que empiezo a sentir en mi pierna derecha por saltar por la ventana.

—¡Oye, 야! —le grito al chico y al fin alza la mirada a la vez que se da cuenta del auto.

Lo que pasa a continuación no me lo esperaba. Al él darse cuenta del auto, se levanta rápidamente y salta hacia mi dirección y como yo estaba corriendo hacia él, no logro frenar a tiempo y terminamos chocando y cayendo juntos al suelo. Él encima de mí.

El auto pasa y el conductor nos maldice por no mirar por donde vamos o algo así. Pero yo solo logro mirar con sorpresa al chico que está encima mío. Estamos tan cerca el uno del otro que nuestras narices se tocan, lo que ocasiona que no pueda pensar en nada más que en sus ojos que expresan sorpresa y otra emoción que no puedo descifrar.

Entonces él mira hacia mi brazo derecho e inmediatamente recuerdo el por qué lo perseguía. La flecha ya no está y por un momento temo lo peor así que miro hacia mi mano derecha para comprobar pero, para mi gran sorpresa, el hilo rojo que debería estar atado a mi dedo meñique está desvaneciendose. No sé la razón de ello pero casi puedo gritar del júbilo.

Pero la alegría me dura poco al ver, atónita, como la mano izquierda del chico, que está al lado de mi cabeza ya que trató de no aplastarme con su gran cuerpo, empieza a aparecer un hilo atado en su dedo meñique de color gris y el hilo sobrando del nudo poco a poco empieza a extenderse y a moverse o si fuera una serpiente en busca de algo.

Los dos nos miramos con la misma expresión de miedo, aunque seguramente nuestras razones son por cosas distintas. Como último recurso, y presa del pánico, lo empujo con todas mis fuerzas agarrándole desprevenido.

—¡Aléjate de mí! —aunque sí logré empujarlo fácilmente ya que no se lo veía venir, el hilo gris de su dedo meñique, que se mueve como una serpiente, sigue en su búsqueda y justamente cuando iba a levantarme para huir, éste pareció encontrar lo que buscaba y salió disparado hacia mí sin que me dé tiempo de reaccionar.

Grito al ver cómo se anuda al  dedo meñique de mi mano derecha. Lo más extraño de todo es que empieza a cambiar de color, cambia de gris a rojo pero al ver el otro extremo del hilo, qué está anudado al chico, me percato de que solo es rojo hasta mi mitad; su mitad sigue igual de gris.

—Estoy muerto... —dice el chico en voz baja y mi corazón empieza a latir frenéticamente por el repentino sonido de su voz.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro