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29 de febrero.

Lunes, 29 de febrero 2015

Hoy era un día apurado. La boda se celebraría a las once de la mañana y la cita que había acordado con Rachel sería a las siete de la noche. Ese día era a alta mar ya que para llegar a la primera isla se desembarcaba el martes.

Yo no era muy fan de arena, mar, calor y bronceados. Prefería mil veces la nieve y el frío. Pero me sentía relajada y además ayer fue un día muy curioso, casualmente en la noche se ponía muy interesante todo y toda mi familia en la pista de la piscina empezó a bailar la macarena. Directo a Youtube.

—Con ese vestido te ves muy hermosa— me alagó mi madre, era largo y rosado. Odiaba ese color, pero este vestido me enamoró.

—Yo siempre estoy hermosa— sonreí y la sonrisa desapareció cuando sentí un mareo. ¿Por qué no solo se podía quedar quieto este barco?

Yo no era muy fan de las bodas, odiaba que extendieran todo y que se tardaran horas y horas solo para decir que se amaban y querían estar para siempre. Pero por la gracia de Dios esta boda fue tan corta que me encantó. No hablaron mucho, los votos fueron muy directos y hermosos y por suerte mi abuelo no habló. Porque si fuese así créanme que se hubiera extendido unas horas más.

—Me contó un pajarito que hoy tienes una cita a ciegas— arrugué mi frente.

— ¿Te lo dijo América? — Mi mamá se encogió de hombros mientras que cogíamos una copa de champagne para brindar, vi a mi hermana de lejos sonriendo con picardía—. Ella de cotorra lo tiene todo.

—¡Philadelphia! — me riño y reí tierna.

—Te amo mamá.

Lo más curioso es que mi tío tendrá su aniversario cada cuatro años, mala idea para casarse un veintinueve de febrero.

Y por lo que está a punto de ocurrir... también mal plan para tener una cita. Creo.

* * *

Era la hora acordada y estaba en la proa donde habíamos acordado. Este era mi lugar favorito, tenía un jacuzzi y la heladería que por estos días que he estado en el barco, me he comido aproximadamente nueve helados por día. ¡No me culpen! No me importa subir de peso por esa delicia cremosa inventada en ... desde tiempos muy antiguos, por ahí leí que desde antes de Alejandro Magno.

—Eras más hermosa de lo que acordaba— giré sobre mis talones para encontrarme a un niño de siete años y me pegué mentalmente. Claro, como que tenía el nombre de un estado para que me sucediera este tipos de cosas.

—Así que, tú eres mi cita— me agaché a la altura del niño.

—Hmmm— se quedó pensando—. No pero me escapé con mi hermanito mayor, pero si quieres si puedo serlo. Yo soy más encantador— me guiñó un ojo y revolví su pelo con ternura.

—Eres un niño muy, muy guapo.

—Tengo así— dijo mostrando siete dedos—, ya soy grande para tener novia.

Reí, este niño era un amor, sin duda este niño me atrapó.

—Entonces creo que podremos comer un helado ¿No es así? — el chico me guiñó  un ojo y se acomodó el cabello. Sin duda me derretí de amor, me agaché a su altura para tomar su manita— ¿Aceptas guapo?

—Entiendo que sea un galán mi pequeño hermano pero no tanto como su hermano mayor— miré la sombra que se hacía por la luz de la luna y me quedé estática. ¿Esa era mi cita? Joder, ese chico sí que está caliente.

—Yo creo que tu hermano es mucho más guapo— le sonreí al chico pequeño y este me dio cinco.

— ¿Y es por eso que tienes baba? — disimuladamente me la limpié y fulminé con la mirada al chico.

—Tus eres un chico muy arrogante— me levanté del lugar—. Así que te quedas solo mientras yo voy a comer helados con este pequeño galán— el niño aplaudió varias veces.

—Te lo dije, ella se iba a enamorar de mí y no de ti feo— le dijo su hermano pequeño al chico caliente.

¿Por qué lo iba a negar? Estaba para ponerle helado...

— ¿Me estás robando la cita? — el chico asintió y le sacó al lengua a su hermano mayor, en respuesta él hizo lo mismo. Me dio tanta risa que tenía que contenerla—. Le diré a mamá— le apuntó con el dedo y el niño negó varias veces.

—Por favor hermanito lindo no le digas nada a mamá que me escapé, está bien. Ella es tuya pero... no le digas a mamá— hizo un puchero a lo cual el chico caliente le sonrió a su hermano.

—Está bien feto, ve con ave madre— el niño asintió y me besó la mejilla antes de partir. Esto era muy gracioso de ver.

—Entonces, tú eres mi cita— le miré—. ¿No habrá un hermano mayor? — enarqué una ceja y él rió con su risa rasposa.

—Que loquilla eres— rió y me relajé, después de todo no había sido un desaste, aún.

—Pues no fui yo la que le sacó la lengua a su hermano de siete años— me crucé de brazos, mala idea, él desvió su mirada—. Y mírame a los ojos.

—Oh... sí, sí— sonrió—.Por cierto, lo siento por no invitarte directamente...

—Creo que eso hace que esto sea más original de lo que ya es— reí sin darme cuenta, era fuera de lo común pero... no estaba nada mal esta cita.

—Cierto, fuera aburrido si estuvieses a punto de lanzarte— rió y yo miré el barandal.

—Oh y que la canción de Celine Dion esté de fondo— reí con él.

—Solo espero que tu no me dejes morir— me guiñó un ojo con diversión.

—Uh, no sería tan cruel... yo compartiría la... puerta.

—Pero que amabilidad la suya señorita...— reí, ni siquiera nos habíamos presentado y parecemos amigos de años,Néstor se le llama química señores.

—Soy Phia— le sonreí.

—Oh, te llamas Sophia— arrugué mi frente.

—Me llamo Philadephia y no preguntes porque... mi madre es maestra de geografía— me encogí de hombros, me gustaba la naturalidad de esto, esta cita a ciegas no tan... desastrosa como creí.

—Soy Mike— miré hacia el océano que no se miraba nada, era como estar en un vacío del océano. Podría caer y simplemente perderme en la oscuridad, esa idea me dio un escalofrío.

—Entonces nos vamos a quedar aquí toda la noche o vamos por helado— le sonreí mientras cogía su mano y no esperaba una respuesta para arrastrarlo a la heladería.

—Entonces amas los helados— sonrió y asentí.

—En especial los de chocolate— él pidió dos y me comí el primero como si fuese solo uno de probada.

—Wow, definitivamente... eres mi chica favorita.

—¿tu chica favorita? — asintió y reí cuando se pudo en pose de filósofo.

—Porque eres el tipo de chica que dice y hace las cosas porque las siente, una hacedora. Ponerse un chaleco salvavidas, comer helados como una máquina, salir a una cita a ciegas arriesgándose a todo— enarqué una ceja con diversión.

— Que te digo, soy genial —sonreí—. Tú solo vives una vez, luego te podrías arrepentir.

Miré sus labios, mala idea, era muy tentadora la idea.

—Es cierto, mejor odiarnos por los errores que cometimos que por todo lo que nos hemos privado de hacer en nuestra vida.

—¿Eres un filósofo? Porque te digo que unos lentes te quedarían de maravilla, eres caliente pero con lentes...— me callé antes de que pudiera seguir hablando. Joder, lo he dicho en voz alta—. Joder lo has escuchado ¡Eso no debías saberlo!

—Pues creo que lo dijiste claro como el agua— mi vista se dirigió al océano.

—Está muy oscuro— rodó los ojos.

—No era literal chica parlanchina— achiné mis ojos y le miré.

—Yo soy...

—Muy habladora— hice una mueca graciosa, en respuesta él rió.

—Pero solo un poquito— junté mis dedos haciendo referencia que no era tan habladora.

—Si eso te hace feliz mil por uno— le miré extraña—. Mil palabras por segundo— lo fulminé con la mirada mientras él reía. Yo no desaproveché para echarle el helado en la cara y salir huyendo como niña en plena travesura.

—Yo no soy parlanchina— le guiñé un ojo de lejos mientras el maldecía y trataba de seguirme el paso.

Esto estaba muy lejos, pero muy lejos de ser Titanic.

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