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Capítulo 4: Marti Y Las Almejas

Alejandro pone su mochila entre los espacios que tiene el autobús para acomodar el equipamiento.

Sonríe por qué a la hora de asignar asientos, le tocó con Jessica.

Adelante de ellos se encuentran Jesús y por ahora el espacio apartado para Dyllan.

Atrás estan Fany y Magali.

Y por último, Luis y Ángela.

—¿Puedes creerlo?. —Pregunta Alejandro mientras siente lo cómodo que es su asiento. —Jamás creí que estaríamos todos juntos de nuevo.

—Lo se, es increíble. —Jessica mete la mano a su bolsa para sacar su celular. —En serio que me cuesta asimilarlo, aunque juntos juntos...

Alejandro frunce el ceño para expresar su confusión.

Jessi ríe. —No a llegado Dyllan.

Alejandro roda los ojos. —Pero tiene que llegar.

—No entiendo cómo es que tú y Jesús están tan seguros de eso.

Alejandro ríe ligeramente. —Pues es fácil, estamos aquí rodeados de personas que incluso no conocemos esperando a Dyllan para que dé su parte del dinero y podamos irnos. Hay mucha presión para que no lo haga.

Esta vez Jessica ríe a carcajadas. —¿Tú crees que le importa la presión?. El dejo muy claro que no tenía dinero y si es el caso, ¿Como crees que va a pagar?.

Alejandro lo piensa. —Pero... Si no viene no podemos irnos.

Jessica alza los hombros. —Una parte de mi si espera el momento en el que cancelan el viaje y yo que se, mejor nos vamos a comer por ahí, al fin... Somos 7.

—Ay si, tu. —Alejandro ríe a carcajadas.

Pero algo le dice que Jessica podría tener razón.

Había algo muy pequeño que con cada minuto que pasaba, se hacía más y más grande.

Su miedo o su preocupación.

O tal vez las dos.

—Jesus, ¿Estas seguro de que tú amigo va a venir?. —Pregunta el profesor y tutor del viaje.

—Completamente, solo esperelo 5 minutos más.

Y pasaron esos 5 minutos.

Nadie dijo nada.

Pasaron otros 5...

Y luego pasaron 10.

Y la hora de salida se seguía retrasando mientras que la ilusión de Alejandro se iba por los suelos.

—Entiendes que no podemos seguir retrasando la hora solo por qué tu amigo no va a venir ¿Verdad Jesús?. —El profesor ya se escuchaba molesto.

—Si... Pero es que si va venir...

—Lo mejor es que empiece con los preparativos de cancelación, le hablaré al director.

Jesús checaba la hora.

Alejandro le suplicaba a la vida que apareciera su mejor amigo.

Estaba a punto de tener el viaje de su vida y así como la ilusión lo gobernó durante varios días, la decepción ahora comía su alma.

El profesor termino de hablar con el director de la escuela.

Aparentemente estaba decidido.

La decepción, aparte de abrumar a Alejandro, ahora le provocaba ganas de llorar.

—Atención. Atención alumnos. —El profesor se pone hasta el frente del autobús.

Todos guardaron silencio.

—Pues, todo ya estaba planeado para el viaje, pero por una irresponsabilidad de un asistente nos vemos en la necesidad de cancelar la excursión.

Los quejidos no se hicieron esperar.

—¡Pero ya les pagamos!. —grita un chico de los que se sientan en medio.

—Se les regresara su dinero, no es cuestión mía, fueron requisitos que se tenían que cumplir estrictamente. —Explica el profesor.

—¿No pueden hacer una pequeña excepción?, Es que ya nos tienen a todos aquí y sería incluso hasta descortés. —Ríe ligeramente la chica que opina desde los asientos medios.

El profesor alza los hombros indiferente. —Pues tal vez si, pero yo no puedo hacer más, así que de favor, para salir les pido que sea de manera ordenada y...

El profesor es interrumpido por la puerta del autobús y se escucha que alguien sube.

—Perdón por la tardanza. —Dyllan se acerca con Jesús y el se levanta para darle espacio y así pueda sentarse el.

—Casi se cancela el viaje por tu culpa wey. —Jesus se dirige hacia el profesor y le entrega la parte en efectivo de Dyllan.

El profesor alza las cejas. —A si que... ¿Tu tenías el dinero del jovencito durante todo este tiempo?.

—La cuota está completa, ahora sí podemos irnos. —Jesus con una sonrisa se regresa al asiento mientras se escuchan algunos insultos por parte de los pasajeros.

—¿¡No habías dado mi dinero!?. —Pregunta Dyllan entre sorprendido y molesto.

—Se que si lo daba, el profesor le iba a valer un pito si llegabas o no y te iba a dejar.

—¿Y por qué no le dijiste que llegaría tarde?. —Cuestiona el recién llegado.

—De igual forma le iba a valer pito. —Asegura Jesús serio.

Dyllan niega con la cabeza y quiere decirle algo a Jesús, pero Jessi y Alejandro se asoman por detrás de ellos asustando a Dyllan.

—¡Dollan!. —Habla Alejandro emocionado.

—Pensamos que no ibas a llegar. —Jessi confiesa sorprendida.

—Pues ya vez que si llegue. —Dice saludando a Alejandro con la mano y luego un beso en el cachete para Jessica.

—Entonces... —¿Si vamos a ir no?. —Alejandro ve a Dyllan y el a su vez ve a Jesús que se había acercado nuevamente al profesor por unos instantes.

—Vamos atrasados, pero si tenemos suerte, llegamos solo 15 minutos después de lo planeado. —Dice Jesús mientras busca el cinturón para después sentarse.

Alejandro celebra y Jessi con una sonrisa niega aunque muy en fondo esta feliz de que Dyllan si se haya presentado.

—A ver... Su atención todos. —Interrumpe el profesor. —Recuerden que es un viaje muy largo, habrá paradas en lapsos de entre 3 y 4 horas, seguramente habrá tiendas en el camino, ustedes tienes que avisar si quieren algo para supervisarlos... Y creo que es todo. Comportense, no se andén parando y que disfruten el viaje.

Todos celebraron.

El motor del camión se encendió y solo segundos después, arranco para empezar el camino.

Durante este, Dyllan termino de saludar a los demás y gracias a como están acomodados, es más fácil platicar con Alejandro, Jessi y Jesús que con los demás.

—¿Y cómo vas a con tus libros Ajelandro?. —Jesús se voltea.

—No... Pues ya no. —Suspira y ríe. —Me consumen mucho tiempo.

—Pero, eran buenos. —Jesus hace comillas con sus dedos.

—Cabrón. —Alejandro finge molestia. —A ver ¿Cuál leíste?

—Las desventuras de los fantásticos.

Alejandro se sorprende. —¡Ay ajá!, A ver, dime el nombre de tu capítulo favorito.

Jesús lo piensa. —¡El capítulo 4! Marti y las almejas.

Dyllan, Jessica e incluso Alejandro ríen.

—¡Solo por qué te dejé escribir el nombre!. —Menciona Alejandro.

Jesús es el que ríe ahora. —Yo no se, pero ese es mi favorito.

Así comenzaba su viaje.

El viaje más importante de sus vidas.

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