Capítulo 4: Primeras investigaciones 🧑⚖
A raíz de la denuncia todo ha dado inicio. No sé para qué fecha programarán el juicio, lo que sé es que ya la policía ha ido a la empresa a buscar las informaciones que necesitan para hacérnosla llegar, aunque yo puedo realizar mis propias investigaciones a partir de lo que ellos me den.
Tras salir del juzgado, Annalisa insistió mucho en el tema del divorcio. La rabia y el rencor hablaban por ella, pero, sobre todo, la decepción. Me dijo las condiciones del divorcio, espero que Milano no ponga trabas, pues Annalisa no está ni siquiera exigiendo lo que por derecho le corresponde para evitar alargar más el proceso, por mucho que lo intenté, no pude persuadirla de lo contrario.
Para las investigaciones de la empresa necesitaría a un experto en informática, quizá pueda ser el mismo que trabaja en la empresa y así me ahorraría trabajo. Espero poder hallar mañana, con los informes del fiscal, algo para empezar a armar la defensa.
A la mañana siguiente, la fiscal me recibe amablemente y cuando me presento, me entrega los documentos que han recopilado en la semana que ha transcurrido desde la vista del juez cuando Anna fue apresada.
Llego nuevamente a la fachada de la empresa para buscar algo más que la policía no pidió y por tanto, la fiscal no me entregó. En la entrada, observo algo diferente a la vez que vine. Hay dos gorilas en la puerta, vamos, como de películas, con trajes negros, gafas oscuras y una postura que parecen militares de lo tiesos que están, no se mueven. Al intentar entrar me bloquean el paso, los miro e intento pasar por su costado, pero me detienen.
—Señorita, usted no tiene acceso a la empresa —dice uno de ellos. Ruedo los ojos.
—Soy la abogada de Annalisa Ferri de Milano, una de las accionistas de la empresa; por tanto y demás, tengo todo el derecho del mundo a entrar para las investigaciones que se están realizando —explico sin tener necesidad de hacerlo.
—He sido informado que no puedo permitirle el paso. La persona a cargo del caso ya se está encargando y usted no es más que una usurpadora. —Definitivamente este imbécil está jugando conmigo, vamos a ver quien juega mejor.
Llego a los tribunales donde se está llevando a cabo el caso y solicito una rápida audiencia con la fiscal a cargo del caso. Ella muy amablemente me recibe en la oficina de forma inmediata.
—¿En qué puedo ayudarla, abogada? —pregunta directa.
—Se me ha negado el acceso a la empresa donde debo acceder a documentos de mi representada. Me han llamado usurpadora, alegando que no soy la abogada de Annalisa Ferri de Milano. Le solicito un poder que me permita entrar en la empresa para realizar las búsquedas que considere pertinentes a partir de los documentos que usted me ha facilitado —explico mientras ella me observa en silencio.
—Eso es muy raro, usted misma se presentó en la empresa y el mismo dueño, actual esposo de la acusada, tiene conocimiento que usted es su abogada, pero, aun así, le concederé el poder que me pide, deme unos minutos.
—Gracias. Aquí la espero —digo con una sonrisa triunfante. Ese imbécil no se saldrá con la suya. Aquí hay Antonella para rato y se cansará de mi presencia en todos lados.
Con el documento en mano llego nuevamente a la empresa y se lo muestro a los gorilas. Se miran entre sí por un par de segundos, sin embargo, me dejan pasar. Una vez en las instalaciones, subo directo al piso de presidencia ya que conozco el camino. Al llegar a su oficina toco la puerta y entro al escuchar su voz.
—Buenos días, señores —digo al ver que están los dos. Genial, ahora cuando hable del divorcio será con este energúmeno en medio y me complicará la existencia, haciendo lo mejor que sabe hacer, sacarme de mis casillas.
—¿Cómo le permitieron el paso? —habla Martín.
—Soy la abogada de la esposa del presidente. Fue una jugada muy sucia de su parte decirle a la seguridad que yo soy una usurpadora, un término terriblemente escogido. Cada momento con usted, baja un escalón más del pedestal donde estaba. Pensé que me daría una pelea justa, pero ya veo que no, esta abogada novata, como usted me llama, tiene sus trucos. —Alza las cejas—. No podrá impedirme el paso nuevamente a la empresa, la fiscal me ha dado una orden por lo que usted le ha dicho a la seguridad. —El asombro se refleja en su rostro, ¿Qué pensaba? ¿Qué me quedaría de brazos cruzados? Pobre iluso—. Ahora, si me permite, quisiera tener unas palabras con el señor Milano —digo y no se mueve—. A solas —específico.
—Como su abogado me quedaré para ver qué es lo que tiene que decir —refuta.
—Déjanos solos unos minutos, Martín —dice Donato mirándole. El mencionado parpadea sin creer lo que su amigo ha dicho, pero obedece—. Muy bien, dígame —habla en cuanto la puerta se cierra y él toma su lugar en la silla tras su escritorio.
—Primero que nada, hablemos de la información que necesito que me facilite para la investigación. —Él asiente y prosigo—. Necesito los listados con las transacciones que se han llevado a cabo en el mismo período de tiempo y la causa de dichas transacciones, los nombres de todo el personal que maneja la información que le mencioné. Eso sería todo para empezar —finalizo.
—Mi secretaria le facilitará todos los datos. De todas formas, puede consultar con Martín, también está haciendo sus investigaciones.
—A ese sujeto no le doy ni los buenos días —digo con molestia y el hombre frente a mí niega al tiempo que una media sonrisa se escapa de sus labios, la cual, no le hallo explicación.
»—Ahora, vamos al segundo punto que me trae aquí esta mañana. —Su atención está fija en mí, sabe de lo que estoy hablando—. El divorcio. Vine a hablar con usted los términos de Annalisa, no es nece... —Estoy por continuar, pero me veo interrumpida cuando la puerta se abre mostrando a Martín—. Iba a decir que no hacía falta la presencia de su abogado porque no hay nada por lo que pelear, pero ya que irrumpió la oficina, que él también escuche.
—Adelante.
—Annalisa solo desea ser libre —digo y ambos me miran como si hubiera dicho una locura—. Ella es socia junto con usted en la empresa, ella está dispuesta a venderle a usted sus acciones para salir definitivamente de la empresa. No quiere su dinero ni la empresa ni nada. Solo desea su libertad —reitero. Los dos hombres se han quedado serios cuando termino de hablar, procesando toda la información.
—¿Redactó el contrato? —pregunta Martín.
—Por supuesto —digo sacando el folder de mi cartera y le entrego la copia del documento—. Puede firmarlo ahora mismo si lo desea —digo mirando a Milano.
—No —rebate Martín—. Primero debo leerlo y ver que no puso ninguna frase disfrazada para luego dejarte en la ruina.
—Annalisa nunca haría algo así —decimos Milano y yo a la vez. El nombrado debe decirlo porque conoce a su mujer, yo lo digo por lo poco que me ha demostrado, además de que yo no permitiría algo de eso.
—Aun así, lo revisaré, Donato —insiste. ¿Qué tiene este hombre contra mí? No le he hecho nada para que me tire los palos cada dos por tres.
Salgo de la oficina después de la conversación con Donato. Luego de que Martín se fuera con la copia del acta de divorcio, le hice algunas preguntas a Donato sobre el desfalco y, sus respuestas me dejaron dudando. Hago el mismo procedimiento con los trabajadores, las respuestas de todos eran diferentes, algunas hasta contradictorias, otros se ponían nerviosos. Entre ellos, uno llamó especialmente mi atención: el ingeniero informático de la empresa.
En cuanto lo conocí le mencioné el tema de que necesito su ayuda para el rastreo de las transacciones y al instante su rostro se vuelve pálido, no supe qué pensar con su reacción, aunque la idea, si se analiza a profundidad, no es disparatada. Lo investigaré.
Justo cuando estoy hablando con el ingeniero, entra un hombre trajeado sin tocar a la puerta, nos mira a ambos y luego se concentra en el chico frente a la computadora y parece decirle algo con la mirada. Para aligerar los nervios del chico, me presento.
—Antonella Marchetti. —Extiendo mi mano.
—Giovanni Vitale —me devuelve el saludo. Escuchar su voz me da una rara sensación. Comienzo a sentirme incómoda al ver cómo me escanea de pies a cabeza y suelto su mano con velocidad—. Soy el abogado de la empresa. —Eso es un dato que llama toda mi atención. Hablamos un poco, intento indagar sin que sepa quién soy y el chico gracias a Dios, no dijo nada.
Salgo del cuarto rodeado de computadoras con una corazonada, finjo ir al baño frente a todos los trabajadores que me miran con cautela, parece que verme les causa terror. ¡Por Dios, soy completamente inofensiva, solo hago mi trabajo! Al salir del sanitario, llego con sigilo a la puerta y solo escucho un: ''Ten cuidado'', de parte del abogado y no me da tiempo de irme, pues abre la puerta encontrándome.
—¿Escuchaba tras de la puerta? —pregunta.
—Claro que no, señor Vitale. Vengo del sanitario. Iba a entrar justo cuando usted abrió la puerta. —Me mira fijamente por algunos segundos buscando un rastro de duda. No lo encontrará.
—De acuerdo, con su permiso —dice, pasando por mi lado, alejándose de mí.
Salgo de allí tres horas después y me dirijo al mismo lugar donde llevé a Annalisa a comer brownies. Ella está muy interesada en apoyarme con la investigación y, la mejor manera de hacerlo, es hablando de sus empleados, sobre todo, de estos dos que causaron bastante intriga en mi persona.
—¿Cómo te fue con Donato? —pregunta apenas me siento—. ¿Firmó los papeles? —Sigue preguntando, pero esta vez, nerviosa. No sé si espera que le diga que sí o que no.
—Martín se llevó la copia para verificar que no haya ninguna cláusula oculta. —Ruedo los ojos al tiempo que doy una mordida a mi dulce. Anna me imita el gesto.
—Martín está más borde y pesado que de costumbre. Creo que le caíste muy mal —razona Anna
—¿Yo? No le hice nada —afirmo—. Además, si le caigo mal tiene problemas porque verá mi rostro tan seguido, que terminará soñando conmigo.
—Si también te verá en los sueños será su infierno —se burla del hombre.
—No me importa. La verdad, no lo soporto, pero ni modo.
—¿Qué pudiste hacer en la empresa hoy? —indaga con interés.
—Recopilé bastante información que me será de mucha ayuda para encontrar hacia dónde fue desviado el dinero —explico.
—Sí, creo que si encuentras eso, podremos saber la cuenta y encontrar al verdadero culpable.
—Exactamente —concuerdo con ella—. Ahora quisiera que me hablarás de dos personas que particularmente, fueron quienes llamaron más mi atención —pido.
—¿Quiénes?
—El abogado Vitale y el ingeniero informático. —Abre los ojos sorprendida—. ¿Crees que estén involucrados?
—No —responde automáticamente.
—Annalisa, ¿has pensado en la posibilidad de que el responsable de esto sea tu esposo? —Sus ojos se abren aún más. Parecen dos lunas en fase de luna llena.
—No, no, no puede ser. Él no puede ser capaz de hacerme eso. ¿Por qué me preguntas eso?
—No te pongas nerviosa. Hay que pensar en todas las posibilidades. Tu esposo se puso nervioso con algunas de mis preguntas. Solo decía que eras tú quien maneja todo eso. Como presidente de la empresa, él debe de revisar todo, puede que a ti te haya pasado por alto, pero quizá, si hubiera prestado más atención, hubieran detectado el problema antes y no estuviéramos en esta situación —le explico.
—No tiene sentido que sea él. ¿Qué ganaría? —formula Annalisa.
—Ese dinero pudo ser desviado para cualquier objetivo más allá de su fortuna personal. ¿Hay algo en su pasado que yo deba saber? —No había reparado en eso, la verdad que Donato pasa a ser mi sospechoso tras sus respuestas tan evasivas.
—Que yo sepa no, pero al ver cómo está actuando ahora, mi esposo resulta ser un desconocido para mí. Quizá si haya algo que yo no sepa —admite
—Llegaremos al fondo de esta situación —digo tajante—. Ahora, háblame del abogado.
—La verdad no hay mucho que contar. Se encarga muy bien de los asuntos legales y en el caso del área de contaduría solo me pide informes para saber cómo está todo.
—¿Lo conoces hace mucho?
—Sí, fuimos compañeros en la universidad. Incluso intentamos tener una relación en aquella época, pero no funcionó.
Esa información no me la esperaba. Esto cambia demasiado el rumbo, un gran nudo comienza a tejerse en mi cabeza, confundiéndome más, sin embargo, llegaré al fondo de todo esto.
¿Ya tiene alguna idea de quién puede ser el culpable? Los leo.
¿Les está gustando hasta ahora?
Kya.
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