22.
¿Por qué el menor insistía con estar juntos? Eso se preguntaba a cada momento en el que ambos en sus recesos compartían el puesto, y pese se le hacía extraño, en las clases deseaba que el recreo llegara para poder pasarla con él. De todos modos tener a quien tanto apreciaba a su lado le causaban a la vez de nervios, tranquilidad.
Una inquietud indescifrable, pocas veces cruzaban palabras, pero las suficientes para tener una sonrisa en la cara el resto de la tarde, había perdido importancia del por qué hacía aquello, hasta el día en el que Ink en vez de sentarse con él, se quedó en su puesto escondiendo su rostro entre sus brazos.
Error sintió que le arrebataban de su mundo color en rosa, preocupándose del por qué su compañero de clases había interrumpido la rutina que tenían hace dos semanas. Pero no tardó en descifrar que era debido a Dream, hace poco había sido retirado de la escuela, algo que no comprendía al estar a un mes de terminar la primaria.
Quizás por eso estaba tan decaído, y sentía que no podía quedarse ahí.
Miró sus propios pies, parecía que pesaban toneladas, mas no se dejó vencer y se levantó con algo de torpeza al chocar con la mesa. Caminó con lentitud y se sentó donde antiguamente se sentaba Dream, e imitó la postura del menor, con su rostro girado para ver al de cabellos finos y brillantes.
"...Hey"
Ink pegó un brinquito, parecía que estaba durmiendo si no había captado los sonidos de los muebles moverse por culpa del azabache, y giró su rostro hasta donde él. Había un silencioso rastro de lágrimas, su pequeña nariz estaba algo rojiza y sus ojos saltones, Error recordó cuando lo vio por primera vez llorar, su lamento sin contexto y su huida, lo que provocó una cadena de situaciones que lo habían movido hasta ahí.
¿Será destino? ¿O solo casualidad?
"Hola..."
"¿Lloras por Dream?"
Aunque fuera algo lento en las conversaciones solía ser muy directo e impulsivo, se golpeó mentalmente e Ink dejó caer sus cansados parpados sobre sus ojos cubriéndolos por completo. Eso fue suficiente para que fuera un sí.
El azabache creía que se le iba a salir el corazón por la garganta por lo fuerte que lo sentía en su sistema, estaba en pánico por no saber qué hacer, si ignorar, quedarse callado o calmarlo, pero de su boca no salían palabras. Dejándole impotente, se removió para alzar un brazo y posar su mano sobre la cabeza ajena y encoger los dedos simulando una caricia.
Era el mismo gesto que su mamá le hacía cuando niño. A él le gustaba como se sentía, le hacía dormir a los pocos minutos y esperaba que para el contrario fuera igual y lo hiciera bien.
No tardó para que el cuerpo ajeno se relajara, así vio Error cuando su anatomía descansaba mejor. Su respiración tranquila, afable, y su expresión como un ángel. Creía que si alguien le mirara lo despertarían con un golpe como hacían entre hombres en gesto de burla, y no quería que alguien hiciera algo así.
Sabía e intuía que su compañero había dormido poco por sus ojeras, y le dejaría descansar.
Se levantó para tomar su mochila y ponerla al lado de Ink, y cruzado de brazos, escondiendo parte de su rostro en su bufanda azul miró y el ceño fruncido protegió cual guardia a su bello durmiente, se sentía importante así.
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