Todo ese valor que había juntado pareció haberse esfumado de golpe al llegar a la escuela el día que por fin podía volver a ver a Ink, pero no se atrevía acercarse, quizás qué cosas estaría pensando sobre él.

Con el ceño fruncido por el dolor de sus moretones, suspiraba entretanto escribía lo que estaba en la pizarra, la profesora de ese día era estricta y severa cuando se trataba del orden en la sala de clases, y eso lo ayudaba para no tener dolor de cabeza.

Aunque ver el cabello albino frente a él lo desconectaba muchas veces, siempre teniendo deseos de peinar cada hebra de su cuero cabelludo, suave, sedoso, podía fantasear con tomarle de la mano...

Se golpeó mentalmente de esos pensamientos, que para él eran muy impuros, pero así estuvo el resto de la clase, evitándolo pero a la vez pensando en él, qué patético se sentía.

El mundo pareció volver en sí, la realidad y el tiempo también, no se había dado cuenta que otra vez el albino se estaba acercando a su puesto, también tenía leve marcas de haber sufrido golpes, era fácil de ver en su piel tan clara.

Había hecho un puchero, y el moreno trató de distinguir a qué se debía y evitar pensar que se veía adorable, trato de no levantarse y huir otra vez para afrontar lo que el otro pudiera decir.

"... ¿Por qué? ¿P-Por qué lo has hecho?" Preguntó Ink tratando de no sollozar, había indicado con su dedo índice el labio roto del azabache, y fue donde Error comprendió.

No importaba sufrir daño por él... Pero tampoco verlo sufrir por él, le observó, estaba tardando en responder pero estaba haciendo lo posible, de expresar lo que pensaba de Ink.

Pero solo salió entre el caos de su cobardía.

"Porque tú no eres un defecto"