C O B A R D E
Ambos estábamos en la cama. Yo me encontraba sentada y él con la cabeza recostada en mi regazo, abrazándome con su brazo fuertemente.
Acariciaba sus cicatrices, las cuales se había ganado en su pasado. Pasaba mis dedos con delicadeza sobre su piel, como si mi toque pudiera destruirlo en lugar de reconstruirlo.
Me sabía cada trazo de su piel.
Sus lágrimas ahora se habían secado, pero las mías todavía seguían corriendo. Mi corazón sollozaba junto a mí, frustrado por no saber qué hacer con este hombre al borde del colapso.
Y lloraba aún más de solo pensar que hubiera pasado si no hubiera llegado a tiempo después de recibir su llamada, pidiendo que viniera a por él.
Me hervía la sangre de solo pensar que su doceavo defecto podría llevado a la muerte en tan solo segundos.
Nunca pensé que él realmente pudiera considerar el suicidio.
Sí. Ross era un completo cobarde.
"—Uno debe ser valiente todos los días para seguir viviendo, pero solo se debe serlo un momento para abandonar todas tus penas —dije en un llanto histérico—. Para abandonarme a mí, Ross. Por favor, no me dejes. —supliqué."
Lloró hasta quedarse dormido. Yo también lo hice.
***
Solamente había dos fechas en las que el recuerdo y dolor eran tan insoportables para él, que se perdía por completo en sí mismo.
Perdía su poca esencia, desechaba su sentido de razón y olvidaba las pocas ganas de querer seguir sus sueños; de querer seguir viviendo.
Me habló sobre una persona de la cual no dio mucho detalle. Ni siquiera su nombre.
Sus demonios internos lo perseguían cada 23 de abril, el cumpleaños de este otro chico y lo hacían nuevamente el 12 de noviembre, cuando éste mismo falleció.
Por obra del destino nos conocimos en abril 23. Hasta ese día me enteré que cuando nos vimos por primera vez, cuando le regalé una sonrisa sincera lo salvé de su cobardía.
Ross había llegado a ese punto de querer cometer suicidio por primera vez. Ahí, en ese instante con él dormido en mi regazo realicé el poder de una sola sonrisa.
Aquel día supe que yo, en cierta manera, había sido un motivo para querer dejar este mundo. Ross sentía que yo era muy buena como para ser real, pensó que sin él mi vida sería muchísimo mejor.
Pero el momento en que yo recibí esa llamada de su parte, pidiendo que lo salvara de manera inconsciente ese 12 de noviembre, supe que quería ser salvado.
Solo que ahora yo no tenía idea de cómo hacer aquello, cuando ahora era yo la que me encontraba destrozada.
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