A él le encantaba fumar. O eso me hacía pensar.

La primera vez que lo ví lo estaba haciendo. Nuestras miradas se cruzaron por breves momentos mientras yo me encaminaba hacia él. Lo único que hizo al verme fue exhalar el humo contra mi rostro.

No se inmutó al darse cuenta el humo había nublado mi vista. Mantuvo su rostro serio mientras le daba otra calada y dirigía su mirada hacia otro lugar.

Simplemente seguí mi camino mientras tosía. No me agradaba el olor a cigarrillo.

Ese fue el primer defecto que encontré en él.

***

Lo que nunca supe, es que él en realidad lo hacía por querer encajar en el mundo, no porque en realidad le gustara hacerlo. Fumar era tan malditamente común, que él pensaba si hacía lo mismo, encontraría su lugar en este sitio.

Cuán equivocado estaba al pensar que podía hacerlo siendo igual que los demás.