
Capítulo 6
No puedo dejar de mirar a mi alrededor, mi curiosidad y miedo se van alternando y combinando con cada uno de mis pasos. La gente me mira, sus ropajes son muy diferentes a los míos. Llevan ropa muy larga, holgada y con tonalidades marrones, negras y de un desgastado blanco.
Van muy cubiertos por el frío que hace aquí y todos parecen no haberse duchado en días.
Yo sólo llevo mi pijama negro de seda y no puedo parar de temblar. Voy tan distraída que no me doy cuenta de la grieta en el suelo y meto el pie en ella. Mi tobillo se dobla y grito por el dolor.
Mis pantuflas se llenan de barro y unos hilos de sangre aparecen en mi piel descubierta. Las lágrimas no tardan en asomarse, intento mantenerme fuerte y lo saco de ahí. Trato de caminar con normalidad pero apenas puedo apoyarlo.
Y de nuevo, nadie acude en mi ayuda. No, definitivamente esta no es mi solidaria y dulce Binhtown. Contra una pared, veo la figura de un hombre apoyado.
Lleva una sudadera con capucha y ésta cubre parte de su cara.
Pero la parte que no está tapada... yo conozco a este chico.
¿Pero de qué? Me mira desde la distancia, sus ojos son de un color miel claro, realmente preciosos. Veo unas hebras de su cabello, es rubio. ¡Por el amor de dios! ¡Es él!
-¿Ariel Cheris? -Alza una ceja.
-¿Me conoces? -No sé que decir, estoy impresionada. Jamás imaginé ver su rostro en vivo, carne y hueso en lugar de papel.
Pero este es el Ariel real, el muchacho al que todos buscaban.
-No, es decir, yo... ¿qué es este lugar? -Me sonríe y su sonrisa congela aún más mi cuerpo.
No es un gesto amable, es desagradable, frío, irreal.
-¿Otra defectata? -Mira mi anatomía, fijándose en mi ropa.
Me tapo con mis brazos, queriendo pasar desapercibida pero dudo que pueda hacerlo.
-¿Otra qué...? -Ríe. Por dios, es muy molesto. ¿Por qué no puede ayudarme en lugar de burlarse?
-Bienvenida al mundo real, pequeña. -¿Pequeña?
Entonces se pone de pie y se aleja de mí. ¿Va a dejarme aquí, de esta manera?
-¡Oye! -Corro detrás de él pero eso sólo empeora mi pie. En ese momento, algo sucede.
Un hombre de un tamaño considerable agarra a Ariel del brazo y lo lanza al suelo. Se pone encima de él y sus manos se aferran al cuello del hasta ahora desaparecido.
No pienso antes de reaccionar y no sé que estoy haciendo con exactitud pero corro con un pie, el otro levantado. Doy un salto en el aire y me engancho a la espalda del desconocido. Mi cerebro recuerda algo que leí en un viejo libro e improviso sin pensarlo dos veces. Mi mano izquierda se posiciona bajo su cuello, usando mi antebrazo para ejercer presión y agarro mi mano con la derecha.
El hombre se mueve, remueve y patalea. Pero yo tengo mis piernas a su alrededor, él trata de deshacer mi agarre pero sus fuerzas comienzan a escasear.
Aprieto tan fuerte que los brazos se me cansan y casi me rindo. Pero el hombre cae sobre sus rodillas y yo con él.
No le suelto ni durante un segundo y no sé como lo soporto pero al final, el hombre cae hacia un lado, párpados cerrados. Le suelto y apoyo mi pie dañado así que éste me falla y caigo. Grito.
-Vamos, levanta. -Ariel tira de mi brazo y me levanta pero yo no puedo dejar de observar al hombre. Yo he hecho eso. He hecho que ese desconocido caiga de esa manera con mis propias manos. ¡Mis propias manos!
El rubio me arrastra pero no puedo apartar mis ojos de ese señor.
-No está muerto. -La información llega hasta mis oídos pero eso no me calma.
-Yo he hecho eso... yo he hecho eso. -Ariel no me suelta y su agarre es lo único que me mantiene en pie. Hasta que lo hace, me suelta de repente y retrocedo hasta chocar con la pared.
Estamos en terreno cubierto ahora. Es algo parecido a un polígono. Sacudo mi cabeza, aprieto los ojos y me concentro.
Ahora el muchacho me debe algo.
-Te he salvado. -Asiente una única vez.
-¿Qué quieres? ¿Comida, un techo, ropa, protección? -Niego con la cabeza y también con mi voz.
-Quiero respuestas. -Una carcajada escapa de él.
-¿Te he ofrecido una noche completa de sueño y tú prefieres respuestas? Eres una idiota, pequeña. -Le ignoro.
-Dime todo lo que sepas, dime donde estamos -exijo.
-¿No te lo he dicho ya? estamos en el mundo real.
-¿Cómo que «mundo real»?
¿Dónde están Binhtown y mi familia? -Se encoge de hombros.
-Binhtown no es real. Nunca lo fue, es parte de nuestras cabezas.
Vivíamos atrapados en cápsulas donde estábamos dormidos, como si fuera un coma. -Quiero procesar todo pero es muy difícil.
-¿Entonces mi vida no es real ¿Dónde está mi familia? -Pone los ojos en blanco.
-Tu «familia» no es real. Son personas que también estaban durmiendo. Aún lo están, de hecho. Pero no son tu familia, no tienen nada que ver contigo aunque no lo sepan. -Me duele la cabeza, respiro profundo.
-¿Y cómo acabamos ahí?
Ahora mis sueños tienen sentido... creo. -Otra vez, hace un gesto de desconocimiento.
-Alguien nos metió allí. Cambió nuestros recuerdos reales por los de esa ciudad pero no me preguntes quien. Los de el muro, supongo. -Mis dudas no están siendo satisfechas aún.
-¿Quiénes son los de «el muro»?
-No lo sé y no me importa.
Tienes tus respuestas, ahora largo. -Cabecea en dirección a fuera del lugar.
-¿Por qué eres tan desagradable? ¿Todas las personas reales son tan horribles? -le acuso.
-Has sobrevivido una hora completa aquí, pequeña. Ya eres una de las afortunadas. -Abro la boca con molestia.
-¡Tú estás vivo por mí!
Por lo menos podrías decir gracias. -Se quita la capucha y entierra sus dedos en su pelo mientras esboza una sonrisa divertida.
-No me hagas enfadar, pequeña. O no llegarás a tu segunda hora aquí. -No puedo negarlo, estoy aterrorizada.
Pero no puedo mostrar mi debilidad.
-He perdido a mi familia, Ariel.
¿Vas a matarme? hazlo, no me queda nada que perder. -Vuelve a reír. ¡Por dios deja de hacer eso!
-Deja de reírte, no es divertido.
Ariel va a replicar pero unos pasos resuenan detrás de nosotros.
-¡Ahí! -grita alguien. Un grupo de hombres nos mira y comienza a correr hacia nosotros.
-¡Corre! -Ariel exclama, sus pasos escapan de los hombres y yo le sigo. Subimos a través de unos escombros y el terreno pasa a ser elevado.
El dolor de mi pie se intensifica pero el miedo a morir es más grande.
-¿Quiénes son esos, Ariel?
-¡Cazadores! -Mi pierna se tropieza y caigo.
-¿Y qué están cazando? -La sangre comienza a salir de mi rodilla.
-A nosotros.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro