Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Capítulo 25 (Final parte II)

—Laurie, no —Neil habla. Mi mano sobre la cintura de mi madre está tan temblorosa que podría dejarla ir en cualquier momento pero intento mantenerla firme. A un par de centímetros de su piel, está el pedazo de cristal, sujeto por mis inseguros y vacilantes dedos.

Noto dolor en éstos y un hilo de sangre se escurre por el trozo de vidrio y mancha la camisa de la morena.
—Estás sangrando. —No sé si intenta preocuparme, si es ella la que está preocupada, si quiere distraerme o sólo me ha dado el dato.

El cristal me está cortando la palma de la mano por la tremebunda fuerza con la que lo sostengo pero no me importa, no voy a tirarlo y no voy a rendirme.
—Laurie, por favor. Tú no eres así, no quieres hacer esto... —Mi padre intenta mediar conmigo pero por mi desgastada garganta se escapa una risa vacía.

—Tú no me conoces, no intentes jugar conmigo y obedece a mi orden. —La morena se mantiene con una posición perfecta, no ha movido un sólo cabello.
—No lo hagas, Neil. —Pero sin embargo, mueve su lengua.
—¿Quieres morir? —susurro contra su oído, apretando mi agarre. 

—Prefiero morir antes de hacerlo, Neil. No lo hagas. —No me habla a mí sino a él y eso hace que la sangre me hierva.
—¿Ni siquiera ahora te importa lo que yo quiera? —Mi voz se escucha como un gruñido.
—Eres lo único que me importa, Laurie. De eso se trata. —Fuerzo mi mandíbula, haciendo que mis muelas choquen con brutalidad las unas con las otras.

—Voy a matarla. —Enfoco mis ojos directos a los del hombre, haciendo que mis palabras lleguen hasta su interior.
Se quita las gafas y da un paso hacia adelante. Yo retrocedo antes de añadir: —¡No te acerques!

—No me obligues a hacer esto, hija por favor. —La palabra «hija» es como una llamarada que enciende mi corazón y lo prende en llamas.
—¿Hija? Yo no soy tu hija.
Perdiste a tu hija cuando decidiste meterla ahí.

—Lo que hicimos precisamente fue para no perderte. —La oigo pero no la escucho, las punzadas dentro de mi cabeza junto con el pitido regresan. Las piernas me tiemblan de nuevo, como si el suelo bajo mis pies estuviera a punto de abrirse.

—Hazlo de una vez. —Entre dientes, acerco el cristal más a su cuello, acortando la distancia hasta hacerla casi inexistente.
—Es tu hija, Neil. No puedes hacerlo. Es nuestra pequeña.
—Aunque sus palabras llegan a mis tímpanos, no logro entenderlas. Es como si hablara en otro idioma o como si estuviera sacando a la luz la pieza del puzle que aún falta.

—No puedo dejar que te mate, Anna. —Neil pone su mano en la pared y ésta se ilumina con una luz verde.
—¡Ella o yo, Neil! ¡Tienes que escoger! —vocifera y yo lo veo todo como un partido de tenis del que no puedes despegar los ojos.

—Encontraremos la forma, ya lo verás. Pero ahora tengo que protegerte. —Se remueve y aunque no puedo ver sus ojos, sé que está destilando odio a través de ellos. Y soy yo quien la amenaza, con un arma sobre su cuello y una distancia de un hilo para matarla y es su marido quien trata de protegerla. Pero sin embargo, si Anna pudiera elegir, es a él a quien golpearía.

Y eso me lleva a un pensamiento muy exacto; su secreto no saldrá de hoy, de este lugar.

Detrás de Neil, se refleja algo parecido a una puerta de color blanco con una serie de números.
—¡Neil por el amor de dios, detente! —Clavo el cristal sobre su piel. Apenas un momento, un corte tan pequeño que la sangre vagamente hace aparición.
Pero lo suficiente para que le quede claro; —La mataré.

El hombre se fija en mi mano, en el pequeño corte, en Anna y en mí y sus ojos se humedecen.
—¿Sabes cuál fue tu primera palabra, hija? «Anna». Los bebés siempre aprenden a decir «papá» y «mamá» primero pero tu primera palabra fue «Anna». Tu madre era tu corazón, Laurie.

Las lágrimas se mezclan en la ropa de la mujer junto con mi sangre.
—No puedes llegar a mi corazón, padre. Ya no tengo uno, mi corazón se quedó en Binhtown y es culpa vuestra. Hazlo.
—Levanto el vidrio en su dirección, sólo para advertirle y regresarlo a su posición inicial.

—Perdóname, Anna. —Neil tecla números muy rápido, tanto que no puedo memorizarlos. Anna grita, le grita con tal fuerza que su garganta podría rasgarsela ella misma.

Después, se acerca y su ojo es escaneado, teclea otro número y de repente, las cápsulas se abren.
Una luz roja se enciende por encima de nuestras cabezas y es lo que mi cerebro necesita para lo que me sucede después.

Todo da vueltas a mi alrededor, las piernas me fallan esta vez y no puedo hacer nada cuando el vidrio resbala de mi mano y cae al suelo, yo caigo después, sobre mis rodillas. El pitido es tan intenso que me tapo los oídos y grito, intentando ahogarlo. Pero nada lo ahoga, nada lo calma.

—¡Laurie! —Su voz se escucha en alguna parte entre mis gritos y el pitido, sus manos se posan junto a las mías.
—Respira hondo, hija. Pasará, lo arreglaré. —Utilizo mi poca fuerza para mirarla, arrodillados junto a mí están Anna y Neil.

—¿Por qué tuviste que hacerme esto? —le reprocho y aunque yo apenas logro oírme, ella sí lo hace.
—¡Tú no lo entiendes, Laurie!
¡Tuve que hacerlo! —Su agudo tono destruye más mis ya doloridos oídos.
—¿Por qué? ¡Dime porqué!
—intento gritar.

—Los mareos, la debilidad, el pitido, las punzadas. No te sostienes sobre tus piernas y tus brazos no responden, no puedes hablar y la cabeza te duele.
—Describe perfectamente lo que me ocurre.
—¿Qué es lo que me pasa?
—Sus manos toman las mías y no tengo fuerza para impedirlo.

—Estás enferma, Laurie. Si no regresas a Binhtown, morirás muy pronto.

Continuará...

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro