Capítulo 18
Tengo la vista fijada sobre la pared rojiza frente a mí. Ariel se mantiene a un costado de mí y el guardia, al otro. Los hombres que custodian el lugar no dejan de intercalar sus miradas sobre nosotros.
—La señorita Riley puede acceder pero Ariel no —nos informa uno de ellos.
Por supuesto, el guardia me acompaña mientras el rubio nos espera fuera.
—Por aquí, por favor.
—Atravesamos un paso de peatones y vemos un par de coches de conducción manual.
—¿Tú también sabes conducir de verdad? —El chico alza una ceja.
—¿Conducir de verdad? ¿En Binh- como sea, no puedes conducir? —Niego.
—Tuteame por favor y en Binhtown, los coches se conducen sólos —le explico, carraspea como si se preparara para llamarme "tú" por primera vez.
—¿Sólos? Debe ser muy cómodo y sí, yo también conduzco. —No le vuelvo a responder pues quiero ver mejor este lugar.
Pasamos por una torre de varias plantas, de ella salen y entran personas vestidas de blanco.
Y no pasamos desapercibidos para ninguna de ellas, todos posan sus ojos en nosotros, especialmente en mí.
Seguimos atravesando más carreteras y los edificios van formando calles al estar alineados. Hasta que llegamos al redondo, en el que estuve la última vez. La puerta de cristal traslúcido se abre para nosotros, recorremos el largo pasillo y llegamos enseguida hasta su líder, Anna.
—Laurie. —En cuanto me ve, camina con determinación hasta mí— ¿Qué ocurre, James? —Esta vez le habla al chico a mi lado.
Vaya, así que su nombre es James.
—Nada, señora. La señorita Riley quería hablar con usted. —Me señala.
La morena me mira entonces y me muestra una sonrisa profunda.
—¿Te has decidido por regresar a Binhtown ya? —Ruedo los ojos.
—¿Se ha decidido usted por sacar a mis padres de ahí ya?
—le respondo de la misma manera, con una pregunta.
—Si no vienes a eso... Dime que puedo hacer por ti. —Evade mi cuestión. Muerdo el interior de mi mejilla, no sé como comenzar.
—Quiero respuestas, quiero entender. Quiero saber porque lo hizo, porque ha mandado a alguien a seguirme, porque...
—La ultima parte es la más importante, voy a cuestionar acerca de los extraños síntomas que acompañan mis visiones.
Pero tengo miedo. ¿Y si es una información de doble filo? ¿Y si me secuestra para experimentar conmigo y entender mejor lo que me ocurre? Trago en seco.
—¿Por qué qué, Laurie? —Da un paso adelante y yo doy un paso atrás. Cerca de mí está al que ahora identifico como James y pienso en pedirle ayuda pero luego recuerdo que su jefa es precisamente la mujer de la que estoy alejándome.
—Necesito respuestas —reitero y noto que he hablado muy bajo. A pesar de ello, me escucha.
—Ya te he dado respuestas, Laurie. Todo lo que hice, lo hice por amor. —¿Puede dejar de decir eso?
—La anciana de los cazadores me dijo que yo soy la culpable de todo. Que los defectatos deberían matarm-
—Si intentan ponerte un sólo dedo encima, les mataré con mis propias manos. —Sus palabras ahogan las mías, me detengo en seco, intentando analizarlas.
—¿Por qué yo soy especial? ¿Por qué me protege? —Todo lo que sus respuestas hacen es crear más dudas dentro de mí.
—¿Quién dice que seas especial, Laurie? Eres una chica normal, tan normal como todos los demás. —De nuevo, me evade.
—¡Deje de evitar mis preguntas!
Usted me hizo esto, ahora dígame la verdad. —Señalo mi pecho. Ella vuelve a acercarse.
—No puedo responder a todo pero no soy tan mala como crees, Laurie. —Eso me hace reír.
—Si no es tan mala como yo creo... ¿por qué deja que los cazadores sigan ahí fuera?
¿Por qué no protege a los demás?
Suspira y cierra los párpados, se lleva un par de dedos a su entrecejo.
—¿Crees que no lo he intentado?
No tengo tantos hombres como crees, Laurie. No puedo controlar a todo el mundo ahí fuera pero lo he intentado. —Suelto una risa hueca.
—Todo lo que ha hecho usted es sumir a miles de personas en un coma y quitarles sus vidas. —Me mira con intensidad, sin pestañear una sola vez.
—¿Quién crees que lleva la comida a los mercados, Laurie?
¿Quién crees que les da la ropa y medicinas? Lo que hice estuvo mal pero-
—¿Mal? Les quitó una vida real para sustituirla por una fantasía—la interrumpo.
—¿Vida real, dices? —Larga una risa. —Mira a tu alrededor, Laurie. ¿Crees que todo esto es real? ¿Y cómo sabes que no somos parte del juego de alguien más? ¿Que no estamos soñando dentro de un sueño? ¿Cómo sabes que el mundo que te rodea es real?
Intenta jugar conmigo, intenta llenar de confusión mi cabeza ya confundida.
—¡Basta! ¡Cállese de una vez!
Si no va a ayudarme, no me confunda más —ruego.
—No quiero confundirte, Laurie.
Pero a veces, es mejor que los secretos permanezcan siendo secretos. —Sabiendo que no conseguiré nada aquí, doy media vuelta.
—No me sigas, estás mejor aquí. —Ordeno al joven.
—Siempre eres bienvenida, Laurie. Regresa cuando decidas volver a casa. —Ignoro a la mujer y sigo mi trayecto pero conozco a un enano que me enseñó algo; escuchar detrás de las puertas no es malo y a veces, es necesario.
Así que no avanzo, me quedo ahí. Y escucho algo.
—¿A qué esperas? ¡Ve con ella!
—Es la voz de Anna.
—Pero señora, ella dijo que-
—Hemos hablado de esto, James. Tu misión es proteger a Laurie Riley a cualquier precio ¿Entendido?
—Sí, señora.
Corro hacia la salida, no queriendo ser pillada escuchándoles. Voy en línea recta y salgo del muro, mis ojos detectan a Ariel.
—¿Ya? —Le lanzo una mirada para nada amistosa.
—Vamos. —Caminos a través del bosque pero en mi trayecto, noto que algo cae de la rama de un árbol y me da en el pie.
Lo tomo entre mis manos y es un colgante. Dentro hay dibujada una espada pero en la punta, en lugar de tener el final de la hoja, hay una rosa roja. Parece la insignia de algún grupo, alguna secta incluso. Lo guardo entre mis manos y sigo caminando con una nueva cuestión.
¿A quién pertenece este colgante?
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