I
Las luces de la discoteca cambiaban del púrpura al naranja y una canción popular llenaba hasta el último rincón del lugar atestado de personas disfrazadas. El propio Minseok vestía un disfraz muy sugerente de la versión antropomórfica de un zorro: llevaba una diadema con orejas peludas sobre la cabeza, dos ajustadas piezas de ropa ceñidas al cuerpo y una esponjosa cola pegada a sus diminutos shorts, que, al igual que las orejas, eran del mismo tono cobrizo que su cabello.
Luhan le sostuvo las caderas y se pegó a su espalda.
—Deberíamos ir a un lugar más privado —le dijo al oído y sus largos colmillos de vampiro rozaron el cuello de Minseok, quien inmediatamente se giró entre sus brazos.
—¿Planea chupar mi sangre, señor vampiro?
Luhan sonrió lascivamente y se inclinó sobre Minseok.
—Todo lo que quieras, zorro —prometió antes de inclinarse hacia él para besarlo.
Minseok cerró los ojos y permitió que Luhan lo besara a su antojo. Después de un minuto saqueando su boca, Luhan tiró de él hasta llevarlo de regreso a la mesa. Continuaron besándose en la butaca y, aunque su relación no había avanzado más allá de los besos, Luhan no pudo mantener sus manos lejos del cuerpo de Minseok, que tan tentador se veía con ese disfraz.
Desafortunadamente la incesante vibración entre sus cuerpos logró que Luhan se separara.
Minseok tomó su móvil con un gesto de disculpa y observó la pantalla. Tenía tres llamadas perdidas de Jongdae. Frunció su entrecejo y le mostró el registro a Luhan.
—Debe ser importante —anunció casi a gritos para hacerse escuchar por sobre la música.
Luhan asintió. Jongdae era el mejor amigo de Minseok, eran tan cercanos que en algún momento incluso llegó a creer que entre ellos había algo más. Aunque dejó de preocuparse demasiado por ello cuando Jongdae anunció su compromiso y pronto contrajo matrimonio con una antigua compañera de la universidad.
—Vamos, te acompaño afuera —dijo, tomando el abrigo de Minseok.
Minseok se puso el abrigo mientras caminaba y tan pronto como estuvieron fuera del ensordecedor salón llamó a Jongdae.
—Hola, disculpa, no escuchaba tus llamadas, ¿sucede algo?
Jongdae debió haber respondido con alguna frase impactante al otro lado de la línea, porque los ojos de Minseok se redondearon y, aunque su boca se abrió, no fue capaz de emitir más que un torpe balbuceo.
—Sí... sí... estoy con Luhan... no, no te preocupes... ahora voy para allá... ¿pero tú estás bien?
Minseok desconectó la llamada unos segundos después y miró a Luhan con gran impresión plasmada en su rostro.
—¿Puedes llevarme a la estación de policía?
🖤
Minseok corrió dentro de la estación y al ver a Jongdae, con el gesto perdido y su ropa y brazos manchados con sangre seca, se lanzó sobre él para envolverlo en un abrazo. Jongdae no tardó en llevar sus brazos alrededor de Minseok para aferrarse a él.
Luhan los observó con incomodidad. No sabía qué hacer o decir en una situación tan espantosa como aquella, él no era tan cercano a Jongdae, la única cosa en común que ellos tenían era Minseok.
—¿Cómo pasó? —Minseok preguntó con preocupación.
—No lo sé, cuando volví a casa... encontré su cuerpo... algún loco entró y la apuñaló mientras dormía —Jongdae balbuceó entre sollozos.
—Lo siento tanto, Dae —Minseok musitó angustiado.
—¿Y por qué estás tú aquí? —Luhan preguntó suavemente acercándose a ellos.
—Solo querían tomar mi declaración, ya puedo irme, por eso llamé a Minseok, disculpen que interrumpiera su... celebración —Jongdae señaló con pesar mientras observaba la indumentaria de Luhan. Minseok llevaba bigotes dibujados en las mejillas y orejas de algún animal sobre su cabeza, pero su abrigo cubría el resto.
—¿Tienes a dónde ir? —Minseok preguntó suavemente—. Si lo necesitas, sabes que puedes quedarte conmigo el tiempo que quieras.
Jongdae asintió.
—Si no te molesta.
—No, para nada —Minseok le sonrió con dulzura—, sabes que siempre eres bienvenido.
Y aunque Luhan no estaba para nada contento con la idea —y es que aún desconfiaba de Jongdae y de la relación entre ellos—, tuvo que reprenderse a sí mismo por ser tan mezquino; Jongdae necesitaba a Minseok, su esposa acababa de ser asesinada de una forma horrorosa por algún psicópata. Luhan sabía que debía dejar sus estúpidos celos e inseguridades de lado.
Condujo en silencio hasta el departamento de Minseok, aunque por alguna razón no podía dejar de echarle miradas a Jongdae en el asiento trasero. Tal vez estaba siendo paranoico, pero sentía su mirada clavada en la nuca. Apartó su mano de la de Minseok con disimulo y se concentró en mantener ambas manos al volante el resto del trayecto.
Cuando se estacionó fuera del edificio en donde su novio vivía, se giró hacia el asiento trasero.
—Si necesitas algo, no dudes en llamarme —ofreció.
Jongdae asintió con la mirada perdida y murmuró un agradecimiento antes de salir del auto.
Minseok intentó bajar del auto al mismo tiempo que Jongdae, pero Luhan lo detuvo para despedirse. Puso un suave beso sobre sus labios, pero se apartó cuando la puerta trasera se cerró de golpe.
—Disculpa —Jongdae murmuró, asomándose por la puerta abierta de Minseok.
Luhan lo observó tomar un brazo de Minseok para ayudarle a salir y contuvo su desagrado. Él no era una persona excesivamente celosa, pero nunca le había gustado la forma sobreprotectora en que Jongdae se comportaba con Minseok; siempre estaba tocándolo, siempre estaba cuidando sus pasos, siempre estaba demasiado cerca. Luhan lo había visto en algunas ocasiones junto a su esposa y había notado que con ella se comportaba con normalidad. Él era distinto solo con Minseok... y Luhan temía por Minseok, porque su tan apreciado mejor amigo enloqueciera algún día y le hiciera daño.
Los observó perderse dentro del edificio y por un momento, quiso seguirlos; buscar alguna excusa para quedarse con ellos, para cuidar a Minseok, pero sabía que era inútil. Minseok sonreiría divertido y, como siempre, le diría que estaba loco, que Jongdae era bueno y que le confiaría su vida si fuera necesario.
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Subieron a su departamento en silencio y solo cuando hubo cerrado la puerta, Minseok se percató de que Jongdae estaba apoyado en un sofá de la sala, observándolo con intensidad. Minseok alzó las cejas, dándole la pauta para hablar.
—Cuando te llamé, tardaste un poco en contestar —Jongdae señaló.
—Estábamos en una discoteca, no escuché las llamadas —Minseok se disculpó.
—¿Era eso o tenías la boca muy ocupada para hablar?
Minseok desvió la mirada y se llevó una mano al cuello con incomodidad.
—Ah... —exhaló suavemente—. No...
—¿Minseok? —Jongdae lo llamó con severidad y Minseok alzó su mirada de inmediato.
—¿Sí?
—¿Puedes quitarte el abrigo y mostrarme tu disfraz?
El rostro de Minseok se congeló y sus grandes ojos de mirada felina se colgaron de la demandante mirada de Jongdae.
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