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𝐒𝐈𝐗


𝐒¹ 𝐄⁶ — “decisiones y una carta”




HOSPITAL REGIONAL DEL CONDADO DE WESTCHESTER



Richard caminaba por el pasillo del hospital con su tabla en mano y el estetoscopio alrededor de su cuello.

Era un turno como a los que estaba acostumbrado, sin mucho bullicio, con enfermeras y médicos yendo y viniendo a la par en medio de sus ocupaciones.

Al llegar al núcleo del área de emergencias, distinguió un pequeño tumulto de filipinas azules —características de los residentes del hospital— que se encontraban parados frente al televisor. Redujo gradualmente la velocidad de sus pasos quedando tras de ellos y oyendo como murmuraban comentarios relacionados a lo que aparece en pantalla en estos momentos.

Carraspeó a un volumen exageradamente alto para que pudieran notar que él estaba ahí. Los jóvenes se dan la vuelta al saber que quedaron al descubierto

—¿Sucede algo en especial?— cuestiona ante las sorprendidas miradas de sus pupilos

—N-no— tartamudeó una de ellos— solo estamos viendo las noticias

—Ya tendrán tiempo para eso algún día, vuelvan al trabajo. —indica.

El pequeño grupo se disipa por el área buscando continuar con las actividades correspondientes, Richard por inercia, alza su mirada al televisor.

El encabezado de la noticia lo deja sin aliento mientras las yemas de sus dedos aprietan el objeto entre sus manos y se da media vuelta.

Guardó el tablero bajo su brazo izquierdo al mismo tiempo que con su mano libre sacaba su  celular del bolsillo de su bata.



ESTACIÓN DE POLICÍA DEL CONDADO DE WESTCHESTER

Beyazid sostenía una llamada con su jefe en la que le informaba que su estadía en el condado se extendería más de lo esperado a causa de la investigación que realizaría.

Eva lo veía desde lejos, sin dejar de pensar en lo rápido que había pasado todo. Su pie izquierdo golpetea el suelo en señal de nerviosismo, sus brazos cruzados y su mirada inquieta. Aún no entendía por qué le había pedido esperarla.

Se sobresalta al oír el timbrado de su celular y lo saca del bolsillo de su chaqueta, notando que era una llamada de su padre.

—Elizabeth por amor de Dios, dime que estás en casa— escuchó ella nada más contestar, Richard se oía mortificado

—No estoy en casa pero estoy bien ¿Qué ocurre?— la rubia pone una mano en su cintura y comienza a caminar en línea recta por la acera, yendo y viniendo e ignorando el punzante dolor de cabeza que le molestaba desde que estaba en el orfanato

—¿Dónde estás?— pregunta él desde la otra línea pensando lo peor

—En la estación de policía, pero no por nada grave, tranquilo. Ya me dejaron ir

—¿Pasó algo en el orfanato?

—Si, algo así. Estoy con Bayezid, no te preocupes. Te contaré todo cuando acabe tu turno—aseguró queriendo tranquilizarlo

Cuando ella le afirmó eso, Richard pudo estar más tranquilo. Aunque de cierta forma, sospechaba que algo no andaba bien.

Veía cómo Bayezid se acercaba con su carpeta en mano y con una mano le indicaba gentilmente que se acercara a su automóvil

—Yo creo que es mejor que vaya por el mío al orfanato.

—No. Es escena del crimen y hasta que no se esclarezca nada tú no pones un pie ahí. Llamaré una grúa para que lo lleven a tu casa— beyazid se comenzaba a desesperar—Oye…. ¿Desde hace cuánto te está sangrando la nariz?

—Oye, no es necesario que te tomes esa molestia.— la rubia retrocede— De verdad pued..— ella se desconcierta al oír que su nariz sangra, tranquilizandose luego cuando recuerda el porqué

—Si a ti te pasa algo, tu papá me extirpa los testículos y no quiero quedarme sin bolas y sin mi hermana de otro padre así que entra de una vez— habló sin pausarse, señalándola—

Eva se alzó de hombros sin querer darle importancia pues ella ya sufría lo suficiente como para buscar el mortificar a otros a causa de eso. Él le abrió la puerta del coche para que entrara y ella lo hizo sin pensarlo demasiado —mejor dicho, sin querer pensarlo demasiado—

A lo lejos, y después de haber recorrido un par de calles, Eva vió a Erik caminar por la acera, cabizbajo y sin ninguna emoción aparente. Y es que, después de ese suceso inesperado,  ¿Quién estaría de buen humor?

No lo estaba y eso era así desde hace años, en cierto punto se acostumbró a que las cosas funcionaran de dicha manera. Se acostumbró a vivir con pesadez, su hermana era su ancla y ese pequeño soporte que lo mantenía cuerdo pero a veces desgraciadamente, no bastaba. Lehnsherr se había vuelto uno con la tragedia desde que era un niño y eso solo empeoró al llegar a la adultez.  Cuando sus hijos llegaron a su vida, tuvo el temor de tal vez no ser un buen padre, de fallarles.

Y eso, según él, se cumplió.

No podía vivir con eso, no iba a vivir con eso. Cometió el error de abandonarlos una vez, dejando claro a sí mismo que sería la última.

—Se ve que es buen tipo— admite el turco al verlo de paso— pero yo lo percibí… como un alma en pena— el turco la mira por el espejo retrovisor

—¿De verdad?— la rubia le pregunta

—Respondía a todo con desgano y un interés banal, y el ambiente de esa comisaría solo hacía del panorama algo más depresivo.— relató— Él de verdad está luchando por algo muy grande, sus ansias fueron tan grandes que no sé percató de lo desesperado que se oía al contarme cómo estaba buscando a sus hijos . Y alguien que pasa por eso, muy difícilmente se tomaría el tiempo de lastimar a alguien a menos que realmente lo mereciera. Alguien así no perdería el tiempo con aquellos que no significan nada para él

—¿Analizas así a todo el mundo?

—Es en parte mi trabajo así que, sí.

—Ahora me das miedo— contó ella, a modo de broma

Llegaron a la casa y Eva suspiró aliviada, lanzando su chaqueta al sillón junto a la puerta.

—¿Quieres un café?— Eva se dirige a la cocina, dejando que su amigo se acomode para comenzar a trabajar

—Quiero paz mental— el turco se dispone a sacar las carpetas de su maletín, colocándolas sobre la mesa para después hacerlas a un lado con la palma de su mano y sacar su portátil con la otra extremidad

—Sip, entonces un café

—Con una pizca de canela, si eres tan amable— pidió alzando la voz para que pudiera oírlo

Después de unos minutos, los dos se encontraban con sus tazas de café, ocupándose en sus propios asuntos. Aunque Eva —su mente, más bien— se hallaba divagando en la nada a causa de todo lo que había pasado.

Llenaba solicitudes de empleo, esperando tener la oportunidad de obtener un puesto como profesora



APARTAMENTO DE LOS HERMANOS LEHNSHERR

Erik entró soltando un bufido, mientras colgaba su abrigo en el perchero y flexionaba su cuello.

—No tienes que contarme nada, está bien— Atheleia se sienta en un extremo del sillón  mientras su hermano se deja caer despacio y tomando un cojín para recostar su cabeza en las piernas de ella

—No estaban— dice entristecido

—Eso se nota

—Lo peor es que fuí teniendo esperanzas de que sería lo contrario y ni siquiera sé por qué. Una parte de mi siempre lo supo, pero yo fuí más estúpido y cedí ante mi optimismo

—Ellos de seguro están bien en donde quiera que estén

—Bajo el cuidado de alguien como el bastardo de Django, no

—¿Y qué harás?

—Enfocarme en tí, supongo— Erik cierra los ojos

—Hermano por Dios, yo estoy bien— afirma, queriendo convencerlo a él y tal vez a sí misma

—Mhmm— el alemán aprieta los labios —dile eso a alguien que no te conozca tan bien como yo y funcionará. Sé bien que necesitas ayuda con tu mutación, pero no podemos hacer mucho. No sabemos qué tantos mutantes hay aquí

—Ya hablamos suficiente de mí, ahora dime cómo te fue

—Mal, ya lo sabes— responde él, rogando por dentro que no hiciera más preguntas

—Pero no te ves decepcionado solamente— Ateleia observa detenidamente el rostro de su hermano — . Parecería que incluso hasta estás asustado

—No lo estoy, deja de sacar conclusiones— pidió, ahora tendría que hablar

Ateleia le extendió a su hermano una taza de té que había preparado previamente y él la tomó con ambas manos.

—Cuando iba a entrar al orfanato, ví a una mujer llegar

—¿Y era linda?— lo interrumpe

El alemán rueda los ojos

—No lo sé, no pude verla bien. Sólo recuerdo que era rubia y tenía ojos azules. Dijo que había venido a entregar un poco de donaciones y empezó a bajar caja por caja. Entonces decidí ayudarla

—¿Luego?

—De la nada llegaron unos hombres armados amenazádonos a nosotros y a la recepcionista con un par de armas.  Ella era como nosotros, tenía poderes. Los usó para detenerlos y yo la ayudé. No sabemos qué querían ni quienes eran. Viendo que habíamos frustrado sus planes, se suicidaron. Fui a buscarlos cuando el peligro pasó, pero no estaban ahí

—Oh…

—Prefiero concentrarme en ti por ahora. Respecto a los gemelos… aún no puedo hacer mucho.

—Pero Erik…..

—Si ya he esperado once años, nada me impide esperar un poco más





MANSIÓN XAVIER

—¿Ya vieron las noticias?— Cassandra hojea su libro con indiferencia y sin prestar el mínimo de atención en su 'lectura'

—Casi nunca las veo porque siempre hablan de pavadas sin importancia y les gusta dar opiniones que nadie pidió— Aaron da vuelta a la página de su libro— es muy de extrañar que digan algo importante

—Yo pensaría lo mismo si no fuese por una nota en específico que ví— la castaña endereza su postura

—¿De qué hablaba exactamente?— se escucha por fin la hasta entonces ausente voz de Charles, quien se encuentra sentado en el escritorio, escribiendo el borrador de la tésis que presentaría próximamente

—De dos encapuchados armados hasta el cuello y de un par de héroes anónimos con habilidades no especificadas que los detuvieron. Y yo estoy casi segura que ella estaba ahí. El embrollo pasó dentro del orfanato municipal y sería mucha coincidencia que se tratara de ella.

—Lo sabremos cuando Richard vuelva, quiero suponer— Aaron alza las cejas— aunque, ¿Porqué irrumpir de esa forma en un lugar así?

—¿No tienen un plan para hacerla volver?—  Cassandra cambia de tema mientras su mirada y la de Aaron se posan en Charles—Pero igual, no es seguro que sea ella y yo solo estoy dando falsas esperanzas

A los varones les entristeció escuchar así a su hermana

—Si,  de hecho. En estos días he estado bastante ocupado redactando distintas hipótesis sobre las habilidades de Eva pero no quiero concretar nada hasta que pueda ver de qué va exactamente—.

Cassandra siente un vacío  en su pecho al escucharlo decir eso. Al escucharlo tan tranquilo. 

—Entonces eso quiere decir que ya…. Richard les… les dijo— titubeó la fémina, bajando la cabeza y expresándose con un volumen de voz más bajo de lo normal, pensando en que tal vez alguno de ellos no lo sabe todavía

—¿Decirnos…?— Aaron deja la pregunta en el aire y ladea la cabeza

—Dios…. No les ha dicho— asume, pasando desesperada las manos por su cabello y después cubriendo su boca con ellas. Las lágrimas se esparcen por su rostro en cuestión de segundos y sus ojos se enrojecen levemente

Aaron no sabía que estaba pasando y se limitó a rodear con uno de sus brazos a su hermana mientras la otra extremidad acariciaba su cabello, buscando consolarla. El mayor de los Xavier miró a su hermano, quien tenía la vista fija en Cassandra. Luego los dos se observan tan solo unos segundos y Charles se levanta de su asiento para caminar hasta el sillón y colocarse a la altura de su hermana.

Ella levanta la cabeza y limpia las lágrimas

—No entiendo cómo es que se quedó callado— Cassandra dice luego del corto silencio que los tuvo a ellos dos angustiados. Estaba asombrada, buscando la forma de decírselos

Aaron rascó su nuca

—Querida, el que no entiende soy yo ¿Qué está pasando?

—Experimentaron con ella. Lo hicieron en uno de los orfanatos en los que se quedó. Era un hombre…. justo ahora no recuerdo cómo se llama, no sé si Richard me lo dijo o él tampoco lo sabe

Charles de la nada se sintió como si fuese Atlas, cargando todo el peso del mundo o quizá cargaba con la pena de una decisión que pesaba aún más que el mundo mismo. Aaron se sentía peor, se sentía inútil, no veía una forma en la que él pudiera ayudar y eso le enfureció, pero ninguno de los dos lo iba a demostrar. Al menos no frente a ella

—Me ha dicho que ella rara vez habla de esos experimentos con él porque si lo hace, ella siente que está viviendo todo eso de nuevo— continúa Cassandra— ¿Todo esto no es motivo suficiente para hacer algo y traerla de vuelta a nosotros?

—Si— sentenció Charles— y creo saber cómo hacerlo






CASA DE LOS BECKHAM


Eran casi las cuatro de la mañana, Beyazid seguía investigando a los criminales suicidas, haciéndose trizas la conciencia en busca de respuestas.

Eva se quedó despierta, haciéndole compañía y  esperando a su padre.

—Creo que debería controlarme primero… —dice Eva de la nada, en un susurro

—¿Eh?— si el caso que debía resolver el turco lo había colocado en un enigma sin salida, lo que dijo su amiga solo lo confundió más.

—Si quiero integrarme como se debe a este mundo, primero debería aprender a controlar lo que hay en mí ¿No crees?

—¡Ah, eso!— exclama, al fin captando lo que quería decir— pues, si. Creo que te sería de ayuda

—Papá dijo que de seguro hay alguien que pueda ayudarme pero, hasta hoy no ha habido nadie. Y vengo necesitando esta ayuda desde hace años


HOSPITAL REGIONAL DEL CONDADO QUE WESTCHESTER

Una trasnochada Cassandra Xavier camina por el hospital esperando encontrar a Richard por algún lado. En su mano izquierda se encuentra un sobre de color hueso, con una gran X de color marrón en el centro y a nombre de Eva Elizabeth Beckham.

El día estaba cerca

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