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𝐅𝐎𝐔𝐑𝐓𝐄𝐄𝐍

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the ones of our kind

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Su aterrizaje fue al medio día, Fitzgerald los guiaba por la entrada principal mientras Erik y Charles caminaban a sus costados.

—Mi misión es investigar la aplicación de poderes paranormales en la defensa militar— les explica, conforme se encuentran más cerca de la entrada

—U ofensiva— esa fue la suposición de Erik.

—Ese tal Shaw, Shmidt— siguió Fitzgerald— trabaja para los rusos. Requerimos apoyo para detenerlo

—¿Somos la nueva división de mutantes de la CIA?— Charles gira la cabeza

—Digamos que sí— el hombre asintió

Recorrieron un extenso trecho hasta llegar a los talleres. Ahí lo esperaba el doctor Hank McCoy, quien les presentó su más reciente proyecto.

—Es supersónico, el avión más avanzado del mundo— los ojos del científico estaban fijos en su nave, observándola con orgullo— me encantaría que la vieran volar.

—Nos han hablado maravillas de tí durante el vuelo— Aaron se acercó para estrechar su mano con Hank— soy Aaron Xavier

—Qué maravilla— Charles fue el siguiente en saludarlo— otro mutante justo aquí ¿Por qué no lo había mencionado antes?— la sonrisa que había mostrado se desvaneció cuando vió la cara de Fitzgerald, quien solo se quedó en silencio, mirando a Hank a los ojos.

El telépata se percató del nerviosismo de Hank, luego de un rato se dió cuenta de su error.

—Usted no lo sabía— obvió, riendo nervioso— cuánto lo siento, de verdad, me da mucha pena— fue la disculpa que le ofreció a Hank.

—No creí necesario decirle— confesó el joven doctor, mostrándose cohibido cuando su jefe no le quitaba la vista de encima, pues aún se encontraba procesando la información

—¿Cuál es tu mutación?— Raven se acerca— ¿Eres súper listo?

—Oh claro que sí— Eva lo miró— se graduó de Harvard a los quince años

—Desearía que solo fuera eso— Hank se encorva

—Puedes confiar en nosotros Hank, estamos aquí para ayudarte— la rubia le pone una mano en el hombro en señal de apoyo.

Cuando Eva tomó su distancia, Hank tuvo el suficiente coraje para quitarse sus zapatos y sus calcetines. Trastabillaba nervioso, sus pies descalzos tocaron el suelo.

Su forma era peculiar —como todo en cada homo superior—. Los dedos eran más alargados, separados más de lo usual, curvados en forma de abanico, casi asemejándose a una mano.

Charles se ríe y asiente con la cabeza al ver que los pies de Hank eran algo que nunca había visto antes, asumiendo por su forma, el hecho de que le otorgaban más agilidad y rapidez.








" La presencia de misiles estadounidenses en Turquía representa una amenaza sin precedentes para el gobierno ruso, declaró el ministro de relaciones exteriores Gromiko. Pero rápidamente aseguró que los rusos no iniciarán un operativo militar "

Fue lo que escucharon Klaus y Emma desde la radio del submarino, oculto en el ártico.

—Arreglaremos eso en cuanto lleguemos a Rusia— anticipó fijándose en la rubia, con una macabra sonrisa curvando sus labios

—Hay un problema— Emma le dice— es el telépata, no debería sentirlo a esta distancia. Su alcance se amplificó, y si logra entrar en tí no va a ser divertido igual que yo— le advierte pero eso a él no le preocupa en  ninguna forma

—Lo tengo resuelto— Klaus se puso de pié, sus pasos van en dirección a su escritorio en donde descansa una caja fuerte.

Emma, llena de curiosidad lo sigue, y no es hasta que llega a su lado cuando ve lo que Schmidt tiene en sus manos.

—Los rusos me hicieron esto— despacio, coloca el casco sobre su cabeza— ¿En qué estoy pensando?— le pregunta incitándola a leer su mente

Frost lo intenta pero es imposible, nunca le había sucedido algo igual

—Yo…— balbucea, queriendo hacer un último esfuerzo— no lo sé— se rindió

—Estaba pensando en que eres la cosa más exquisita que he visto en la vida— se ríe, y tomando su copa de Whisky le dice:— y en que necesito hielo. Tráeme un poco

Ya era de noche en Langley y  todo en la base estaba en completa quietud, situación que Erik aprovechó para escabullirse en los archivos de las oficinas con la intención de encontrar el expediente de Klaus —bajo su alias—

No tardó demasiado, así que lo tomó para guardarlo en su maletín y salir de ahí tan rápido como le fuera posible. 

Estaba afuera, sintiéndose confiado en que nadie lo había atrapado. Una voz lo hace detenerse.

—Por lo que sé de tí me sorprende que te hayas quedado tanto tiempo— Charles abandona su escondite— me imagino que Ateleia sabía que harías esto

—¿Qué puedes saber tú de mí?— los ojos azules de Lehnsherr se tornan grisáceos, su mirada era fría, una que podía estremecer a cualquier persona en el mal sentido de la expresión

—Lo sé todo Erik, sentí tu agonía

—Tus dones no son una invitación abierta a invadir mi intimidad— Lehnsherr seguía de espaldas

—Lo lamento, créeme. Ya ví lo que Shaw hizo contigo— la voz del británico sale de sus labios con suavidad— yo te puedo ayudar

—No necesito ayuda— Erik finalmente le da la cara a Charles

—¿A quién engañas?— le contesta— anoche me necesitaste

—Bien sabes que no es así, no te necesité. Estaba en medio de algo y tú te tomaste la atribución de inmiscuirte en algo que no te concierne en absoluto

—No me estás dando la espalda a mí— alegó Xavier— le estás dando la espalda a algo más grande que nosotros mismos, a ser parte de algo importante. Finalmente podemos ser quienes somos sin necesidad de sufrir, de vivir en las sombras.  Involucrarnos en un mundo que también es nuestro

Los dos no pronuncian ninguna palabra después. Erik solo quiere darse la vuelta y seguir con su plan. Pero algo lo detiene y no sabe qué es.

—Podría impedir que te vayas, pero no— Charles retrocede, yendo de nuevo a la base— Shaw tiene amigos— le recuerda— a tí no te molestaría tener algunos. Podemos ayudarnos, mi familia tiene una cuenta pendiente con ese bastardo



A primera hora de la mañana, Charles y sus hermanos estaban en la oficina de Fitzgerald, discutiendo sobre otra de las creaciones de Hank. Desde la ventana se podía apreciar el neurotransmisor que Hank había diseñado.

—Puede amplificar tus ondas cerebrales. Aumentaría tus poderes telepáticos y nos ayudaría a buscar más mutantes para nuestra división

Eso bastó para que Eva, Aaron y Cassandra comenzaran a desconfiar de él y cualquier otro que estuviera coludido en el proyecto.

—¿Y si no quieren que ustedes los encuentren?— Erik llegó de sorpresa, parándose en el marco de la puerta

—Decidiste quedarte— dice Charles

—Si una nueva especie está por descubrirse, debe hacerlo alguien igual a ellos— Erik voltea hacia los Xavier

—Esa es una decisión de Charles, y a él no le molesta la presencia de la CIA—  le responde el de traje negro— ¿tengo razón?— esta vez se dirigió a los Xavier

—No— la respuesta de Charles fue inmediata y tajante—. Lo siento, pero apoyamos a Erik

—¿Y si me rehúso qué?

—Si no le parece— siguió Cassandra— entonces use sus instalaciones sin nosotros. Arriésguese a conocer una raza que carece de límites.

Al cabo de unas horas, Hank los llamó para que pudieran apreciar el funcionamiento del neurotransmisor. Entraron a la enorme cápsula observando todo con atención, como si el parpadear fuese algo prohibido. Hank comenzó a explicarles.

—Lo llamo cerebro— inicia— los electrodos del casco conectan a Charles con el transmisor del techo— señala cada artefacto que va mencionando— cuando detecta un mutante,  su cerebro envía una señal directa y sus coordenadas se imprimen aquí

Charles se posiciona debajo del casco y deja que Hank le ayude a ponérselo. Su postura se mantiene recta y sus manos van detrás de la espalda.

El neurotransmisor comienza a funcionar, Charles afianza sus pies en el suelo ante la repentina sensación que experimenta. Su poder alcanza un límite más lejano que antes.

Eva tenía un nudo en el estómago, Ateleia se paró junto a ella y descansó una mano en su hombro.

Un resplandor —causado por la potencia de la energía— ilumina todo. Estaba funcionando 

Pudo ver a cada persona, lo que hacían con normalidad, hasta que por fin pudo percibirlos.

Mutantes.

Eran centenas de ellos, de todas las razas, edades y nacionalidades. Él lo supo desde siempre.

Las coordenadas se imprimen a toda velocidad sobre el rollo de papel anclado al mecanismo.

Los tres sonreían, por fin su hermano había alcanzado el punto clave de su poder. al fin esas voces cobraban sentido, tenían un rostro.

La primera coordenada los envió a un club nocturno en Brooklyn. Charles y Erik fueron quienes se encargaron de ir allí.

Había una joven que se destacaba entre todas. Piel morena clara, cabello negro, una figura delicada y lo que parecía ser un tatuaje, simulando alas de mariposa. Su nombre era Angel Salvatore.

Todo en el club ocurría como de costumbre, las bailarinas llevaban a cabo con gracia la seductora rutina, hasta que la menuda figura de Angel los distingue y avanza hacia ellos. Baja lentamente, doblando sus rodillas y balanceando las caderas mientras lo hace.

Charles le extiende un par de billetes y ella los toma con delicadeza.

—Con eso te alcanza para un privado, corazón.

Los tres acabaron en la habitación privada. Charles y Erik están recostados en la cama, mientras beben una copa de champaña. Angel estaba de pie frente a ellos.

—¿Si saben que sería más por los dos?— les recuerda la mujer

—¿Qué te parece si primero te enseñamos lo nuestro y después tú lo tuyo?— Erik ladea la cabeza

—Cariño, así no funcionan las cosas

Erik chasquea los dedos e inmediatamente la charola con hielos que guardaba la botella de champaña se alza de la mesa, quedando a la altura de su mano

—¿Más té vicario?— Erik dirige la vista hacia Charles

El mencionado acepta y estira su brazo para que su compañero tenga un mejor alcance de la copa y vertiera un poco de la champaña. Terminó, dejando la charola de regreso a su lugar mientras Charles como de costumbre, llevó dos de sus dedos a la sien.

Cuando eso pasó, la apariencia de Erik cambió por completo. Estaba vestido como una mujer. Sobre su cuerpo estaba un vestido celeste repleto de lentejuelas, llevaba una peluca pelirroja en su cabeza y lápiz labial rojo en los labios.

Para Angel es difícil no reírse, a causa de eso Erik voltea hacia Charles.

—¿Qué pasa?

—Nunca te has visto más hermosa, cariño— Charles también se ríe. Ahora ya no es necesario explicarle nada a Erik.

—Eres un cabrón…












Cassandra y Aaron caminaban por las calles del centro de Nueva York, haciéndose pasar por lugareños. En una de las muchas paradas de taxi, pudieron ver a un joven chófer afrodescendiente con los brazos cruzados, recargado en su taxi.

—¿Estás libre?— Aaron señala al vehículo y con la otra mano se quita las gafas de sol

—Claro señor— el joven abandona su lugar y abre una de las puertas traseras para que los dos puedan subir. Él es el último en hacerlo— ¿A dónde los llevo?

—A Langley, Virginia— Cassandra mira en el espejo retrovisor, sonriendo

—¿No será que quieren que los lleve al aeropuerto?

—De hecho— Aaron toma la palabra— esperábamos que tú nos llevaras.

—Dura seis horas el viaje

—No te preocupes, Armando— Cassandra se acomoda en su lugar— eso nos dará tiempo para charlar

Una joven rubia tenía su atención fija en una de las enormes peceras del acuario, mirando con detalle cada característica de las especies que estaban ahí dentro. Su momento de paz se ve interrumpido cuando se acerca un muchacho de tez blanca y rizado cabello cobrizo.

—¿No crees que hace un buen día?— le pregunta cuando está lo suficientemente cerca como para que lo escuche— podríamos salir y hablar de peces

—Creo que prefiero una cita con los peces— el rostro de ella permaneció inexpresivo. Se dió la vuelta, lista para salir de ahí.

Él ladea una sonrisa y a pasos pausados acorta la distancia entre él y la pecera. Acerca su rostro a tan solo escasos centímetros del cristal.

Ella, por mera curiosidad, se giró para ver qué era lo que estaba haciendo. Ondas sonoras emanan desde las cuerdas vocales de él. De inmediato los peces se dispersan, dando la ilusión de que la pecera estaba vacía. La rubia terminó por marcharse. Él no le presta atención y solo se dedica a ver la pecera ahora vacía, riéndose de sí mismo.

Eva y Ateleia estaban a su lado, haciendo exactamente lo mismo que él.

—Oye Sean, ¿No crees que te iría mejor invirtiendo tiempo en ti mismo que en citas fallidas?— Eva le da unas palmadas en la espalda

—Es normal tener citas a tu edad— continúa Ateleia— pero debes tomarte el tiempo de ver otros horizontes.

Luego de convencer a Armando, Aaron y Cassandra fueron a una correccional de menores, preguntando por Alex Summers.

—No sé qué querría el gobierno de alguien como Alex Summers— se sinceró el director de la correccional— prefiere quedarse aquí a convivir con el resto de los internos.

Ninguno le dió una respuesta. No la necesitaba en realidad. Ese silencio fue tomado como una señal de poco interés a lo que había dicho, así que solo se dedicó a abrir la celda.

Alexander tenía la espalda encorvada, sus codos apoyados en las rodillas y la mirada fija en el suelo, pero tan pronto como ve que su celda se abre, alza la mirada. Fue entonces cuando los vió.





Cuando se ganaron la confianza de Sean, las dos mujeres fueron en busca de las siguientes coordenadas. Dentro de aquel pub encontraron al siguiente mutante. Les daba la espalda, sentado en la barra y bebiendo de lo más tranquilo. Se miran de reojo y luego de meditarlo se deciden a acercarse.

—¿Cómo estás?— quiso saber Ateleia

—Permíteme presentarme— dijo Eva— mi nombre es Eva Xavier.

—Largo de aquí— gruñó el canadiense

—Gracias por tu tiempo, James Howlett


Todos estaban reunidos en el cuartel general, los llevaron a una especie de dama de estar. Era bastante cómodo.

No tuvieron tiempo de presentarse, y cuando tenían pensado hacerlo, fueron interrumpidos por uno de los agentes

—Señores, el director Macone desea verlos. Al parecer ya hay información relevante sobre Sebastian Shaw.

Sabían que esperar significaba darle ventaja a Klaus y a su gente, por eso atendieron el llamado con rapidez.

—Nuestros agentes infiltrados nos dieron las coordenadas de su ubicación. Se reunirá con el ministro de defensa ruso en el retiro militar de Moscú— desliza una carpeta de cuero por la mesa y Charles es quien la toma— así que ahora es tu momento de decirme "se lo dije"— Macone descansa sus manos en el escritorio, con los ojos puestos en Moira

—Usted sabe que yo no vine a eso señor— Moira le contestó

—Si, como sea— Macone la interrumpe— quiere autorización para sus mutantes, combatir fuego con fuego. Tiene sentido

—Alto, ¿Estás de acuerdo con esto? ¿Enviar a un grupo de fenómenos sin ningún entrenamiento?— espetó uno de los directivos.

—Mida sus palabras Joseph— Macone susurró

Aaron se remueve en su asiento— nosotros les estamos haciendo un favor, ustedes fueron quienes nos buscaron. Y siendo así las cosas creo que es bastante claro que nosotros ponemos los medios para que esto funcione como creemos que debe. Esto no se trata solo de las tensiones de este país con los rusos. Esto ya involucra a mi raza, y no veo prudente arriesgarla así, sólo porque usted tiene el pensamiento erróneo de qué es lo correcto.

—Además— Eva sentía que le ardía el pecho— Si cree que algunos de los fenómenos, como usted los llama, van a poner en riesgo su misión, no lo pensaríamos dos veces antes de dar un paso atrás— aumenta el volumen de su voz— este conflicto no es nuestro y sin embargo aceptamos ayudarlos. Si nosotros nos vamos, tanto Rusia como Estados Unidos y el mundo entero tienen las de perder. Les conviene que estemos aquí.

Lo siguiente en la reunión fue un silencio incómodo, que acabó con la mesa directiva dándole luz verde a los Xavier.

—Si vamos a Rusia, seríamos solo nosotros. Como un medio de contención— sugirió Cassandra

—Tienes razón, no están listos para Klaus— Erik concordó con ella.

—¡Vamos! Se sorprenderían si los vieran— Charles sonríe— son excepcionales esos jóvenes.

Lo primero que ven al cruzar el pasillo, es el desastre que dejaron esos mismos jóvenes. Había música a todo volumen, el cristal estaba roto, pulverizado sobre el concreto en el jardín. La antigua estatua frente a lo que era la ventana estaba rota por la mitad. Cuando se acercan más, ve a Hank colgando de una lámpara con ayuda de sus pies, a Raven y Angel bailando en el centro de la sala, mientras Alex y Sean trataban de herir a Armando sin éxito alguno, poniendo a prueba sus habilidades de adaptación.

—Son solo unos niños— pensó Eva

—¿¡Qué fué lo que pasó aquí?!— gritó una enfurecida Moira— ¿¡Quién dañó la estatua!?

Todos dejaron a un lado su entretenimiento tan pronto como

—Fue Alex— Armando lo delató

—No, es Havok. Hay que llamarlo Havok— Raven sale de detrás de ellos— y se nos ocurre que tú debes ser el Profesor X— señala a Charles— y tú debes ser Magneto— ahora se dirige a Erik.

Esto no le causa ninguna gracia a los mayores, quienes mantienen sus expresiones serias.

—Con que eso es ser excepcional— Erik rueda los ojos

—Esperaba más de ustedes— Charles definitivamente estaba decepcionado.

Solo Eva y Ateleia se quedaron con ellos, pidiéndoles que hablaran de cómo habían pasado las cosas. Al final, quedaron en que Eva acompañaría a Charles y Erik a Rusia y los demás se quedarían para no dejarlos a merced de lo que pudiera pasar.










Estaban en el espeso bosque de Moscú, el frío era tolerable y no había ningún rastro de sol. El cielo estaba nublado, lucía un oscuro tono de gris.

Adam conducía el pequeño camión de carga con Levin como copiloto. Sabían que estaba cerca pues el mapa así lo indicaba.

—Maldita sea— siseó el rubio, golpeando el volante con su palma

—Mierda, ese retén no estaba en el mapa— jadeó Levin.

Al fondo se veía una pequeña caseta, vigilada por un par de guardias, pero había más elementos dentro de una Jeep. Tenían que ingeniárselas para que no revisaran el pequeño vagón, pues ahí estaban sus refuerzos junto a los Xavier y Erik.

—Solo actúen normal— pidió Charles por medio de contacto telepático— lo tengo todo bajo control.

Se estacionaron en el retén, uno de los guardias se acercó a Levin.

—¿Tiene problema con que revise el camión?— pregunta en ruso

—Por supuesto— Levin le responde en el mismo idioma bajando del vehículo, suplicando que los nervios no lo traicionen

Cuando los soldados escuchan que van a abrir el vagón, apuntan directo a las compuertas. Charles hace una seña para que no dispare y lleva sus dedos a su sien.

El soldado abrió de par en par las compuertas y tanto él como Levin no vieron nada.

—¿Pasa algo?— preguntó otro de los encargados del retén

—Aquí no hay nada— contesta, dejando que Levin se suba a la camioneta.

La pluma metálica se levantó, dejándolos avanzar. Bajaron cuidando no ser vistos, ocultándose en una pequeña colina, quedándose de pecho sobre el césped. Todos tenían un par de binoculares para poder ver lo que sucedía a las afueras del retiro.

No había nada fuera de lo normal, solo había un soldado en cada pilar, empuñando sus rifles con la vista fija al frente, justo donde estaba el segundo retén, mas este tenía dos veces la vigilancia del primero.

Perdieron la cuenta de cuánto tiempo llevaban así y habían comenzado a desesperarse. De todos, Erik era el más ansioso.

El zumbido de las hélices de un helicóptero les hizo sentir una mezcla de adrenalina y anticipación. El ministro de seguridad salió de la ostentosa propiedad para recibirlos.

Grande fue la sorpresa para todos cuando Klaus no bajó del helicóptero. Solo estaba Emma Frost.

—¿Dónde está Shaw?— Erik se estaba cabreando

—No lo sé, pero si hay una telépata y la leo sabrá que estamos aquí—Charles no quita la vista de la casa. Aparta los binoculares de sus ojos— intentaré otra cosa

Cerró sus ojos y con sus dedos en la sien, pudo saber qué pasaba a través de la mente de uno de los guardias.

—Sebastian se disculpa, pero no pudo venir hoy— fue la explicación de Emma— él me pidió que lo supliera. Y para ser honestos corazón, te va a fascinar mi compañía

El general la llevó dentro de la propiedad, eso fue lo último que vió antes de romper el contacto telepático.

—Shaw no está aquí— les dijo, todos suspiran frustrados— ¿Ahora qué jefa?— sus ojos se posan en Moira

—¿Ahora? Venimos por Shaw, se aborta la misión— la mujer se oía decepcionada de su plan fallido.

Erik no iba a dejar las cosas así, decidió levantarse pero el agarre que ejercía Moira en su antebrazo lo frenó.

—¡Erik!

—Es la mano derecha de Klaus, con eso me basta— declaró, el color de sus ojos se había vuelto a oscurecer

—La CIA no puede invadir el hogar de un oficial ruso— le recordó Adam, queriendo persuadirlo.

Pero si tan solo lo conociera, hubiera sabido que eso a él no le importaba.

—Yo no soy de la CIA— Erik finalmente se marcha, corriendo a toda velocidad hacia la mansión.

No tardaron en ver a través de los binoculares el cómo Erik aprisionaba a los soldados usando el alambre de púas que aseguraba el perímetro, dejándolos en el suelo sin el más mínimo cuidado. Los guardias que estaban custodiando la entrada, afianzan el agarre en sus armas y empiezan a buscar al causante de eso.

—¿Qué está haciendo? Va a causar la tercera guerra mundial— Adam hace a un lado los binoculares para ver a Charles

—Tenemos que ir con él Charles— Eva se levanta y comienza a correr.

Cuando Eva está en camino, Erik ya se había encargado de los custodios de la entrada principal, caminando hacia dentro de la casa. Los dos tuvieron que correr con todas sus fuerzas para alcanzarlo.

Pudieron seguirle el ritmo y encontrarse con él cuando estaban cerca de la pieza principal. Abrieron la puerta en un azote y vieron al general un tanto… ansioso.

Acariciaba a la nada y decía cosas en ruso que no se querían molestar en comprender, sus ojos estaban repletos de deseo y necesidad.

Y ahí estaba Emma, cruzada de piernas en el sillón, viendo al general con asco mientras comía una galleta.

—Buen truco— la elogia Charles, rompiendo la ilusión.

El hombre los miró. Y al no reconocer a Charles, Erik y Eva, les apuntó con un arma.

—A dormir— Eva le induce el sueño, haciendo que se tumbe en la cama.

Emma se pone de pie y asume la forma de diamante, Charles no pudo leer su mente.

—No intentes leer mi mente corazón, jamás obtendrás nada mientras esté así— lo desafió, corriendo directo a la puerta para escapar.

No pudo hacerlo, puesto que Eva creó una barrera de energía que la atrapó, haciéndola retroceder.

—Si van a hacer algo— comienza, hablándole a su hermano— háganlo ahora.

Los dos corren en dirección a Emma, Eva rompe la barrera y ellos la sujetan de ambos brazos estampándola contra la base de la cama. Erik hace uso del magnetismo para aprisionar sus brazos con ayuda del metal de la base del colchón, luego el metal serpentea en su cuello, apretándole y dificultando el respirar.  Emma apenas puede mover la cabeza.

—Erik— Charles intenta hacer que pare, pero el alemán hizo caso omiso a su llamado.

—No…— El tono grisáceo en sus ojos se vuelve intenso, y el cristal en el cuerpo de Emma comienza a quebrarse

—¡Erik ya déjala!

Lo vuelve a ignorar, ejerciendo más fuerza hasta que la mujer por fin pierde su forma de diamante, tomando bocanadas de aire.

—No volverá a asumir forma de diamante— Erik se dejó caer en el sillón, sirviéndose un trago de bourbon— y si lo hace, denle un simple golpe.

—¿Quieres que lo haga yo?— Eva le preguntó

—Si tienes la intención, hazlo— Charles le cede la oportunidad

—Bien

Eva se arrodilló frente a Emma, viendo directo a sus ojos. Entró a su sistema de memorias. Después de años, vió a Klaus. Estaba ahí, moviendo los hilos sin que nadie lo notara, incitando a un conflicto nuclear entre dos potencias con dos de los arsenales nucleares más grandes en el mundo. El centro del desastre, si no hacían nada para evitarlo, sería Cuba. La magnitud de la catástrofe dejaría en completa desolación al mundo. O tal vez solo, a la raza humana.

—Hermoso, ¿No lo crees?— Emma la mira con esos brillantes ojos azules

—Solo alguien que ha dejado que Klaus ejerza tanto poder sobre su persona pensaría de esa manera. ¿Dónde está él ahora?— Eva alza el mentón— porque si ya le has dado lo que quería, si le has servido de señuelo… no se va a molestar en volver por tí.

—Si yo fuera la CIA, tendría muchas cosas de las que preocuparme ahora.

—¿Dónde está Klaus?— Eva sospecha que detrás de esas palabras hay algo más, lo puede ver en sus ojos.

Emma no le respondió.



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