
𝐄𝐈𝐆𝐇𝐓
something's gonna happen
Los tres vieron al castaño de ojos azules y después volvieron sus miradas entre sí.
—¿Cómo es que supo qué éramos exactamente?— pregunta Erik
—Soy telépata— le responde Xavier con total normalidad— no sé nada de ustedes que llegue a ponerlos en riesgo, eso es lo último que quiero. Mi deseo únicamente es ayudarlos.
—No miente— la voz de Eva se escuchó por primera vez, miraba a Charles directo a los ojos— pareces de confianza, Charles— le dijo.
—Si no les molesta— el mencionado empezó a caminar, indicandoles que lo siguieran.
Por instinto, los dos voltean a ver a la rubia y al ver que ella avanza hacia Charles, Ateleia hace lo mismo.
—Cuando te sientas en peligro, nos iremos— Erik balbucea cerca de su hermana
CASA DE LOS BECKHAM
El de piel morena peinaba su cabello hacia atrás mientras revisaba el contenido de la investigación que estaba realizando, al igual que sostenía una conversación telefónica con su jefe.
—¿No hay un simbolismo que pueda tener? —se oía la voz del hombre, desesperado al pasar horas rebuscando en lo que parecía ser un pozo sin fondo— algún eslogan fantasioso, algo por el estilo— mencionó— el fanatismo los pone creativos
Mientras oye a su jefe, sus dedos índice y pulgar jugaban con su labio inferior. la expresión confusa en el rostro de beyazid se complementó con una ceja arqueada y un gruñido que pasó inadvertido, clara señal de lo frustrante que era el caso. Dicha confusión duró poco cuando un recuerdo invadió su mente al tiempo que de sus labios sale un » ¡creo que lo tengo!
— Cuando me mostraron las fotos del forense, hubo una que llamó mi atención —continuó, regulando el tono de su voz— había un tatuaje que tenían en el lateral del brazo izquierdo. Kinder des Atoms
—¿Qué?
—Kinder des atoms. Significa hijos del átomo en alemán. Esa frase está ligada con Klaus Schmidt, uno de los líderes del movimiento anti mutante que empezó en el ochenta y dos. Se dice que cometió un sin fin de atrocidades en contra de los homo superior pero que aún así fantaseaba con obtener alguno de esos dones para gobernar el mundo
—Estamos hablando de un fanático como Hitler
—Señor, Hitler hubiera deseado ser la mitad de astuto de lo que ese hombre lo es. Adolfo se suicidó apenas vió que sus fantasías se remitieron a solo eso. Este tipo quiere volver y no se va a quedar de brazos cruzados hasta que obtenga lo que quiere o alguien más poderoso lo acabe.
—¿Más poderoso?— escupe el hombre en un tono burlesco —no hay algo que lo pueda combatir en dado caso sea cierto y además, te lo repito, debe ser solo algo fantasioso y ya
—¿Fantasioso y ya?— renegó el agente —señor discúlpeme pero…
—Gulbahar, queda disculpado— el director alza la voz haciendo que el turco se calle por un corto tiempo— y el caso se cierra aquí— resolvió con tranquilidad— las autopsias juegan a nuestro favor, esto se volvió algo mediático en el condado
—¿Y la salida fácil es ocultarlo todo para cubrirlo con mentiras?
—En algunos casos eso es lo mejor y lo único que se puede hacer.
Y el hombre colgó.
Ahora Beyazid solo tenía más dudas, no entendía porqué lo tomaba tan a la ligera siendo que el asunto podía explotar en cualquier momento y ser una catástrofe. No podía ser solo fanatismo, nunca nadie en todos sus años como agente había llegado tan lejos, tenía que haber algo más a fondo, presentía que solo estaba rascando la superficie —más bien sólo aquello era lo permitido — y eso tenía a su moral entre la espada y la pared. Cuando así era, nada bueno terminaba por ocurrir.
No le gustaba pensar en el rumbo que podía tomar ese simple acto de desquicio, porque hasta donde él sabía: las más grandes rebeliones empezaban de esa manera
MANSIÓN XAVIER
Estaban seguros de que nada podría salir mal a partir de ese momento. Pero Erik comenzaba a creer que tal vez solo los hacían morder el anzuelo para después atacar cuando fuesen suficientemente vulnerables.
Pensaba eso tan solo porque no tenía la capacidad que tenía Eva de entender el sentir de las personas.
Ella lo percibía sereno, entusiasmado. Llegó al punto de creer que también estaba nervioso por el hecho de pensar en que ellos eran los tres primeros mutantes que recibía en su hogar.
—¿Siempre han estado así?— pregunta ella al fin, devolviendo al plano terrenal a los hermanos Lehnsherr
—¿Así?— Cassandra levanta una ceja
» mierda, va a pensar que soy una psicópata
—Me refiero a si… siempre han… estado solos— la rubia se encoge de hombros en un evidente gesto de vergüenza— por lo grande que es esta casa y esas cosas— trató de restarle importancia aligerando el tono de su voz
—Joder, sí que está afectada— pensó Aaron, a lo que su hermano decide intervenir
—Pues si— Charles bufó una discreta risilla, queriendo hacerla sentir cómoda— no hay mucho que el mundo exterior pueda ofrecernos así que nos quedamos aquí, contribuyendo a la sociedad en silencio
—Quisiera que hablaran con nosotros de sus poderes, para poder ayudarlos a tener el control sobre ellos— Aaron barrió la mirada desde Ateleia hasta Eva, esperando en silencio la respuesta de alguno de ellos
—Mi hermano y yo somos capaces de controlar el metal y creo que yo heredé un don del linaje de mamá— Ateleia dirige su mirada a Aaron— la clarividencia. Puedo ver lo que determinadas personas hacen
—Se deriva de la telepatía, es algo interesante— agrega Charles en un asentimiento— ¿Y usted, señorita Beckham?— pregunta viendo a la mencionada
—Es complicado de explicar— Eva aclara su garganta— ¿Podríamos hablarlo después? Es para no importunarlos a ellos?
—Claro, siempre y cuando te sientas lista
Pasaron al jardín trasero. Aaron y Charles estaban con Ateleia, ya que Erik quiso priorizar el entrenamiento de ella.
Cassandra y Raven acompañaban a Eva en el otro extremo, viéndoles entrenar
—¿Desde cuándo se manifestó tú mutación?— la voz de Cassandra se oyó en un susurro
Eva no recordaba nada de eso, y lo que remotamente podría ser la respuesta solo instalaba un nudo en su estómago. Así que solo respondió
—No lo recuerdo, honestamente. Pero supongo que fue en la preadolescencia
—¿Cuáles son tus poderes?— Raven ladeó su cabeza, viendo de a la rubia de perfil
—Como le dije a Charles, es un tema de conversación muy extenso. Creo que mi mutación evolucionó de una manera acelerada. Ya lo hablaré con él.
Ateleia estaba sentada en el césped con las piernas entrelazadas, los codos sobre sus rodillas, los brazos extendidos hacia afuera y la espalda recta. Estaba siguiendo las indicaciones de Charles
—Ahora respira profundo y cierra los ojos— añadió el castaño prestando atención a sus movimientos
Y ahí estaban de nuevo las voces junto a las vagas imágenes que podía distinguir, distintos volúmenes y tonos de voz, mientras las palabras se entremezclan volviendo imposible el entendimiento que buscaba.
Sus cejas se tuercen y sus labios se aprietan, ella quería esforzarse y lo haría. Decidió seguir su intuición y acallar el resto de las voces, las imágenes dejaron de mostrarse abruptamente, ahora iban con más lentitud, pudiendo apreciar lo que necesitaba.
Era el interior de una casa, lucía cálida y acogedora. Sentado en el centro de la sala, con una computadora portátil sobre la pequeña mesa, se hallaba un hombre de tez morena clara, cabello azabache y ojos marrones. Presiona las teclas con rapidez y sus iris buscan con necesidad la información que desde hace tiempo requiere.
Cuando pudo enfocarse en lo que él estaba viendo, un vacío se instaló en su pecho. Sus labios se abren por la impresión y sus cejas se curvan en un gesto de aflicción.
¿De verdad era quien creía?
Su cabeza comenzaba a causarle molestias. Un dolor punzante se instalaba en sus sienes y se expandía por su cerebro. Soltó un quejido
—¿Señorita Lehnsherr?— Charles intenta captar su atención llamándola. Ella vuelve a quejarse y un hilo de sangre sale de su fosa nasal izquierda
—¿Ateleia?—Erik se acerca y se agacha a la altura de la castaña
—No puede ser— es lo único que dice antes de que todo en su mente de desvanezca
—¿Qué viste?— Erik acuna su rostro entre sus manos, notando lo pesado que se volvía su cuerpo
—Regresó— balbucea, sus ojos se abren y cierran— ese hombre…
Ateleia quedó inconsciente. Erik siente como un escalofrío paraliza su cuerpo ante aquella vista y solo tiene cordura suficiente para cargarla y abandonar el jardín adentrándose a la casa con todos detrás de él.
La recuesta en un sofá al ser lo primero ique encuentra en el camino y con dos de sus dedos se cerciora de que aún tenga pulso. Solo sabe que hay personas detrás de él y que otro par está corriendo a quién sabe dónde. A lo único que presta atención es a su hermana. Oye como los pasos que antes se alejaban se acercan de nuevo. La mujer que estaba con Charles sostenía un algodón humedecido en alcohol y en su otra mano sostiene una cartera de píldoras
En unos segundos ella fue capaz de volver en sí, y lo que empezó como un gemido ahogado de dolor, terminó en un grito que hizo arder su garganta y estremecía a su hermano. Erik se acercó a ella y entrelaza sus manos
—Ateleia necesito que me dejes darte la píldora que tengo en mi mano. Va a ir debajo de tu lengua— Cassandra se hincó y cuando la boca de Ateleia quedó abierta, depositó la píldora
—No abras la boca hasta que sientas que hace efecto— le pide cuando la ve presionar sus labios y su frente se arruga en un gesto de asco
—¿Cómo la sientes?— Aaron se acercó a Eva
—Está agotada, creo que pudo haber sido por lo que vió o también porque no supo cómo parar— le contestó, deduciendo que de algún modo había encontrado cuáles eran sus dones
—Me fío más por la segunda opción— le contesta ladeando la cabeza— se expuso demasiado
Cuando pudo terminar la dosis, la castaña buscó a su hermano con la mirada y asintiendo le pidió acercarse
—Tengo que seguir y lo sabes— le dijo alzando ambas cejas— si he llegado hata aquí creo que es justo que siga adelante, lo haré. Soy optimista al pensar que las cosas no pueden empeorar
—Casi te mueres
—No lo hice
—¡Te estás exponiendo demasiado— Erik alzó su voz
—Ya estoy expuesta y lo único que puedo hacer es continuar ¿Podrías tan solo confiar en mí?
Erik frunce los labios en un gesto de desespero. Acabó por asentir.
La llevaron a una de las habitaciones para que estuviera más cómoda y así descansara cómo era debido. Entre tanto, Eva no podía dejar de pensar en lo familiar que le era estar dentro de esa casa. Había partes de esta que creía recordar a la perfección pero no sabía por qué. La intriga la estaba consumiendo
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