Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

CAPÍTULO 57

<<Gian>>

Domingo en la mañana. Siempre había sido un martirio para mí tener que abandonar mi cama. Y lo era más hoy, por supuesto no quería levantarme.

La primera vista que tuve al despertarme fue ver el bello rostro de Aleez, mí Aleeza.

Mía, solamente mía.

Su cara con aquella mancha roja sólo me hacía recordarme cuán hermosa y fuerte era.

Me levanté con cuidado de no despertarla.

La tarde de ayer, luego de aquellos intensos besos decidimos tumbarnos en la arena a seguir escuchando música, absolutamente de todos los géneros, seguimos riendo, seguimos jugando. Sólo éramos ella y yo. Nadie más.

Nos quedamos contemplando el cielo hasta altas horas de la madrugada cuando me di cuenta que ella se había quedado profundamente dormida, así que la cargué y la llevé al dormitorio.

Luego de estirarme por un rato, me duché y comencé a preparar el desayuno.

Mi celular sonó. Por supuesto sabía quién era.

—¿Cómo está?.

—Está bien, Alda. Sigue dormida.

—¿Sigue durmiendo?, ¿a estas horas?. ¡Eso sólo lo hacen cuando están embarazadas!. Voy camino hacia allá.

—¡Dios, Aldair, cálmate!—le grité riendo—nos desvelamos anoche, eso es todo.

—¿Haciendo qué?.

—Adiós.

Antes de que pudiera reclamarme, colgué. Reí ante su paranoia. Realmente exageraba cuando se lo proponía.

Estaba por subir el desayuno cuando escuché cómo un vaso se rompía en la habitación, solté todo y subí corriendo lo más rápido posible para ver cómo se encontraba Aleeza.

Ella estaba sentada en la orilla de la cama y observaba cómo yacían los cristales rotos frente a ella. Al escucharme entrar me miró.

—Lo...Lo siento. Sólo quería tomar agua.

—No tienes por qué disculparte—dije acercándome—¿qué sucedió?.

—Intenté tomar el vaso pero mi agarre fue muy débil más de lo normal.

Le toqué la frente, no estaba caliente. Le revisé sus manos, no estaban hinchadas.

Mis ojos viajaron directamente a sus piernas y pies.

—Aleeza...

—Lo sé, están muchísimo más hinchados que ayer en la tarde.

—Tenemos que irnos—dije—Ahora.

—¡No!—gritó ella—estoy bien. Sólo es agotamiento por todo lo que hicimos ayer. De verdad.

—Aleeza tienes que reposar, te tiene que ver el doctor. Debemos irnos ahora—pensaba cargarla para poder llevarla al auto pero ella se negó.

—Por favor, Gian. No dejes que esto arruiné los momentos en que más me he sentido viva—me miró suplicante.

Sabía que no llevarla a tiempo podría ser una de las peores decisiones, pero también sabía que el obligarla sería lo peor para ella. Sólo quería estar un rato más sin aquella horrorosa y agitada vida.

—Iré al baño—dijo sacándome de mis pensamientos.

—Te llevo.

—Puedo sola—con dificultad se levantó y camino hacia el baño.

Rápidamente fui por el trapeador, sequé el agua y recogí los pedazos de vidrio.

Ella regresó luego de unos largos minutos. Se veía muy cansada pero aún así, me sonreía.

—¿Cuál es la aventura de hoy?—dijo en un destello de voz.

—No sé...¿Qué se te ocurre?—pregunté tratando se sonar lo más tranquilo posible.

—Prometiste mostrarme tu película. Nuestra película.

Sonreí.

—Me parece un plan perfecto, pero primero, desayunemos.

La ayudé a bajar. A veces no sabía si alabarla por querer ser tan independiente o refutarle el ser tan orgullosa como para no dejarse ayudar.

Charlábamos y nos reíamos de todo lo que había pasado ayer. No obstante, había algo diferente, su risa no era tan explendida y tan fuerte como lo era normalmente. Ahora era baja y se colaba un pequeño quejido a través de ella.

—¿Te duele algo?—le pregunté al seguir viendo sus gestos.

—Me duele mucho el pecho. De hecho, por eso desperté. El dolor es infernal.

—¿Ya tomaste tu naproxeno?.

—No, no quiero tomarlo.

—Pero si tienes mucho dolor, debes hacerlo.

—Prometí que este viaje sería para sentirme más viva que nunca, Gian. Prometí olvidarme por un momento lo que es depeder de unas malditas pastillas.

Eso me asombró.

—¿Quieres decir que no has tomado absolutamente nada de tu tratamiento desde que llegamos.

—Nada.

—¡Aleeza!, ¡¿qué carajo?!, ¡¿POR QUÉ?!.

—¡Ya te lo he dicho!—dijo sobresaltada de la misma manera que yo.

Me levanté de la mesa y pasé mi mano frustrado por mi cabello, me recargué sobre la pared y comencé a inhalar y exhalar.

—Tú querías que este viaje me sirviera para sentirme bien.

—¡Eso de ninguna manera significaba interrumpir tu tramitento!.

—Sólo han sido unas cuantas tomas, unas cuantas horas...¡No es para tanto!.

—¡Claro que lo es!—dije acercándome—¿No te das cuenta, Aleeza?, ¡sólo quiero protegerte y hacerte feliz!.

—Y lo estás haciendo. De verdad lo haces.

Luego de unos minutos en silencio, ella habló.

—Me siento bien—alcé mi cara para verla y ella sonreía—veamos nuestra película, ¿sí?. Quiero finalizar bien este día, este fin de semana.

Su cara tan tierna que irradiaba, llena de emoción y a la vez de nostalgia me hizo pensar con el corazón y no con la cabeza.

Recogí todo lo de la mesa y nos dirigimos a la sala.

Pasaron aún unas cuántas horas antes de ponerla porque nos estretuvimos viendo caricaturas.

—Siempre amaré a Chilly Willy—dijo ella sonriente—El Pájaro Loco es como tú, Decock.

—Umm...¿Guapo?.

—No, castroso.

Rodé los ojos y ella rió. Su quejido esta vez fue aún más fuerte y justo cuando iba a soltar la pregunta ella me interrumpió.

—Mejor ponla de una vez.

—De acuerdo—me dirigí a la computadora, la cual ya había conectado al televisor.

Encontré la carpeta y con ella el archivo principal y  los borradores.

—Muy bien señores y señoras—me giré tomando el control entre mis manos como si fuera un micrófono y fingiendo voz de presentador—Están a punto de ver una maravillosa película. Una película digna del Óscar...

—¡Rápido o me largo del cine!—exclamó sonriendo.

—Bueno, la idea original era...¡Agh!—pasé mi mano por mi cabello—Bueno, lo entenderás hasta el final. No soy bueno grabándome pero todo lo que te digo en el video es la verdad. Es la desnudez de mi alma frente a ti...¡OH CIELOS!, ¡YA QUIERO VER TU REACCIÓN!. Quizá no sea lo mejor del mundo pero sé que te encantará, lo hice con tanto esfuerzo, me pasé días desvelándome y es muy importante que veas el final porque...

—Gian.

—¿Sí?

—Necesito ir al baño—dijo en voz baja, apenada.

—Te llevo.

Esta vez no protestó.

Al cerrar la puerta me quedé ahí esperando a que me llamara. Los minutos pasaban.

Estaba apunto de sentarme cuando ella gritó mi nombre.

Abrí de un sólo golpe la puerta y la vi, parada pero recostada sobre la pared, respirando

—No-no puedo respirar bien...—dijo muy agitada—ya no aguanto el dolor, Gian.

Sólo sentí cómo su débil y delgado cuerpo caía sobre mí. Ella seguía consciente, seguía viéndome mientras yo le gritaba que, por favor, no cerrara los ojos.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro