Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

CAPÍTULO 53


Ha pasado una semana desde el incidente con Aleeza, he tratado de buscarla con la mirada cada vez que paso fuera de su salón. Me he acercado a los lugares donde ella y Pamela solían sentarse a desayunar, pero nada.

Mis intentos por acercarme a Aldair han sido en vano, él tampoco estaba. Realmente no sé si pueda más con esto.

―Bueno, en primera no tienes porqué quejarte, ¿tengo que recordarte que fuiste tú el que inició esto?. No quisiste escuchar a Aleeza en un principio―Responde Edwin mientras lanza su pelota de béisbol a su perro Max.

―Fue un error.

―Un muy estúpido error. Y la verdad, no sé cómo es que lo vayas a enmendar.

―Tengo que ir a buscarla a su casa y hablar con ella. Necesito verla, necesito saber que me va a perdonar.

―Hazlo, pero ten en cuenta dos cosas.

―¿Cuáles?

―Puede que todo salga bien, se reconcilien shalala, shalala. Así como también puede que regreses sin futuros hijos.

―¿Qué tan probable es cada una?.

―Teniendo en cuenta a su papá y a Aldair...¿no has considerado volverte gay?, tengo un primo que...

―Ni en un millón de años.

Nos encontrábamos afuera de mi casa, cuando se aparcó la camioneta del papá de Aleeza. Eran Aldair y Pamela, esta última iba roja y temblorosa. Mientras que Aldair se notaba de igual forma pero trataba de ocultarlo.

―¿Qué sucede?―pregunto sintiendo cómo mi corazón se acelera.

―Ella...y está...no despier...

―¡Respira, Pamela!¡No se te entiende ni un carajo!―dije sobresaltado. Ella comenzó a moderar su respiración. 

La mirada dura de Aldair se posó en mí―Aleeza está grave, la internamos ayer por la noche. Y es la hora en que sigue sin despertar.

Aquellas palabras fueron como un balde de agua fría sobre mí.

Aleeza estaba grave, estaba hospitalizada y peor aún...no despertaba.

Sin esperar una palabra más, subí a mi coche y conducí lo más rápido posible al hospital.

Mi corazón marchaba más rápido que mi coche.

¿En qué momento se tornaron las cosas así?, ¿en qué momento dejamos de serlo todo para convertirnos en nada, Aleeza?, ¿en qué momento dejé que cayeras hospitalizada?.

Al cabo de unos minutos aparqué en el estacionamiento del hospital y corrí a la recepción.

―Estoy buscando la habitación de Aleeza Luján―dije tratando de recuperar el aire―Rápido, por favor.

―Lo siento joven, las horas de las visitas ha terminado.

―Usted no entiende, por favor, necesito verla.

―Lo siento, a menos que un familiar dé autorización no puedo dejarlo pasar.

―Es parte de la familia―Una voz sonó tras de mí, una voz cálida, apagada. 

Detrás de mí se encontraba su mamá. La reconocí porque Aleeza me la había pasado rápidamente en llamada

Era no muy alta, delgada con un cabello rizado casi tan hermoso como el de Aleez. Las bolsas en sus ojos me indicaban que no había dormido para nada.

―Yo te llevo―dijo devolviéndome a la realidad.

No sabía qué decir, nunca pensé que la llegaría a conocer en estas circunstancias. Mi idea era totalmente diferente.

Nos paramos delante de la habitación 504. Antes de girar la manija, retrocedí.

―Te necesita, Gian―los ojos tan parecidos a los de ella se posaron en mí―Te necesita ahora más que nunca.

Volviendo al frente abrí la puerta despacio, la imagen a continuación quedaría por siempre marcada en mí.

Ella estaba acostada, entre las sábanas azules características del hospital, se veía tan calmada, tan relajada..., pero, ¿realmente lo estaba?. 

Me fui acercando poco a poco, sin quitar la vista de sus ojos cerrados implorando que en cualquier momento de abrieran y me mostraran ese brillo tan especial que sólo ellos tenían.

Una vez al lado de la cama, jalé un banco que estaba cerca y al sentarme también solté todo el aire que contuve. La vía intravenosa estaba incrustada en el dorso de su mano, la tomé con mucho cuidado y le di un beso, la acerqué a mi mejilla y cerré los ojos. Sorprendentemente, ni una lágrima se había aparecido todavía. Me acerqué a su rostro, quería gritarle, decirle que se despertara, que estaba aquí, junto a ella, que todo estaría bien.

―Fui un tonto, no sé qué es lo que realmente pasó esa noche, pero sé que jamás harías algo así. Yo...¡mierda yo sé que no!. No entiendo cómo es que pude dudar de ti...Aleeza, por favor despierta, no me dejes. Sólo eso te pido, no me dejes.

Las palabras querían salir pero se quedaban atoradas en mi pecho al igual que las lágrimas.

Estuve alrededor de una hora al lado de su cama, sosteniendo su mano y pidiendo que despertara, pero no lo hizo. Sus padres entraron. Por un momento creí que su padre me correría o diría que es por mi culpa que está aquí, pero su abrazo me hizo sentir lo tanto que le dolía esta situación como a mí.

Esa noche no podía quedarme yo de guardia, aunque quería, se tenía que hacer un previo aviso. Saliendo, en una mesa estaban Pamela, Aldair y Edwin, así que me acerqué a ellos pero me mantuve en silencio. Únicamente sentía sus miradas sobre mí.

―Lo siento―dije―Es mi culpa que esté aquí.

―No lo es.

―¡Claro que sí!, si tan sólo hubiera dejado que me explicara, si le hubiera creído...―llevé las palmas de mis manos a mi rostro y luego a mi cabello.

―Necesitas ver algo―Habló por primera vez Aldair―Vayamos a mí casa.

Una vez ahí, me sentía extraño, como si nunca hubiera estado ahí o fuera un recuerdo muy lejano.

―Por supuesto que no me iba a quedar de brazos cruzados viendo como la vida de Aleez se estaba yendo al carajo. Fui a su casa, fui a buscar qué fue lo que realmente pasó―hizo una pausa―hablé con su primo y buscamos a Dave.

―¿Y qué pasó?―Pamela no le quitaba los ojos de encima.

―Bueno, digamos que a veces el diálogo no siempre es la solución. Obtuvimos lo que necesitábamos y le dimos lo que merecía. 

Todos prestamos atención a la pantalla de aquella pequeña computadora que tenía entre sus piernas.

—¿Por qué, Aleeza?, ¿por qué lo has elegido antes que a mí?

>>Nosotros hubiéramos podido tener algo, ¿sabes?. ¿Acaso te has olvidado de todas esas noches en que nos desvelábamos hablando?, ¿de la música que compartíamos?. ¿Acaso has olvidado lo que me prometiste?, ¿qué esperarías por mí?, ¿que me buscarías?.

—Por favor, no me hagas daño.

—Yo no quiero hacerte daño. Quiero hacerle daño a él...Y no te resistas...pronto hará bien el efecto.

—Ahora miren este otro.

En el siguiente video, se muestra una chica entrando a la habitación bastante parecida a Aleeza, se posiciona en la cama y el video que yo había visto comienza a ser grabado en ese momento pero desde otra perspectiva. Aleeza no aparecía en ningún momento de la toma.

—Nunca pasó realmente—Siguió Aldair mirándome—Ella intentó hablar contigo, intentó explicarte que los resultados médicos señalaban que nunca hubo violación, pero no la escuchaste. Te cerraste en tu mundo de víctima cuando en realidad, la víctima fue ella.

Un nudo en el estómago se hallaba en mí. No tenía cara para mirarlo a los ojos, a ninguno. Sentía vergüenza de mí y de todas las cosas que llegué a pensar. No pude decir nada, desde que estuve con Aleeza, las palabras no podrían ser pronunciadas por mi boca, me sentía como en una rueda, girando sin saber a dónde me dirigía, sin saber qué hacer o qué vendría.

Luego de unos minutos de silencio, Aldair se sentó junto a mí.

—No estoy enojado contigo, todos en algún momento de nuestras vidas cometemos errores, por minúsculos que sean, lo importante siempre es arrepentirse y sobre todo, no volver a hacerlo.

—No...no creo que Aleeza me perdone.

—Lo hará.

—¿Cómo estás tan seguro?

—Porque antes de dejarla sola en esa habitación, me pidió ir a buscarte.



Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro