CAPÍTULO 50
Abrí mis ojos con gran pesar, un fuerte dolor de cabeza se había incrustado en mí. Estiré mis brazos palmeando la cama en donde me encontraba, cuando por fin logré enfocar mi vista pude reconocer que no me encontraba en mi cuarto.
Mi cuerpo desnudo se hallaba envuelto en una sábana. El miedo se apoderó de mí.
Levanté mi ropa que se encontraba tirada, todo estaba en el suelo.
En frente de mí se hallaba un taburete y encima estaba mi celular con una nota.
Espero hayas disfrutado la noche tanto como yo.
Así como también espero, él disfrute su pequeño regalo.
Sin saber a qué se refería, rápidamente abrí mi celular. Mi whatsapp estaba abierto y el primer chat era el de Gian. Me marcaba que había leído un mensaje que supuestamente había enviado a las tres de la mañana. O, mejor dicho, visto. Era un mensaje
Temblorosa di en reproducir el video.
Con una mano tapé la mitad de mi rostro y las lágrimas cayeron sin pena alguna.
El video comenzaba conmigo acostada en la cama, mi rostro se logra apreciar con claridad, sin embargo, no logro notar si estaba dormida o despierta. Estaba únicamente en ropa interior. De un momento a otro, Dave sale en la escena totalmente desnudo mirándome fijamente, luego se voltea hacia la cámara de mi celular y guiña un ojo. La escena se corta y la que sigue es la que más me duele.
Gemidos, respiraciones agitadas se logran escuchar en el video, al igual que se logran ver los movimientos.
Claramente se podía ver cómo estábamos teniendo relaciones pero en ningún momento se veía mi rostro, únicamente mi cuerpo.
Yo pedía más, gritaba su nombre una y otra vez.
No aguanté más, apagué el teléfono y lo aventé rápidamente.
—No, no, no, no, ¡ESA NO SOY YO!, YO JAMÁS...
Gian
¡Mierda!, el video estaba en el chat de Gian, ¡ÉL LO HABÍA VISTO!.
Inútilmente le marqué, no me respondió. Busqué otro contacto: Samuel.
Después de tres tonos, escuché su voz.
—¿Aleeza?, ¡mierda!, ¿en dónde te has metido?. Anoche desapareciste, llevo toda la noche y mañana buscándote, tu familia está muy preocupada, tu madre me ha dicho hasta de qué me voy a morir por no haberte cuidado y...
—¡Tú me abandonaste!, ¡no tienes derecho de reclamarme!.
—¡¿Yo?!, ¡Dave me dijo que te habías largado de la fiesta sin más!.
Lo único que recordaba era haberme sentido mareada después de comer el pastel que él me dio.
—No fui a ningún lugar—dije sollozando—Por favor, ven por mí. Sigo en esta casa.
—Pero que...¿qué diablos sucedió?.
—No...no lo sé, sólo por favor ven.
—Bien, le hicimos los exámenes necesarios.
—¿Cómo está, doctor?. ¿Le han...—mi madre hizo una pausa y me miró con una lágrima en su mejilla—¿le han hecho algo?.
—No, señora. Su hija no muestra signos de violación. Únicamente hemos encontrado sedante en su sangre. Al parecer, se ha excedido un poco con las drogas.
Mi mamá me volvió a ver, su cara estaba llena de decepción.
—Hablaré con ella.
—De acuerdo—dice el doctor—Haré de mientras el papeleo para darla de alta.
Luego de decir eso, el doctor cerró la puerta tras de sí.
—¿En qué estabas pensando?, ¿Aleeza?, ¡me prometiste que no tomarías!, ¡sabes que no puedes hacerlo!. ¡Y ahora peor!, ¡¿drogarse?!
—¡YO NO LO HICE!, ¡ME LO HICIERON!—solté en llanto.
Mi mamá se acercó.
—¿Qué es lo que dices?.
Le tendí mi celular y reproducí el video. Ella tuvo la misma reacción que yo.
—Pero el doctor dice que no tienes signos de haber sido violada.
—Yo...no sé qué es lo que pasó.
—¿Quién es él?—habló con enojo.
—Lo conozco de hace tiempo, por Samuel. Él...me gustaba hace tiempo, sólo que nunca pudimos salir, él se fue lejos, luego yo a Mérida...
Era momento de confesar todo.
>>Él fue a verme hace poco a Mérida, estuvo de hecho unos días viviendo en la casa, papá no lo sabe aún. Él dijo que quería recuperarme pero...yo le dije que era demasiado tarde que yo estaba con Gian y que lo prefería a él por sobre todas las cosas.
Mi corazón de achiquitó.
Gian, Gian. No me preocupaba otra cosa más que él, ¿qué pensaría de mí?, ¿qué sucedería ahora?. Tenía que regresar lo antes posible.
—Haremos que pague todo lo que te hizo ese maldito—dice mi mamá—hablaré con tu papá para decirle que te quedarás un tiempo con nosotros.
—¡No!, mamá tengo que volver, ese video fue enviado a Gian, fue al propósito. Él no me contesta, tengo que arreglar esto, yo no puedo perder a Gian, mamá, a quien sea menos él—me quebré nuevamente y ella me abrazó.
Después de salir del hospital, fuimos a mi casa donde toda mi familia puso manos a la acción para levantar un acta y que se buscara a Dave por lo que había cometido. Samuel fue el primero en apuntarse de que haría lo mejor posible para encontrarlo.
Me quedé una semana más. Mi cumpleaños se había convertido en el peor día de mi vida y los demás aún peor. Todos los intentos por hacer que me contestara Gian eran en vano. Leía mis mensajes, sonaba la llamada en su celular pero simplemente él no respondía.
Mi padre, Aldair y todos allá se enteraron de lo que había sucedido.
Aldair era el que más enfadado estaba al igual que preocupado. Todos los días me marcaba para saber cómo estaba. Me dijo que le había comentado a Pamela quien también había estado al tanto de mí.
—Hija, ¿de verdad crees que sea buena idea regresar tan pronto?.
—Sí, además debo ir con el doctor Adam, debe valorarme.
—Por favor, cuídate mucho, ¿sí?.
Asentí y nos abrazamos, mi demás familia se unió al abrazo. Me dolía volver a dejarlos y más con la situación que apenas había pasado.
El vuelo duró cuatro horas. A las seis ya estaba reunida junto a mi papá.
Llegamos a casa y desempaqué todo, les conté lo que había sucedido. Mi padre estaba más que furioso y se había puesto en contacto con mi mamá para hacer algo respecto.
Por la noche, a mi habitación llegó Aldair.
—¿Cómo estás?—preguntó al tiempo que se sentaba junto a mí.
—Me odio tanto—dije al tiempo que abrazaba mis piernas contra mi pecho, él me abrazó.
—No fue tu culpa.
—Claro que lo fue, no debí haber ido a esa fiesta, debí haberme quedado en casa y...
—Hey, mírame—giré a verlo—que te hayas querido divertir no significa que haya sido tu culpa. Él fue el que te drogó, él fue quien abusó de tu confianza.
—Gian...oh, Alda, no sabes cuánto me ha dolido ver que le había mandado el video. Él ahora no me contesta sé que piensa lo peor de mí. Yo...lo he perdido, otra vez—lo aferré a mí con todas mis fuerzas.
—No lo has perdido, tienes que ir a buscarlo. Tienes que explicarle, sé que él entenderá.
—¿Y si no?, no responde mis mensajes, mucho menos querrá verme.
—Todo estará bien, ¿sí?. Iré contigo.
—¿De verdad me acompañarás?.
—Nunca te dejaré sola, mucho menos ahora.
—Te quiero tanto, Alda. Gracias, gracias por estar aquí.
—Yo...—soltó aire—yo también te quiero.
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