CAPÍTULO 35
Unos pequeños destellos de luz se reflejaban sobre mi rostro, mis párpados se vieron obligados a abrirse lentamente.
Removiéndome lentamente entre las sábanas, estiro todo mi cuerpo sintiendo una ráfaga de satisfacción.
Mi mano izquierda comienza a buscar entra las sábanas mi celular cuando toca otra cosa.
Giro para observar lo que creo que es y doy un brinco de la cama al comprobarlo.
—¡Aleeza!, ¿estás bien?.
—¡¿Qué mierda haces en mi cama, Dave?!—grité mientras yo estaba en el suelo y lo veía asomarse.
Rápidamente se levantó y se dirigió hacia mí para ayudarme. Sin embargo, yo lo hice por cuenta propia.
Estaba sumamente furiosa. ¿Dónde estaba Aldair?, si nos veía...¡Oh, Dios mío!, ¡cuántos problemas me ocasionaría!.
—¡Sal de mi cuarto!, ¡ahora!.
—Aleeza, escucha, no pasó nada. Yo solo...
—¡Tú sólo te metes donde no te importa!. Te he dado permiso de quedarte en mi casa, de estar todos estos días con nosotros pese a que acordamos que sólo sería un día...Y
—¡Ya no lo soporto más, Aleeza!, ¡estoy enamorado de ti!, ¡te quiero para mí!, ¿acaso no lo entiendes?, ¿no ves lo que hago por ti?—me interrumpe mientras camina hacia mí—en verdad quiero que estés conmigo.
Está sumamente cerca de mí, me mira directo a los ojos, con sus dos manos toma mis rostro y se acerca un poco más, nuestras narices se rozan, siento su respiración muy cerca de mí.
—Sé que aún me quieres—susurra—y yo te quiero a ti.
Únicamente siento como sus labios tocan los míos suavemente, moviéndose con calidad.
No reaccioné, no sabía cómo hacerlo. Tampoco opté por quitármelo de encima.
Mi corazón estallaría en mil formas si este preciso momento hubiera sucedido hace un año, cuando aún mi alma entera se entregaba a él.
Sin embargo, no sentía nada, era como si el mundo se hubiera detenido sin razón alguna, sin color, sin felicidad, sin satisfacción.
Lentamente se despegó de mí y junto nuestras frentes.
Mis pensamientos iban a mil kilómetros por hora.
—¿Y bien?—dijo en un suspiro—¿Qué sientes por mi, Aleeza?
En ese mismo instante toda duda que tenía en mi ser quedó totalmente resuelta.
Ese beso no significó nada para mí, sentir los labios de quien en un momento fue mi chico tampoco.
Era simple la razón: estaba enamorada de Gian Decock y nadie cambiaría eso de ahora en adelante.
—¿Aleeza?—vuelve a preguntar sacándome de mis pensamientos.
—Yo...—seguía agarrando mi rostro, así que lentamente quité sus manos y lo observé—yo ya no te quiero, Dave. Eso se ha acabado.
—¿Qué?—pregunta con total asombro.
—Siempre creí que te querría por siempre pero—solté un suspiro—ya no estoy más enamorada de ti, Dave. Lo estoy de alguien más.
Me mira con asombro, su rostro me indica que no le haya razón a mis palabras.
Abro la boca para volver a hablar pero él ya está encima de mí besándose con fuerza. Su agarre es brusco y comienza a caminar haciendo que yo también lo haga hacia atrás, intento alejarlo de mí pero es inútil su fuerza me gana.
Chocamos contra la puerta que ésta se abre a la vez por no tener seguro y salimos.
—Aleeza...—esa voz.
Oh no, nonono.
Dave me suelta y volteo.
Ahí mismo se encuentra parado Gian y a un lado Aldair. Éste último con su semblante totalmente sorprendido.
Gian...oh por Dios, ¡Gian!.
—Gian...—es lo único que alcanzo a decir, simplemente estaba paralizada.
—¿Quién es él?—me pregunta fríamente.
Aquel Gian que habló no es el dulce chico que yo conozco. Su mirada, su voz...son tan distintas, tan duras, tan...duras.
—Dave Franco—caminó al frente y extendió su mano—un gusto.
Gian lo miró sin decir ni mover nada.
Me volteó a ver y su rostro me partió el corazón.
Toda felicidad e ilusión que alguna vez observé en aquellos ojos marrones habían desaparecido. En su lugar, se instaló una mirada llena de decepción demostrando un alma rota, un chico lastimado.
Una lágrima resbaló por su mejilla mientras su mandíbula estaba tensa.
—Ahora entiendo todo—dicho esto dio la vuelta para salir.
En ese momento reaccioné, Corrí detrás de él.
—¡Gian!, ¡no es lo que tú piensas!
—¡¿Entonces qué es?!, ¡¿eh?!—giró quedando en frente de mí—¡¿Me vas a decir que tenías una basura en el ojo y te estaba ayudando a sacarla?!, ¡por favor, Aleeza!, ¡yo sé lo que vi!.
—¡Yo no quería!—las lágrimas no tardaban en salir—Te estoy diciendo la verdad.
—Ya no creo una sola palabra de ti. Dime, ¿por qué no me dijiste que todo este tiempo estabas con él?, ¿por qué lo ocultabas de mí?, ¿por qué en vez de decirme tan sólo optaste por alejarte de mí?.
—Yo...tenía miedo a cómo refaccionarías. Déjame explicarte, por favor...
—No tienes nada qué explicarme, Aleeza. Es obvio a quién quieres, con quién quieres estar. ¿Y sabes qué?, no me importa, sé feliz con quien quieras—comenzó a caminar nuevamente a la salida y lo tomé del brazo.
—Gian, por favor...
—¡Ya no quiero nada contigo, Aleeza!, intente lo que intente para que me elijas, siempre terminarás elegiéndolo a él.
—Gian, por favor no te vayas, yo...
—¡Mierda Aleeza!, ¿acaso no lo entiendes?, ¡estoy jodidamente enamorado de ti!, ¡no puedo quedarme a ver cómo otro se roba a mi chica!. Pamela y Edwin me hicieron creer que sentías lo mismo por mí—soltó un suspiro y rió sarcásticamente—Y lo creí, porque recordé la forma en que me mirabas, la forma en que sonreías cuando estábamos juntos...¡Qué iluso creer que era verdad!, pero déjame aplaudirte—hizo el ademán con sus manos—sabes actuar muy bien.
Eso bastó para hacerme soltar todo lo que estaba acumulando, las lágrimas comenzaron a salir.
Gian salió, corrí detrás de él gritando su nombre.
—¡Olvídalo Aleeza!, ¡no seguiré enamorado de una maldita enferma!.
Y con eso bastó para que todo, absolutamente todo mi mundo se viniera abajo.
Quedé paralizada en el lugar donde estaba, me mantenía de pie observando cómo se iba.
Aquellas palabras habían acuchillado de la peor forma todo mi ser. Mi cuerpo seguía aquí, pero mi alma había muerto en ese instante.
Sentí como unas manos me giraban regresándome a la realidad y al ver el rostro simplemente lo hice.
—¡Lárgate de aquí!, ¡lárgate!, ¡lárgate!, ¡LÁRGATE MALDITA SEA!—golpeaba el pecho de Dave alejándolo de mí.
Él intentaba sostenerme pero por alguna extraña razón, esta vez la fuerza estuvo de mi lado y no lo logró.
Entré a la casa, tanto los pequeños como Aldair me observaban, los ignoré completamente y seguí mi camino hasta mi habitación, la cerré dando un gran puertazo.
Me desplomé agarrando mi rostro con mis manos, entre sollozos y jadeos las lágrimas no paraban de salir.
Estaba perdida, había perdido a Gian, a mí Gian.
¿Y todo por qué?, por no haber sido lo suficientemente firme para alejar de mi vida a mi pasado, por intentar aferrarme a algo que desde un principio sabía que no tendría historia.
Y ahora estaba ahí, tirada en mi habitación llorando por lo que, nuevamente, nunca pudo ser.
Gian había dicho que me quería, él llegó a pensar lo mismo de mi y estaba en toda la razón, pero lo que había visto le había cambiado completamente la idea.
Ya no tenía sentido intentarlo, había perdido cualquier pequeña oportunidad que tuviera con él.
Entre todo el dolor y la miseria que me embargaban en ese momento sólo un par de palabras rondaban en mi cabeza, taladrando cada minúscula parte de todo mi ser.
Aquellas palabras habían sido las armas más mortales que cabaron mi tumba.
No seguiré enamorado de una maldita enferma.
Todo rastro de sentimiento desapareció.
Una maldita enferma.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro