Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

CAPÍTULO 29

<<Aleeza>>

¡Mierda!, ¡mierda!, ¡mierda!.

Era la única palabra que mi cabeza podía procesar en ese instante.

—¿Y bien?, ¿no me vas a invitar a pasar?.

—Da-Dave...¿Qué-qué haces aquí?, ¿cómo me encontraste?.

—Si me dejas pasar, con gusto te explico.

No tenía opción, lo dejé pasar. Aturdida ante todo, le seguí los pasos.

Entramos y se sentó en el sillón, yo estaba de pie frente a él cruzada de brazos esperando una explicación convincente.

—¿No piensas sentarte?.

—No, y quiero una explicación ahora mismo.

—¿Ni siquiera un vaso con agua?, vaya recibimiento siendo la primera vez que nos vemos en persona y desde hace mucho tiempo.

Bufo rodando los ojos. Me dirijo a la cocina y sirvo el vaso. Regreso y él en todo momento no quita una gran sonrisa de su rostro.

Mi yo del año pasado estaría gritando como toda una fangirl al ver al chico de sus sueños sentado justo en frente de ella, con una sonrisa de lado a lado mirándola fijamente.

Pero esa Aleeza ya no estaba, había desaparecido gracias a un nuevo problemilla, un tal Decock.

—Bien, ya bebiste. Ahora explícame.

—Tranquila, siéntate y conversemos. Cuéntame, ¿cómo has estado?, ¿cómo te ha tratado la vida?, ¿Yucatán?.

Bien, esto ya no es raro, es incómodo.

—No te hagas el aparecido y quieras aparentar que todo está bien, shalala, shalala. Explícame qué haces aquí y cómo me encontraste—digo mientras lo miro enojada sentándose a un lado.

Él da el último trago al vaso y se voltea a verme.

—Ya te lo dije, Aleez. He venido a recuperate.

—Ya no me digas más así.

—Está bien. He venido a recuperarte Aleeza. Me he dado cuenta de cuánto extraño hablar contigo. Anhelo que vuelvan todas y cada una de esas noches en las que nos la pasábamos hablando hasta tarde y...

—¿Osea que apenas te diste cuenta?. Mmm ya, déjame adivinar. Te mandaron al carajo en la universidad y como ya no tienes con quien pasar el rato vienes a buscar a la pobre e ingenua Aleeza, para que te extienda sus brazos y tu puedas caer en ellos con gran confianza y soberbia. Pero no, Dave, no soy la misma de antes. Puedes agarrar tus cosas e ir a buscar a otra tonta. Yo ya no te pertenezco más. Nunca te pertenecí. Y nunca lo haré.

—Nunca te he considerado un pasatiempo, Aleeza.

—¿Ah no?, yo no recuerdo haber sido tu primera opción. Yo recuerdo muy bien cómo le hablabas bonito a más chicas mientras a mi también me ilusionabas.

—¡Apenas había entrado a la universidad!, no sabía lo que quería, no sentaba cabeza, creía que todo el tiempo sería así: disfrutar, vivir sin un rumbo fijo. Pero he pensando bien las cosas, sé lo que quiero en mi vida, quiero lo mejor y eso eres tú.

—Pfff. Sólo dime cómo te enteraste de que vivo aquí y luego, por favor, lárgate.

Si le hubieran contado a mi antigua yo sobre este momento, se reiría hasta explotar. No creería ni siquiera un pequeño gramo de cada letra.

—No tengo dónde hospedarme.

—Hay un hotel muy cerca de aquí y económico, no te preocupes.

—No conozco la ciudad, podría perderme.

—Hay guías. Te consigo uno.

—Aleeza, por favor, sólo escúchame.

Apreté la mandíbula.

Bien, creo que todos merecemos una oportunidad de hablar, de dar nuestra versión.

No me interesaba más hablar con él, por alguna razón, mi corazón daba vuelcos al encontrarme en esta situación y pensar en Gian.

—Sólo te pido una oportunidad, Aleeza, por favor. Déjame demostrarte que ya no soy el mismo chico idiota que conociste en aquella fiesta. He cambiado, en verdad sé qué es lo que quiero en mi vida. Y sé muy bien que eres tú.

—¿Pretendes que te crea?, ¿que crea que has cambiado en tan sólo unos miserables meses?. Pfff, Dave, las personas nunca cambian.

—No, no pretendo que me creas. Por eso, te pido una segunda oportunidad.

—No.

—Por favor.

—¡No!, ¡ya basta!, ¡por favor toma tus cosas y vete!.

—¡¿Pero qué mier...

Ay no.

Escucho cómo un enojado Aldair azota la puerta de entrada.

—¡¿Quién diablos es este sujeto, Luján?!.

Los pequeños salieron de su habitación.

—Es el plomero, papi dijo que vendría—habló Ximena.

—Eh...no, no soy plomero. Soy...

—Un viejo amigo, que tiene prisa por irse, ¿no es así?. ¡Oh, mira!, ¿qué tenemos aquí?—digo mientras camino al otro lado de la sala—¡una puerta!.

—Aleeza...

—Dicen que te transporta a lugares bellos y mágicos. No te pierdas esta oportunidad y apróvechala—dije mientras hacía un ademán señalando a que saliera.

—Déjate de payasadas y explícame en este mismo instante qué está sucediendo—me habló Aldair directamente apretando los puños a los lados.

Rodé los ojos y azoté la puerta.

—Dave Franco, un gusto—dice mientras extiende su mano a Aldair. Éste lo observa sin decir nada—Soy un viejo amigo de Aleeza, he venido a verla—dice mientras baja la mano al no ser correspondido.

Gira hacia mi.

—¿Puedo quedarme?.

—¿Qué?, ¿estás demente?.

—Nuestra casa no es un hotel, amigo. Vete a a echar pulgas a otro lado.

—Por favor—insiste Dave—mira, prometo no dar problemas. Sólo permíteme demostrar que he cambiado. Dame una segunda oportunidad de remediar las cosas.

—Te he dicho que no.

Se agarró la cintura, cerró los ojos y echó su cuello hacia atrás mientras bufa. Luego, se incorporó y le volvió a ver.

—Al menos, déjame ser tu amigo.

Su mirada demostraba preocupación, tristeza, confusión y una infinidad de cosas más.

¿Mi mayor defecto?, mi corazón de pollo.

—Está bien.

—¡¿Qué?!—gritaron los expectantes al unísono.

—¿Cómo vas a permitir que un extraño se quede en nuestra casa a dormir, Aleeza?. ¡Esto, esto es...ufff!—Aldair se agarró la cintura y comenzó a dar vueltas como loco.

—Escucha, Dave, te dejaré quedarte solamente por hoy. Mañana temprano te quiero fuera.

—Hecho.

—Si es así, entonces que duerma con Susie—vociferó Aldair.

Susie era la mascota de nuestros hermanos. Ellos comenzaron a reír.

—¿Quién es Susie?—pregunta Franco confundido.

—Nuestra perra—responde Ulises.

Ruedo los ojos.

—Puedes quedarte en el sillón.

—De acuerdo.

Aldair bufó y entró a su cuarto. Antes de irse, Natalia se acercó a él y lo miró con los ojos entre cerrados.

—¿Me das dinero para unos cheetos?.

—Lo siento pequeña, no tengo mucho efectivo.

Natalia rodea los ojos y me mira.

—Éste no te conviene, Aleeza—gira y se va.

—Gian sí es rico—Ximena le saca la lengua y sigue a su hermana.

Ruedo los ojos. Se me trabarán de tanto que lo he estado haciendo esto últimos instantes.

—Bien, ahí está el baño, puedes asearte y todo lo que necesites. Esa es mi habitación, puedes ir a hablarme si necesitas algo. ¿Ya comiste?.

—Ya, gracias.

—Bien, entonces, debo irme antes de escupirte en voz alta todos los insultos que tengo preparados para ti en mil idiomas.

Comienzo a caminar hacia mi habitación cuando me toma por el brazo.

—No te decepcionaré—me mira—Y gracias.

Me suelto de su agarre y me dirijo a mi habitación.

Cierro la puerta y me siento en el suelo a pensar.

¿En qué punto de mi vida llegué a esto?, ¿cuándo comenzaron a cambiar las cosas?.

¿Por qué tuviste que aparecer en mi vida de nuevo, ¿por qué?, ¿por qué cuando ya te he olvidado?

Gian.

No quiero arruinar las cosas con Gian. Con quien sea, menos él. Por fin había encontrado al indicado, lo sabía muy en el fondo, Gian era todo lo que necesitaba, Gian era mi felicidad, Gian...era mi medicina.

Sacándome de mis pensamientos alguien llama a mi puerta. Imagino quién puede ser.

—Agradece que te dejo dormir en mi sala, ni creas que...—me detengo al ver que quien está en frente de mi es Aldair sosteniendo una sábana y una almohada con cara de pocos amigos.

—Ni pienses que dormirás sola teniendo a un depravado sexual durmiendo en la sala.

—¡Hey!, ¡te escuché!—gritó Dave.

—¡Qué bueno!—le contestó Aldair. Luego se giró hacia mi.

—Alda, no soy estúpida. No lo dejaría entrar por nada del mundo. Deberías cuidar a nuestras hermanas, ellas sí que lo necesitan.

—Ulises se encargará de ellas. Y yo de ti, ahora muévete.

Sin esperar mi respuesta, entró. Extendió su sábana y se sentó.

—Ahora quiero que me digas todo sobre ese chico.

Suspirando, totalmente cansada de todo, tomo mi última pastilla del día y me siento frente a él.

Tardé aproximadamente una hora en lo que le contaba absolutamente todo.

Él en ningún momento me quitó la mirada tan severa de encima.

—Y...eso es todo.

—A ver si entendí: ese chico que está durmiendo en MI sala, con MIS cojines favoritos, te hizo sentir de la peor forma posible. Te dejó plantada mil veces, te ilusionó mientras tenía a varias, te utilizó, pasó el rato contigo. Se desaparece por un bien tiempo, luego comienza a buscarte de la nada hasta que un día, como por obra de arte, aparece en la puerta de nuestra casa pretendiendo recuperar tu amor... ¿Y aún así lo dejas quedarse aquí?.

—Básicamente—le digo mientras hago una cara de vergüenza.

—Vaya, televisa debería grabar tu vida.

—Cállate.

—Aquí el problema no es que quiera recuperarte, Aleeza. Puede hacer lo que le dé la maldita gana. El problema aquí es...

—¿Es qué?.

—Gian.

Y tenía razón.

Lo miro y mis ojos decaen, demostrando cuán preocupada estaba por ello.

—¡Por Dios!—continúa—¡ese chico está loco por ti!, ¿acaso no te das cuenta?.

—Creí que te caía mal.

—¡Ese no es el punto ahora, Aleeza!, y sí me cae mal. Pero lo prefiero más a él en nuestra foto familar que a la carcacha que...POR CIERTO NO DEJA DE RONCAR—grita mirando hacia la puerta.

—Yo...yo no sé qué hacer, Alda.

—Fácil, mañana a primera hora lo echas de aquí.

—Eso haré—nos quedamos mirando un rato.

—Dime una cosa más, Aleeza y sé honesta.

Sigo observándolo esperando su pregunta.

—¿Lo quieres?.

—No, no desde que...

—No me refería a Dave—pausó—Gian...¿Quieres a Gian?.

No podía negarlo, no podía seguir ocultándolo.

—Con toda mi alma.

Antes de acostarse, Aldair me dio una última mirada y finalizó.

—Entonces elíge lo que te susurra tu corazón. Elígelo a él.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro