CAPÍTULO 20
<<Aleeza>
Lunes
Inicia nuevamente la semana.
A partir de hoy, empieza la cuenta regresiva para ir al doctor. Dos semanas.
Me siento tan bien haber sacado todo.
Estaba totalmente asustada, aterrada de que mis nuevos amigos se alejaran de mi, de volver a caer de lo que tanto pedí salir.
Fue un día tranquilo, Gian, como ya se le ha hecho costumbre vino a verme y me acompañó con la psicóloga.
Por cierto, debo contar que fuimos a comer helado de doña Martha, ella se alegró mucho de verme y le presenté a Gian.
Se encantó con el muchacho.
<<Gian>>
Martes.
Todo ha marchado bien, hasta ahora.
Añoro la sonrisa carismática de Aleeza, añoro el poder compartir con ella momentos de tranquilidad como lo es el receso.
Extraño verla reír junto a los demás, junto a mí.
Pero me reconforta saber que ahora ella confía en mí y que puedo ir a verla diario.
Gracias por permitirme entrar en tu vida.
<<Aleeza>>
Miércoles
Ayer me tocó acompañar a Gian a la psicóloga.
¿No es chistoso?, es como si fuéramos al mismo loquero.
Hemos hablado tanto durante el camino, jugamos tanto, no paraba de reírme.
Antes de regresar a casa pasamos por un pequeño parque, parecíamos niños pequeños columpiándonos y corriendo sin preocupaciones.
Nunca me había sentido tan viva.
Hoy únicamente nos quedamos en mi casa.
Mi padre ya se está acostumbrando a verlo casi diario.
Ulises cada vez se lleva mejor con él.
¿Mis hermanas?, bueno, Ximena me confeccionará mi vestido de novia (según ella). Natalia sólo le pide que le compre galletas, será la causa de la quiebra económica de Gian.
Aldair...sigue con su mirada dura, con su carácter fuerte pero cada vez trata de acercarse más a él.
Por cierto, me preguntó por ti, Pame.
<<Gian>>
Jueves
Ya casi acabará la semana.
Se ha ido tan lenta sin la presencia de ella.
Platiqué con Alexis, le he contado todo lo que sucedió con Aleeza desde que me enteré.
Quiere que la lleve a casa, no estoy seguro de ello. Las cosas entre mis padres no han mejorado, en absoluto.
¿Sabes qué es lo mejor?, desde que te conozco, me has provocado una tranquilidad indescriptible.
No entiendo qué provocas en mí, pero agradezco que lo hagas.
¿Y te doy una noticia? Llevo días sin tocar mi escapatoria desde que te conocí. No sé si es porque me quites mucho el tiempo o porque realmente le estoy haciendo caso a mi hermano. En todo caso, mi más profundo ser te asegura que es lo segundo: dejaré todo mal por ti.
Sin embargo, me falta por conocerte aún más. No es problema, tu pequeño diario me ayudará en ello.
<<Aleeza>>
Viernes.
No puedo esperar más a que sea mañana.
Pame, Edwin, Gian y yo hemos acordado salir a disfrutar de la ciudad.
Su excusa fue que soy nueva y necesito conocerla. Además que, me la he pasado encerrada en mi casa.
Será bueno para mí.
Gian es el más entusiasmado con la idea, se ve tan lindo.
No sé porqué lo eres tanto conmigo, pero mi corazón te lo agradece.
No sé qué tienes, no sé qué viste en mí, pero no quiero que lo veas en alguien más.
<<Aleeza>>
—¿Y bien?, ¿cuál es el plan?—pregunto a mis amigos mientras vamos saliendo de mi casa.
Iremos en el carro de Gian.
¿Manejará bien?, espero no morir.
—De eso no te fijes. Antes de salir, necesito saber si llevas todo.
—¿Todo?—miro confundida a Gian, no entiendo a qué se refiere.
Veo que rápidamente saca una hoja de papel doblada del bolsillo delantero de su pantalón. La desdobla y comienza a hablar.
—Bien, necesitas llevar: lentes negros; un sombrero o sombrilla; bloqueador; agua, mmm al menos dos litros y lo más importante, tus medicinas, ¿tienes todo?.
Lo miró con total asombro.
—Ah, y una cosa más. Cámbiate esa blusa, debes usar manga larga, no de tirantes.
—Doctor Adam, ¿es usted?—le digo entre risas.
—He hecho una lista de los cuidados que debo tener contigo. Así que coopera—me dice un tanto serio.
—No es necesario tanto cuidado—le sonrío.
—Las páginas donde he buscado mencionan que podrías tener un brote. Esto consiste en la aparición nuevamente de dolor, hinchazón, además de una serie de...
—Gian, ya sé todo lo que implica—le sonrío mientras me acerco—pero estaré bien.
—No quiero que te pase algo, no quiero que por mi culpa...
—¿Te acuerdas que te dije que había personas sobre protectoras conmigo?—le pregunté mirándolo a los ojos. Él asintió—comienzas a ser una de ellas. No hagas que te deteste—le sonrío.
—Pero...
—Déjame sentir normal, ¿sí?—su cara era de preocupación, pero finalmente me sonrió de lado levemente.
—Lo eres.
—¿A qué hora regresas?—me pregunta Aldair desde el umbral de la puerta con los brazos cruzados.
—Me encargaré de traerla aquí a las ocho en punto—responde Gian.
—Cuídala.
—Eso haré.
—¿Por qué no vas con nosotros?—todos volteamos al origen de la voz. La chica de ojos grandes nos miró sorprendida—digo, entre más es mejor, ¿no creen?.
Aldair se movió un tanto nervioso.
—Te agradezco, pero estoy muy ocupado. Cuídense y vuelvan pronto. Y...gracias otra vez eh...
—Pamela—le sonrió un tanto apenada.
—Pamela—sonrió de igual forma Aldair y entró en la casa.
—Mierda, ¿acaso la casa de Aleeza es una de citas?, ya van dos parejas que se forman aquí.
—Ni siquiera sabes lo que es una casa de citas, Edwin. Cierra el hocico—responde Gian mientras me abre la puerta del copiloto.
—Pues es donde te hacen una cita con alguien para conocerlo, ¿no?. Tipo doce corazones.
—A veces no sé porqué nos juntamos contigo—me río—y Gian y yo no somos pareja.
Gian voltea a verme, sus ojos destellan algo que no puedo describir. Sonríe levemente y pone en marcha el auto.
—No creo que sea buena idea esto, Gian. Me voy a morir.
—No digas eso ni de broma.
—¡¿Cómo va a ser una broma esto?!, ¡¿cómo va a ser una broma esto?!.
Estaba aterrada. Esta sería mi primera cabalgata.
Al parecer, a Gian le parecía que las cabalgatas eran la mejor forma de hacerme sentir normal.
Pamela y Edwin se fueron en uno, mientras que Gian y yo en otro.
Paseábamos por las hermosas calles de Mérida, el clima tan acorrucador, la brisa, era una sesación indescriptible de calma.
Gian me explicaba todo acerca de la ciudad, qué lugares eran, qué representaban, cuándo se fundaron. Estaba sorprendida de toda la información que le cabía en la cabeza.
El paseo terminó en un muelle, un poco inusual, este estaba muy alejado. Pareciera que fuera de propiedad privada, nadie se paseaba por ahí.
Eran alrededor de las siete de la noche, faltaba poco para regresar a casa.
En un instante sentí una oleada de frío que recorría mi cuerpo, instintivamente coloqué mi manos en los brazos tratando de cubrirme un poco.
Gian rápidamente desdobló una chamarra que no noté que traía hasta ese momento y me la extendió para que me la pusiera.
Al verla, mi fangirl interior gritó hasta no más poder.
—¡¿Te gustan los Rolling Stones?!—le pregunté extasiada sin poder quitar la vista de aquella hermosa chamarra estampada con el característico símbolo de la lengua.
—Obvio, insecto—me respondió.
Lo miré y le sonreí grandemente. Sin embargo, esta se borró al instante en que me acordé de algo.
Era la misma chamarra que había visto usar a un chico al entrar a un local de tatuajes.
—¿Qué pasa?—me pregunta al verme fuera de órbita.
—No nada, me acordé de algo—seguimos caminando.
Éste, sin duda, será uno de los momentos que más atesoraré en mi vida.
Nos perdimos en la plática, le conté todo sobre mis gustos y él a mí. Sin embargo, al querer contarle mis favoritos, él prefiero que le contara otras cosas.
Así que aproveché y le conté todo respecto a mi familia. Sobre mi madre y mis hermanos junto a mi demás familia de mi estado de origen. . Mi padre, su nueva pareja, sus hijos y mis hermanas.
—Entonces, Aldair no es tu hermano de sangre.
—No lo es.
—Pareciera que sí, para protegerte tanto.
—Sí—sonrío—estoy agradecida y feliz por ello.
—Le importas—me mira y sonríe—ahora también es tu familia.
Sonrío.
La luz de la luna se refleja detrás de él.
El sonido de las olas entonan una bella melodía que baila al unísono con mis sentimientos en ese momento, en un baile lento y tranquilo. Aquel momento es acompañado de esos ojos marrones, de esa alma que habla a través de ellos.
—¿Por qué eres así conmigo Gian?.
—¿Así cómo?.
—Así como eres. No nos conocemos mucho, te he tratado mal en unas ocasiones, no te tuve la confianza de decirte y aún así...demuestras protegerme tanto. ¿Por qué?.
—Le prometí a Aldair que también te protegería.
Le sonreí y lo abracé, él me correspondió.
—Te quiero, mejor amigo.
Lentamente él me separó, me miró fijamente por un rato.
—Aleeza...no sé qué provocas en mí. Sólo puedo decirte que es una tranquilidad enorme, quizá por ese te trate así, quizá yo...
—¿Quizá tú qué?.
—Es que yo...
—¡Hey chicos, esperen!.
L voz de Edwin se aproximaba, al tiempo en que llegaban hasta donde estábamos, Edwin jalaba a Gian y Pame a mí.
—Ya mucho tiempo juntos, es tiempo de chicas y chicos—me dice mientras comenzábamos a caminar delante de ellos.
Volteé y miré a Gian, él me miraba, logré mirar cómo articulaba algo entre sus labios mientras Edwin intentaba hacer que le hiciera caso. No alcancé a escuchar, la distancia era suficiente como para evitarlo.
Simplemente le sonreí.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro