6. " Los días antiguos "
La puerta de la oficina de la directora se abrió en la cara de Luz.
La luz inundó el pasillo y ella gritó, sin poder evitarlo, pues había estado conteniendo su respiración y luego la puerta se abrió de golpe y luego...
La mano de la directora voló a su pecho antes de que ella se tranquilizara así misma.
-¡Oh, Dios mío! ¡Le darás a está anciana un ataque al corazón! Lucía, ¿no?- La Dra. Blight salió de su oficina, la bolsa de su laptop en su hombro como si ya se fuera a dormir por la noche. -¿Qué estás haciendo aquí? ¿Hay algo malo, querida?-.
-Yo... Alguien corrió con mis lentes-. Luz dio un paso hacia atrás y señaló al final del pasillo, a la ventana de arco.
No había nada allí. Bueno, había un cómodo sillón para que los visitantes utilizaran, y una maceta con una planta artificial, pero ninguna persona estaba en la ventana, desde luego no una espeluznante, extraña, silenciosa chica.
-Oh, Lucía, vas a golpearte a ti misma-.
-¿Qué?-.
-Están en tu cabeza, querida: tus lentes. Lo hago todo el tiempo también. No te preocupes- añadió con una leve sonrisa -eso solo significa que estás cansada-.
Luz comprobó su cabello. Efectivamente, sus gafas estaban metidas detrás de sus orejas y descansando en la corona de su cabeza.
No puede ser... ella las había puesto en el lavabo. No era una loca atolondrada.
-Pero...-.
La Dra. Blight sonrió. Incluso cuando sonreía, la directora era un poco glacial.
-No te preocupes, no le diré a nadie si no lo haces. Ahora a la cama, jovencita, es noche de escuela-.
-Está bien- dijo Luz. Estaba frustrada, pero no al punto de entrar en una discusión con la directora. ¿Qué podría hacer? Estampar su pie en el piso y jurar que había sido alguna estúpida Inferior que había corrido con sus lentes, pero entonces, ¿quién, de alguna manera, se los puso en su cabeza?. -Lo siento-.
-No hay problema. Ahora vete-.
Luz corrió todo el camino de vuelta a su dormitorio, no quería pasar un segundo más de lo necesario en el pasillo con corrientes de aire.
En todo el camino, no se pudo quitar la sensación de unos ojos en la parte posterior de su cabeza.
Cerró la puerta del dormitorio detrás ella y se metió en la cama de Boscha.
-Boo, algo realmente súper raro está pasando-. La copia de Boo de Heat había caído al suelo y ella estaba medio dormida con la luz de la mesilla encendida.
-¿Qué?-.
-Esto va a sonar loco, pero creo que acabo de ver a Lilith Mary-.
-Chica...- Boo rodó sobre si, enterrando su cabeza en la almohada.
-Es cierto. Alguien tomó mis lentes a fuera del baño-. Boo levantó la cabeza.
-Oh, bueno entonces, definitivamente es Lilith Mary. Llama a hotline ahora-.
-No- gimió Luz. -La seguí porque pensé que era sólo una Inferior, pero había algo mal con ella. Fue realmente aterrador.
-Por supuesto que era. Todo en esta escuela es de miedo por la noche. Ve a dormir. Por la mañana te sentirás como una total idiota, te lo prometo-.
Otro pensamiento se le ocurrió a Luz.
-Boo, ¿eres tú?-.
-¿Qué?-.
-Tu dijiste antes de que hiciéramos lo del espejo que querías asustar a Amelia... ¿Es todo esto una especie de broma?-.
Su amiga se apoyó sobre sus codos. -Chica, te juro por los bolsos Louis Vuitton de mi madre, que espero algún día heredar, que esto no tiene nada que ver conmigo. Esto no tiene nada que ver con cualquier cosa. Estas volviéndote loca tu solita. Vete. A. Dormir-. Se dejó caer de nuevo sobre la almohada.
Luz dio cuenta de que no iba tener ningún sentido seguir con Boo ahora, y su amiga tenía un punto. Todo se sentiría diferente en la mañana. Miró al alrededor de su dormitorio, en los adornos que habían hecho -unas mantas peludas, sus fotos enmarcadas, su Hello Kitty, posters de John Green y Satanville. Se sentía segura.
-¿Podemos mantener una luz encendida?-.
-No me importa. Sólo deja de hablar-. Luz no podía recordar cómo conciliar el sueño. Leyó un poco su historia mientras Boscha roncaba suavemente, pero debió haberse quedado dormida eventualmente. Ella ni siquiera se recordaba cerrando los ojos… por un largo tiempo se quedó viendo cada centímetro del vacío bajo la puerta, para comprobar que no había pies viniendo hacia su habitación.
-¡MARY!-.
Luz estaba en clase. Era en la sala de música, con los mismos ventanales del piso al techo y con la vista al campo de hockey. Sólo que, por alguna razón, todo era diferente. Por un lado, aunque era noviembre, todo era muy apacible y soleado y el aula olía a hierba recién cortada. El mobiliario estaba organizado de manera diferente, por un segundo; todos los atriles e instrumentos se habían disipado. Ahora, había filas y filas de pupitres de aspecto antiguo, del tipo con ruedas, que solamente vio usarlos para los exámenes. Estos estaban realmente pasados de moda, unos con la superficie levantada revelando el compartimento de adentro.
Todo esto se sentía muy extraño. Había una neblina veraniega sobre la sala, como si estuviera viendo el mundo a través de una lente manchada de vaselina.
Un par de chicas estaban a su alrededor, distribuyendo los libros de ejercicios, pero ellas se movían en cámara lenta como si estuvieran caminando en la luna.
-¡Mary!- llamó la misma voz.
Luz miró hacia atrás, sólo para darse cuenta que ella estaba en la última fila. Llevaba el pelo recogido en una trenza, algo que ella no se había hecho desde que era muy joven.
- Lilith Mary Worthington, ¿estás escuchando lo que dije?- Luz no reconoció a la profesora. Ella llevaba un suéter tejido y una falda larga que Luz nunca había visto, con unas medias de lana gruesa arrugadas alrededor de unos zapatos de corte conservador. Le tomó un momento darse cuenta de que la severa mujer la estaba mirando a ella.
-¿Yo?-.
-Bueno, ¿aquí hay otra Lilith Mary Worthington de la que no sepa?-. Las chicas se rieron tontamente, todas la miraban.
Eran extrañas. Estiradas, niñas blancas, todas vistiendo el uniforme de Hexside, pero con una ligera variación con la que ella estaba familiarizada. Las faldas eran más largas y los calcetines blancos eran más altos.
-¿Podría por favor responder a la pregunta?-.
Luz sintió que sus mejillas se incendiaban.
-Yo... yo no lo sé, señorita-.
-Por supuesto que no… Estabas medio dormida. Señorita Worthington, ¿tienes alguna idea de lo afortunada que eres? ¿Una chica como tú en una escuela como ésta?-. La palabra afortunada picó como una bofetada.
La campana sonó, la misma campana que aún sonaba para señalar el cambio de clases. Las chicas reunieron sus pertenencias.
-No todas a la vez, por favor-.
Las otras chicas fulminaron con desdén apenas disimulado a Luz, rodeándola, caminando frente a ella fuera del aula. Desconcertada, Luz las siguió. Este era un sueño, pero se sentía frágil de alguna manera, como si estuviera al borde de despertar. Un sueño hecho del más fino algodón de azúcar.
El pasillo era casi idéntico a como se encontraba ahora, pero Luz sentía que estaba en algún tiempo pasado: por la forma en que la profesora estaba vestida, la falta de carteles, la pizarra de tiza, donde ahora había un pizarrón interactivo.
Había diferencias sutiles en todas partes.
Luz estaba desorientada, se sentía perdida en su propia escuela.
Miradas y susurros en sus costados, todos ellos destinados a ella. No podía estar segura, pero el susurro más fuerte sonaba algo así como: Miedosa Mary.
Era uno de esos sueños. Donde estaba medio despierta, medio dormida. Pero no era ella misma. No se sentía como Luz Noceda, se sentía más triste, como si no tuviera nada que esperar, nada de qué reírse. Sintió una especie de mancha negra, sin esperanza en el interior, del tipo que siempre escribía. Quería estar lejos de las otras chicas, Luz se metió en el baño más cercano. Había algo que tenía que hacer.
El baño de la planta baja era casi el mismo que ahora: toda la tubería estaba pintada de un color estéril verde jade, que coincidía con los azulejos verde agua. Luz se cruzó con el espejo más cercano.
Se despertó a la vez.
Amanecía afuera de las ventanas del dormitorio, las cortinas apenas contenían la luz. En algún momento de la noche, Boo se había metido a la cama junto a ella. Ya sea que la conversación o una pesadilla la hubiera asustado.
Boo a menudo se metía, si ella había tenido malos sueños.
Luz se acurrucó junto a ella por el calor y, si era honesta, por seguridad. Esta noche, las de los malos sueños, era ella. Y con Boo se sentía más segura. Luz tenía demasiado miedo en cerrar los ojos. No podía recordar que era lo que había visto en el espejo. Pero había sido demasiado horrible.
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