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27. " El escape de Luz "

-Eres la hija de Alador...-  repitió Luz, abrumada e incrédula.

Emira Blight frunció el ceño. -No es ningún secreto. Aunque tampoco hago publicidad del hecho; quiero construir mi propio legado aquí, y no ser solo el rastro después de mi padre. Sin embargo, era un gran hombre y un profesor fantástico, ¡y lo que acabas de decir es una calumnia!-. Sus labios se curvaron, la ira disparándose de nuevo en sus ojos.

Pero luz había llegado demasiado lejos y visto demasiado para desmoronarse ahora. -Lo siento, Dra. Blight, pero es verdad. ¿Por qué lo inventaría?-. Su voz temblaba, pero no se rompió. -Has visto cuántas chicas han desaparecido. ¿No crees que sea extraño? No hay manera de que sea una coincidencia. Es todo lo que tu padre le hizo a Mary. Sé que parece una locura, pero es como si ella no pudiera descansar porque nunca nadie encontró el cuerpo-. La mirada de la Dra. Blight cayó al suelo, con los ojos crispados como si tratara de resolver una ecuación de álgebra avanzada. -Por favor, suélteme- dijo Luz suavemente. -Me hace daño-.

Con los hombros encorvados como espaguetis, cayó en la silla giratoria de la oficina, la cual empujó lejos de los cristales rotos y el marco dorado. -Oh Dios. Eso es lo que... Todo este tiempo...-. Parecía estar hablando con sí misma. Su cabeza cayó en sus manos.

Luz retrocedió a una distancia segura. -¿Qué?-.

-No lo creo-.

-Dra. Blight, por favor. Viene por mí...-. Blight se desinfló como un globo.

-Justo antes de morir mi padre, él se hallaba muy, muy enfermo. En su lecho de muerte hablaba tonterías absolutas, pero seguía diciendo una cosa una y otra vez-. Se detuvo, sacudiendo la cabeza.

-¿Y?- Instó Luz.

-Pedía continuamente confesarse. Seguía pidiendo un sacerdote, diciendo que tenía que confesar sus pecados antes de morir-. Blight ahogó una risa. -¡Ni siquiera éramos católicos! Pensé que deliraba... pero ahora...-.

-Mary estaba embarazada. Él fue el responsable de su muerte- terminó Luz.

Blight la miró con sus ojos oscuros. -Oh Dios. También dijo que lo sentía. Una y otra vez. Nunca supimos por qué...-. Una lágrima cayó de su pómulo y salpicó su falda.

Luz negó con la cabeza. Toda esta situación era horrible, pero no sentiría lástima por el hombre que cazó a una colegiala vulnerable.

-Era un poco tarde para un perdón-. Blight no respondió.
-¿Dijo algo que nos podría llevar a su cuerpo? -preguntó Luz. -Mary urió aquí, él no... No podría haberla llevado muy lejos-.

-No tengo ni idea-.

-Por favor, Dra. Blight, algo tiene que haberse destacado...-. Luz se detuvo cuando se dio cuenta de un ruido constante de goteo. La lámpara sobre el escritorio de Blight parpadeó antes de morir del todo. -Oh no-.

Blight frunció el ceño y trató de encender la lámpara de nuevo. -Extraño...-.

Detrás de Blight, cerca de las ruedas de la silla del escritorio, se hallaba un fragmento roto de vidrio más grande que el resto… un triángulo escaleno vicioso viéndose reflejado en el techo, ya que se hallaba completamente en el piso.

Una mano goteante atravesó el vidrio, seguido de cerca por la parte superior de una cabeza. Luz gritó y se alejó de la mesa. Blight saltó de la silla. -¿Qué? ¿Qué miras?-.

-¿No puedes verla?-.

-¿De qué demonios hablas? ¡No hay nada allí!-.

Mary apretó un segundo brazo a través del fragmento estrecho, dislocando su hombro con un sonido húmedo para pasar a través del estrecho hueco. Las astillas del espejo sonaron cuando Mary empujó su cuerpo a través de la habitación. Goteando puntos carmesí por toda la alfombra, se movió anormalmente rápido, sus articulaciones y huesos pulsando y chasqueando como si no los hubiera utilizado en un tiempo muy largo. Emergió plenamente del espejo y se irguió en posición vertical.

Luz retrocedió, chocando con una silla de oficina. -¡Se encuentra aquí! ¡Justo detrás de ti! ¡Tenemos que salir de aquí!-.

-Luz, no hay nada allí-. La voz de la Dra. Blight era fría con impaciencia.

Mary se dirigió hacia ellas, pesadas manchas de sangre se salpicaban mientras avanzaba. Corría de sus dedos. La chica muerta se movió lentamente, en piernas inciertas, como si no estuviera acostumbrada a la tierra firma bajo sus pies. Luz recordó la infinita oscuridad detrás del espejo y se estremeció.

-¡Por favor!-. Lloró Luz. -Viene por mí-.

Blight agarró su brazo. -Tienes que calmarte. Tenemos que hablar de mi padre. No vas a ir por todas partes diciéndole a la gente lo que hizo. No tienes pruebas-. La directora la arrastró lejos de la salida y hacia la silenciosa Mary que se aproximaba.

-¡No!- espetó Luz. Agarrando su brazo, hizo algo que no habría pensado a sí misma capaz de hacer. Empujó a la Dra. Blight en el camino de la chica muerta. La directora se lo esperaba aún menos, su boca abierta en estado de shock. Al más puro estilo inquietante, Blight cayó a través de Mary, como si estuviera hecha de humo y directamente en el nido de papeleo que Luz dejó en el suelo. Un paso sobre las hojas sueltas y el calzado de Blight se deslizó debajo de ella, enviándola de estrépito hacia el armario abierto. Con un grito estridente, su frente chocó con el segundo estante y luego el tercero mientras caía.

Blight yacía en un montón desordenado, medio dentro y medio fuera del armario. Gimió levemente, flotando en algún lugar cercano a la inconsciencia. Luz retrocedió, sin quitar los ojos de Mary. Sólo quedaba un problema: Lilith Mary ahora se interponía entre ella y la única salida.

-¡Mary, para!- declaró Luz, tratando de mantener la calma. -¿Dónde te puso? ¿Lo sabes?-. Chocó con la parte inferior del escritorio, golpeando una taza de café, volcándola hacia el suelo. Luz siguió su camino alrededor de la mesa. El dolor en su pie vestido de calcetín cuando pisó el cristal era insoportable. Se disparó hacia arriba y abajo de su columna vertebral y rojo apareció ante sus ojos. Aullando, Luz retrocedió aún más, sólo para pisar sobre más fragmentos. El dolor era agudo, intenso, pulsando todo el camino hasta sus piernas. Se apoyó en el agujero que había hecho en el centro del enorme espejo, con Mary desplazándose hacia ella. Luz levantó su pie izquierdo para examinar el daño: una astilla de vidrio del pequeño tamaño de un dedo atrapado fuera de su pie. Su calcetín blanco se transformaba rápidamente en rojo. Apretando los dientes, tiró del vidrio, su propia sangre ahora goteando sobre la alfombra.

La pared debajo de su hombro se sintió extraña, demasiado débil para ser una pared. Era madera. Las paredes de la oficina no eran de madera. Fue entonces cuando Luz se dio cuenta del entorno. No era una pared en absoluto, era una puerta: una pequeña trampilla oculta detrás del espejo. ¡Por supuesto! Otro legendario pasaje secreto. Fuera lo que fuese no importaba. Con todas sus fuerzas, Luz se empujó en el panel oculto y la abrió. El espacio detrás de la puerta era negro, pero Mary sólo se encontraba a centímetros de distancia.

Una mano manchada de sangre alcanzó el rostro de Luz, y con un suspiro, se agachó para evitarlo, trepando por el agujero.

Ignorando el dolor en sus pies (que ahora parecía arder), Luz levantó la mano y cerró la escotilla en el rostro de Mary. Se cerró, pero Luz no tenía idea de si las puertas secretas podían parar fantasmas.

Recostándose contra ella, Luz se esforzó por ver en la oscuridad. Una luz gris y débil sangraba alrededor de los bordes del panel y fue suficiente para reconocer que se encontraba en la cima de una escalera, que tenía que llevar a algún lado. Eso significaba que era más que un escondite; podría ir a algún lado en la escuela.

La moneda cayó. Así fue exactamente cómo Alador Blight debió haber movido el cuerpo de Mary hacía tantos años.

No hay forma de que pudieras tener un pasadizo secreto detrás de tu espejo y no saber nada. Eso la hizo reaccionar. Su única opción era seguir el paso y rezar que no hubiera sido tapiada durante las décadas. Si se metía en un callejón sin salida, se terminaba el juego.

Luz cojeó hacia delante, sus pies picando con cada paso. Dejó huellas pegajosas de un rojo escarlata mientras caminaba. Las escaleras eran empinadas, resbaladizas y frías como el hielo. Con cada paso afligido, el aire se hacía más añejo, mientras iba descendiendo en un sótano. Sintió su camino a lo largo de las paredes ya que la oscuridad se arrastró más cerca. Cuando su pie encontró losas llanas, no podía ver en absoluto; casi pareció estar de vuelta dentro del abismo horrible del reino de Mary.

El eco de las gotas cayendo del techo -esta vez de verdad- sugirió que se hallaba en un espacio reducido: un túnel o una cueva, nada como los pasajes de la servidumbre funcionales. Debía estar debajo de la escuela por la gran cantidad de escaleras que había tomado.

Algo se arrastró sobre los dedos de sus pies.

Luz gritó y pateó, la cosa dió un chillido enojado antes de que las patas diminutas se apresuraran a correr lejos. El pasaje se hallaba infestado de ratas, Luz hizo una mueca y se adentró en las sombras. Tratando de correr, pero sólo consiguiendo una cojera débil mientras se aferra a las paredes, ella esperaba que no hubiera nada en la oscuridad para cortar sus pies.

Oh... Espera un segundo... A pesar de todo se echó a reír. ¿Era realmente divertido o estaba histérica? De cualquier manera la risita de muñeca-del-mal que hacía era más que un poco espeluznante.

Detente. Tienes que controlarte. Sigue adelante.

Luz se congeló. Se apoyó en la pared, que, aquí abajo, era mucosa por la humedad. Incluso sobre sus respiraciones inestables y  jadeantes y el castañeo de sus dientes, oyó pasos vacilantes raspando por las escaleras detrás de ella.

Esas no eran ratas... Mary se hallaba en la escalera.

La risa histérica se convirtió en un sollozo. Luz se apartó de la pared y continuó su carrera insoportable. Al menos, el túnel de piedra congelada en cierto modo adormecía sus pies. Trató de mantenerse en puntas de pie para mantener la presión alejada de los cortes en sus plantas y talones. Cojeando tan rápido como pudo, Luz ni siquiera miró hacia atrás.

Mary avanzaba detrás de ella en la oscuridad. El túnel parecía interminable. No tenía curvas, ni esquinas, la oscuridad extendiéndose por siempre. Luz se preguntó si ya había terminado y este era el Infierno… un infinito, túnel negro.

Ella resolló mientras corría y su respiración cambio a jadeante.

Haciendo una pausa por un momento, oyó pies arrastrándose detrás de ella. Demasiado cerca. Corrió, sus manos extendidas. En cuestión de segundos se dio cuenta que podía ver ladrillo adelante. El hecho de que pudiera ver algo significaba que la luz entraba en el túnel. Con renovado vigor cargó hacia adelante, sólo para que se marchitara su espíritu: había un callejón sin salida por delante. No, no era un callejón sin salida, era una pared. Una pared con una escalera.

Luz se arrojó hacia ella y miró por encima del hombro. Si algo se movía por el largo pasillo no se encontraba lo suficientemente cerca para verlo. Mirando hacia arriba vio la luz filtrándose a través de un orificio de ventilación en la parte superior de un estrecho pozo. Una manera de salir. Se sentía como el amanecer saliendo al final de su noche más larga.

Agarró el peldaño de la escalera a nivel del ojo. Los peldaños de madera se sentían húmedos y grasientos, cubiertos de musgo o moho. Temía que la madera estuviera podrida, pero todavía se sentía lo suficientemente resistente. Agarrando la escalera con la punta de los dedos del pie, empezó a subir. Sacudidas de dolor atravesaron su cuerpo cada vez que trataba de poner el peso en sus pies, por lo que trató tan duro como pudo para empujarse hacia arriba en la escalera, utilizando toda la fuerza que tenía en sus brazos.

Dolió mucho, demasiado, pero todo lo que tenía que hacer era llegar a la ventilación y al menos estaría fuera del túnel y (con suerte) en el aire fresco.

Hubo pasos desde la parte inferior de la escalera y con el rabillo del ojo Luz vio un cambio de sombra en la luz escasa. Subió más rápido.

La oxidada ventilación se encontraba a poca distancia, aunque Dios sabía lo que se hallaba en el otro lado. Se extendió por el último peldaño y se lanzó. Se oyó un chasquido repugnante y el escalón se rompió en su mano. Lo dejó caer, escarbando algo más para agarrar. Al segundo el peso fue sobre sus pies, aulló de dolor y por reflejo, se dejó ir.

Cayó.

Cayó rápido, como una piedra cayendo en un pozo. Lo único que podía hacer era prepararse para el aterrizaje. El final fue misericordiosamente rápido. Luz cayó al suelo con un ruido sordo, sus pies (sus pobres pies) tomando la mayor parte del impacto. Al principio se sentía demasiado conmocionada para registrar ningún tipo de dolor. Yacía de espaldas, mirando hacia el eje, parpadeando como una idiota. Entonces el dolor realmente impactó. Si pensaba que pies cortados habían sido malos, no era nada a la agonía que comenzó a extenderse a través de sus tobillos como lava.

Le dolía tanto que no podía respirar. Tampoco podía moverse.

Algo caliente goteó sobre su mejilla. Como una lágrima. Hubo otra, y luego otra.

Goteo, goteo, goteo.

Luz se movió lo suficiente para inclinar la cabeza hacia atrás un centímetro en las losas de piedras frías.
Mary se encontraba parada sobre ella, la sangre corriendo de sus dedos a su cara.

-No- murmuró Luz. Después de todo lo que hizo.
Después de luchar tan duro... No sirvió de nada. El frío rostro impasible de Mary se inclinó hacia Luz, y sintió su respiración superficial áspera contra su piel, como si los pulmones de la otra chica se llenaran de líquido. -Por favor- suplicó.

Congelándose, una mano cubierta de rocío le tocó la mejilla. Un sangriento mechón de su cabello rozó los labios de Luz. El hedor de su aliento era abrumador, como si las entrañas de la chica estuvieran podridas. Luz gimió y trató de zafarse, pero la inmovilizó; Mary se hallaba justo encima de ella, inclinándose.

Todo lo que podía hacer era cerrar los ojos y esperar el final.


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