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10. " La intrusa "

Luz había pasado toda su vida burlándose de chicas que gritaban, pero es que ella nunca había tenido una razón para hacerlo.

Ella gritó. De nuevo.

Aunque, al menos esta vez gritó una mala palabra en lugar de sólo gimotear, un poco más fuerte. Se retorció justo a tiempo para ver una figura familiar cerrar la puerta y deslizar la cerradura en su lugar.

-¿Qué demo...?-.

Amity se apoyó contra la puerta, sin aliento. -Bueno, eso fue intenso-.

Luz regresó a la cabina de la ducha, manojos de pelo mojado oscilando alrededor de su cara. Ella corrió la cortina a un lado. Como si de alguna manera hubiera sabido que lo estaría, se encontraba totalmente vacía aparte de pelos perdidos y espuma residual de jabón.

Su siguiente pensamiento fue, ¿está alguno o mis dos pezones mostrándose?

Afortunadamente no lo estaban, pero se apretó más la bata a través de su pecho.

-¿Estás loca? ¿Qué demonios estás haciendo?-.

Las luces zumbaban y volvieron a su brillo habitual.

-Tenía que verte-. Ella llevaba una sudadera negra con capucha, levantada. Había planeado su irrupción, con cuidado, vistiéndose como un ninja urbano.

“Tenía que verte”.

¿Qué se suponía que significaba eso? Esto era mucho para asimilar. Seguramente no...

Una sensación en algún lugar entre mariposas de dibujos animados y nauseas de pánico vibró en su estómago.

-¿Tienes alguna idea de lo que sucedería si te atrapan aquí conmigo?-.

-¿Serías expulsada?-. Ella se encogió de hombros.

-No me refería a la Dra. Blight, me refería a Amelia. Ella me desgarraría los brazos y los utilizaría para golpearte hasta la muerte-. Amity rio, pero la disimulo. -Amity, ¿qué es lo que quieres?-.

Ella se puso rígida, más seria de lo que ella lo había visto. -Venga ya, tú estabas en el cementerio. Eso fue sólo el comienzo de esto. Está pasando algo de mierda seria de Actividad Paranormal-.

La boca de Luz cayó abierta mientras un millón de oraciones se apresuraron a salir al mismo tiempo: Amity también había visto cosas; y ella se había olvidado por completo que Amity también había estado allí; ¿que había visto?

El tornado en su cabeza se detuvo porque si ella se encontraba aquí, diciendo esto, eso significaba que todo fue realmente real. Así de fácil, lo imposible se hizo realidad.

-Tú también la has visto-.

Amity no dijo nada, pero frunció los labios y respiró profundamente por su nariz. Las palabras no fueron necesarias porque solo sus ojos dijeron exactamente lo asustada que estaba.

-¿Qué hicimos?- murmuró finalmente.

Lilith Mary era real. Era abrumador. La afirmación fue a la vez brillante y aterradora. No hay tal cosa como fantasmas. El refrán que la había ayudado a dormir en innumerables ocasiones en el pasado, en las noches cuando los tubos crujían o las ramas raspaban contra su ventana, ahora era redundante. Había tal cosa como fantasmas, y ambas la habían visto.

En ese momento, en ese cuarto de baño, Luz se encontró viviendo en un mundo diferente, uno donde la fantasía era la realidad.

-¿Qué? ¿Dónde?- ella se recompuso. -Lo siento, debí haber estado en contacto. Yo... yo podría haberle pedido a Amelia tu número...-.

-Sí-. Amity le dio una sonrisa irónica. -Eso habría funcionado bien-. Luz le devolvió la sonrisa y el estado de ánimo en el baño se aligeró.

-Dios, ¿cómo incluso llegaste aquí? Debes tener un deseo de morir-.

-De la misma manera que llegamos el sábado. Te vi haciendo cola en el pasillo con esas otras chicas y esperé hasta que estuvieras sola-.

El pasadizo secreto.

-Bueno, respeto tu estilo kamikaze, pero no podemos ser encontradas en un cuarto de baño. Ni que decir tiene, que se harían preguntas. Vas a tener que venir a mi dormitorio-. Otra semi sonrisa.

-¿Porque eso es menos arriesgado?-.

Luz levantó una ceja. -No te hagas ilusiones-. Como si ella se las hiciera. -Boo se encuentra allí-.

-Una vez más... ¿eso es mejor?-.

-Sácatelo de la mente, jovencita-. Luz chasqueó la lengua cuando abrió la puerta no más de un centímetro.

El pasillo se veía solo, pero un par de puertas del dormitorio estaban abiertas. La voz chillona de la señorita Odalia hizo eco desde algún lugar en la distancia.

-Vamos a tener que hacer una carrera. Tú sabes que yo acabo de pasar cinco minutos convenciendo a algunas Inferiores de que nuestra escuela tiene una seguridad impenetrable y que personas extrañas no pueden entrar-.

-Yo no soy ninguna extraña-.

-Lo eres si alguien nos pilla, ¿lo entiendes?-.

Ella se rio entre dientes. -Lo entiendo-.

Una chica salió de su dormitorio para entrar en la puerta de al lado. Luz cerró la puerta de una vez, dándole un minuto para salir al pasillo. -¿Estás lista?-.

-Sí-.

-Muy bien-. Luz asomó la cabeza al pasillo. -Corre-.

Ella salió, su bolsa de baño balanceándose a su lado y con Amity sobre sus talones. Había seis puertas y una curva en el pasillo con las que tenían que lidiar. Su pulso latía en su cráneo. Mantuvo sus ojos fijos en su destino, sin atreverse a retrasarse ni un segundo. Casi arrojándose hacia la puerta, presionó hacia abajo la manija, cayendo dentro.

Ella tiró de Amity a través del umbral y, comprobando que nadie las había visto, cerró la puerta. No se le había ocurrido que Boo bien podría estar desnuda. Lo que realmente ocurrió, sin embargo, es que ella estaba cortándose las uñas de los pies sobre el cubo de los papeles desechados.

Al principio su rostro registró sorpresa antes de cambiar a una de pura delicia.

-Lucía Noceda, tú pequeña descarada-.

Luz puso los ojos en blanco. -Ella está aquí por el fantasma-. Boo pareció inmediatamente menos interesada.

-Oh-.

Sí. Oh es correcto. Amity... ponte cómoda-. Ella sacó la silla del escritorio y Luz se arregló tan modestamente como pudo sobre su cama. Con la toalla de felpa había aproximadamente dos posiciones en las que Luz podía sentarse sin enseñarle nada a ella. Esto era de lejos lo ideal. Cogió sus gafas de la mesilla de noche y se las puso. Realmente también debería hacer algo con su cabello antes de que se convirtieran en rastas.

Amity abrió la cremallera de su sudadera y dejó que colgara sobre el respaldo de la silla. Llevaba una sencilla camiseta de algodón blanco que parecía saber exactamente dónde aferrarse. En otras circunstancias, circunstancias en las que ella no se sintiera como si su cabeza estuviera explotando, todo esto habría sido muy sexy. Pero los labios de Amity, su cinturita de avispa, sus pequeños pechos y sus hoyuelos ( todo ahí a su vista ) eran la menor de sus preocupaciones.

En el lado positivo, ya no se sentía incómoda y cohibida. Toda esa timidez parecía muy intrascendente ahora, por no hablar de inmadura.

-Entonces, ¿qué está pasando?- preguntó Amity.

-Tu conjetura es tan buena como la mía-. Luz arrastró un  renuente cepillo a través de sus nudos. -Tú vas primero. ¿Qué viste?-.

-Realmente solo lo noté hoy. Al principio pensé que me lo estaba imaginando, como si mis ojos me estuvieran jugando una mala pasada algo así, ¿sí?-.

Boo de repente parecía más preocupada ahora que dos personas habían visto algo raro. -¿De verdad hablas en serio? ¿Qué viste?-.

-¿Tienes un espejo? Te lo voy a mostrar-.

-Claro- Boo se bajó de su cama. -En el armario-.

Ella abrió el armario para revelar el espejo en el interior de la puerta. Cada habitación tenía un armario idéntico, un voluminoso mueble de madera lo suficientemente grande para la ropa de dos o tres chicas.

-Ven y lo verás-. Amity cruzó la habitación y Luz la siguió.

Las tres estaban reflejadas juntas, tal y como lo habían estado la noche del sábado.

-¿Qué estoy mirando?- Boo parecía impresionada. Amity movió en ángulo la puerta, tomando diferentes vistas de la habitación.

-Hum- murmuró ella. -¿Puedes abrir la puerta un poco?-.

-¡No! ¿Y si alguien te ve?-. Luz recordó a la última chica que había contrabandeado a un chico en Hexside. La Dra. Blight solo se había detenido a marcar una letra escarlata en la frente de la pobre muchacha.

-Sólo un segundo-.

Boo exhaló ruidosamente, pero hizo lo que le dijo. Ella mantuvo la puerta abierta. Ahora, el espejo también contenía el reflejo del corredor de la casa Brontë. Era oscuro, pero sus luces lanzaban un enfermizo foco de luz en el descanso. En el espejo, Luz podía ver los últimos dos cuartos y la escalera de incendios.

-Ahí- susurró Amity, sin moverse, de la forma en que lo haces cuando no quieres asustar a un tímido animal de bosque. -¿Puedes verlo?-.

-¿Ver el qué?-.

-Mira el mismo borde del espejo. En la esquina-.

Luz entrecerró los ojos. A primera vista no había nada que ver, pero luego miró más fijamente. En el hueco más oscuro del pasillo junto a la escalera de incendios, lo más lejos posible, estaba la chica de pie.

Enteramente tiesa, ella esperaba a las afueras de su dormitorio. La más delgada cinta de luz golpeaba su piel. Sostenía sus pálidas manos juntas delante de su cuerpo, su pelo una vez más colgando sobre su rostro. Luz se quedó sin aliento y se dio la vuelta, tropezando con Amity mientras lo hacía. El pasillo se encontraba realmente desierto.

Miró de nuevo al reflejo. Como si se sobresaltara, la chica con el pelo negro avanzó aún más hacia las sombras. -Oh Dios-.

Amity retuvo a Luz con fuerza, sus cálidos dedos envueltos alrededor de su brazo. Ella la apretó como si necesitara ser creída.

-Ella  está en todos los espejos. Si miras lo suficientemente cerca, está allí-. Sus ojos se abrieron. -En serio. Puedo verla al lado de la carretera en mis espejos retrovisores. Está en los escaparates cuando caminas más allá de ellos. Está en todas partes-.

-Oh Dios-. Aparentemente era todo lo que Luz podía decir.

Podía saborear las lágrimas en la parte posterior de su garganta, no lágrimas tristes, sino lágrimas de pánico. La chica en el espejo todavía esperaba.

-¿Qué quieres decir?- Boo caminó con fuerza de regreso al espejo. Lo ladeó hacia adentro, alargando la vista por el pasillo. Lilith Mary, si esa es quien era, se alejó de la luz, metiéndose en la oscuridad. Boo soltó la puerta del armario, como si estuviera caliente. -¡De ninguna manera! ¡De ninguna jodida manera!-. Los dedos de Boo se dispararon hacia su pelo como si quisiera arrancar la imagen de su cabeza.

-Boo, mi amor, tranquilízate —la instó Luz, cerrando la puerta del dormitorio.

-¡Pero es imposible! ¿Cómo puede estar ella en el espejo, pero no...?-. La chica más alta se apartó el pelo de la cara, estirando la piel en una máscara de alarma. -Quiero decir, ¿cómo? ¿Cómo puede ser esto real?-.

Luz tomó sus manos y dirigió a Boo hacia su cama. Si ella no se calmaba la señorita Odalia estaría en su puerta en cuestión de segundos. Los ojos de Boo estaban abiertos, mirando alrededor, incapaces de enfocar.

-No lo sé- dijo Luz. -Lo averiguaremos... estamos cada vez más cerca, ¿recuerdas?-.

Boo respiró hondo y levantó un dedo bien arreglado buscando atención. Ella pareció salir de la locura un poco.

-Hay un fantasma en el espejo-. Luz asintió. Boo continuó. -Supongo que realmente no lo creía hasta ahora. Realmente pensé que Willow estaba engañándonos.

-No. Todo es cierto. Ella nos está mirando-. Luz se volvió hacia Amity. Sus ojos se encontraron y finalmente ella sentía que no estaba sola en la balsa salvavidas. -Es como si nos estuviera siguiendo-.

El aliento de Amity salió entrecortado. De alivio.

-Por lo menos no me lo estoy imaginando. Pensé que me estaba desmoronando-.

Luz rio, una risa temblorosa, débil. -Me gustaría que lo estuviéramos haciendo-.

-¿Qué demonios está pasando? Esto no está bien. Es igual que imposible. Yo no creo en fantasmas-.

Luz informó a Amity con la cantidad limitada de lo que ella y Boscha habían aprendido esa tarde, lo que, cuando lo relataron, sonaba como nada en absoluto. Terminó diciéndole el encarcelamiento de Edalyn Clawthorne en el Royal Seahaven.

-Bueno, voy contigo- dijo Amity después de que ella le contara su plan de visita.

-No puedes- dijo Luz sin ninguna razón.

-¿Por qué no? Sólo tengo Ciencias del Deporte el martes por la mañana. No sabrán incluso que me he ido. Puedo recogerte-.

-¿Tienes tu propio coche?-.

-Sí, bueno, yo conduzco el de mi madre. ¿Tú no? Pensé que como mucho eras toda adinerada-.

-A las señoritas de Hexside no se les permiten coches en el lugar- dijo Boo en su perfecta burla del acento inglés. Ella todavía estaba sentada rígidamente en el borde de su cama, pero el color había vuelto a sus mejillas.

La mente de Luz urdió un plan.

-Escucha. Boo, si las dos nos escapamos mañana seremos más propensas a ser capturadas. Si voy con Amity, tú puedes cubrirme por si alguien pregunta. ¿Te importa?-.

-¿No te importa ir a un asilo mental para preguntar acerca de los fantasmas? Cielos, déjame pensar...-. Ella fijó en Luz una mirada poco impresionada.

-Eres realmente la mejor-.

-Eso no arregla nada, aunque, tú todavía tienes que salir de este lugar, y es un hervidero de policías-.

-Ya se me ocurrirá algo. Amity, ¿me puedes recoger al final del camino del acantilado como a las nueve?-.

-Claro-.

Hubo un golpe en la puerta y las tres se quedaron inmóviles, mirando con la boca abierta hacia la puerta.

-Chicas, soy la señorita Odalia. ¿Puedo pasar?-.






















¿Te puedo pedir un pequeño favor? ¿Podríais compartir está historia?, Me ayudarías mucho si lo hicieras ~

Atte y con cariño, Harellow.

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