Yo hice justicia
Alan tiene quince años y está dando su mejor esfuerzo en aprender el arte del combate cuerpo a cuerpo. Empezó los entrenamientos hace solo dos años y con un solo propósito. Que nadie crea que sueña con ser campeón mundial de artes marciales, no.
Hoy fue un día de miércoles, de mediados de agosto. Claro está que lo de "miércoles" no es solo alusión al día, Alan tuvo una jornada pésima: por la mañana se despertó tarde y perdió el colectivo, teniendo que caminar a la escuela. Dentro de ella es un calvario, Alan prefería caminar las treinta cuadras que los separa ida y vuelta y no tener que ingresar, pero la educación es obligatoria y ahí tiene que estar él, todos los días; apenas ingresa y ya escucha el cantito que crearon para él aludiendo a su peso de chiquito cuando era un gordito, ahora estaba sometido bajo las normas de una dieta estricta y la actividad física exigente de su entrenador que ayudaban a controlar su figura, pero el pasado de gordo infante no lo dejaba en paz. Los compañeros seguían burlándose de él, lo insultaban y hasta le arrojaban golosinas a sus pies mientras se le reían a carcajadas. Hasta su canción patria favorita habían modificado en su nombre: "Cabral, soldado gordo, comiendo a toda hora ¿Cuál peso tiene ahora? Su vida vive haciéndose engordar..." y Alan se enfurecía.
La única vez que recuerdo que intentó defenderse lo incitaron a pelear, "si sos macho párate de mano" le dijo el que se creía el más valiente del salón, y como él es más bien sensible, de los que prefieren la diplomacia y negociación (creo que lo heredo de su padre, un auténtico caballero.) se negó. Además de una fuerte paliza, en ese momento se ganó también, como pensaron los del aula, un motivo más de burla, ahora era una "nena más", "el puto sin aguante de la escuela", ¡mis compañeros de clase son unos idiotas, totalmente!
Mientras camina hacia su pupitre uno le pone el pie para hacerlo tropezar, otro le tira bollos de papel y Daniel, el más travieso –diría una docente de primaria- le da de regalo una peluca, "mañana te traigo los tacos que te prometí" le dice. Alan inspira hondo y sigue.
Me acuerdo que en la primaria era un chico dulce, atento, servicial y muy generoso. Estas características no son comunes, quizás, en los varones, porque los demás siempre lo maltrataron y le decían que "se hiciera hombre" o le gritaban "afeminado", más cuando lo veían ir al recreo solo acompañado por las mujeres y nunca quería jugar futbol con ellos. En educación física nunca pedía ser capitán del equipo, y siempre era el blanco cuando jugábamos al matador. Si lo herían mucho o lo hacían llorar siempre había una barra de chocolate para matar la pena.
A mí me gustaba como era él. Era mi mejor amigo, lo es en realidad, pero estamos desentendidos últimamente.
Hoy miércoles le rompieron la carpeta. Aparentemente le tiraron gaseosa dentro de la mochila y todo lo que tenía se mojó, obvio, además le desaparecieron la cartuchera entera. En el pupitre le escribieron "putos y gordos no queremos", y él no es puto ni gordo, y si lo fuera ¡qué problema hay, descerebrados! ¡Me molestan, realmente me molestan!
Alan se enoja y con mi amiga y yo intentamos por milésima vez hablar con directivos, pero no nos escuchan, no pueden hacer nada dicen, cuando claro está que no quieren hacer algo. Alan les recrimina y le llaman la atención.
El jueves los padres van a una reunión con los docentes y la directora, ellos ya no toleran tampoco que maltraten a su hijo, sin embargo cambiarlo de escuela -sugerencia de la directora- no quieren porque consideran que un grupo de niños brabucones no hacen el desprestigio total de la institución. Ellos creen que deben hablar con los otros compañeros, decirles lo que hacen mal de modo que lo entiendan, y lo que reciben a cambio es "son adolescentes, ya se les va a pasar."
No asistí a clases el viernes, pero me enteré de que Alan fue expulsado. "Resulta que al pibe lo tenían podrido Maga, ¡desde que arrancamos en primero lo tienen de hijo! Ayer le quisieron pegar porque lo insultaban y entre palabra y palabra le dijeron "sos puto como tu mama" y Alan le dijo "como tu viejo, virgo." Y se le fueron encima y se defendió. Primero lo encaró Gerónimo, Alan lo tumbó. Después fue Tomas y Alan le rompió la mano. Al último fue Daniel y ¡Alan le dio por todos lados! No sabes: primero le esquivó todas las piñas y después lo dominó, lo tenía en el suelo cuando la de química llego ¡Les tenía ganas hace rato y era hora que les diera, pero...!
Nadie se animó a meterse. Alan estaba desconocido. Cuando los separaron Alan gritó "¿ahora quién es el puto?" ¡Se desquició!
Ahora no lo joden más, te aseguro."
No lo van a joder más porque lo expulsaron. No lo hubieran jodido más si lo hubieran escuchado.
"Tengo un ojo negro, pero fíjate como los deje. Yo hice justicia, para eso me preparé con Miguel, para eso entrené. ¡Ya van a ver si me miran otra vez!"
Que lo cansaron ya sé, pero me lo transformaron. Y eso justo no me parece.
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