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Capitulo 3

(Imagen no me pertenece, créditos al autor)

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Después de esa noche empezó mi entrenamiento, no fue fácil, para nada fácil, pensé en desistir varias veces, pero cuando me sentía desfallecer, Aioros venía al rescate con palabras de ánimo y me llenaba nuevamente de convicción para continuar.

Aioria me explicó que a los caballeros femeninos se les llamaba «Amazonas» y que tenían algunas reglas adiciónales, me explicó del porqué del uso de la máscara y de sus condiciones, al principio me pareció una regla absurda, además de incomoda pero debía acatarla al fin y al cabo.

Mi entrenamiento seguía día a día, muchas veces entrenaba con Aioria quien no me lo ponía fácil, y muchas veces terminábamos tirados en el piso, jalándonos los cabellos peleando como 2 hermanos por un dulce. Aioros solo suspiraba al ver estas escenas, esos dos niños nunca cambian, pensaba.

A veces el entrenamiento salía bien y no resultaba con muchas heridas, pero otras veces no tanto, aún recuerdo aquel día en el que sentí que iba a morir...

Era un día como cualquier otro, sin embargo, ese día Aioros no iba a estar presente así que Aioria y yo teníamos que entrenar con otro grupo de niños que buscaban ser caballeros igual que nosotros, el entrenamiento transcurrió normal y para finalizar se había decidido hacer una especie de mini torneo. No era inconveniente, Aioros me había entrenado bien y de seguro ninguno de esos niños podría conmigo, iba a hacer sentir orgulloso a mi maestro.

Al principio todo iba bien, ya había derrotado a 3 contrincantes sin problema, sin embargo el siguiente no se veía tan fácil como los anteriores, era un chico que era 3 veces mi tamaño. Entro a la arena con una sonrisa confiada y una mirada de malicia, a decir verdad me intimidaba un poco, voltee a mirar a Aioria quien estaba sentado en las gradas observando atentamente, él fijó su mirada en mi, hizo un gesto con sus manos y me sonrió, como diciendo tú puedes, sonreí bajo mi máscara  y voltee a ver a mi oponente adoptando posición de pelea.

—Espero que te hayas despedido de tu amiguito niñita por qué no voy a tener compasión –dijo el enorme chico sonriendo sardónicamente, me limité a mirarlo fijamente, no me iba a dejar intimidar por sus palabras —basta de charla grandote, vas a pelear ¿sí o no? – dije confiada, el joven soltó una carcajada y sin previo aviso mando un puño con toda su fuerza hacia mí, lo esquive fácilmente, lo cual lo enojo, mando otro puño y lo esquive nuevamente.

Después de intentar golpearme varias veces sin éxito, estaba furioso, yo simplemente seguía en mi posición de defensa, a pesar de que él no había podido darme un solo golpe, yo tampoco a él, no encontraba su punto débil.

Mi furioso oponente estaba bastante impaciente y mando nuevamente un puño en mi dirección, sin embargo, cuando iba a esquivarlo como las veces anteriores, este me agarró por el cabello con su otra mano y levanto con todas sus fuerzas su pierna y me golpeó el estomago con su rodilla, inmediatamente caí al suelo, me dejo sin aire al instante, trate de incorporarme lo más rápido posible pero no pude y a pesar de que no era una competencia oficial, el joven se lo estaba tomando muy en serio, así que sin ningún tipo de consideración me dio una patada con todas sus fuerzas en mi costado, sentí un dolor punzante y como algo se rompía adentro de mi, una costilla probablemente, grite del dolor, al chico pareció no importarle y continuó pateándome sin compasión.

—Creíste que una niñita me iba a vencer –decía con la respiración agitada mientras golpeaba mi malherido y pequeño cuerpo. Sentí que ese sería mi final, hasta ahí había logrado llegar,  pero cuando me preparaba para recibir el golpe final que me llevaría a los brazos de la muerte, algo lo detuvo, abrí mis ojos con mucho esfuerzo para observar que había hecho detenerse a mi oponente.

Aioria... Aioria había detenido la pierna de aquel chico con sus manos, a pesar de que el joven era mucho más grande que él, este último era increíblemente fuerte, al fin y al cabo por eso era el candidato más probable a portar la armadura dorada de leo, trate de levantarme pero me era muy difícil, me dolía mucho.

—Como te atreves a interrumpir mi ataque niño, apártate si no quieres morir con tu amiga –dijo el enfurecido y enorme joven, Aioria no se movió ni un centímetro —Déjala en paz, ya ganaste, no tienes por qué seguirla lastimando –dijo Aioria apretando sus puños, su voz era infantil pero estaba llena de convicción, el enojo del pequeño era evidente. —tengo que terminar la pelea, un caballero nunca debe tener compasión con su oponente, así que apártate –dijo, Aioria nuevamente no se movió, —como quieras, entonces tú también vas a morir –dijo lanzando un puño con todas sus fuerzas hacia el pequeño niño, pero Aioria lo detuvo con una sola mano y con su mano libre le dio un puño en el estomago que lo mando volando hasta estrellarse de espalda con unos de los pilares que estaban en la arena. El joven quedó inconsciente y todos los demás niños que observaban la pelea desde las gradas estaban atónitos con la fuerza del pequeño Aioria.

Inmediatamente Aioria se dio la vuelta para ayudarme, me dio la mano y puso mi brazo sobre sus hombros logrando ponerme de pie, cuidadosamente rodeo mi lastimado torso con su pequeño brazo para ayudarme a caminar —¿estás bien ____? ¿Puedes caminar? –preguntó algo preocupado, mis ojos estaban cerrados por el dolor que sentía, la verdad no sabía si podía caminar, pero debía intentarlo así que asentí con la cabeza e intente dar un paso; no, no podía caminar, me desvanecí nuevamente pero Aioria evitó que me cayera, abrí los ojos para verlo y en su cara había una expresión que solo mostraba preocupación.

—Aioria, ¿______? ¿Qué pasó? –Aioros, ¡era la voz de Aioros!  Había llegado justo a tiempo, vino corriendo hacia nosotros y me tomo en sus brazos, no pude evitar que se me escapara un gemido del dolor.

—hicimos un torneo...y...ese chico...casi la mata, lo siento por interrumpir una pelea pero no podía dejar que le hiciera más daño! –dijo Aioria con lágrimas en sus inocentes ojos verdes, Aioros suspiro,  volteo a ver al inconsciente joven que yacía en el suelo de la arena y luego dirigió su mirada hacia a mí, —Aioria, hiciste bien, no te preocupes, _____ se va a recuperar, vamos a casa –dijo mientras emprendía camino hacia nuestra pequeña casa conmigo en sus brazos.

Abrí mis ojos lentamente, la luz que entraba por la ventana me cegó por un momento, ¿cuánto tiempo llevaba dormida? Recuerdo la pelea, Llegar a la casa, Aioros curando mis heridas junto a un preocupado Aioria y luego un dolor punzante y oscuridad, no recordaba más, trate de sentarme pero una gran molestia en mi torso me lo impidió, baje mi mirada y observe unas vendas alrededor de mio, seguro por las costillas rotas.

Suspire e hice nuevamente un esfuerzo por sentarme y después de un dolorosos momentos lo logre, ahora tenía que ponerme de pie, apoye mis manos en la cama para ayudarme, pero justo antes de que lo intentara, la puerta de la habitación se abrió y unos brillantes ojos verdes se conectaron con los míos.

—¡______, despertaste! – dijo Aioria acercándose a mí con una sonrisa en su cara —¿cómo te sientes? –me preguntó sentándose al lado mío en la cama —me duele un poco aquí –dije señalando mi torso cubierto por vendas —sí, ahí fue donde recibiste la mayoría de los golpes –dijo Aioria en voz baja, volteando su mirada hacia la ventana, ¿parecía apenado?, tome su pequeña mano en la mía y ante este pequeño contacto él dirigió su mirada hacia mí una vez más —gracias por ayudarme –le dije sonriendo.

—Perdón por no haber intervenido antes –dijo con un leve sonrojo en sus mejillas. —Tonterías, si no fuera por ti, estaría muerta en este momento –dije dándole un suave apretón a su mano que aún se encontraba en la mía, el sonrió. —Ya se –dije entusiasmada —por salvarme te voy a dar mi postre por un mes –los ojos del pequeño rubio se iluminaron al escuchar mis palabras —hecho...

Aioros entró en la habitación un momento después, —_____, veo que despertaste, como te sientes –dijo el castaño acercándose haciéndole un gesto a Aioria para que se moviera y le diera espacio para sentarse al lado mío —me duele un poco, pero ya estoy mejor –le dije sonriendo, él me observó, su mirada llena de simpatía —me alegro, en unos días te pondrás bien –dijo Aioros mientras me revolvía el cabello con su mano.

—eres fuerte _____, estoy orgulloso de ti, de los dos, dijo dirigiendo su mirada a Aioria quien ahora está recostado en la pared al lado de la puerta.

No pude evitar sonreír ante sus palabras, él era mi ejemplo a seguir, mi maestro, era como mi hermano mayor, sin embargo no sabía por qué estaba orgulloso de mi, al fin y al cabo había perdido la pelea y resultado bastante herida en el proceso, estos pensamientos hicieron que mi ceño se frunciera en confusión, Aioros al percatarse de esto y como si hubiera leído mis pensamientos dijo —estoy muy orgulloso de ti, fuiste muy valiente, aunque me siento un poco mal por no haber estado ahí para ayudarte, afortunadamente Aioria si estaba, los dos son unos niños muy fuertes y valientes y  muy pronto se convertirán en los mejores caballeros al servicio de Athena –Aioria y yo sonreímos ante las palabras de Aioros. —Bueno, ahora tienes que descansar, voy a traerte algo de comer para que te recuperes pronto –dijo el castaño poniéndose de pie —Aioria ven y ayúdame –ante estas palabras Aioria hizo un puchero, y yo solté una carcajada en burla de la desdicha del rubio, —igual tu postre es mío –dijo mientras me hacía una mueca sacándome la lengua, yo le devolví el gesto de igual manera —ya niños, si siguen así no les voy a dar postre a ninguno de los dos –dijo Aioros dirigiéndose a la cocina  y aunque sus palabras eran amenazadoras, el tono en el que las dijo era divertido, ese día a pesar del dolor es un hermoso recuerdo.

El tiempo pasaba rápido, llevaba viviendo con los hermanos 2 años, Aioria acababa de cumplir 7 años y yo 9, aún éramos unos niños, sin embargo seguíamos entrenado fuertemente todos los días para convertirnos en caballeros, hace poco había corrido la noticia de que la diosa Athena había reencarnado nuevamente en este mundo, en el cuerpo humano de una bebe, ella se encontraba en lo más alto de la colina, en el templo siendo custodiada celosamente por el patriarca y sus caballeros, entre ellos el más leal, Aioros, portador de la armadura dorada de Sagitario. También se decía que este último era el candidato más probable para ser el sucesor del actual patriarca, esto nos llenaba de orgullo a Aioria y a mí, para nosotros el era nuestro ejemplo a seguir.

Sin embargo, no todo podía ser felicidad y cuando menos lo piensas y cuando estás más desprevenido pasa algo que le da un vuelco a tu vida en un momento.

Aioros llevaba 2 días sin venir a casa, ahora desde que Athena estaba en el santuario, él debía permanecer más tiempo en el templo de Sagitario, era de esperarse y no nos molestaba, sabíamos que era su deber.

Era una noche tranquila, Aioria y yo estábamos comiendo algo antes de irnos a dormir pero un ruido interrumpió nuestra cena

—¿escuchaste eso? Dijo Aioria mirando hacia la ventana —si, viene de afuera –dije poniéndome de pie —vamos a averiguar qué es –dije, Aioria asintió.

Abrimos la puerta y salimos sigilosamente, tratando de no hacer ruido, miramos de lado a lado pero no veíamos nada fuera de lo común, cuando ya íbamos a entrar de nuevo a la casa, de nuevo escuchamos el ruido, solo que esta vez estaba acompañado de una voz, una muy conocida voz.

—Aioria –era la voz de Aioros, pero ¿dónde estaba? —¡hermano! Viniste a casa, qué alegría –dijo Aioria muy emocionado buscando a su hermano con la mirada, sin embargo Aioros no apareció, hubo un silencio cargado de tristeza —Aioros, ¿dónde estás? –Dije dando unos pasos hacia dónde creía que provenía su voz, Aioria junto a mí todo el tiempo. —No se acerquen más...lo siento...pero... Debo irme. –ante estas palabras Aioria y yo quedamos sorprendidos, no queríamos que se fuera ¿Por qué debía hacerlo? —¿por qué? –pregunte, dando unos pasos a donde él se encontraba, —¡no te acerques! –Dijo Aioros levantando la voz a lo cual me detuve inmediatamente, —Es mi deber como caballero, algún dia ustedes comprenderán y también deberán cumplir con su deber.

Solo había silencio en ese momento, no comprendíamos. Aioros dio un último suspiro de despedida —Aioria, cuida bien a _____, y ____ cuida a Aioria, ustedes son unos niños muy fuertes, se que lograran salir adelante. –y sin más, Aioros se había ido.

Aioria y yo nos quedamos quietos, sin decir una palabra, nuestros ojos abiertos de par en par observando como la sombra de Aioros  se alejaba con la caja de Pandora, que llevaba adentro la armadura de sagitario, en su espalda y con un pequeño bulto en sus brazos, quería correr detrás de él, pedirle que se quedara, que no nos abandonara y cuando estaba dispuesta a hacerlo Aioria me detuvo agarrándome del brazo, voltee a verlo confundida por sus acciones pero su vista estaba puesta en algo a lo lejos, seguí la línea de su mirada para saber cuál era la causa de su expresión, y lo vi, un caballero dorado, no se veía muy mayor que yo pero ya vestía la imponente armadura de Capricornio, iba saltando por los techos de las casas cercanas en la misma dirección en la que se había ido Aioros. 

Aioria y yo lo veíamos atentamente y como si sintiera nuestra presencia volteo a vernos, había algo en su mirada que no podía descifrar, era determinación pero a su vez había duda y remordimiento, el joven volteo su mirada nuevamente y siguió su camino, dejándonos con tantas dudas e incertidumbre. Pero a pesar de eso había algo que nos había quedado claro en ese instante a Aioria y a mí, ese caballero dorado tenía una misión, y era acabar con Aioros.

Todo cambio a partir de ese día.

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Fin del tercer capítulo :)
Quiero agradecer una vez más a las personas que leen mi historia por tenerme tanta paciencia jejeje
Y aunque este capítulo es popo jajaja prometo que los próximos mejorarán
Estaré atenta a sus comentarios y opiniones
Y si les gusto, presionen la estrellita
Las quiero
Buenos

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