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Capitulo 20

Tercera Persona POV

Habían pasado ya tres días desde que la joven castaña había encontrado a su más grande amor entre las piernas de aquella pelirroja. Ella duro varias horas llorando y lamentándose pero luego de esa fase llegaron las horas pensativas, aquellas donde su cabeza dibagaba en todo tipo de pensamientos y escenarios todos relacionados con el suceso presenciado en el templo del caballero de Leo.

Ella llegó a pensar que no tenía ninguna razón para molestarse con Aioria, al fin y al cabo ella sabía que Marín era su novia, y a pesar de que el le prometió que su relación había terminado, ella nunca lo había comprobado con sus propios ojos. Su cabeza le daba vueltas, imágenes de toda su relación con Aioria aparecían frente a sus ojos, recuerdos que lo único que hacían era herir un poco más su corazón que latía por mera inercia, veía momentos de ellos en su infancia, en su adolescencia...y de nuevo allí estaban, las pesadas lágrimas que ella ya no tenía idea que su cuerpo pudiera producir, al pensar que habían sido gastadas por completo a causa de aquel caballero dorado.

—¡Maldita sea la hora en la que me enamoré de ti Aioria! -dice ella golpeando su almohada con fuerza mientras nuevas lágrimas vienen a sus ojos al recordar la noche en la que el rubio le había hecho el amor de la manera más dulce ...y cruel que un hombre pudiera hacerlo.

Milo estaba en la puerta de la castaña, a punto de golpear la puerta escucho el grito frustrado de ella lo cual hace que el suelte un pesado suspiro y niegue para sí mismo —ese imbecil...-dice para luego golpear suavemente la puerta para pedir su autorización a entrar.

—vete Milo ... No quiero hablar con nadie -dice ella reconociendo el suave y amigable cosmos de su amigo, la joven lo adoraba pero en ese momento solo quería estar sola.

El caballero de escorpio suspira con pesadez, el había intentado hablar con ella desde aquel fatídico día pero la joven caballero se había rehusado a tener contacto alguno con él o con sus amigas, el ojiazul se estaba comenzando a preocupar por ella, temía que pudiera hacer algo de lo cual se pudiera arrepentir y es por eso que siempre estaba al pendiente de ella, dando rondas cada par de horas por su cabaña, siempre con la esperanza de que ella acepte verlo y poder observar esos lindos ojos marrones que siempre le habían producido paz y tranquilidad, quería hacerla reír y quería ver su bella sonrisa, quería verla caminar por los jardines del santuario mientras tocaba las flores nacientes en los grandes prados, quería verla ser ella de nuevo.

Sin embargo este deseo del caballero de escorpio se cumplió, pero no de la manera que el esperaba.

Milo observaba atónito a la joven que salía de su cabaña, su cabello recogido en una coleta alta y su armadura de plata, brillante y bien puesta sobre su cuerpo, su mirada fría y sus pasos firmes hacían que su semblante se hiciera más serio y hostil de lo que él siempre había visto, lejos había quedado esa chica dulce, tímida y tierna que el conoció y que aprendió a querer como si fuera su propia hermana.

—¡Ey! -llama el caballero al salir de su trance, mientras dando pasos torpes la sigue y la toma de la muñeca —¿Estás bien? -es lo primero que se le ocurre preguntar aunque en realidad no sabía bien que decir.

La chica levanta la mirada observando con ojos marrones, fríos y carentes de brillo a aquellos ojos zafiro del caballero de escorpio, los cuales solo demostraban preocupación.

—Estoy perfectamente bien Milo, gracias por preocuparte por mí, sé que estuviste al pendiente todos estos días, pero ya no debes hacerlo, estoy bien -dice de nuevo reafirmando su creencia, tratando de que está se le metiera bajo su propia piel convenciendose a ella misma de que en realidad estaba bien cuando en verdad aún sentía que se desmoronaba por dentro.

—lo hago por qué me preocupo por ti...sabes que puedes decirme lo que quieras, de hecho, que te parece si vamos a caminar un rato y hablamos ¿Si? -le dice el peli azul mientras la mira con simpatía y una leve sonrisa hace aparición en sus labios.

Ella lo mira por unos segundos pero luego niega —ahora no puedo Milo...tengo algo muy importante que hacer -dice con un tono más frío que la mismísima casa de Acuario —gracias por todo...-le dice la joven castaña, y sin decir nada más, comienza de nuevo a caminar a paso rápido y firme.

El ojiazul la observa y nota como sus pasos la guiaban al santuario, algo dentro de el le dice que nada bueno puede salir de aquella situación, en su cabeza se imaginaba a la joven enfrentando al caballero de Leo, y a pesar de que el mismo quisiera que ese idiota sufriera, sabía también que ella a pesar de ser fuerte, no tenía oportunidad contra un caballero dorado.

Así que sin más y sin dudarlo, comenzó a seguirla, sin el más mínimo reparo en ocultar su presencia, lo cual a ella parecía no molestarle.

Y así era, ella había notado que Milo la seguía y aunque también sabía o se imaginaba lo que él estaba pensando, dejo que la siguiera y comprobará con sus propios ojos que ella no tenía intención de ir a enfrentar a aquel caballero de ojos esmeralda y cabellos dorados.

La joven comenzó su recorrido por las doce casas, el caballero de aries y tauro le dieron su consentimiento de pasar sin problema, al llegar a Géminis, ella camino con tranquilidad ya que desde hacía mucho tiempo, aquel templo estaba abandonado, subió por cancer y luego se dispuso a pasar por la casa de leo.

Al llegar allí, tomo un respiro profundo y entro con paso firme, no pensaba detenerse y rogaba que aquel caballero no apareciese frente a ella, pero como era de esperarse, el destino siempre está contra ella y del fondo del templo de escucharon esos pasos inconfundibles de la armadura dorada de leo tocando el fino piso de mármol del templo.

—Aioria de Leo, solicito permiso para cruzar por su templo -dice ella en el tono más firme que puede musitar.

El caballero reconoce su voz de inmediato y sus ojos se suavizan al ver su dulce figura frente a él, había pasado tantas horas pensando en ella, pero definitivamente las imágenes en su cabeza no le hacían ni el más mínimo honor a su belleza, sus cabellos castaños recogidos hacían que su rostro resaltara aún más, sus labios rosados y carnosos, invitantes a besarlos con solo verlos, y luego estaban esos ojos, de un color marrón profundo, eran bellísimos, sin embargo algo faltaba en ellos y el rubio se dio cuenta de inmediato, faltaba ese brillo característico que siempre poseían y ahora en remplazo estaba una mirada fría que lo observaba espectante.

—yo... _____, había querido ir a buscarte y hablar contigo pero...-dice el joven caballero mientras da unos pasos hacia ella pero la castaña levanta su mano haciendo que este se detenga.

—Caballero de leo, solicito permiso para cruzar por su templo -dice de nuevo de manera un poco más fuerte queriendo salir lo más pronto de ese lugar, no quería que su fachada se echara a perder y terminará ella hecha un manojo de nervios y lágrimas como aquella chiquilla tonta que se había propuesto a dejar atrás.

El ojiverde frunce el ceño, era claro que ella no quería hablar con él y era perfectamente entendible, suelta un pesado suspiro y asiente —si, puedes pasar -dice observándola.

Ella asiente y se dispone a reanudar su caminar mientras pasa por su lado, sin embargo la mano de el en su muñeca hace que ella se detenga y lo voltee a mirar frunciendo el ceño en furia y confusion.

—princesa...sé que no me quieres ver ni hablar pero te pido...que consideres aceptar mis disculpas -dice el caballero de leo mirándola con ojos verdes expresivos.

Ella lo mira con esa misma expresión fría y se suelta de su agarre, que coraje tiene este hombre para atreverse a creer que con una simple disculpa todo está bien, piensa ella para luego darse vuelta y sin decir nada encaminarse a la salida del templo de leo, una lágrima se le escapa mientras subía y atravesaba los demás templos pero la limpia rápidamente, se negaba a ser débil de nuevo.

Milo había dejado de seguirla cuando notó que su objetivo no era el templo de leo, aunque su curiosidad seguía presente a flor de piel al notar que ella, al parecer, se encaminaba a los aposentos del patriarca.

Y el caballero de escorpio no se equivocaba, allí se dirigía ella, pasó por los doce templos y logró llegar a las cámaras del patriarca.

Allí estaba el acompañado de varias doncellas que le servían vino y lo complacian de maneras que ella no quería imaginar.

El patriarca al escuchar los pasos aproximarse voltea a ver bajo su mascara de color rojo escarlata con expresión seria que profesaba su rango y poderío en el santuario.

—Caballero de plata, ¿Quién te autorizo a entrar aquí de esa forma tan campante? -dice el patriarca de manera sería y algo molesto por la repentina intrusión mientras con su mano hace un ademán para que las doncellas se alejaran y lo dejarán a solas con la joven caballero.

—nadie su santidad -dice ella arrodillándose en señal de respeto mientras levanta la mirada para verlo —sin embargo, deseo que pueda escucharme y atender la petición que vengo a hacerle -dice ella en tono autoritario pero respetuoso.

El patriarca se levanta de su asiento y camina hacia ella, sus cabellos azulados se movían a cada paso y al quedar frente a la joven la mira con detalle, sus facciones, su cuerpo, sus ojos, era hermosa y a decir verdad no podía recordar haberla visto antes, lo cual era bastante probable, teniendo en cuenta que los caballeros de plata difícilmente llegaban a pisar los aposentos del patriarca.

Ella lo mira con algo de confusión al notar que el no dice nada, a decir verdad siente algo de temor ante una represalia ante sus palabras.

Sin embargo, el silencio se rompe y la voz ronca y fuerte del patriarca se escucha —¿Cuál es esa petición? -dice el aún detallando su rostro suave y sus finos rasgos femeninos.

—Deseo partir del santuario su santidad, quisiera hacer una misión en el lugar más lejano que usted pueda enviarme, quiero hacer esas misiones que ningún caballero quiere hacer...quiero irme -dice ella con firmeza.

Aquellas palabras toman por sorpresa al patriarca ya que todo se imaginó menos una petición como esa, suelta un suspiro y detalla una vez más su expresión y nota algo nuevo, nota su semblante triste, sus ojos carentes de vida, y el resentimiento en su voz, la curiosidad hace aparición y no duda en preguntar.

—Supongo que podría considerar tu petición, pero antes, debo saber la razón de la solicitud de la misma -dice viéndola, a lo que ella voltea la mirada mordiendo la parte interna de su mejilla, no quería decirlo por qué para los demás parecería una razón estúpida, que pensaría el patriarca si le digo que me quiero ir a causa de un corazón roto? Pensara que soy una niña infantil, piensa ella.

—y sabes que se reconocer cuando mis caballeros mienten, así que adelante, te escucho -dice el, cruzándose de brazos.

Ella suelta un pequeño suspiro y levanta la mirada —Me quiero ir por qué no quiero ver en mucho tiempo al caballero de leo, quiero irme para lograr sanar algunas heridas que no me dejan concentrar en mi trabajo como caballero al servicio de Athena -dice tratando de dar una razón bastante aceptable, teniendo en cuenta que lo que decía era completamente cierto.

Con qué Aioria de leo, piensa el peli azul al escuchar las palabras de la joven, su curiosidad sigue a flor de piel pero sabe que ella no dará detalles, así que asiente, le daría el permiso de irse y la enviaría tan lejos como es físicamente posible, pero el por su parte, averiguaría que sucedió con Aioria de leo...

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Hola!!! Por fin un capítulo de esta historia, me volvió la inspiración y espero poder publicar más seguido, espero les guste y ahí les di una pista con el patriarca *guiño guiño* la que me diga la teoría correcta tendrá una aparicion en el siguiente capítulo :3 las quiero y gracias por la paciencia

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